lunes, 26 de noviembre de 2012

“Pleasantville” (Gary Ross, 1998)

Esta tarde de domingo, según desperté de la siesta, estaban haciendo en la Paramount "Pleasantville", una película que me entusiasma y que he visto unas cuantas veces. Visualmente deliciosa (creo que esto es innegable), con un mensaje y una fuerza icónica ligeramente tramposos pero que funcionan igual tras el primero que tras mil y un visionados, y con un reparto glorioso: me gusta mirar a Reese Witherspoon a cualquier hora, haga lo que haga; y luego están William H. Macy, Tobey McGuire (¡el único Peter Parker posible!), Jeff Daniels, etc. Están todos soberbios. "Pleasantville" me conmueve y me fascina a distintos niveles:

Por un lado, como homenaje truncado al Sueño Americano y a la cultura popular de los irrecuperables fifties, todas aquellas pacatas sitcoms que marcaron a una ingente generación de artistas norteamericanos y plantaron la semilla de toda la ficción y el "American way of life" del resto de la Historia venidera. Ya nos lo sabemos todos: Perry Como, Annette Funicello, barras, estrellas, cheesecake, Cherry Coke, hamburguesas con queso, capitanes de equipo, animadoras…

Como segunda lectura, lo que poco a poco sucede en ese universo de plástico, hermoso pero beligerante e inamovible (y en la memoria nostálgica del espectador) remite sin duda al aspecto de la historia moderna que más me interesa: la Contracultura, a caballo entre los cincuenta y los sesenta (y que en realidad se estira hasta mañana mismo); el auge y el acomodo en el mainstream de la “semilla de maldad”; el salto abrupto (a través de la apertura de miras y posterior reacción de la juventud) de la ceguera social y cultural impuesta por el Poder, a la Revolución Juvenil. Del Moralismo a la Libertad. De Eisenhower al beatnik, de Nixon al hippy y la liberación sexual, y de ahí a los Panteras Negras, al SLA, al punk, etc, representado todo esto de forma extraordinaria y for dummies: todo tan, tan mascadito, que incluso nos lo muestran con coloridos cuadros (un Gernika apócrifo, nada menos) que surgen en mitad del pueblo gris, canciones (de proto-rockeros negratas, de John Lennon) que surgen de tapadillo de las juke boxes, y libros (de Dickens, de Tomas Moro, de J.D. Sallinger) que se escriben solos a medida que la peña se colorea.

Igualmente, la trama y ese salto del blanco y negro al color (necesario, y lo justo de moñas, de estridente y de autorrecursivo) es indudablemente una hermosa y atemporal fábula apologética de la Libertad, el Respeto, la Integración y el Socialismo bien entendido. Qué duda cabe que esos tipejos grises y desgraciados bien podrían estar representados por la plana mayor de la derecha político-financiera y mediática. Una Caverna poderosa, monocorde, sectaria, fanática, agresiva, medieval y absurda que impide que la cosa funcione con armonía.

Esta película es un cuento chino, vamos. Una utopía humanista e igualitaria. Una exótica y atractiva fábula de Perrault que se cisca en el liberalismo, el rockefellerismo, el keynesianismo, el catolicismo, el caciquismo y en el capitalismo atroz que nos domeña a todo Occidente y así seguirá siendo por siempre. Pero, ¡ay!, es tan bonita…

“Perros del desierto” (Francisco Serrano, 2012)

La de Tones, segunda entrega de la colección Memento Mori, me satisfizo especialmente por cómo podría haberse hecho pasar perfectamente por una novela de a duro de hace cuatro o cinco décadas. Al margen, claro está, del despiporre erótico-festivo y el pastiche y referencias afines a los tiempos que corren (e incluso podría haber sido perfectamente asimilado por colecciones de los ochenta como Sexy Star, Sexy Thriller, Sexy Flash o especialmente en experimentos más salvajes y modernos como Colt Sex), "Nigromancia en el reformatorio femenino" tenía un tono y un lenguaje brillante y trepidante, pero apropiado para el público masivo; personajes y lugares apenas descritos, intercambiables y norteamericanizados; estaba firmada con seudónimo igualmente sajón; y a su resolución quedaba bien claro que la brujería, el Demoño y los fenómenos paranormales no existen, y que todo era una confusión (no sé si esto lo hizo aposta, pero en todos los bolsilibros de terror de Bruguera se acaba dejando claro que esto es así; los censores de del Régimen hubiesen dado su visto bueno en este sentido…). Prácticamente todo el libro de estilo brugueriano fue respetado.

