viernes, 4 de noviembre de 2011

Drive (Nicolas Winding Refn, 2011)


Esta es una historia ballardiana sobre un joven impertérrito que conduce, que sólo le importa eso. De día trabaja como doble de acción, haciendo piruetas para el cine al volante, y de noche se presta a cualquier trabajo bien pagado que conlleve conducir a toda hostia, sacar de un banco a unos atracadores y dejar a la policía con dos palmos de narices. Ryan Gosling mola como guaperas inadaptado que se enamora de la novia de un delincuente habitual, y cuando éste sale de la cárcel, pese al despecho, se involucra en el crimen para salvar al novio de su chica. Larguísimos paseos nocturnos de Gosling al volante, que remiten a “Taxi driver”, y la evolución de su relación con la chica, mientras se va sumergiendo en los tejemanejes del hampa (incólume, como si no estuviera pasando nada a su alrededor) van meciéndote como espectador y todo resulta atractivo e interesante, hasta que de pronto el joven Gosling rarete explota y la lía, vaya si la lía, y te quedas en el sitio un rato acojonado mirando por encima de la espalda, a ver qué coño ha pasado aquí. Porque todo se vuelve retorcido y siniestro, que esto triunfó en Sitges. Y además sale Christina Hendricks con sus dos globos sonda y con unos pantaloncitos que quitan el hipo. Me gustó mucho, sin que me volara la cabeza, que tampoco. Pero bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario