Se me había pasado hacer acuse de esta novelita, que me compré un día que estaba jugando al billar en el O'Flaherty con un colega, salí a respirar aire por un tubo a la calle, y enfrente, en pleno Huertas, había una librería en la que nunca reparo porque es de esas que solo tienen tablebooks y libros de cocina para guiris. Resulta que en un rincón tenían un montón de novelas ochenteras, de La Cinta de Moebius y similares, que no sé de dónde las habrían sacado. Luego las he visto también por los cafés literarios de Lavapiés, han debido encontrar un piso franco cerrado desde hacía veinte años.
Es este un libro curioso, firmado por el tal Marcén y también por Onliyú, que no sé si es que qué. Y viene ilustrado, cada tres o cuatro páginas, con un garabato raro del mismísimo Mariscal. Una cosa un poco pop y muy de la Movida Dichosa. En realidad son tres novelas cortas las que hay aquí, la primera y la tercera protagonizadas por un detective en horas bajas que se llama Duncan McDuncan. La novelita del medio es una tontería breve sobre algo que pasa en alta mar, que no me enteré bien. En cuanto a lo de Duncan McDuncan, al final de la primera novela, muere; así que en el tercer relato sucede algo extraño y sobrenatural, que tampoco me hizo mucha gracia. La chicha está en la primera de las tres partes, que es bastante maja.
Es una novela negra ligera, de cachonderito, que se lee de corrido, ambientada en el Borne, protagonizada por un tirao. En esto me recordó un poco a "la del croisán". McDuncan se ve obligado a rastrear a un comando terrorista ochentero que son una desgracia, terroristas de chicha y nabo misteriosos pero bastante desgraciados (en esto me recordó a "Los millones"; y el tono y ciertas expresiones chulescas que utiliza el autor, también me producían la sensación de estar leyendo un "Los millones" apócrifo y ochentero de verdad). Los terroristas no son sino unos locos escapados del manicomio, que planean montar el caos por todo el mundo a base de gamberradas como robar todos los plátanos del mundo, pintar la Torre Eiffel de rosa y cosas así disparatadas. Al pobre McDuncan, tó pedo, le toca instalarse en el piso vecino del piso franco de los terroristas, espiar sus planes y abatirlos. Es bastante simpática.
No hay comentarios:
Publicar un comentario