lunes, 3 de febrero de 2020

CICLO: Teatro de la Ciencia Misteriosa 30000 (6)



5ª PARTE


INTERSPECIES REVIEWERS T1
["Ishuzoku Rebyuāzu", Yuki Ogawa, 2020]
En ocasiones veo anime. Y mis domingos tienen otro color desde que descubrí esta serie, probablemente la cosa más estúpida, morbosa y adictiva que me haya echado a la cara en mucho tiempo. Comenzó su emisión el 11 de enero, acaba de alcanzar los 4 episodios y no sé si alguna vez verán la luz los demás, porque al menos en EE.UU. parece que ha sido censurada, por lo que tengo entendido (no me entero mucho de cómo funciona esta industria). Su argumento es tan sencillo y sistematizado como muchas de estas series: en un universo en el que existen todo tipo de cripto-criaturas humanoides de fantasía, un pequeño grupo de aventureros influencers ha decidido formar una especie de avanzadilla que se dedica a catar prostitutas y hacer reseñitas de burdeles, para que la comunidad masculina que se fía de su criterio tenga una mejor idea de la oferta que se va a encontrar. Algo así como lo que hace el Comidista con los restaurantes, pero con putas. Y cada semana exponen sus críticas gastroeróticas en unos panfletos colgados en el tablón de anuncios, que hace las veces de Guía del ocio local. Es un auténtico disparate de fascinante misoginia pop, que avanza a base de un par de lupanares por capítulo. Los protagonistas principales, el dream team de follarines, lo forman al principio un humano (Stunk), un elfo (Zel), un halfling (Crimvael) y un ángel hermafrodita (Kanchal). Van realizando su metódica labor altruista como si se tratase del equipo de Chicote, ora en un burdel regentado por chicas-gato, ora en uno de chicas-pájaro; se pasan por la piedra a las bombásticas minotauras chicas-vaca; visitan una simpática casa de lenocinio de diminutas hadas que les miden el cimbel y en base a eso tienen acceso a unas u otras por tamaño; en una extraña posada prueban una pócima para cambiar de sexo, y experimentar el lesbianismo inter-especista; catan a unas volcánicas chicas ígneas, y también son tentados por un burdel de demonias, pero allí abusan tanto de ellos que sus críticas son las peores de la región. Y así sucesivamente. Di con esta serie por pura casualidad, pero ha resultado ser un divertimento ecchi de lo más estimulante y exótico, y no deja de sorprenderme que todo sea tan explícito (sin llegar al hentai), apenas una colección de gifs eróticos de mujeres mutantes desnudas. Ya me está dando penilla que solo sean 10 episodios...
HARVEY
[Henry Koster, 1950]
Desconocía por completo esta alucinante película, a la que llegué leyendo sobre el fenómeno ovni. Esa tendencia intelectual en la ufología que trata de explicar la experiencia del contactado a partir de la psicología o la psiquiatría, comparando los avistamientos y encuentros en la tercera fase con cualquier otro "milagro" similar, observado por fans de la Virgen, del Bigfoot o... precisamente esas personas que hablan con amigos imaginarios, incluso conejos gigantes, como Harvey. Desde este punto de vista, esta simpática comedieta protagonizada por James Stewart, que perfectamente podría ir en un programa doble detrás de alguna de Herbie el Volkswagen parlanchín, resulta un tanto enfermiza. Se trata de la adaptación de una famosa y multipremiada obra de Broadway, que no tiene mayor fama, al menos en España, porque, creo, no ha vuelto a ser llevada al cine en estos últimos 70 años; pero es una narración de amplio calado cultural en su país. Una buena porción del reparto repitió de la obra de teatro, y el propio James Stewart interpretó a su personaje, el inocente y risueño Elwood P. Dowd, encima de las tablas. En alguna ocasión, Jimmy contó que el de Elwood fue el personaje que más disfrutó interpretando en su carrera. La cosa va de que Elwood tiene un amigo imaginario, un conejo gigante llamado Harvey, con el que habla continuamente. Así que su familia se avergüenza de él, y trata de disuadirle para que se marche cuando vienen visitas. Al final, su hermana decide ingresarle en un frenopático, pero allí los doctores le toman por loca a ella, y de hecho Elwood consigue hacer, con su candorosa normalidad, que sean los demás los que parecen chiflados. Esa es más o menos la trama, que avanza a base de chascarrillos y enredos de lo más pacato, pero que no deja de esconder una patología curiosísima.
NO TE METAS CON LOS GATOS. UN ASESINO EN INTERNET
["Don't f**k with cats: Hunting an internet killer", Mark Lewis, 2019]
Los de Netflix se han empeñado en que todos nos aficionemos a los asesinos en serie. Abundan los documentales sobre comeniños, estranguladores, violadores, matarifes y caníbales, larguísimos culebrones sobre juicios, hagiografías de los asesinos seriales más listos y desconcertantes, biografías de magnicidas y líderes de cultos mesiánicos sangrientos. A mí hasta ahora el único que me ha entretenido es este, que me puse a ver sin saber de qué iba, y que tuve que ir a comprobar que no era ficción. Es una historia arrebatadora en tres partes, en la que los protagonistas son unos friquis que se tiraron años tratando de descubrir la identidad de un malnacido que presumía de grabarse matando gatos, y que al final dieron con él, compartiendo sus investigaciones en un foro privado de Facebook. Para cuando lo hicieron, el malnacido, Luka Magnotta, se grabó matando a una persona. Y es entonces cuando empieza la investigación policial, que hasta entonces habían ignorado las denuncias de los internautas. La historia es de esas en las que los elementos son tan alucinantes y los datos que se van apelotonando tan reveladores, hasta que cuesta creer que todo sea cierto. Una inmersión en la mente del Demonio, de la mano de un paseíto por lo que puede ser una tarde cualquiera en sus rutinas de Facebook, que pueden convetirte en héroe...
BATMAN VS. LAS TORTUGAS NINJA
["Batman Vs. Teenage Mutant Ninja Turtles", Jake Castorena, 2019]
"Batman ninja" me sorprendió muy gratamente, en gran parte por su alejamiento de los (maravillosos, sin duda) parámetros impuestos por Bruce Timm; por lo refrescante y novedoso de la propuesta. Había leído buenas críticas de este cruce bizarro, que poco antes tuvo lugar en papel, y como hay una parte de mí a la que le flipan las Tortugas Ninja más de lo que debería, estaba esperando con entusiasmo el estreno de esta marcianada. Y en efecto, es la película perfecta para el incondicional de ambos mundos, puro fanservice para el nostálgico de las series clásicas de las TMNT y de Batman, cuya combinación encaja a la perfección. La historia no tiene nada de especial ni inesperado, sencillamente se han conjugado ambas estéticas en un punto intermedio exacto, y del mismo modo se han permutado todos los elementos (los héroes principales se unen cuando lo hacen los villanos de cada universo) de manera natural y ofreciendo exactamente lo esperado. Es una delicia, un capricho estupendo que nos merecíamos quienes las disfrutamos por separado, y que acaso se le puede echar en cara no haber arriesgado absolutamente nada, al menos en esta primera conjugación.
MANUEL Y CLEMENTE
[Javier Palmero, 1986]
Faltan apenas unas horas para que Movistar+ estrene su serie documental dedicada a la Iglesia del Palmar de Troya, y anunciándoselo a un no-abonado, a la sazón experto en el tema, además de ponerse nervioso ante el acontecimiento, me habló de esta rarísima película de la que nunca había oído hablar. La del Palmar de Troya es una historia horrible, que nació como una estafa de pequeña intensidad y acabó transformándose en una secta peligrosa, una vergüenza nacional destructora de voluntades, fortunas, familias y almas, que campa a sus anchas en pleno 2020, nadando en la abundancia, la sinrazón y el fascismo más irritante. La historia es terrorífica, pero su germen, como bien supo ver el director de "Manuel y Clemente", aglutina todos los elementos que conforman eso tan intrínsecamente español que conocemos como El Esperpento. Palmero, director de una sola obra, quiso barnizar aquello tan oscuro y desagradable y devolvérnoslo en forma de comedia bufa, de episodio nacional grotesco y oscuro pero poderosamente susceptible de ser parodiado, al estilo de lo que harían Azcona o Berlanga. Disfrazado de comedieta disparatada, hay quien ha querido ver en esta biografía burlesca una especie de blanqueamiento de algo en realidad terrorífico y destructor; y sin embargo, es una crudísima narración de un esperpento que se parodia a sí mismo. Es increíble que esta obra sea tan desconocida, y que sea de un tiempo tan lejano como 1986. Como bien me advirtió mi anfitrión a esta pequeña joya oculta desde el primer momento, es una obra que no solo tiene ecos de "Los jueves, milagro", sino sobre todo dialoga con la magnánima, la excelsa "Platillos volantes".
