domingo, 27 de mayo de 2012

Steve Dublanica - “Confesiones de un camarero”

El martes presentábamos en un lugar muy simpático de La Latina el Annual #01 de DATI. Vino infinite-X más gente de la que esperaba, y además todos, pero todos, estaban muy sonrientes, participativos, alegres, entusiasmados... o eso me pareció a mí. Joder, si es que, ¡vinieron hasta cinco hembras! Me sentí como dando una rueda de prensa en la ComicCon, ahí abajo entre la exposición de los de la Línea Tremenda frente a una mano de simpatiquísimos frikazos sonrosados. Por motivos personales, yo estaba un poco hecho trizas, así que creo que era lo más gris en la sala; pero aún así creo que estuve bien. Cuando me tocó a mí hablar, estuve improvisando a la concurrencia leyendas y curiosidades del mundo del bolsilibro de kiosko español, como por ejemplo que a comienzos de los setenta el pitufín de Ferrol escribía novelitas apócrifas (e inencontrables) de sci-fi con seudónimo (firmó como Francis Frank y como Frank Caudill), igual que Carrero Blanco (alias Flying Carr), que se dedicó al bolsilibro erótico; o que la ETA publicó su propia colección de novelitas de a duro para gudaris, que se distribuían bajo mano en las herrikotabernas. Qué tontada más gorda. Pues nos reímos bastante, no creas. Las anécdotas fueron otras, pero más o menos en ese plan. Llegué un poco antes de la hora prevista, porque, insisto, tuve un día repugnante (también lo fue el siguiente, y el otro, no sé qué habré hecho yo mal para que me lluevan tantas hostias esta semana) y quería irme lo antes posible a mi casa a ver Sexo en NY y ponerme como el tenazas a helado de chocolate; me entretuve dando un paseo por los puestos fijos del rastro, y en una cesta encontré un montón de libros a 2 pavos. Me cogí éste y una historia del heavy español que no creo que lea jamás. Éste es un libro que le publicaron hace un par de años a un bloguero norteamericano, que se desahogaba con bastante gracia en un lugar llamado Waiter Rant y se hizo muy famoso. Recopila algunas de las entradas, y muchas otras historias son inéditas. Es un tochamen bastante majo, que se te cae en la cabeza y te deja imbécil, y sin embargo a mediodía del miércoles ya me lo había despachado. Las reflexiones y aventuras privadas de un misterioso camarero anónimo (al menos, hasta la publicación del libro), leídas por otro camarero anónimo español que ha rajado también lo incalculable en la red sobre su vida privada, me han tenido bien cogido por los machos. Y eso que el tipo no me ha caído demasiado bien. The Waiter es bastante engreído, el hombre, y demasiadas cosas valora que tiene que contar, después de 6 añitos de mierda trabajando en un bistró de una zona elegante de Manhattan... Me cago en dios, no es por presumir (bueno, sí), pero este cobrafantas no hubiera sobrevivido ni veinte minutos en alguno de los sitios donde me he dejado los cuernos yo, en lo más tumefacto de Lavapiés, en la Franja de Gaza de Levante o durante verdaderas guerras civiles en Malasaña, sin tantas lamentaciones, ni tantos aires ni tanto consejos-vendo. Es lo que más rabia me da, que el tipo dé tanto y tanto consejo sobre el mundo de la restauración, del vicio y del lumpen, tras una dilatadísima experiencia de... ¿seis años? Y además entrando de rebote, sin vocación alguna, por enchufe, tras haber abandonado el seminario!; y toda esa seudocarrera, además, tratando de monetizar su blog y obsesionado con que le sacasen este libro. Pues vaya. ¡Nenaza! En ese sentido, estas confesiones son un verdadero oprobio hacia los camareros de verdad, los que podríamos llevar a Gregorio Peces Barba dormidito sobre la bandeja en la mano izquierda, mientras con la derecha preparamos tres muaytais a la vez y de una patada le damos con un lito y matamos a un jodido negro que se iba con el móvil del cliente borracho de la mesa 73. En su favor, hay que decir que escribe bien, que la lectura es ágil y entretenida, y que no se le puede negar el ejercicio de honestidad y retrato exhaustivo de un fenómeno. Yendo a los contenidos, obviamente me he visto reflejado en bastantes cosas y ha sido bastante interesante y cómplice la lectura. Especialmente cuando se mea merecidamente en determinada clientela (es que la gente no tiene ni puta idea de cómo hay que estar en los bares, ni aquí ni en Brooklyn ni en Sebastopol, coño!!). Pero la hostelería en EEUU, el sistema de trabajo, contratación, derechos, etc., no tiene en realidad mucho que ver con España. Una parte bastante importante de la obra, por ejemplo, y un tema omnipresente, son las reflexiones en torno al asunto de las propinas, base del sustento del friegavasos yanqui. Pero aquí la verdad es que es algo que, aunque ayuda y hace ilusión, nos la suda bastante al camarero medio, creo. Yo solo me cabreo si tras una jornada mediocre no me llega para un paquete de Fortuna; y encima ahora no fumo, así que me la repampinflan los porcentajes que maneja el Steve éste y sus elucubraciones sobre los tipos de personas que dejan tal o cual montante. Pero al margen de eso, ha sido imposible que esta lectura no me haya atraído, y también traído numerosos recuerdos. Sobre todo de cuando trabajé en restaurantes. Una temporada, por cierto, la pasé trabajando en un restaurante cuyo jefe de cocina era sordomudo. Me encanta esta anécdota, porque la paz y el silencio que gobernaban esa cocina, repleta de gente de todos los rincones del Cono Sur currando como bestias, no creo yo que exista en ninguna otra cocina del mundo, que suelen ser en hora punta verdaderas orgías de insultos y vejaciones airadas. De este tipo de anécdotas en cocinas también hay montones, y el sitio en el que yo trabajé más tiempo era una puta bendición, con todo el mundo hablándose con señas, tocándose mucho, sonriéndose y amándose, y música clásica de fondo. En fin, que me ha gustado el dietario éste, la colección de anécdotas y profundas reflexiones sobre mi profesión, aunque el autor me parezca un pringao que te cagas.