El caso de Francisco Serrano no es el mismo: sin seudónimo, con una portada (magnífica, de Mireia Pérez) expresionista y moderna, personajes españoles y un estilo literario muy personal y culto, aleja a “Perros del desierto” de las doctrinas de la literatura popular de kiosco española de siempre. Lo cual no significa nada, pero como aficionado y coleccionista, tenía que decirlo. Se trata de una novela breve de anticipación, ambientada en un planeta árido y apenas civilizado, un mundo en el que camparían a sus anchas BraveStar, Rogue Trooper o los soldaditos de “Dune”. Un western post-apocalíptico intenso, negro y jodido, un estupendo cruce entre Sam Peckinpah y “Starship troopers” en un tono fatalista y ligeramente melancólico, en el que asistimos al viaje a través del desierto de un guardaespaldas convertido en forajido.

The neighbors (ABC, 2012)

No suelo hacer acuse de visionado de las series que sigo, pero voy a hacer aquí una excepción básicamente porque, alcanzado el décimo episodio, me he cansado y yo creo que me bajo aquí. La premisa de The neighbors resultaba simpática y muy atractiva: una familia (papá, mamá, una díscola adolescente y una pareja de críos monísimos) se acaba de mudar a un chalet en los suburbios, en el seno de una apacible urbanización norteamericana media. Pronto descubrirán que sus vecinos, todos ellos, son extraterrestres que viven camuflados entre nosotros. En las sitcoms familiares norteamericanas ya hemos asistido a todo tipo de variaciones y permutaciones: familias bien avenidas, matrimonios interraciales, familias de negratas, de basura blanca ultra-católica, familias desestructuradas, sin padre, sin madre, sin hijos, familias obligadas a acoger a un vecino geek insufrible, a una abuela gruñona, a primo pobre y rapero, a un peluche parlante, a una mascota exótica, familias de dinosaurios…

Ahondando un poco más, podríamos encontrar un infragénero dentro de las sitcoms familiares, que serían aquellas de idiosincrasia fanta-científica. En los años setenta tuvo mucho éxito en EEUU Mork y Minder (que aunque no llegó a España, he tenido ocasión de ver algunas escenas sueltas en doblaje sudacastellano), sobre un marcianito con aspecto humano que convive con una humana, y que fue el artefacto que abrió la puerta a Robin Williams a todos los hogares norteamericanos. Algunos años antes, y a raíz del éxito de los Picapiedra (la primera sitcom de animación de la historia), surgieron Los Supersónicos, sobre una familia de viajeros intergalácticos futuristas (no sé yo si, hablando de animación, cabe citar a Futurama como sitcom, desde luego no familiar, ni creo que tenga en Los Supersónicos un espejo en que mirarse; y es verdad que en American dad también conviven con un extraterrestre. Pero esto no cuenta, porque también hay un pez que habla… y es que en el imaginario del sinvergüenza de Seth McFarlane, simplemente, vale absolutamente todo, para no se note que lo ha copiado). En los ochenta tuvimos la inigualable Max Headroom, en la que la familia de entorno suburbial correspondiente convivía con una especie de Hall 9000 renderizado. Nos enamoramos de S.P.E.W.E.Y. / V.O.M.I.T.O.N. en el penúltimo y maravilloso episodio de Búscate la vida. Después conocimos a Alf, que era un extraterrestre que convivía con una familia media. Y en 3rd rock from the Sun (Cosas de marcianos) a toda una familia que se venía a vivir dentro de la clásica sitcom terrícola. Pues en The Neighbors han dado el paso siguiente, y sitúan a una familia corriente dentro de un entorno extraterrestre, ya que dentro de la urbanización a la que van a parar, son los únicos que provienen de este planeta.