CONSPIRACIÓN
["Conspiracy theory", Richard Donner, 1997]
No sé cómo se me había pasado este producto palomitero, protagonizado nada menos que por Mel Gibson y Julia Roberts. Quizá sea que, como la anterior, el presunto retrato de la realidad resulta paródico por esperpéntico; pero va a ser porque la película se retuerce y se transforma hasta volverse una bochornosa parodia de sí misma... Pretende ser la expresión en movimiento de esa vieja máxima del jipismo que reza: «Que seas un paranoico no significa que ellos no estén detrás de ti» (atribuida al novelista Joseph Heller; aunque yo la conozco por Territorial pissings de Nirvana, claro). Mel Gibson es Jerry Fletcher, un Travis Bickle en fase avanzada, incel de día y taxista de noche, que tiene el cerebro carcomido por la conspiranoia. Está obsesionado por una bonita empleada del Ministerio de Justicia, tanto como por otras ochocientas cosas: las mentiras de la NASA, el proyecto MK-Ultra, la Operación Sinsonte, el Proyecto Chatter, las operaciones Dominic, Paperclip, Facefuck y Fishbowl, los implantes de memoria, el flúor en los dentífricos, los gorritos de papel de plata, los círculos en los trigales, los grises, Pumuky... Y, de haberse estrenado dos décadas más tarde, la Tierra Plana y los reseteos de Tartaria. Un auténtico "ciudadano soberano" que se pasa el día dando la chapa a sus clientes y armando jaleo en las embajadas y edificios estatales... hasta que resulta que tiene razón, y empiezan a perseguirle personajes siniestros con jeringuillas que forman parte de organizaciones secretas a la sombra del Tío Sam, y tiene que liarse con ellos a puñetazos y esquivar sus balas. A mí me interesaba infinitamente más el tratamiento scorsesiano del personaje, pero es verdad que como thriller de acción para amas de casa tenía mucho más sentido que el chiflado recibiera la visita de los hombres de negro, y tuviese que volar por los aires su zulo de puto maníaco, y de paso dar comienzo a una huida hacia adelante de la mano de la guapa. Mel Gibson es así; la película hubiese molado bastante más y dado menos grima, en efecto, protagonizada por Steve Buscemi o Santiago Segura. Mel Gibson tenía que tener razón, vaya por dios...
PUÑALES POR LA ESPALDA
["Knives out", Rian Johnson, 2019]
Extraordinaria. Un ejercicio de suspense clásico, en la línea de Agatha Christie o Se ha escrito un crimen (de hecho a esta serie la homenajean directamente), en una de esas "últimas funciones" corales y teatrales, repleta de caras conocidas como en sus referentes más inmediatos, ambientada en una crujiente casa victoriana que ha devenido en "cluedo" al aparecer "un cadáver a los postres" durante una noche lluviosa. Es un trabajo precioso, escrito y dirigido por Rian Johnson, responsable de "Looper" y uno de los relevos de George Lucas a la hora de dar la cara en las secuelas de "Star Wars", que aparca temporalmente la ciencia-ficción para armar este juguete. Daniel Craig, Chris Evans, Jamie Lee Curtis, Don Johnson, Katherine Langford o Christopher Plummer son solo algunos de los astronómicos reclamos de esta historia, en la que sin embargo lo que destaca es un guión intrincado y fabuloso, ciscándose en el whodunnit y mostrando desde el principio a una asesina involuntaria (colosal Ana de Armas como la enfermera privada del acaudalado escritor de novelas de misterio que deja la millonaria herencia por la que se pelean todos los sospechosos miembros de su familia), cuyo error sin embargo parece haber sido retorcido y es lo que se ha de investigar hasta dar con la clave final. Semejante plantel de entrañables y soberbios actores y actrices (el Vengador más querido, la scream-queen más eterna, el agente secreto más icónico...), añadido a un cartel y un tráiler posmodernos y chiripitifláuticos, me hicieron temer que en el tratamiento de esta historia se tratase de emular las cositas hipster de Wes Anderson; pero gracias a Khonshu que no hay nada de eso en absoluto, ni tampoco rastro de comedieta (si acaso, es una película amable, simpática, pero sin abandonar el marco de referencia dramático), sino un homenaje diáfano al cine policíaco desenfadado de los setenta, como los obvios referentes que (no) he mencionado.
OTAKU NO VIDEO
[Takeshi Mori, 1991]
De vez en cuando sigo enfrascado en la imposible labor de nutrirme de los principales clásicos del anime de los 80 y 90, tratando de desentrañar algo más de todo aquello. Es una subcultura, una "forma de vida", prácticamente una etnia, que me atrae muchísimo pero cuyos vericuetos, referentes y motivaciones se me escurren entre los dedos a menudo. Sin embargo, viendo esta película (en realidad, dos OVAs de esas de casi una hora cada una) me sentí mucho más identificado de lo que me gustaría, o al menos conseguí descifrar prácticamente todo lo narrado, pese a ser yo tan ajeno al mundillo, me guste o no. Porque esta historia es en realidad una especie de "piedra Rosetta" del anime, y de la cultura japonesa, o al menos de la hegemonía homogénica otaku antes de las mutaciones finiseculares y del mestizaje actual, que ya sí que considero que se obstinan en desconcertarme por completo (y no solo la cultura japonesa, sino lo que pasa en el siglo XXI en general). Fue uno de los primeros trabajos de la compañía Gainax, famosos principalmente por "Evangelion", y narra con su estilo tan característico (personajes algo caricaturescos, más "dinámicos" y al límite del corsé estético de la mayoría de producciones de presupuesto medio de la animación japonesa), y en clave de despiporre, la propia intrahistoria de sus autores. Transformado en una historia épica y exacerbada, asistimos al nacimiento de un icono de la industria del entretenimiento japonés, partiendo de una reunión de nerds nostálgicos de su época como otakus, que empiezan a tomarse en serio sus aficiones hasta llegar a la coronación del protagonista (un veinteañero con un trabajo "digno", socialmente aceptado y con novia, que se reencuentra con sus pasiones adolescentes) como el verdadero "Otaking", el máximo exponente de la otakucidad. La historia transcurre entre los años 1982 y 1991, y vemos cómo el protagonista se junta otra vez, de rebote, con los muchachos ultra-friquis que había dejado atrás al superar el instituto, vuelve a picarle el gusanillo de los tebeos, las pelis, el cosplay y la tontada de colorín, y juntos lo convierten en su millonaria actividad laboral. Y gran parte de gracia la tienen las entrevistas falsas, en imagen real, a obsesivos y grotescos otakus que, desde un cómico anonimato, salen del armario y hablan de las cosas esas tan marcianas que les gustan. El conjunto forma una hermosísima hagiografía del fanzinerismo, el coleccionismo, el modelismo, el retropixelismo, el reenacting bizarro, el "revanchismo de los novatos" y en definitiva una oda al maravilloso infantilismo como motor de la felicidad más honesta y desacomplejada.