No podrás salir (Damien Wake; colección Pulp Ficción nº 2, 2011)

La segunda (y desgraciadamente penúltima) entrega de esta genial iniciativa por parte de 23 Escalones de rescatar el espíritu de la cultura popular española a través de sus novelitas de kiosko, remozadas y bien lavadas sus caritas para el siglo XXI, supone la primera novela de un (supuestamente) joven autor español oculto bajo seudónimo, como está mandado. Lamentablemente, la costumbre de ambientar la novelita en algún lugar ignoto de EEUU se ha perdido, y la acción tiene lugar en España, con protagonistas españoles. Ooooh... Pero eso sí: una joya. Lo ignoro absolutamente todo respecto a la literatura de terror contemporánea española, pero si esta novela es de algún modo representativa, he de decir que el nivel es extraordinario. Vale que el tal Damien Wake tendría más tiempo y menos competencia que Barby y compañía, en su momento, para contar esta historia (los autores de la novela pulp española llegaban a tener que escribirse cinco novelas al mes, todas debían enganchar al lector, ser distintas de las demás, etc.); y que hay un abismo de tres décadas de literatura y cine de terror en los que inspirarse; y que el lenguaje de ésta está actualizado, etc. Pero con o sin excusas, esta novela me ha parecido fantástica, entretenidísima, tremenda. La cosa va sobre una familia de chiflados con hacha al estilo Caracuero, pero en mitad de un bosque canario, que la toman con los visitantes casuales. Nada nuevo, pero narrado de una manera espeluznante y trepidante.

Revividos (Ralph Barby; colección Pulp Ficción nº 1, 2011)

Uno de los acontecimientos literarios que más ilusión me ha hecho en los últimos tiempos, ha sido esta gran iniciativa de la editorial 23 Escalones que trata de poner de actualidad nuevamente al maravilloso bolsilibro español de toda la vida. Ciñéndose al género del terror, y obviamente sin lanzarse a kioskos ni haber logrado ventas millonarias precisamente (parece que el anunciado cuarto número ni siquiera llegó a salir). Pero el homenaje es delicioso, y busqué hasta debajo de las piedras hasta poder hacerme con los tres primeros. El primero de la colección, para rizar el guiño, es una reedición de un clásico de Ralph Barby, el “funcionario del terror” de Bruguera. Empero, un número bastante flojito e insulso. No acierto a aventurar por qué han elegido esta novelita y no cualquier otra de las centenares firmadas por Barby (seudónimo común del matromonio formado por los valencianos Rafael Barberán y Ángels Gimeno), que yo mismo se las he leído bastante mejores (link). Un ejercicio olvidable de terror a lo desconocido, cuando un grupo de pingo en una mansión son trasladados por arte de magia al mismo lugar pero aparentemente en otra época misteriosa, empiezan a ser masacrados, y al final todo resultará ser lo que no parece. Bastante floja.

The Avengers (Joss Whedon, 2012)

Probablemente, la superputapelícula mas que te cagas que he visto en mi vida.

VVAA - “Lux & Ivy favorites”, vol. 1-15

Esta antología de garage-novelty apócrifra, con la garantía de WFMU, me ha estado acompañando bastante ultimamente, aunque solo fuera porque la tenía más a mano que otras cosas. Se trata de una colección de 15 CDs, inspirada, se entiende, en el famoso “Songs the Lord taught to us” de The Cramps (disco de debut en el que los propios Poison Ivy y Lux Interior (qepd) versionaron algo de aquello que inspiró su rock cavernario), que a su vez imbuyó docenas de artefactos oficiales similares: “Songs The Fall taught to us”, “Songs we taught Deke Dikerson”, “Canciones que nos enseñaron Ramones”, “Songs Siniestro Total taught us”, “Canciones que nos enseñaron... Shock Treatment”, “Songs we taught The Fuzztones”, “Melodies The Pizarro Bros. taught to us”... En el gargantuesco “Lux & Ivy favorites” se pueden encontrar los obvios y clásicos jingles que se esperarían de Howlin' Wolf, The Trashmen, The Swamp Rats, Link Wray, André Williams, 13Th Floor Elevators, Slim Harpo, The Pretty Things, Bo Diddley, Ramones, etc., pero también montones de canciones extrañas y divertidas. Doo-wop le letras incorrectas (“Don't fuck around with love” de The Blenders) y con los blancos guapitos lloriqueando o carcajeando a cuatro voces (“The bells”, Billie Ward & His Dominoes); montañas de canciones de temática fanta-terrorífica, momias de risa, vampiros cachondos o borrachos, puertas que chirrían y cadenas que golpean (Zacherle, Ken Nordine, The Munsters, Deadly Ones, Bob Mcfadden, Jackie Morningstar...); instro-surf con gritos de ultratumba, theremines, space-age surf, y mucho hammond (“Telstar”, Spotniks, los Forbidden Five, etc.); novelty del espacio, del terror o de la jungla a punta pala, algo de easy-listening desenfadado, exotismo (se incluye incluso el ya archifamoso “Jaan peechan ho” de Rafi), pebbles, nuggets e incluso anuncios de televisión, predicadores arengando a los débiles mentales o curiosidades musicales de tipos con Anton Szander Lavey o el cachondo de Robert Mitchum. En fin, vamos, lo típico, otra vez, que sí, pero ahora a lo bestia.