El episodio piloto explica qué hacen aquí los aliens, qué raros que son y qué tonterías hacen, y cómo reaccionan los Weaver. Me puse a verlo sin saber absolutamente nada de su trama, me sorprendió y me gustó bastante. Incluso se atreven a mostrar el aspecto original de los extraterrestres, con un par de escenas de CGI decente. Pero a medida que la serie ha seguido avanzando, la cosa no hay por dónde cogerla. Todos los chistes sobre comportamiento anormal dentro de la comunidad WASP estadounidense, ya los hicieron la familia de Cosas de marcianos, Alf y Steve Urkell. El ingrediente cómico se limita a que la comunidad alienígena desconoce las costumbres terráqueas, las pervierte o no se atreve a aceptarlas. Y ya. El humor es inocente y espeso, y lo único que me genera interés son los tres niños pequeños. Tanto los dos impresionantes actores de cinco o seis años que interpretan a los hijos del matrimonio humano, como sobre todo el espécimen menor de todos los alienígenas, un chavalín andrógino y con una voz y unos registros de no creérselos que es uno de los descubrimientos televisivos de los últimos años. Pero la serie es una chorrada, vamos, y ya no la veo más.

Spider-Men 1-5 (2012)

Esta serie (por supuesto, como todas las sagas de grapa ya, ideada de cara a una reedición en tomo, que debe ser el único formato rentable), es uno de los grandes éxitos de Marvel de los últimos años, pero a mí me ha parecido un experimento flojísimo. Desesperada por la coyuntura y ante el negrísimo horizonte, Marvel se empeña en seguir explotando a su vaca sagrada, y se ha empeñado en resetear, por enésima vez, al amigable vecino, con un nuevo alter ego (un jovencísimo mulato con traje arañoso negro) para un universo paralelo. Se salvan los diálogos de Brian-Michael Bendis, y los dibujos de la tal Pichelli, a medio camino entre un romita al azar y un ilustrador de revista de moda. Había que presentar al pipiolo Miles Morales en sociedad y arañarle audiencia, y para ello se llevan a Peter Parker, el de toda la vida, a esta otra dimensión a través de un pórtico espaciotemporal que ha abierto Mysterio con la intención de encerrarle allí para siempre. Durante los cinco parsimoniosos números, no pasa absolutamente nada que no fuera predecible ni susceptible de olvidar de inmediato: nadie cree a Spidey, que en esta dimensión murió trágicamente hace mucho; Gwen Stacy o Tío Ben, sin embargo, están vivos; Mary Jane Watson es una actriz de éxito internacional… Y así cuatro cositas ligeramente distorsionadas. Al principio Parker es vilipendiado, pero poco a poco se alía con el Spider-Man marrón y convence a su familia. Y los planes de Mysterio son truncados, como ya sabíamos desde un principio, y todo vuelve al punto de partida en las últimas páginas, tras una serie de despedidas, esto hay que reconocérselo, bastante intensas y emotivas. Una historia además prescindible, porque auguro que la vida de Miles va a ser mucho más corta que la de Miguel O’Hara y hasta que la de Spider-Ham.

Nunca me has gustado (Chester Brown, 2007)

El cómic, como el cine, es un arte muy joven. Pero que encima se ha desarrollado muchísimo más lentamente. Por el inferior volumen de producción y proyección, por cómo ha tratado la industria a sus creadores (prácticamente sin reconocimiento ni firma hasta entrados los sesenta), y por cómo de pronto, ahora que por fin parece que en las últimas décadas empieza a desarrollarse con mayor libertad creativa y plenitud (pese, o tal vez gracias a –es pronto para juzgarlo– la imposición comercial de la dichosa novelagráfica), no sabemos si de aquí a unos años se va a ir todo a la mierda y la literatura, gráfica o no, va a dejar de existir. Como sea, es curioso que el medio en gran parte sigue arrastrando los mismos clichés a día de hoy que en los años cincuenta, cuando empieza a surgir tímidamente el comix underground. Algunos artistas siguen empeñados en tratar de colarnos por enésima vez su personalísimo y chiripitifláutico “American esplendor”, y a mí me aburre bastante todo esto. Algunos al menos lo hacen con mucha gracia, o tratan de aportar estéticamente algo nuevo con su dibujo; o incluso algunos cuentan historias autobiográficas que son verdaderamente interesantes (desde primera línea de una guerra, o con recuerdos de incontestable interés social). Pero de estos indies tristes e inocuos que nos fabulan sus aburridas chorradas cotidianas, yo estoy bastante harto. O a lo mejor cuando este tomo cayó en mis manos yo tenía una mala tarde. Pero basta ya. Manos blancas.

martes, 13 de noviembre de 2012

Alien Dossiers (1991)