THUNDERBOLT FANTASY T1
["東離劍遊紀", Gen Urobuchi (creador), 2016]
El arte de las marionetas es milenario, y casi desde los comienzos del audiovisual ha dejado huella como método para contar historias para todas las edades. En los márgenes de la perfección colonialista de Jim Henson, genio entre genios, son miles de productos de todo tipo los que se facturan por toda la geografía. En Taiwán concretamente, es un tesoro tradicional desde como mínimo el siglo XVII. Y desde hace muchas décadas también son ya tradicionales y constantes allí los programas de televisión de marionetas de mano, llamados hoteigeki. Una compañía en concreto, Pili Multimedia, lleva desarrollando distintas series e iteraciones del mismo concepto (marionetas tradicionales protagonizando seriales —principalmente— de fantasía heroica) desde 1985, con una cadencia mutante, imagino similar a las longevas series japonesas de tokusatsu. Por lo visto son tan habituales los productos de Pili en Taiwán como lo eran las marionetas de Gerry Anderson a finales de los sesenta en Gran Bretaña. La compañía, en los últimos años, ha venido incorporando CGI a sus producciones, que son una mezcla de drama, romance, historia y fantasía (y algo de ciencia-ficción). En 2006, una de sus series de entonces (probablemente, Pili magic sword killer) fue distribuida en EE.UU. por Cartoon Network, editada, con voces de cachondeo y bautizada como Wulin Warriors, pero aquello debió parecer tan raro a los niños y sus papás que de los 14 episodios comprados y doblados solo se emitieron 2. Poco después de esa fecha, Gen Urobuchi, una estrella de la animación nipona (escritor de mangas y showrunner de famosos animes, videojuegos y tokusatsus), en un viaje, descubrió la cultura de las series de marionetas y quedó fascinado con aquello. Al cabo de unos años, en colaboración con Pili International Multimedia, su productora de videojuegos y una potente distribuidora, consiguieron sacar adelante esta serie, Thunderbolt Fantasy ("pili" significa "thunderbolt"), que viene a ser la evolución definitiva de las series épicas de Pili, adaptada al gusto otaku. Y es una auténtica maravilla. He disfrutado de los 13 epsiodios de 25 minutos de la primera temporada con una devoción y una emoción que hacía tiempo que no me sobrecogía de esta manera. Ha sido una maratón gozosa y lenta, y solo he pospuesto la segunda temporada y las dos largas OVAs que han producido hasta ahora para próximas sesiones para no gastar esto tan hermoso de golpe.
Circula también por ahí un making of de la serie, que emitió la cadena japonesa B11 la semana anterior a su estreno, para que sus propios responsables contasen todo esto anterior (más o menos) a los espectadores japoneses, tan encorsetados en su propio universo cultural. El ritmo y el estilo de narración son prácticamente intercambiables con un anime épico de este estilo (aunque ni mucho menos, hasta donde yo sé, la inmensa mayoría de sus series tienen esta calidad tan impresionante ni están tan cuidadas), pero lo de las marionetas en movimiento no deja de ser algo extraño e impactante. El impacto de ver objetos inanimados cobrando vida delante de tus narices, no deja de ser monumental. Es algo mágico, casi. Las animación con marionetas no tiene la misma "adaptación secuencial" artificial que el stop-motion, aquí no hay trampa ni cartón, los títeres vivientes y parlantes producen una fascinación más extraña y atávica. El documental muestra el increíble, abrumador trabajo de los animadores taiwaneses, cuyas imágenes fueron aderezadas con algunos monstruitos, fondos, rayos cinéticos y efectos especiales wuxia, pero no deja de ser una obra maestra que deja entrever en cada fotograma el trabajo conjunto de un alucinante equipo de artesanos. Una de las cosas más alucinantes es cómo habla cada personaje y cómo se mueve. Cómo distintos pedazos de madera (tallada a mano) y tela, en manos de cada titiritero, cobran vida de manera completamente diferente y personal. Ha sido un descubrimiento alucinante; en mi caso concreto, creo que ha conseguido exorcizar, de paso, el recóndito terror que aún seguía instalado en mi subconsciente desde que de pequeño vi por primera vez Los Aurones.
En cuanto a la historia, es una aventura épica entretenidísima, en la que un grupo de héroes se unen para acometer un "viaje del héroe" hasta un terrorífico castillo, para recuperar una espada mística capaz de de matar demonios. Sí, las reminiscencias de "El Señor de los Anillos", "Dragones y mazmorras" y "Dentro del Laberinto", son inevitables. El principal protagonista es un misterioso y valiente ronin llamado Shāng Bù Huàn, que hasta el último momento no sabremos cuál es su cometido, su papel exacto en esta aventura (parece que cada miembro de la "comunidad" es necesario en algún tramo del viaje), ni su maravillosa habilidad especial; todos los demás tienen una, y reciben un mote debido a ella: Lǐn Xuě es el Ladrón del Polvo del Viento, una suerte de mago capaz de comunicarse con las aves y lanzar unos polvos mágicos con su pipa, el único arma que parece utilizar continuamente; la hermosa Dān Fěi, marioneta vestida totalmente al estilo del anime japonés, es una especie de princesa de una familia noble cuya obligación es defender las espadas místicas. La "Dragonlance" de esta historia, el mcguffin que desencadena la búsqueda, es concretamente la espada Tiān Xíng Jiàn, de la cual Dān Fěi posee la guarnición y los malos se han hecho con la empuñadura. Juntando las piezas, sería posible blandir la Tiān Xíng Jiàn, arrancarla del suelo como a Excalibur, y desencadenar el fin del mundo de manos de un demonio que solo puede ser eliminado por ella; ese malo malísimo que quiere juntar las piezas, que habita en el Castillo de los Siete Pecados, se llama Miè Tiān Hái, la Osamenta de la Creación, y sus huestes son centenares de masillas zombi llamados los Xuán Guǐ Zōng; y para derrotarles, además de los tres personajes principales, se irán uniendo un infalible arquero tuerto llamado Shòu Yún Xiāo, su inseparable semi-hermano, un joven lancero inquieto, Juǎn Cán Yún, así como dos inquietantes y sospechosos asociados que parece que van a ser necesarios, por desgracia, en el viaje: una nigromante demoníaca llamada Xíng Hài, y un asesino samurái despiadado, Shā Wú Shēng, que posee una flauta que les permitirá cruzar un laberinto, y que solo accede a formar parte de la comandita cuando Lǐn Xuě cede a dejarse decapitar al final.
La serie tiene unas peleas alucinantes, trepidantes y llenas de explosiones y rayos como en el Street Fighter, pero más o menos solo hay una escena de acción en cada capítulo (tal vez, en alguno, dos). El resto de los episodios son sosegados, llenos de diálogos interesantes y poéticos, que permiten una construcción de personajes portentosa. También hay en casi todos los episodios alguna situación que anima a la carcajada; sin que haya un alivio cómico concreto, los autores son conscientes del asombro y la inquietud que producen los "juguetes" en movimiento, y quizá por eso tiene esos detalles simpáticos que resultan divertidísimos al menos para el adulto. Verdaderamente, todo es deslumbrante y, por quejarme de algo, eché de menos algunos personajes más (como mucho son cuatro o cinco los de cierta relevancia que no he citado; aunque hay un par de escenas en aldeas pobladas en las que se ven pasar de fondo a algunos pnjs), más criaturas no humanas habitantes de esa hipnotizante tierra imaginaria (creo que solo salen las aves diabólicas, que son un medio de transporte esquelético de las huestes malignas, un gigante de piedra y el espeluznante diablo final, que en realidad me parece que están hechos por ordenador casi todos; aunque esto no chirría ni molesta en absoluto), y una música incidental menos sintética y más envolvente.
Esta serie ha sido más bien una epifanía.
JERKISH DELIGHT
[@JerkishDelightTV, 2013]
Mientras trabajaba un poco esta tarde de domingo en casa, me puse en una pantallita en una esquina este video mixtape... que en realidad, no existe. En un periquete, descargué la treintena de vídeos de un canal de Youtube homónimo que no actualiza desde hace 7 años, y los monté en un solo .avi de 2 horas y media. Como soy así de bobalicón (pero apañado), le he hecho esta portada en otro periquete, para el blog. "Jerkish Delights", por lo que he podido entender, era un programa de la televisión por cable de San Francisco que se emitió los domingos por la mañana entre finales de 2012 y mediados de 2013, ya desaparecido, y que no sé en qué consistía exactamente, pero los vídeos de su cuenta eran un puñado de medleys, mixtapes y mashups cuyos títulos y fotogramas visibles me llamaron la atención por alguna razón. Ya en harina, los montajes son muy modestos, alguno de ellos tirando a mediocre. Una colección de ejercicios espirituales que generalmente consisten en un corte de cine o tv bizarros con el audio cambiado por una el de canción o un anuncio no relacionado. Por ejemplo, una pieza llamada "David Lynch presents: The Little Rascals" es un montaje de escenas de la inclasificable, poderosísima y extrañísima "Even the dwarves started small" de Werner Herzog con música de principios de siglo; otro corte es la canción de la Rana Gustavo Bein' green sobre escenas sueltas de la serie de animación de Hulk de los noventa; un especial Navidad cruza Santa Claus is a black man con un batiburrillo de películas y programas navideños abisales... y ese es más o menos el juego, que no es que sea el recopetín ni construya un mensaje especialmente brillante, si acaso a veces rozando lo zafio con canciones guarras que incitan al malententido sonando sobre imágenes de teletienda marciana. Entre medias también se coló un aburrido ejercicio de videoarte y ensayo de unos 10 minutos que hicieron, con música chillout sobre cientos de imágenes de grafitis callejeros.