Jack White – Blunderbuss (2012)

También sin Meg, Jack ha sabido hacer sacado un disco grandioso, glorioso, recién grabado como si esto fuese 1969. Jack viene a confirmar que hay relevo para Jon Spencer, y a reclamar la herencia de Jimmy Page.

Mike Ibáñez en Cultura|s

Mi arcaico tablet resulta la mejor herramienta posible para leer en cualquier sitio esos montones de textos de todo tipo que tengo recopilados por el disco duro, y que no existen en formato físico: recopilaciones de posts y blogs, archivos de texto extraños que circulan por la red, e-libros nunca comercializados... Por ejemplo, tengo practicamente todo lo que han publicado una serie de periodistas que me interesan, en La Vanguardia o en El País, compilado lentamente a lo largo de los años. Uno de estos gordotes archivos en .pdf que hasta ahora no me había atrevido a leer en pantalla, reúne el grueso de lo publicado por el ultraBrutal Miguel Ibáñez en La Vanguardia, sobre todo (aunque no exclusivamente) en el suplemento cultural de los miércoles, Cultura|s, al que se puede acceder (y descargar) libremente desde su maravillosa Hemeroteca. Mike es un periodista catalán (claro) especializado en televisión norteamericana, pranks, conspiranoia y fenómenos audiovisuales de vanguardia, autor de dos libros totalmente imprescindibles (“¡Zap!” y “pOp cOntrOl”) y otros no tanto (el simpático fanzinillo “Karma chungo”, o su post-novela “UltraBrutal”). Popular no solo por su temática, sino por su lenguaje directo y coloquial, sus anglicismos y neologismos de propio cuño, su estilo es un batiburrillo del Douglas Coupland de “Microsiervos”, los títulos-matrícula de las canciones de Prince o los eslóganes publicitarios. De los casi diez años que lleva colaborando con La Vanguardia, destaca su serie ameriKana (recopilada también en su web), y sus artículos sobre inverosímiles realities yanquis de nuevo cuño. Otras de sus obsesiones y temas habituales son los encuentros de videoartistas, las teorías de la conspiración, la actualidad de la parrilla USA, el periodismo borderline, los tabloides con mentirijillas, las nuevas tecnologías y las venideras, la CIA Jacko, Mike Judge, Trey Parker, Matt Stone, los Simpson, asesinos seriales, ultraviolencia, videojuegos psicóticos, exobiología, etc. En una dosis así a lo bruto como la mía, lo cierto es que empacha un poco y salen demasiado a flote sus temas y términos más recurrentes, pero no tiene sentido leer la prensa sin tener en cuenta lo que Mike tiene que decir. Lo que no le perdonaré nunca es que sea tan ignorante e intransigente respecto a la excelsa figura de San Iker Jiménez.

“Guía de tumbas y cementerios de casi todo el mundo” (Teresa Artigas y Lucía Solavagione)

Otro extraordinario librito pop de la colección Freak (Alba Editorial) que he tenido la ocasión de leer, el tercero (y ya tengo un cuarto a la cola). El contenido es más que obvio. Las autoras hacen un repaso por los cementerios más importantes, bonitos, grandes, antiguos, curiosos y/o famosos del orbe todo, y repasa a algunos de sus inmóviles inquilinos. Como introducción al tétrico y apasionante asunto, el libro es válido. Pero igual que sucedía con “Guía de arquitectura insólita”, la ausencia de imágenes hace que no tenga mucho sentido para mí leerse esto del tirón sin acudir a la red. Apenas hay cinco fotillos pequeñajas en blanco y negro dispersas aleatoriamente. Resulta también bastante llamativo el uso político que he creído encontrar en los episodios dedicados a cementerios españoles, donde solo se menciona, con gran pompa, a los adalides del comunismo y anarquismo español y catalán o a señeras personalidades perseguidas y fusiladas por Franco o el nazismo. Cada capítulo se ciñe a una descripción somerísima del camposanto, seguida de un listado de las celebridades que alberga. Ésta se transforma en una larga (larguísima en el caso de los cementerios de Barcelona) letanía de biografías resumidas, cuyas vidas no tienen nada que ver con el sitio en el que están enterrados, ni me interesa a priori lo más mínimo. El anecdotario (epitafios curiosos, esculturas absurdas, sistemas bizarros de sepultura, cementerios de mascotas...) no es escaso una vez terminada la lectura, pero es la sucesión de biografías de desconocidos, no relacionada con sus tumbas, lo que se me hizo más pesado e innecesario. Los (pocos) apéndices a cada capítulo/camposanto, de hecho, se ciñen a ese tipo de curiosidades, pero apenas sirven de aperitivo. La segunda mitad del libro tal vez sea la más prolífica y empeñada en saciar curiosidades. Una interesante y (relativamente) completa introducción al asunto, y otro hito de la colección Freak.