Rebuscando cosas, encontré por casa la colección completa de Alien Dossiers, que no recordaba que tenía. Y nunca lo había leído. Asociaba esta cole con la serie Alien Legion, y no tiene nada que ver: se trata de un experimento de Eclipse Comics ideado por Bruce Jones, que trataba de recuperar el espíritu de las historietas cortas autoconclusivas de ciencia-ficción (pilar del cómic norteamericano de mediados de siglo). Por la temática y la época en la que fueron creadas, muchas de estas historietas remiten más, sin embargo, a los Tharg's Future Shocks de la revista 2000 AD, y a otras revistas de ci-fi a la europea tipo Totem o Metal Hurtlant. Sobre todo, por la gran cantidad de referencias eróticas y desnudos femeninos contenidos en sus páginas. Aunque algunas historias me han gustado mucho y merecen mucho la pena, la parte gráfica deja bastante que desear. Pocos son los nombres conocidos que desfilaron por sus páginas (Len Wein, Tim Truman, Lee Weeks, Bill Wray, Rick Geary, Rafa Negrete, Charles Wagner...); pero en la edición española (Forum), qué tiempos aquellos, Antonio Martín se empeñó en hacer de aquello un punto de encuentro de aficionados a la ciencia-ficción, y rellenó la revista con artículos, relatos clásicos, la clásica sección de carteo y secciones exclusivas, como una historieta inédita de Salvador Larroca y otra serie de refritos de autores españoles (Ventura y Nieto, Manel Gimeno, Adolfo Buylla) sacados de aquí y allá. Curioso.

Álex Fito - Raspa Kids Club (2010)

Tenía por ahí a medio leer esta medio-"novela gráfica" de Álex Fito, un monstruo al que conocí hace siglos en el Mondo Lirondo de La Penya (¡que va a cumplir veinte años!), y que recopila todas las historietas que hizo para Nosotros Somos Los Muertos. El rollo va de niños infelices que se evaden de la realidad refugiándose en el mundo de los sueños, un universo tétrico y enfermizo, donde las criaturas son muertos campantes que juegan a cosas mórbidas y desagradables. Una especie de parque temático de la muerte onírico que pertenece solo a los más pequeños, en el que un grupo de personajes viven estrafalarias tiras cómicas. El tomo queda un poco raro, ya que para darle cohesión al tomo Álex realizó nuevas historietas que tratan de enlabazar las negrísimas tiras, lo cual yo creo que no hacía falta. Pero el resultado es realmente precioso y original, con esos muñecajos de Fito a medio camino entre los de Edward Gorey y la Pandilla Basura. Especialmente hermosa la recreación de El día de los muertos mexicano que cierra el álbum.

Amazing Spider-Man #688-692

Ya estoy casi al día con la colección de Amazing Spider-Man, y me ha costado lo suyo, porque Dan Slott está ya bastante pesadito con las larguísimas tramas tremendistas que no van a ninguna parte. Esta vez la cosa va sobre el Lagarto, que está más domeñado que nunca por su parte reptiliana, que le tiene deshumanizado perdido, y es encerrado en Horizon Labs. Morbius (que lleva allí como un año bajo tutela de Max Modell) le intenta ayudar en su enésimo experimento para curarse, pero en lugar de hacer ello decide contagiar a cuatro de los pringados de allí e intentar huir y matar a un montón de gente, sin éxito. Spidey al final le detiene, le encierra en la cárcel y revierten la transformación. Pues vale. Ya sé por qué Camuncoli me daba tan mal rollito: es que no me había fijado en que le está entintando Klaus Janson, que además de entintar como el Klaus Janson de siempre, encima debe haber desarrolado Parkinson con la edad.

sábado, 10 de noviembre de 2012

The watch (Akiva Schaffer, 2012)

La última comedieta de Ben Stiller se iba a titular "Neighborhood watch", y al final se llama solo "The watch". Para su estreno en España será "Los amos del barrio" (¡boo!), y en sudamérica "Vecinos cercanos del tercer tipo" (¡bravo!). La cosa va de ciencia-ficción cotidiana y de barriada, cuando en el pueblecito de Glenview, Ohio, empiezan a sucederse los crímenes salvajes. El gerente del CostCo local, Evan Trautwig (Stiller), vecino ejemplar y metido en mil follones de voluntariado, trata de formar una patrulla ciudadana ante la incompetencia de los dos policías del pueblo (Mel Forte y Mel Rodriguez). A la primera reunión del nuevo equipo de vigilancia se presentan tres mendas: Vince Vaughn, nuevo en el barrio y con ganas de conocer gente para tomar unas birras; Jonah Hill, un sonado amante de las armas y la violencia, que no fue admitido en la policía; y Richard Ayoade, haciendo su papel de nerd inadaptado y flemático del que probablemente no se desencasille ya nunca jamás, que se une para entrarle a las tías. Una pandilla estrafalaria que no tendrá más remedio que trabajar unida cuando descubren que las muertes provienen de terroríficos y babosos invasores espaciales. Una buddy movie en entorno suburbial, simpática sin más, dirigida por el siempre correcto Akiva Schaffer (SNL, la estupenda "Hot rod") y co-escrita por Seth Rogen. Sin estridencias ni esa omnipresente supuesta incorrección política atávica y endémica a la Nueva Comedia Americana (que se suele traducir en pedos, mocos y borracheras escandalosas, poco más), que yo detesto, lo cual se agradece.