¡VUELA, ANDROIDE KIKAIDER! (LA PELÍCULA)
["人造人間キカイダ", Hidetoshi Kitamura, 1973]
Pasé parte de la sobremesa dando palmas y riendo a carcajadas en los momentos señalados viendo esta OVA aledaña a la serie de tokusatsu original de este personaje. Una peli para niños graciosísima sobre un joven guitarrista llamado Jiro que se transforma en un androide bicolor con el diseño más chulo posible. Como el mediometraje se emitió en mitad de la serie de 43 episodios, no se detienen nada en explicar quiénes son los personajes: una madre con dos hijos que creo que no hablan en toda la peli, solo emiten ruidos; un detective privado muy payaso que se disfraza de Sherlock Holmes o se traviste de señora para pasar desapercibido; o el villano, un viejo azulado con una flauta con alas de murciélago que afecta a la capacidad de transformación de Jiro (veo en la Wikipedia que se llama Professor Gill), líder de la organización DARK. Quienes sí se presentan, uno por uno, son los agentes de DARK con los que va a luchar Kikaider, para recuperar un medallón que oculta una llave para activar un mecanismo que salva el mundo. Nada menos que 21 de entre el medio centenar de monstruitos de cartón piedra que salían en la serie. Un pequéño ejército de simpatiquísimas mascotas humanoides asesinas, que explotan cuando Kikaider les tira al suelo. La peli no solo no presenta apenas a los personajes, sino que básicamente son cuatro o cinco escenas de lucha sin fin. A puños en mitad del desierto, montado en su sidecar o volando por el cielo, mientras el Profesor Gill manda monstruitos, Jiro aparece tocando la guitarra en lo alto de una colina como en una de Sergio Leone, entonces se transforma en Kikaider, se los carga y mientras los niños corretean por ahí. Y por si fuera poca diversión, todas las peleas están en 3D, y los personajes se dirigen a los niños espectadores para indicarles cuándo tienen que ponerse las gafitas de cartón. Fabuloso.
HANUMAN AND THE 5 KAMEN RIDERS
["หนุมาน พบ 5 ไอ้มดแดง", Itaru Orita/Chaiyo Productions, 1974/1975]
El primer trabajo profesional del mismísimo Woody Allen, uno de los directores más populares e intransferibles de la cinematografía mundial, en 1966, consistió en coger una película japonesa, "remezclarla", inventarse una trama nueva y doblarla con diálogos de cachondeo. Esta práctica meta-humorística es hoy en día toda una forma de arte bizarro subterráneo, que tocaría techo, en nuestra cultura basura autóctona, con los vídeos de Florentino Fernández para El Informal o el Retrospectr de La hora chanante (las temporadas de Robot Chicken que doblaron los chanantes, por cierto, no me hacen mucha gracia). Y es exactamente ese mismo espíritu el que poseyó a los responsables del doblaje norteamericano de esta película, que ya de por sí es una cosa verdaderamente marciana. Originalmente, esto era una OVA dentro de la larga saga del personaje Kamen Rider (toda una institución, en realidad, creada por Shotaro Ishinomori para el papel en 1971; pero este mangaka, de tanto adaptarse sus cosas a la tele infantil chiripitifláutica, se considera el padre del infragénero), titulada "Five Riders vs. King Dark", segunda OVA asociada a la tercera iteración televisiva del personaje, Kamen Rider X. Originalmente, la peli-directa-a-video duraba algo menos de media hora. Pero para su distribución en Tailandia, la compañía Chaiyo grabó una subtrama paralela, alargando la cinta hasta los 100 minutos, e incluso replicando los disfraces de los cinco superhéroes-insectoides motorizados protagonistas para cruzar ambas concienzudamente. Pero sobre todo, esta segunda historia incide en la presencia de Hanuman, una especie de "Gozdilla" patrio (una deidad védica kaiju bailarina), presenta a toda una nueva serie de villanos, incluye mensajes religiosos y tradicionalismo tailandés, chistes malos infantiles (como la máquina de fabricar masillas humanoides a partir de animales de granja, o cuando torturan al protagonista tai haciéndole cosquillas en los pies... con los zapatos puestos) pero también escenas de decapitamientos sangrientos y desnudos frontales femeninos (unas infieles que hierven en una olla en el infierno). Ambos rodajes se intercambian y se cruzan solo tangencialmente, y las cabriolas de los 5 kamen rider casi quedan en segundo plano.
Pero lo más divertido de todo es su adaptación al "mercado" occidental. Porque circula una versión doblada al norteamericano por unos aficionados, llena de cachondeo, morcillas, palabrotas, diálogos picantes inventados, risas de fondo, voces impostadas de dibujos animados, nombres inventados para los villanos de corchopán, efectos de sonido salchicheros, música incidental de pegote, ninguna profesionalidad y total ausencia de entonación o afectación. Aunque lógicamente se respeta la acción que está teniendo lugar (básicamente, un secuestro y el heroico salvamento entre toneladas de artes marciales y gomaespuma que evitan el Nuevo Orden Mundial Diabólico), esto es un divertidísimo y largo Retrospectr.
El vídeo de Youtube donde lo estuve disfrutando tiene muy pocas visitas (ahora mismo no llega a las 5.000), pero milagrosamente entre sus comentarios ha aparecido hace un par de meses uno de los responsables del doblaje, un tipo llamado Damon Foster, que nos ilustra más o menos con lo siguiente: «Lo doblamos unos amigos y yo. Creo que nosotros éramos el único grupo de Arizona que hacíamos "fan dubs" (los fanSUBs son algo más comunes). Fue hace unos cuantos años, cuando la película no tenía aún subtítulos. Así que alquilé un traductor de tailandés, y la traducción fue cara. Una buena parte no tenía sentido (p. ej., todas esas abruptas explosiones que destruyen a los "hombres-animales") en su limitado idioma original. Es por eso que me inventé lo de "Campo de Minas en el Cuadrante Izquierdo del Río Prado", para que hubiese una razón para las explosiones aleatorias. Le añadimos chistes en la medida de lo posible, y efectos de sonido adicionales donde hacían falta. Los créditos de apertura y todos los gráficos son míos. La de "King Dark" es mi voz. "Rider X" es Loren Fiedler, y probablemente fue Christ Leavitt quien dobló a los Kamen Riders 1 o 2.».
Me he echado unas buenas carcajadas esta tarde con esta marcianada. Ojalá todo el tokusatsu infantil acabase transformado tras esta cadena de acontecimientos en hilarantes comedias gamberras para adultos. Una pieza de culto instantáneo.
KHATARNAK
[Akram Khan, 1990]
Llevo mes y pico enfrascado en un nuevo libro. Uno de mis "Libritos Jenkins", denso y lleno de ilustraciones, que será publicado de un momento a otro por la editorial Reediciones Anómalas. Es una especie de companion para distribuir conjuntamente con la traducción y maquetación que estuve haciendo previamente de unos boletines que enviaba John Keel a sus suscriptores, escritos a máquina, a finales de los años sesenta. Otro trabajo que me absorbió mucho tiempo en las semanas anteriores. En total, hace ahora dos meses y medio que llevo en casa bastante enclaustrado, dedicando grandes cantidades de tiempo a estos dos proyectos, que ya prácticamente están listos. La editorial aún no lo ha anunciado, pero supongo que no hay ningún problema que lo cuente aquí, donde es bastante probable que no lo lea nadie.