sábado, 26 de mayo de 2012

"La zienzia se izo muerte i akabó kon nosotros" / "Leyendas y fábulas" (J. Antonio Crego)

Escarbando el otro día entre los cestos de maravillosa cochambre übersaldada de una librería-mierdulería con material de quincuagésimo segunda mano, no pude reprimir el impulso de llevarme a casa estos dos ejemplares, que costaban 0,666667 euros cada uno. Toda la información que he podido recabar en la red sobre su autor, en un extraño documento colgado por ahí, es que se trata de un poeta leonés autodidacta. De algún modo, estos dos libros manufacturados llegaron a esta tienda madrileña, yo me los llevé y los leí atentamente. Ambos ejemplares están hechos a mano. Constan de unos cuantos folios de primera impresión a chorro, cortados friamente a mano, ensamblados a duras penas, y envueltos en portadas manuales. La cubierta de "La zienzia..." es un pedazo de cartón pluma, sobre el que está pegado con celo el título y una especie de collage a modo de marco, en portada y contraportada, con colorines y papel albal. La portada del otro ejemplar es aún más curiosa, una especie de papel plástico de rejilla que se deshilacha con mucha facilidad, y cuyo título está recortado, troquelado... En fin, creo que ampliando las portadas se hace uno a la idea. Los lomos están también cuidadosamente indicados, con la clásica técnica de cortapegado propia de los anónimos que exigen un rescate a los adinerados padres de sus secuestrados. Muy hermoso todo. Los libros, sobre todo el segundo, están repletos también de anotaciones y correcciones a lápiz, sin duda, intuyo, obra del propio autor. Como si esto no fuese más que una primera prueba editorial (estos rarísimos ejemplares de prueba que generan las editoriales, de los cuales por cierto tengo en casa la nueva novela de Stephen King, "11/22/63", en formato rústica, que aún no existe comercialmente, tienen un nombre muy bonito que ahora no recuerdo) de un futuro lanzamiento que nunca existió. "La zienzia se izo muerte i akabó kon nosotros" es un poema en prosa de ventitantos capítulos, en formato bolsilibro, chiquitín, 15 x 10, justificado al centro y sin respetar la más mínima norma de ortografía (como anuncia el propio título), que conforma una atropellada reflexión epatante y sin pìes ni cabeza, que bien podría ser la transcripción de la perorata de un esquizofrénico sintecho puesto hasta el culo de eme gritando en una esquina sobre una caja de fruta. En "Leyendas y fábulas", sin embargo, Antonio abandona la poesía y se enfrenta a una antología de cuentos breves. Lo que no abandona del todo son las faltas de ortografía sangrantes e inverosímiles (aunque esta vez se nota que no lo ha hecho intencionadamente). El libro, de un tamaño un poco mayor (y, como dije, repleto de anotaciones e insuficientes correcciones de ortografía y estilo), consta de ciento veinte páginas de primera impresión, bien pegadas y cosidas en varios cuadernillos, muy mono todo, y en él Antonio deja volar la imaginación para contar una serie de historias con moraleja en torno a los animales, los astros y el karma. Anonadado me hallo yo también desde que encontré y leí estos libros absolutamente únicos en el mundo, me temo, y juro que no me invento nada. En otro momento si me acuerdo copio un par de ejemplos de cada libro, porque no tiene desperdicio.

miércoles, 16 de mayo de 2012

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Dramáticas Aventuras Trimestrales Ilustradas - Especial Saló 2012

Llegó justito para el Saló un nuevo número, el cuarto, del fanzine de moda. En este caso hemos hecho un especial ajeno a la continuidad y a los personajes habituales, cuyos contenidos son historietas y cuentos autoconclusivos, con el único nexo de unión de haber sido seleccionadas por el Comisario Mono. Se unen al plantel habitual de creadores del fanzín Isgo3d (un dibujante asombroso, que consigue plasmar viñetas con efecto tridimensional a través de la escala de grises), la añorada rotulista clásica de Comics Forum Elena Gueimunde, o el autor de literatura pulp de kiosko Mike Race. Yo he escrito un cuentito de costumbrismo rural, que se supone que iba a dar mucho miedo y albergar una larga y emocionante conspiración. Pero como me estaba quedando muy largo, se cisca con un truculento y desasosegante final O. Henry. Este año se han comprado pocos fanzines en el Saló, en general, de ningún fanzine. Por lo visto ha sido un poco decepcionante, y apenas se ha despachado un 20% de la tirada de este nuevo número de DAti, así que aún se puede adquirir facilmente, y lo presentaremos en un par de semanas en un bar. Por cierto, os lo recomiendan, por ejemplo, los cineastas Paco Plaza y Jaume Balagueró, que se los han leído todos toditos de pe a pa. Balagueró se pasó a saludar a Scari, y le contó que hasta ahora lo que más le ha gustado fue un cuento mío de un número atrasado, lo que me hace bastante ilusión. Estaré pendiente de futuras producciones de Balagueró, no sea que me plagie y ya la tenemos liada.

