Ya está. Me he enamorado de esta Amèlie de voz dulce pero poderosa, prodigiosa. Soy lo justo de francófilo, apenas conozco y elogio a un puñado de músicos gabachos (Jacques Dutronc, Louise Attaque, Françoise Hardy, Serge Gainsbourg, Jacques Brel, Noire Desire... no se me ocurren más). Y a pesar de que las letras me suenan raro, como forzado, como escuchar a tus compañeros de EGB en clase de francés, y no me interesa nada lo que demonios pueda estar diciendo, su vocecilla me ha atrapado y no me canso de escuchar sus canciones, que saltan del himno à la liberté al susurro melancólico, edulcorado y casi molesto. Pese a que está arropada por un swing simplón, alegre, positivo hasta la arcada, y pese a que me imagino a esta fémina moderna yendo del brunch a la exposición de afrancesadas gilipolleces épatantes con sus pequeñas ropitas de diseño ecosostenible, paseando Montmartre abajo sin sostén bajo la blouse, con una baguette en una mano y un muffin rosita en la otra, sumergiendo la mano en los sacos de alubias de Monsieur Peloux, enviando de viaje a los enanos de jardín de padre... Pese a todo, este disco lo tengo en piñón fijo. Es un poco enervante, apresurado, sin delicadeza ninguna y tan mal gusto e inexperiencia como lo primero o lo último de Dover, un poco así como moderno/desenfadado/visceral/sensible/naïf... Me da un poco de grima pero, pese a todo, insisto, me gusta esto, me pone berraco, la niña, hasta cuando imita al cazú con su voz cavernosangelical entre bailecillos.
viernes, 4 de noviembre de 2011
Zaz - Zaz (2011)
Ya está. Me he enamorado de esta Amèlie de voz dulce pero poderosa, prodigiosa. Soy lo justo de francófilo, apenas conozco y elogio a un puñado de músicos gabachos (Jacques Dutronc, Louise Attaque, Françoise Hardy, Serge Gainsbourg, Jacques Brel, Noire Desire... no se me ocurren más). Y a pesar de que las letras me suenan raro, como forzado, como escuchar a tus compañeros de EGB en clase de francés, y no me interesa nada lo que demonios pueda estar diciendo, su vocecilla me ha atrapado y no me canso de escuchar sus canciones, que saltan del himno à la liberté al susurro melancólico, edulcorado y casi molesto. Pese a que está arropada por un swing simplón, alegre, positivo hasta la arcada, y pese a que me imagino a esta fémina moderna yendo del brunch a la exposición de afrancesadas gilipolleces épatantes con sus pequeñas ropitas de diseño ecosostenible, paseando Montmartre abajo sin sostén bajo la blouse, con una baguette en una mano y un muffin rosita en la otra, sumergiendo la mano en los sacos de alubias de Monsieur Peloux, enviando de viaje a los enanos de jardín de padre... Pese a todo, este disco lo tengo en piñón fijo. Es un poco enervante, apresurado, sin delicadeza ninguna y tan mal gusto e inexperiencia como lo primero o lo último de Dover, un poco así como moderno/desenfadado/visceral/sensible/naïf... Me da un poco de grima pero, pese a todo, insisto, me gusta esto, me pone berraco, la niña, hasta cuando imita al cazú con su voz cavernosangelical entre bailecillos.
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