A todo esto, hace más o menos un mes que todo el mundo está encerrado en sus casas, menos los más útiles (y los más inútiles y sinvergüenzas), en respuesta a la pandemia mundial del Coronavirus. Esto está siendo lo más extraño y alucinante que hemos vivido la mayoría de nosotros. Un fenómeno sin precedentes, que ningún hombre vivo crea haber vivido antes. Los que no tenemos trabajos imprescindibles, como los sanitarios o los implicados en la cadena de alimentación, se supone que estamos todos encerrados saliendo a la calle cada cuatro o cinco días. Yo estoy cumpliéndolo a rajatabla, aunque antes del toque de queda salía un poco más, pero no mucho; desde que el virus está por ahí pululando he seguido a lo mismo, pero haciendo compras un poco más grandes y previsoras. Procuro no ver la televisión absolutamente nada, porque además de ser enervante, es muy aburrido. No conozco personalmente a ninguna baja, aunque sí a varios que han enfermado sin consecuencias graves. Estoy acostumbrado a no salir mucho de mi zona de confort. Hablo de vez en cuando con tres grupos de amigos, una vez a la semana con cada, más o menos, y un poco más con mis padres o con mis sobrinos y sus padres. Cinco o seis personas más me han escrito, y me hace una ilusión tremenda. Estoy siempre tan ensimismado que se me olvida que hay gente a la que le importo aunque sea un poco, y aunque no lo valoro, los días que me ha escrito un whatsap cualquier viejo amigo, me voy a la cama mucho más contento. Yo escribo poco, sí, no valgo para eso. Siempre tengo la sensación de que voy a molestar. Estoy leyendo poco, casi sólo comics y he empezado cuatro o cinco libros pero no los termino. Veo algunas series de vez en cuando, la rutina habitual de programas de radio, tele y Youtube. Escucho muy poca música, porque tengo el disco duro de la música enchufado al Soulseek todo el día, y estoy casi siempre viendo películas. Porque sobre todo he estado viendo películas, para el libro que he estado escribiendo; motivo por el cual no he escrito casi en este blog. Acabo de hacer un cálculo rápido de cuántas películas menciono en el libro; no me ha costado mucho, pues lleva un índice onomástico al final. Solo he tenido que copiar todo el índice completo, y pegarlo en una hoja de Excel, para comprobar que en el libro cito, hasta ahora (añadiré unas poquitas más, me falta añadir una docena de visionados recientes, aunque ya voy maquetando por la mitad), 1.270 películas. Por supuesto, no he visto todas, menciono muchas películas que ya había visto, en el índice aparecen todas las menciones del libro, y algunas son de la filmografía no relacionada de algún autor, y en algún caso menciono alguna cosa que no he encontrado o no he visto. Pero es muy posible que haya visto más de 500 películas en este mes y medio más o menos. Aunque algunas solo las tuviese puestas de fondo mientras escribía, y otras las avanzase rápido para un vistazo general de una pequeña mención, sí me habré visto unas 100 películas enteras, aproximadamente. Ha sido duro. Muchas eran bastante malas. Pocas las he disfrutado genuinamente. He estado escribiendo allí, con un tono más neutro y sin ninguna apostilla personal, sobre cientos y cientos de películas, y por eso escribía aquí poco. Pero ahora que estoy casi terminando el trabajo, y con la idea de que no me falten cosas que hacer y que no me dé por pararme en silencio a pensar, voy a comentar aquí una docena de películas. Martes por la tarde ligeramente lluvioso. He trabajado mucho y hace un buen rato que he dejado de trabajar.
Voy a empezar con esta película, que me dejó completamente loco. Una peli de acción paquistaní de aspecto completamente ochentero, con gente vestida como en el videoclip de Thriller y escenas que lo mismo copian "Harry el sucio" que "Fiebre del sábado noche". Dura dos horas y media, y no baja el ritmo en ningún momento. Unos villanos cabezones que parecen extraterrestres, dan órdenes a una especie de dictador bananero para que secuestre niños. El policía protagonista (Sultan Rahi, un tipo que hizo unas 400 películas en Lollywood) tiene que salvar a esos niños, pegándose de tortas a lo Bud Spencer con un montón de gente. Todo el mundo lleva bigotito y es difícil seguir la trama, pero tiene un montón de números musicales estupendos, un par de ellos me obsesionaron realmente, sobre todo el baile en la habitación ochentera de la guapísima muchacha protagonista (Saima). Y al final del todo sale un monstruo peludo cíclope, y otro con dos cabezas y pelo de muppet rojo como Elmo, como el del cartel artístico. Un auténtico disparate muy, muy entretenido, pese a que no entendí ni una palabra de los diálogos.
EL GRAN MARCIANO
[Antonio Hernández, 2001]
La primera edición de Gran Hermano fue un fenómeno sin precedentes en España. Yo no vi ni un solo minuto (quizá el estreno, no estoy seguro), pero aún así recuerdo la repercusión que tuvo, y lo famosos que se hicieron tres o cuatro de los concursantes. La última emisión, por ejemplo, creo que sigue siendo de las retransmisiones con mayor audiencia de la historia, pero a mí me pilló viajando esa noche de Madrid a Torrevieja en un autobús interregional. Aún así, era muy consciente de que se iba a estar emitiendo, me acordé de ello durante el viaje. Ganó el muchacho andaluz rubio y carismático, de cuyo nombre todavía me acuerdo. Pero también se hicieron muy famosos el vasco, del que había rumores de que hacía apología de ETA que luego las cámaras no emitían. El gordo marrano que se sacaba mocos. Y especialmente Jorge Berrocal, el gordito de pelo rizado que se lió con una rubia de mala hostia, María José Galera, que luego se hizo famosa porque confesó haberse dedicado a la prostitución. El éxito de este programa, cuando apenas empezaba a despuntar antes de convertirse en la maquinaria que revolucionó las televisiones de todo el mundo, propició esta película que se anunció como lo más sonado de aquel año, pero que no acabaría viendo casi nada. No sucedía como ahora, que la fama es tan efímera que uno puede ser la persona más importante del mundo por la mañana y a mediodía ya nadie recordar quién es, pero casi. Había pasado un año del final de GH1 cuando a alguien se le ocurrió rodar una película con sus participantes... pero sin que ellos lo supieran. Había tres o cuatro (los únicos espabilados) que estaban en el ajo, y servían de ganchos. El resto simplemente estaban invitados a pasar un fin de semana en un hotel de las Hurdes, como promoción del lugar, pero no eran conscientes de que a su alrededor se estaba gestando una inocentada con cámara oculta. El director, después de hacer esto, tuvo una carrera normal y exitosa en el cine, y antes había trabajado precisamente en Inocente, inocente, aquel programa de bromas con cámara oculta de Navidad de Telemadrid. Tengo entendido que fue el que dirigió las bromas más espectaculares que se recuerdan, como aquella en la que un piloto experto, disfrazado de taxista llevaba a José Luis Coll, contra su voluntad, hasta un circuito de conducción cerrado, y acababa estrellándose contra una pared; o aquella en la que a Catherine Fulop se le hacía creer que había viajado en el tiempo, al salir de una gasolinera y aparecer en la Alemania nazi, como en aquel episodio de Cuentos asombrosos (escrito por Spielberg y dirigido por ¡Burt Reynolds!), "The guild trip". Aunque no estoy seguro de si la broma a la Fulop no la pergeñó el propio Alex de la Iglesia. Como sea, este "El gram marciano" es un bromazo, que lleva a la manada de concursantes de GH a vivir un contacto del tercer tipo con una nave extraterrestre, que se ha estrellado al lado del hotel. Tenía entendido que esta película era una auténtica estupidez, pero el otro día, en un ejercicio de Todopoderosos similar a un "placeres culpables", la defendió el mismísimo Rodrigo Cortés, como una buena mierda muy, muy bien hecha. Y la verdad es que es una película de una realización muy exquisita, y en la que se echó el resto para engañar a los implicados. La mayor putada fue que a una muchacha, al descubrir que no estamos solos en el Universo, casi le da un paro cardíaco, así que uno de los ganchos tuvo que desvelar que solo era una broma. Por lo tanto, todo pierde su sentido en buena parte del metraje, con la excepción de que Jorge Berrocal y su novia (y dos o tres más) se creen la coña hasta el final, y es absolutamente alucinante ver sus reacciones, dándolo todo con una intensidad insoportable. En este sentido, puede que "El gran marciano" sea uno de los más valiosos testimonios de contactismo con alienígenas para los estudiantes de ufología.
ESCUELA DE AZAFATAS
["Stewardess school", Ken Blancato, 1986]
No sé cómo llegué a esta película una sobremesa. Una de esas comedias universitarias norteamericanas de "destape" ochentero, pero una especialmente estúpida y desafortunada. Tanto, que me reí bastante en algunas escenas. A la sombra de la "Loca academia de policía" y derivadas, protagonizada por una pareja en la línea de los Morancos o los dos andaluces estáticos de "Ocho apellidos vascos" de talento inexcrutable, todos los chistes se basan en que uno es miope, el otro está muy salido, otra está muy buena y se hace la tonta, otra es gorda, otra es fea, otra es muy machorra... Una sucesión de sketches basadas en chistes de Arévalo tan vulgar, estúpida y predecible que resulta alucinante. La única cara conocida es el juez chiflado que salía en El príncipe de Bel Air, y ex protagonista de The Jeffersons, una de las sitcoms más longevas de la tele americana.