Mujeres desenterradas nº 1

Esto es un fanzinito del Saló que me prestó Scari que, como nuestro DATI, se ha propuesto resucitar y canalizar el maravilloso mundo de la fotonovela (infragénero de la cultura pop que hizo furor en los años sesenta y setenta, y que ahora ha quedado relegado a las revistas porno más churretosas) para contar historietas propias, sin mayor enjundia. El fanzinito está muy bien hecho, y se nota que participan semiprofesionales, como mínimo, del iEd. O tal vez (ojalá) la mano de verdaderos amantes del zombismo y el cortometraje de género como los de Chaparra Entertainment (en una viñeta sale una pegatina de Chaparra). A priori, si bien está simpático y bastante bien hecho, sale mucho hipster posando encantado de conocerse, mucho post-humor y cosas que no entiendo. Pero qué demonios, qué quejica soy, es bonito y se los recomiendo!

Por qué Hitler no era vegetariano

Siempre que voy al Rastro, paso primero por los tenderetes de los punkis de Tirso. Cientos de mis casetes, literalmente, los compraba allí. Ahora me detengo en los puestos de libros y fanzines, y de un puestecito en concreto suelo llevarme panfletos de toda clase, como éste, que creo recordar que me lo regalaron por comprar un libro sobre la drogadicción y la voluntariedad del consumo (estoy inmerso en un importante proceso de deshabituación tabáquica, y todo estímulo es poco). Es una chorradita curiosa, simplemente una traducción (bastante mala) de una serie de artículos y cartas al director publicadas en el NYTimes hace un montón de tiempo, que giran en torno al mito de que Hitler, con lo malvado que era el tío, podía ser vegetariano, como Ghandi. Y el panfletín viene a echar por tierra esta teoría. Tengo un puñado de panfletillos de los punkis de ese puesto, fanzines que hacen como churros, que cuestan una miseria o los regalan, con portadas muy curiosas y temáticas de lo más políticamente bizarro. Qué pasa, cada uno colecciona lo que quiere.

Avengers vs. X-Men (II): Avengers X-Sanction

La de arena. A saber qué le ha pasado a Ed McGuiness, que ahora parece que dibuja la anatomía con cartabón y ha involucionado ostentosamente, al abismo de lo mediocre. En este nuevo pasito hacia el uan-chu-fri-faigt!, lo que nos cuentan es cómo el virus cibernético dichoso está creciendo en Cable hasta casi devorarle, al tiempo que decide enfrentarse a los Vengadores por lo que quiera que le hicieran a su hija trans-temporal, Hope, la esperanza de la raza mutante. A ésta lo que le sucede es que tiene todas las papeletas (mutante, pelirroja, naricica...) para revivir a Fénix, y por tanto es una amenaza para la Humanidad toda (un poco lo mismo que pasaba con Wanda Maximoff). Los Vengadores son buenos, se supone, pero vete a saber lo que harían con Wanda o con Hope, potencialmente peligrosas, locos como Lobezno o fríos estrategas como Iron Man. El moribundo de Cable se lía a tortas con los Vengadores, por si acaso, allanando el terreno. En los 4 números de esta saga asistimos simplemente a un desfile de splash-pages pochos de McGuiness, con batallitas inocuas Cable vs. Capi, Cable vs. Iron Man, Cable vs. Hulk Rojo y así. El siguiente paso hacia el acontecimiento AvX es un tomo en el que se presentan algunos nuevos personajes y se revisitan otros viejos, que podrían ser cruciales en la trama, a través de los ojos de Uatu. Historias cortas y desangeladas protagonizadas por Nova, el Doctor Extraño, un grupo nuevo llamado Era de Apocalipsis (?), Coldmoon y Dragonfire (??) o el puto clon de Parker, Scarlet Spider. Esto parece un tebeo de Jim Shooter 1995, en fin.

“Historia de la E.C.” (Fco. J. Cerrejón y J. Jiménez)