JOYSTICKS
[Greydon Clark, 1983]
Por las mismas fechas vi también esta otra comedia basurienta, otra explotación de "Porky's" que se adelantó a "La revancha de los novatos", ambientada en el mundo de las máquinas recreativas. La desconocía por completo, y la descubrí por casualidad buscando algo en YouTube, donde está entera doblada en castellano. Resulta muy interesante el ambiente que retrata, el de los nerds vírgenes que viven aislados y obsesionados con los videojuegos, que pasan todo su tiempo libre en los recre, donde empiezan a llegar chicas guapas y se lían con ellos no recuerdo exactamente por qué razón. Un muestrario de matrimoniadas, escenas picantes, chicas en bikini y gilís haciendo sus cosas, que nos da una idea de cómo sería  The Big Bang theory si se hubiese rodado 30 años antes.
PLEASE DON'T EAT MY MOTHER!
[Carl Monson, 1973]
Documentándome para el libro que publicaré en breve, sobre criaturas criptozoológicas, llegó un momento en el que tuve que hablar de "La pequeña tienda de los horrores", y de su planta carnívora devoradora de carne y humana. Si bien en realidad tiene un origen extraterrestre, me parecía inevitable incluirla, ya que no hay muchas películas sobre flora criptozoológica. Hay alguna más, alguna película de aquellas con monos gigantes, nativas en tetas y los peligros del África marrón, que se pusieron de moda en los años cuarenta tras el éxito de King Kong y Tarzan. Fue un infragénero dentro de la sexploitation, y alguna de ellas nos mostraba árboles o lianas asesinos y con vida propia. Pero la peli de Corman de 1960, así como su remake de 1986 (y el musical, la serie de animación, etc.) son el representante más importante de este ser vivo gigante y carnívoro que mucha gente (y creo que todos los niños) cree que existe. Lo que no sabía es que justo a mitad de camino entre el original y el remake, se hizo una versión porno de la película. Es una comedia simplona, en la que el tipo que tiene la planta y se ve obligado a alimentarla es un voyeur, que pasa media película viendo cómo fornican algunas parejas a escondidas, en un parque o en un coche, y la otra media en su habitación, en la que esconde a la estupenda planta tamaño humano, a la que primero da de comer filetes, luego a su perro y luego tiene que contratar a prostitutas para que se las coma tras la inevitable escena de porno soft. Curiosa, y con una planta de goma realmente vistosa y colorida.
ABOMINABLE
[Jill Culton, 2019]
Como ya he dicho, mi libro es principalmente sobre cine de animales criptozoológicos. Me he tragado cientos de películas clónicas sobre el Bigfoot, el Yeti, el Monstruo del Lago Ness y otras criaturas menos populares, de todos los géneros imaginables. Pero si tuviese que elegir alguna que verdaderamente me gustó, tengo que quedarme con la animación más reciente. Porque han coincidido en cartelera, con muy pocos meses de diferencia, películas portentosas de varios de los más grandes estudios de animación. Y a mí la animación me vuelve loco. Me parece pura magia, algo que me rompe los esquemas. Las tres son extraordinarias, perfectas, entretenidísimas, fascinantes. La que se estrenó primero fue "Smallfoot" (Karey Kirkpatrick, octubre de 2018, Warner); le siguió "Mr. Link: El origen perdido" (Chris Butler, junio de 2019, Laika); y a continuación vino "Abominable" (Jill Culton, octubre de 2019, DreamWorks).
La primera de ellas, aunque me pareció maravillosa, es quizá la más extraña, porque tiene escenas y un mensaje muy infantiles y otras demasiado adultas. Relata la historia de los Yetis del Himalaya desde el punto de vista inverso: una tribu que cree que son los únicos habitantes del mundo, y viven cegados por la superstición, ajenos a la existencia de unas criaturas extrañas y peligrosas que habitan ahí abajo con los pies pequeños. El diseño de personajes y del mundo de los yetis es una locura, y el protagonista humano también es muy interesante. El mensaje final acaba siendo un poco más chorra, cuando los yetis y los humanos deciden convivir en armonía.,
"Missing Link" es la más reciente producción del estudio de stop-motion responsable de "La novia cadáver", "Los mundos de Coraline" o "ParaNorman", y visualmente es una golosina. Aquí nos presentan a un Bigfoot parlante e inteligente, cuya especie lleva milenios ocultándose de los humanos en los bosques del norte de EE.UU., pero que el último residente se siente muy solo. Así que en cuanto llega un tipo y le descubre, le pide que le lleve a conocer a sus congéneres, los abominables hombres de las nieves del Himalaya, en una aventura por el mundo que recuerda a la de Willy Fogg. El diseño es escalofriante de bonito, en sus distintos actos, pero especialmente el comienzo, cuando se nos presenta al protagonista, un cazador de críptidos de la Inglaterra Victoriana. Preciosa y con momentos realmente carcajeantes.
Pero probablemente la más bonita, la más emotiva, la más compleja estéticamente, es este maravilloso estreno reciente, que desgraciadamente pasará más desapercibido por no ser de Pixar: "Abominable". (Pixar tiene su propio Abominable, aunque aún sin película propia: el Yeti que come helados de nieve... amarilla). Es la típica fábula familiar con momentos lacrimógenos, ambientada en China, sobre un Yeti abrazable y modosito que tiene habilidades sobrenaturales que le permiten controlar la Naturaleza, y que se ve perseguido por un grupo de villanos coleccionistas asesinos con drones.
Conste que me he visto muchas, muchas más películas con bigfoots y yetis. Desde episodios de animación de Bugs Bunny, Rocky & Bullwinckle o Scooby Doo (que tiene al menos 4), pasando por numerosas recreaciones de stop-motion tanto para monster movies como para clásicos como "Rudolf, el reno de la nariz roja", o cosas tan raras como los VHS de dibujos desanimados y mockbusters horrorosos con abominabilitos nauseabundos. Por citar una más que resulta decente, sobre todo por su ambientación e historia, aunque los personajes son de factura más barata que las anteriores: "El hijo de Bigfoot" (Ben Stassen y Jeremy Degruson).
YETI KHOJI MA
[Laxman Basnet, 2013]
Quizá las películas que más me han marcado durante este permanente maratón han sido las de cinematografías exóticas. Reconozco que siempre me ha gustado más leer sobre el cine increíblemente extraño, en fanzines, libros, blogs y revistas, que realmente sentarme a ver atentamente una. Haciendo este blog o escribiendo mis propios libros y fanzines, me obligo a hacerlo. Así, en las últimas semanas he tenido pequeños picos de obsesión con las famosas explotaciones turcas, el cine de Bollywood, de Lollywood, incluso de Nollywood; he visto muy atentamente unas cuantas películas de terror hindi de las que apenas conocía su leyenda por fanzines o biblias como "Mondo macabro" (como la de "Khatarnak" que ya he mencionado antes, o un par de los Hermanos Ramsay que me han dejado completamente fascinado, o cosas de superhéroes o terror paranormal filipino con que me he visto enteras con la boca abierta, aunque no fuesen para el libro); la rabia es que, como no soy coleccionista y no habré visto más de tres o cuatro DVDs en los últimos diez años, la mayoría me las he tragado en versión original, en las versiones que están colgando las propias productoras últimamente en YouTube, que son de calidad regular. Probablemente, se grabaron con esa misma calidad. Seguramente en el futuro reseñe por aquí alguna otra, porque me he reconciliado con Bollywood o con el cine oriental ochentero de latitudes ignotas, de verdad, disfrutando genuinamente de visionados sin pestañear de varias películas extrañísimas seguidas, cosa que siempre me ha costado bastante y ahora mismo estoy a tope.
Esta cosa extraña, por ejemplo, es una película tibetana reciente, en la que unos cuantos actores no profesionales, con el director como principal protagonista, reviven una especie de viaje del héroe recorriendo la senda desde una aldea hasta la cima del Everest, enfrentándose con distintos clanes ninja, sherpas asesinos y alimañas. Es una peli de kung-fú llena de interludios musicales y folclore local (el cine de allí parece que es más bien un espectáculo de variedades con la excusa de una trama sencilla que entrelaza cada número), que tiene una sorpresa final flipante: un yeti hecho por ordenador con una calidad tan pésima, tan indecente, que resulta fascinante. No solo me vi la película entera, sino que estuve sacando recortes en vídeo que compartí en Twitter, de las escenas más increíbles. Es una película torpísima, con fallos de continuidad, montada con el culo, casi parece una parodia de La hora chanante de lo ridículo que resulta el uso de los efectos especiales y narrativos. Pero que destila una envidiable pasión por lo que se está haciendo, que la convierte en algo muy potente.