Este simpático tomo, necesario ensayo sobre ese rincón fabuloso de la historieta universal y la cultura popular que fue la editorial E.C. de William Gaines, se envuelve en esa fea pero colorida portada y se abre con un distinguido prefacio de Don Jordi Costa. El texto en sí es correcto. Inspirado en la numerosa bibliografía sobre el asunto en inglés y en las revistas especializadas de siempre (con el mérito de haber sido escrito en 1999, antes de la publicación del grueso de E.C. en España y de las Megautopistas de la Información), hace el necesario repaso a la herencia recibida por Gaines Jr., al feo asunto del Dr. Wertham y a la trayectoria imparable, auge, caída e influencia de la absolutamente maravillosa editora de tebeos. Se incluye a continuación un repaso ligero a cada una de las series, seguido de una serie de hagiografías de cada uno de sus protagonistas. Todo muy bien. Conciso y clarito. El problema de este tomín es que el estilo de la narración sugiere que hubiera sido traducido automáticamente del japonés por un programa de esos que emplean para adaptar las instrucciones de los electrodomésticos a los más ignotos lenguajes; que los autores demuestran desconocer por completo la existencia de otro signo de puntuación que la coma, que utilizan como sustituto del punto y seguido, el punto y aparte, de los dos puntos, del paréntesis, del punto y coma, de la conjunción copulativa, la diéresis, la paráfrasis y de los signos de admiración; y que por lo visto se trata de la transcripción en bruto del manuscrito de un ciego, dada la grandísima cantidad de errores mecanográficos, gramaticales y ortográficos, así como la repetición de frases y conceptos, como si en 1999 no se hubiese inventado la tecla “delete”.
Casualmente, por las mismas fechas en que leo este ensayito, me encuentro en Youtube con un puñado de documentales sobre cómic, uno de ellos titulado "Tales from the Crypt: from comic-books to television", que narra la (ya mil veces contada) historia de la EC, el Code, Mad, etc., que resulta verdaderamente interesante y estimulante. En mi caso, es la primera vez que veo imágenes del dichoso juiciocirco orquestado por Wertham, o el careto en movimiento de Feldman o el simpático Mark Evanier.

Avengers vs. X-Men (I): The Children's Crusade

Estoy inmerso en el evento marvelita del siglo (çqué digo...! ¡¡del trimestre!!), el mega-crossover que toca esta vez para poner patas arriba todo para que al final todo vuelva a estar igual que al principio. Parece que, basicamente, el concepto que han elegido es tan sencillo como un “one-two-three-fight!!”, un poner a darse de hostias a Vengadores contra mutantes, uno por uno, a ver quién puede más. Pero para llegar a ese punto, al de odiarse y medirse el lomo entre los héroes más grandes vs. los más temidos y odiados de la Tierra, la cosa es de lo más enrevesada. Todo comienza con un arco en 9 partes titulado “The Children's Crusade”, que parece que sirve como despedida definitiva de los Young Avengers, que los pobres se ve que no vendían lo suficiente. El joven Avenger llamado Wiccan es el detonante de esta historia, al írsele la mano los poderes y dejar en coma a todo dios a varios kilómetros a la redonda. Se sospecha, desde la primera vez que aparecieron en el Universo Marvel, que Wiccan y su hermano Speed son los hijos gemelos perdidos de la Bruja Escarlata, que podían haber heredado (respectivamente) habilidades de ésta y de Mercurio; y por lo tanto, si Wiccan fuese capaz de hacer lo que hizo la Bruja durante la saga de M (diezmar a la población mutante del mundo entero y eliminar los poderes del resto, hasta dejar tan solo a unos pocos), es un peligro público y debe ser contenido. Los Vengadores Senior deciden encerrar a Wiccan en la mansión, pero sus compañeros de los Jóvenes le sacan de allí a escondidas, y encima al salir de topan con Magneto, quien tiene sus propios planes: llevarse a Wiccan y de paso al resto de chavales a la Montaña Wundagore, donde fue vista por última vez la Bruja Escarlata, a la sazón hija de Magneto. Porque cree que con la ayuda de más que probables hijos puede localizarla. Resultará que Wanda está efectivamente en Wundagore, en el castillo del Dr. Doom, hacia donde Magneto dirigirá la entifada. Ha perdido la memoria, y no recuerda nada de sus poderes ni del diezmo, y además se va a casar con él al día siguiente con Victor Von Doom. Así, los Vengadores y su franquicia Young por un lado, y X-Factor y la Patrulla-X por otro, se enzarzan en la búsqueda, rescate y uso requerido de la pobre de Wanda Maximoff, que no se entera de nada. A lo largo de la estupenda saga, mediante un par de trucos, quilombos y paradojas temporales, acabarán resucitando algunas víctimas mortales de la Bruja (Goliat III, Coloso, la Bestia, Ojo de Halcón... hasta Sota de Corazones aparece por ahí hecho un zombie), Doom asumirá tanto los poderes como la responsabilidad por los sucesos de la saga de M (quedando la Bruja más o menos perdonada y readmitida), asistimos al rimbombante origen de Kang y un par de Young Avengers palman antes de disolverse definitivamente el grupo. Y claro, Vengadores y X-Men se la tienen jurada ahora. El guión, obra de un tal Allan Heinberg, es un poco enrevesado, pero todo sucede a un ritmo frenético y sin un respiro, hay muchísima acción de la guay. La saga es simpática y nostálgica (y muy clarita: soy yo el que se explica mal), y un aperitivo goloso para lo que se avecina, que además cierra algunas puertas abiertas en el pasado reciente (y por supuesto, abre otras varias docenas, como siempre). Pero si en algo destaca todo esto, es en el apartado gráfico. El trabajo de Jim Cheung es sencillamente espeluznante. Maravilloso. Increíble. Precisamente, si no recuerdo mal, entre las últimas grapas que compré estaban los primeros números de los Jóvenes Vengadores, atraído por el dibujo del enconces desconocido Cheung. Me harté de la colección, y perdí la vista a este hombre. Y ahora, años después, compruebo que su lápiz no solo sigue siendo extraordinario, sino que ha evolucionado hasta el punto de convertirse, probablemente, en mi dibujante favorito del momento. Cómo será la cosa, que uno de los ejemplares de esta saga (el del medio) está dibujado por Alan Davis y Mark Farmer, y leyéndolo echaba de menos a Cheung... Me he pueso un splash de Cheung de fondo de armario de Windows. Es una cosa espectacular.