BIGFOOT
[Robert F. Slatzer, 1970]
Repasando la historia audiovisual de un personaje como el Bigfoot, descubro cómo obviamente sus apariciones se disparan en torno a la difusión de la famosísima grabación de Patterson-Gimlin de 1967, la Piedra Rosetta de esta magufada. Es alrededor de esta fecha cuando se multiplican las películas sobre el homínido peludo ajeno a la evolución que vive en los bosques norteamericanos, como la saga de "Boggy Creek", pequeñas películas gore de toda condición con bestias peludas que habitan en las sombras, apariciones menores en dibujos animados, etc. En plena Contracultura surge esta película barata, de cachondeo, con moteros canallas y chavalas gritonas medio desnudas, que dialoga con el cine de blaxploitation pero con rednecks armados en lugar de niggers. Por titularse simplemente como la criatura, se considera casi como la adaptación "oficial" del asunto, aunque es un disparate de explotación como las demás. Con alguna cara medio conocida de televisión y bastante entretenida para la media. Aunque probablemente la versión más aplaudida en la cultura pop del Bigfoot, de esta época, debe ser la que apareció hasta en 5 episodios del éxito de televisión The six million dollar man, la serie del Hombre Biónico, que en España no fue tan exitosa como en USA. Pero en dos de esas apariciones, las más clásicas, el actor que interpretó a la bestia, y que al final se hizo amigo de los protagonistas, fue el mismísimo André el Gigante.
SEXY CAT
[Julio Pérez Tabernero, 1973]
Reconozco que esta película la he colado con calzador en el libro, porque la descubrí de casualidad hurgando en películas de hombres-gato. Sí aparece una mujer felina con máscara y garras, que por ir a contracorriente se ha convertido en mi Catwoman favorita del audiovisual (una rubia secundaria del cine de destape llamada Dyanik Zurakowska), pero las garras con las que asesina simplemente podrían ser unos guantes, no queda claro; así que su relación con la criptozoología me la he inventado, básicamente. Pero es que durante la elaboración del libro me topé con ella, descubrí que el guión lo escribió mi admiradísimo Curtis Garland, y que en la trama está involucrado un dibujante de tebeos pulp cuyas historietas se están viendo replicadas en el mundo real, y fue un flechazo. Es una película española de explotación como tantas de la época, pero prácticamente olvidada, y única de su director. Con chicas en pelotas sin exigencias del guión, asesinatos sangrientos en código giallo y decorados setenteros de fantasía, casi de tebeo. Es talmente una novelita de kiosko de Bruguera llevada al cine clasificado "S".
THE PIT
[Lew Lehman, 1981]
Esta película de terror canadiense, también completamente marginal, me dejó alucinado, aunque el final no me gustó y se transforma en otra cosa totalmente distinta. Pero al comienzo, asistimos a la historia de un niño de solo 12 años (creo recordar; en el guión original el muchacho tenía 7 u 8, pero era demasiado macabro), realmene cruel y despiadado, obsesionado con follarse a su niñera y sin ningún remordimiento a la hora de lanzar a sus amiguitos al fondo de un pozo en el que viven unos monstruitos. En el libro hago una reflexión bastante densa, refiriendo todos los ejemplos que conozco en los que el cine ha mostrado a niños psicópatas, y en ese sentido este thriller psicológico raro me voló la cabeza. Como digo, la negrura insondable con la que empieza se desdibuja y casi se convierte en una parodia de sí misma. Pero lo de los niños psicópatas es un tema que me interesa muchísimo.
MONSTER ON THE CAMPUS
[Jack Arnold, 1958]
El mismísimo Jack Arnold, responsable de mis películas de monstruos favoritas de los cincuenta, se encargó de esta historia que entroncaba perfectamente con el lado criptozoológico de mi libro, y que me encantó. Cuenta cómo un eslabón perdido desata su instinto asesino en una universidad, con tanto salvajismo como ternura, y con ese encanto del American way of life descuajeringado que ofrecía el cine de esta época. Lo más guay de todo, es que la aparición del homínido desatado viene precedida de un experimento de mad doctor, que está inyectando ADN de celacanto a distintas especies para que retornen a sus orígenes. Una idea tan bizarra como efectiva, al servicio de la chatarra psicotrónica.
TIGER KING
[Eric Goode, Rebecca Chaiklin, 2020]
Una de las pocas cosas a las que me he enganchado durante el confinamiento, como medio mundo, ha sido esta serie documental en torno al estilo de vida de coleccionistas de fieras en la América Profunda. Joe Exotic es el máximo protagonista, un personaje magnético y desconcertante, que tiene en su zoo privado tantos tigres como metralletas, que rinde culto a su propia imagen de redneck colorido acumulando grabaciones domésticas, vlogs y videoclips de country bizarro, y que es además abiertamente homosexual y polígamo. Pero el protagonismo lo comparte con una supuesta defensora de los animales, que en lugar de tener una roadside attraction presume de poseer un "santuario de animales exóticos", cuando en realidad es la más perra del mundo, una cazafortunas sibilina y criminal. Y por si fuera poco, también está el tarado que tiene su zoo en Florida, y que lo que regenta es poco menos que una secta de ayudantas jamonas con derecho a roce. Son siete episodios delirantes e interesantísimos, de esas realidades cuya narración en primera persona apabuya a la ficción, y no paran de contarse intrahistorias a cuál más increíble en torno a estos tres personajes y sus docenas de allegados. Me la ventilé en dos atracones, en dos días no consecutivos, tan entusiasmado como el que más con la telerrealidad abisal en torno a los safaris con descuento y sus inenarrables habitantes, hasta el punto de que creo que ahora me siento muy diferente viviendo en mi casa solo con mi masota, que es, literalmente, un felino salvaje.
EL IRLANDÉS
["The Irishman", Martin Scorsese, 2019]
Scorsese estrenó "El irlandés" en Netflix, lo que ya de por sí es un acontecimiento en la historia del cine, y se convirtió en uno de los fenómenos más interesantes del año pasado. Especialmente, tras las polémicas declaraciones y su posterior artículo aclaratorio, sobre si el cine de Marvel es cine o es otra cosa. Abrazando las nuevas formas de distribución, sigue resultándome algo extraño que esto se haya lanzado por todo lo alto en las teles del mundo. Yo tardé mucho en verla, porque mi déficit de atención en los últimos años me convierte en un espectador mediocre. Y esto dura más de tres horas, y me había comprometido conmigo mismo a verla del tirón. Así que lo que más me enorgullece fue que encontré el momento para hacerlo, pasados los Oscars, a finales de febrero. Un día que había trabajado bastante en mis mierdas en casa, apagué todos los dispositivos, me preparé una cena ligera pero elaborada y me senté a verla a eso de las 9. Conseguí no levantarme del sillón y sumergirme en la historia por completo, y de hecho se me pasó bastante rápido. Cuando terminó creía que aún faltaba una hora o dos para que acabase. En este sentido, la experiencia me reconcilió con mi antaño capacidad de abstracción, de ver una peli y ya, sin estar todo el rato mirando el puto móvil y todo eso. La película, por otro lado, está muy bien, todo dentro de lo esperado, y realmente me sacudió el cosquilleo de ver a Robert DeNiro y Al Pacino compartiendo muchos planos. Está ambientada en la época previa al Watergate, es un retrato de la pérdida de fe que experimentó toda Norteamérica en torno a la guerra de Vietnam, el asesinato de Kennedy y la corrupción política, encabezada por el mesmérico Jimmy Hoffa. No deja de ser uno de los cromos de Scorsese, una sucesión de escenas de hombretones dando palmadas en la mesa y mafiosos pegando tiros a bocajarro. Lo que le pasa también es que, de forma casi histórica, los efectos especiales para rejuvenecer a DeNiro y a Joe Pesci en las primeras escenas, cuando eran jóvenes, es tan extraño que te saca de la acción. Supongo que era necesario, pero es un efecto desestabilizador.
LA MARAVILLOSA SEÑORA MAISEL
["Marvelous Mrs. Maisel", [DIRECTOR], [AÑO]]
Justo antes de la Pandemia me enganché a esta serie, de la que tanto hablaban y recomendaban los de Comedia perpetua. Me di de alta en Amazon Prime Video para verla, y de paso me pongo por las noches episodios de The office y The nanny, dos sitcoms muy diferentes pero que me entretienen muchísimo, cada una a su manera. Cuando he tenido un día raro me apetece más ver The nanny, y si estoy más centrado y todo ha ido rodado, me he duchado, he trabajado, está todo en orden, he leído un rato, etc., me apetece ir avanzando en The office. Aunque no me está gustando tanto como esperaba. The nanny, en versión original y ante la escasez de telecomedias clásicas en las últimas décadas, me está sorprendiendo mucho para bien. Cada episodio, salvando las distancias, es como una peliculita screwball de los años cincuenta. En cuanto a la serie de la Maisel, es sobre todo esa ambientación en finales de los años cincuenta lo que me tuvo tan embelesado. Es la historia de una mujer que se inicia en el mundo de la stand-up comedy en un tugurio de Greenwich Village. Narra cómo eran aquellos tiempos en los que ser un cómico de taberna se estaba aproximando a la épica de lo que se convertirían las estrellas del punk quince años después, y es todo un homenaje a cientos de cómicos clásicos. Muchos de los personajes están basados en cómicos reales, con especial atención a la figura de Lenny Bruce, que es un personaje recurrente y apasionante. De hecho, desempolvé su libro de memorias publicado aquí por la malograda Malpaso Ediciones, "Cómo ser grosero e influir en los demás", que me sirvió de companion durante la semana que estuve ventilándome la serie. Mrs. Maisel es un personaje poderosísimo y absorbente, y la fotografía de la América judía de aquellos años me resultaba tan atractiva que de alguna manera me transporté mentalmente a aquellos tiempos. No solo al Village o al Upper West Side, sino que me marcó especialmente el campamento de verano para familias judías, durante el cual se incorporó el personaje de Zachary Levi. Tragarme 26 episodios seguidos en pocos días fue contraproducente, ya que muchas de las tramas familiares, o sobre la vida privada de la Maisel, me interesaban infinitamente menos que su evolución en el mundo del espectáculo (el episodio de la maratón televisiva es una delicia), las giras en locales cada vez más importantes o las propias rutinas cómicas. La parte más cotidiana de los guiones, y sobre todo las subtramas protagonizadas por los padres y los cuñados de la Maisel, se me hacían más cuesta arriba. Los episodios en el París de los cincuenta son tan preciosos y visualmente abrumadores como estúpidos e innecesarios. Y el repentino cambio a medio plazo del personaje del padre (que es el actor protagonista de Monk), de ser un ricacho judío conservador, flemático e insoportable, a poco menos que un terrorista cultural de extrema izquierda, es tan emotivo como increíble y patético. Me gusta mucho más esta serie como la posibilidad que ofrece de sumergirse a fondo en un anuncio de grandes almacenes en blanco y negro (a lo Madmen, que no la he visto) o en el lumpen costroso del Village (a lo "Inside Llewyn Davis", con la que se diría que se cruza), que como testimonio del amable y cada vez menos incorrecto crecimiento de la Sra. Maisel, porque (por culpa de ese mismo formato de atracón) cansa un poco que todo le sale bien y no parece existir conflicto alguno en casi toda la serie.
WEASELS RIP MY FLESH
[Nathan Schiff, 1979]
El texto que dedico a esta película creo que es el más largo del libro; quizá, junto al dedicado a toda la saga de tiburones de varias cabezas de la Asylum y la serie "Sharknado", que es una de las recreaciones más diáfanas del fenómeno forteano por excelencia: la lluvia de peces... "Weasels rip my flesh" es una minúscula peliculita de monstruos, realizada por unos chavales con poquísimos medios y de manera torpe, pero llena de entusiasmo. Y que se basó en la portada del disco de Frank Zappa "Weasels ripped my flesh", a su vez inspirada en una portada de una revista masculina de aventuras de los años cincuenta. Me parece hermoso que un cuento en una vieja revista, a partir de su impresionante portada, se acabase transformando años después, y a través de la reinterpretación del ilustrador contratado por Zappa, en una monster movie tan punk y en una baratura de culto: puro cheepnis.
INSECTULA!

[Michael Peterson, 2015]
Revisando películas de monstruos que atacan grandes ciudades, me topé inevitablemente con esta reversión moderna del género, que está bastante bien. Cientos de cineastas y aficionados se lanzan a hacer sus propias filmaciones apasionadas del cine de los años cincuenta, pero es raro que el resultado no sea una bobada hecha exclusivamente para reirse entre ellos solos y sus amigos durante un fin de semana tonto de porros en el bosque, y que se deje ver. "Insectula!" tiene una infografía muy guay, caracterizaciones logradas, una ambientación envolvente y un guión de verdad, lo que es poco, pero es más de la media. Luego los monstruos están hechos por ordenador, pero dan el pego, entre el grano vintage del fotograma. Y sobre todo, es divertida y un homenaje sincero.
WRASSLIN' SHE-BABES
[Something Weird Video]
Por mis fanzines y libros siempre acaban apareciendo los recopilatorios arqueológicos de Something Weird Video, ese asilo que se dedica a acoger y asear a las películas más horrorosas y olvidadas de los géneros menores. En el último, no me ha quedado más remedio que acordarme de películas como "The geek", quizá el primer porno con un sasquatch de por medio, o las nudie cuties "The monster of Camp Sunshine" o "The beast that killed women", sobre criaturas peludas criptozoológicas que atacan campamentos nudistas, detritos nacidos a la sombra del "esplendor" de Doris Wishman. Siempre me pasa que cuando me pongo a buscar información sobre esta inabarcable distribuidora me quedo enganchado a su catálogo y pierdo unas cuantas horas valiosas embobado con cualquiera de sus cientos o miles de lanzamientos. Porque a estas alturas tengo ya en una carpeta más de 550 mixtapes, otra afición que no he dejado de cultivar en estos meses de encierro, pero también me he montado los míos propios, descargando recortes de canales de YouTube y juntándolos en un solo archivo. Es lo que hice con las varias decenas de extractos que tienen los SWV de su serie "Wrasslin' she babes", que no es sino una inmensa batería de combates de lucha libre femenina de los años 30-50. No es que sea el mayor fan del género, pero sí tiene algo que me atrae y me sulibeya. Y una tarde de estas estuve mirando mientras comía muchas de estas grabaciones, misteriosas y extrañamente erotizantes.
SESIÓN SALVAJE
[Paco Limón, Julio Cesar Sánchez, 2019]
Recién subido a Amazon Prime, pude ver este estupendo documental sobre cine de género español de los años 60-80, que se estrenó el año pasado en Sitges y que reúne a un montón de protagonistas y expertos, comentando cosas mientras va desfilando una catarata de películas de ese "otro Cine de Barrio", como lo llaman en el propio cartel. Desde el fin de la censura en el tardofranquismo, es un repaso a cientos de películas, actores, actrices, directores, técnicos y extras, de cuando el cine era pulp, pasando por el terror y vampirismo español, las parodias, el desarrollismo, el cine quinqui hasta la época del destape y el hartazgo y auto-censura con coartada intelectual que llegaron con la ley Miró. Magníficas reflexiones y alucinantes imágenes en alta calidad, una verdadera fiesta subterránea.

DOOMED! THE UNTOLD STORY OF ROGER CORMAN'S THE FANTASTIC FOUR
[Marty Langford, 2015]
En sesión doble con la anterior, estuve viendo esta otra celebración del cine pobre, ignorado y mirado por encima del hombro. Se centra concretamente en los entresijos de la película de "Los 4 Fantásticos" de 1994, de la productora de Roger Corman. Película fantasma, rodada a toda prisa y que nunca fue estrenada, personalmente no sabía cuáles eran las razones. La metía en el mismo saco que la del Dr. Extraño, Power Pack, el Capitán América, las de Spider-Man, el Castigador y todas esas de aquella época que se hicieron con poco dinero y se estrenaban directamente en televisión. Me sonaba que ésta se hizo para conservar los derechos de los personajes, pero desconocía que, por lo visto, nunca hubo intención de estrenarla, y ni siquiera sus responsables estaban al tanto de la estratagema. Desde esa perspectiva, se convierte en un documento precioso y un amable y merecido homenaje, reuniendo a director, actores, técnicos y allegados (Sean Howe haciendo de experto, por ejemplo) para rendir un homenaje a esta película que nunca fue, y que solo hemos podido disfrutar en los tiempos de internet en calidad ínfima.

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