Amazing Spider-Man #638-681

En este tiempo, desde que reseñé la tacada anterior, he seguido leyendo la serie regular de Spider-Man, unos 40 más, y permanezco más o menos al día. En general, me duele reconocer que la serie está un poco fría, insulsa e irreconocible, aunque me entretiene bastante, y es de lo que se trata. Aunque solo sea porque sabemos que todo va a volver como estaba, con Parker y MJ compartiendo piso y paternidad de una dichosa vez, y que esto es una especie de respiro que se está alargando demasiado. La relación actual entre Parker y la Watson, en realidad, es de lo que más me gusta. Esa complicidad, ese cachondeo y la tensión sexual que se traen, es de lo más atractivo, y cada vez que sale la pelirroja, es como si la estancia se llenase. La primera minisaga, “A moment in time”, redefine (por enésima vez) su pasado, su presente y su futuro, y MJ tiene claro que no es el momento de estar juntos. Al final de la ráfaga anterior, Parker estaba mano sobre mano, y Michele Gonzalez le había echado de casa. Pero el chico no tardará demasiado en solucionar la papeleta, encontrando trabajo en Horizon Labs, un remedo de Apple para la continuidad arácnidad, dirigido por un señor con coleta que se parece muchísimo, pero muchísimo, a Sergio Aragonés (¿un guiño de su amigo Humberto Ramos?). Allí tardará en definir su labor pero, resumiendo, descubren que es colega de Spider-Man, así que le permiten trabajar para mejorar su traje y sus gadgets, y de paso buscar aplicaciones de estos para la vida mundana. A partir de ahora tendremos a un Spider-Man más sofisticado, con trajes stealth, visión nocturna, wifi, etc., y además ganando un dineral obsceno y viviendo en un loft maravilloso, donde pronto se mudará la que es definitivamente su nueva novia, la agente del NYPD Carlie Cooper. Parker tiene currazo, pisazo, pibón y forma parte de los Vengadores y los 4-Fantásticos. En los 4-F solo estará una breve temporada (no he leído los últimos números de aquella serie, pero por lo visto Johnny Storm fallece y Parker le sustituye temporalmente; por respeto, durante ese período no se llama Fantastic Four, sino Future Foundation. Me consta que la Antorcha “resucita” en el reciente nº 600 de FF. También le tocará durante un par de números ejercer de profe de la Avengers Academy. Ya se sabe: en esta Era Quesada Lobezno y Spider-Man acaparan colecciones a lo loco para vender camisetas, al más puro estilo Florentino Pérez. Y por supuesto, en los últimos números leídos, durante la saga Spider-Island, Carlie descubre que Parker es Spidey. Ahora ella sabe. Y cortan su relación, por traicionar éste su confianza. El idilio no ha durado ni treinta números. Más cosas. Lilly Hollister (Menace) da a luz a un hijo de Osborn Jr., aunque parece que no ha heredado poder o virus Duende alguno. No se sabe más hasta la fecha. Durante la saga Big Time Parker llega a Horizon, se lía con la Cooper y aparece un nuevo Duende, el mismísimo Phil Urich, al que enfrentan los Vengadores. Sin mayor enjundia (salvo el asombroso trabajo de Ramos). En la siguiente saga vuelve el jodido Alistair Smythe, el Spider-Slayer, quien ayudara a JJJ en la prehistoria y que ahora sigue como supervillano casual, fabricando trajes antiaraña y robots asesinos. En este caso, ha fabricado un ejército de insectos que van a sabotear un transbordador en el que viajará el Coronel JJJ, Jr., y que terminará con la vida de la pobre Marla Jameson (el obituario dibujado por Marcos Martín pone los pelos de punta), precisamente la impulsora del Spider-Slayer, otra muerte en la familia... que a saber cuánto dura... La imposibilidad de Spidey para salvar a Marla, le lleva a una nueva crisis existencial, a reafianzar aquello de “un gran poder...” y cómo dejó escapar al inminente asesino de su tío, y a tomar una decisión que en los siguientes números será importante: “No volverá a morir nadie más por mi culpa”. Ah, a Flash Thompson le han fichado para ser un soldado especial en operaciones gubernamentales encubiertas, relacionadas con terrorismo internacional, durante las cuales es inyectado con una especie de suero-Venom, en una trama (de momento) ajena y paralela a la vida de Spider-Man, que no sé si es que será crucial o se masca una nueva colección. Y poco después llegamos a la mega-saga de Spider-Island, en la que la nueva Madame Web, con ayuda interesada del Chacal, ha inoculado un virus que dota de poderes arácnidos a un porcentaje enorme de la población de Nueva York. Una historia curiosa y visualmente hermosa, en la que podemos ver a Parker como unmasked vigilante, y a JJJ, CC o MJ trepando paredes. Una gran parte de la población, claro, empieza a usar los poderes para hacer el mal, y el alcalde Jameson está más anti-arácnido que nunca. Y encima, resulta que el virus mutante va evolucionando más y más, y la gente empieza a transformarse en monstruosas arañas gigantes, hasta perder la humanidad y después palmarla. La saga tiene ramificaciones en otras colecciones (que no he leído), entre ellas el exhaustivo entrenamiento ninja al que Shang-Chi somete a Parker. A partir de ahora Spider-Man no solo tiene trajes futuristas y sofisticados, Horizon Labs mediante, sino que también es un avezado maestro en Kung-Fu. En los últimos números asistimos a una simpática historia de paradojas temporales, cuando uno de los nerds de Horizon Labs fabrica un pórtico al día siguiente en la sala de vending, y al entrar en ella Spider-Man descubre que New York va a explotar en unas horas si no lo remedia. En otra historia, Spidey tiene que viajar al espacio, de nuevo, para salvar al hijo de Triple Jota de un maléfico plan del Doctor Octopus, que promete venganza. Y en los números de este instante en USA, han vuelto los Seis Siniestros. Y poco más se me ocurre. Eddie Brock ahora (no sé desde cuándo, igual mucho) es un Venom bueno, y tiene su propia colección, que no sigo; se descubrió la faceta criminal de Mr. Negative, y la tapadera de la ONG F.E.A.S.T. en la que colaboraba Tía May (quien por cierto, se ha ido a vivir con su marido, el papá de JJJ, a Boston). El trabajo de Dan Slott es entusiasta, clásico y absolutamente clásico al Marvel Way. Las historias rezuman respeto por los orígenes y los primerísimos números de la serie, con todo lo que eso conlleva; entre lo malo, el inmovilismo, aunque personalmente me gusta que mantengan a PP y MJ separados y hayan introducido personajes y situaciones nuevas. Otras cosas rechinan más, pero en fin, es lo que hay, hay que vender tebeos como sea y no están las cosas como para cogérsela con papel de fumar.

“Bienvenidos a Horrorlandia” (Pesadillas nº 1; R.L. Stine, 1995)

El coche de la familia Morris (Lizzie, la preadolescente protagonista, sus hermanos pequeños Luke y Clay, mamá y papá) se ha perdido en mitad de la nada, buscando un zoológico (rollo “el Safari de Leones con Descuento”), y yendo a parar sin querer a la puerta de un extraña roadside atraction de la fabulosa América Profunda: Horrorland, un parque temático dedicado enteramente a infundir canguele a los visitantes. Toboganes infinitos, montañas rusas descontroladas, misteriosas habitaciones oscuras llenas de murciélagos, pozos sin fondo, carreras a muerte delante de monstruos o viajes en ataúd a través de unos largos son algunas de sus atracciones. Los libros de R.L. Stine me pillaron grande. A mis 33 años, es la primera vez que leo un librín de estos, que siempre me atrajeron poderosamente, pero que nunca me dio por mirar. Mi literatura infantil y juvenil se quedó en todo eso de los ochenta y primeros noventa que todos sabemos, en libros y tebeos. Pero hace algunas semanas, en una cacharrería vendían unos cuantos libros de la colección Pesadillas, a un precio ridículo, al peso, y me los llevé todos. El concepto es extraordinario: aventuras de miedo para adolescentes. R.L. Stine, a día de hoy (le sigo en Twitter desde hace mucho) sigue siendo un modelo, el tipo al que más envidio del mundo. Nada me atrae más en esta vida que juntar una fortuna a base de escribir novelitas de género para adolescentes. Ser un Christopher Pike, un Thomas Brezina o como se llame el astuto creador de Geronimo Stilton, a la española, nada me gustaría más en el mundo. Conste que no es una coartada intelectual para leer las novelas de Pesadillas: me apetecía de verdad, me atraen poderosamente y me entretienen. También forma parte esta afición anacrónica con aquello de ir de tienda de viejo en tienda de viejo olisqueando papel usado con una lista en la mano, que es algo apasionante, se siente uno como Indiana Jones.

“La prehistoria de la ciencia-ficción” (Pollux Hernúñez, 2012)

Ha salido otro de esos pequeños y bonitos libritos publicados por Rey Lear en la colección Breviarios, que estrechan el cerco en torno a los antecedentes de la Cultura Popular. Un trabajo de arqueología universal somero y entretenido, ligeramente ilustrado, que bien podría haber acabado en las páginas de Mondo Brutto, pero que en formato noble, en Rey Lear y tan barato, da gusto verlo. Desde las profecías de Gilgamesh escritas hace cuatro mil años hasta el “Frankenstein” de Mary Shelley (1818), el más reciente al que se hace alusión, recorremos a toda leche cientos de ejemplos que bien pudieran pasar por ficción científica en la Antigüedad, la Edad Media, el Renacimiento y la literatura de viajes de los más recientes 400 años. El recorrido es precipitado y apenas sirve para hacer salibar de tantas ganas que dan de buscarse y leerse todo aquello.