Gabriele Coen Jewish Experience - Golem (2009)

Me encontré por casualidad con este disco del saxofonista y vientista italiano, que perfectamente podría formar parte del cuadro de Radical Jewish Culture del sello Tzadik (aunque lo publicó Alfamusic; más tarde Coen publicaría con Tzadik). Di con él buscando interpretaciones ignotas de John Zorn. En "Golem" se incluye una revisión extraordinaria de Mahshav, una pieza que me vuelve loco, que se te va la olla. Aquí está interpretada al clarinete, contrabajo, chelo, guitarra eléctrica y percusión, y el resultado es un poco AOR para mi gusto (el original de piano y clarinete de "Bar Kokhba", 1996, es insuperable, me transporta a otro planeta). El disco en general suena bastante smooth, pero sin salirse de la escala árabe. Smooth jazz exótico perfecto para acompañarme en estas fechas lluviosas y apáticas. Incluye también una versión moruna y desatada de Miserlou, el clásico compuesto en 1926 por el griego Tetos Demetriadis (transformado en los años 50 en un estándar del instro-surf por Dick Dale y perpetuado por Tarantino). Aquí Coen es fiel a la partitura rebetika original, actualizada y enloquecida en los momentos álgidos. El resto del disco va por la misma línea, con jugueteos con la escala árabe y las canciones judías bíblicas populares (Quando el Rey Nimrod, Gilk, Golem), poemario hebreo contemporáneo (Dona dona), klezmer del siglo XXI (Manny Katz, Zorn) e incluso un experimiento propio de son hebreo (Cuban shalom).

Amazing Spider-Man #682-687

La saga "End of the Earth" es un poco pocha. Todo se resume en el que el Dr. Octopus se está muriendo, y reúne una vez más a los Seis Siniestros para chantajear a toda la humanidad, a vueltas con el fin del mundo. Ha instalado una especie de potenciador de los efectos del cambio climático, y amenaza con no desvelar cómo evitar sus efectos si no reciben él y sus compinches millones de dólares. Y encima, todos le toman por el bueno de la película, el salvador. Todo esto sucede en torno a una reunión del G-8, en la que se plantan los Vengadores como si nada, campando a sus anchas (memorable la secuencia en la que Spidey le suelta a Al Gore una amigable y vecinal hostia), y la crisis mundial es seguida desde todos los puntos del globo. La saga sirve de excusa para el lanzamiento de la nueva serie de Big Hero Six (la Patrulla-X japonesa), guionizada por Chris Claremont, y basicamente para que los Avengers se las vean una vez tras otra con los Seis Siniestros, con la ayuda de los tipos de Horizon Labs y los mil y un gadgets del nuevo traje de Parker. Mucha acción y mucha bobada ecológicamente correcta. Lo más destacable, los dibujos de Humberto Ramos, como siempre. El Camuncoli no termina de convencerme.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Punto de lectura (recordatorio)

Como soy un lector inconstante y mediocre, tengo muchos frentes abiertos. Esta mañana ordené y limpié la casa, y después he estado poniendo en una pila, física, los libros que tengo a medias, casi todos muy avanzados, y que me he propuesto atacar en mis inminentes vacaciones, porque se me acaban los marcapáginas. También estos.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

The amazing Spider-Man (alguien, 2012)

No pago conexión a internet. Me bajé esta película de un servicio de torrent. La vi a oscuras, de refilón, en mi TV de bajo consumo, mientras jugaba al póker online y ganaba cientos de miles de dólares. Y aún así no me puedo quitar de encima, ni con salfumán, la sensación de que he tirado el dinero viendo esta puta mierda vergonzosa. Han hecho una película de Spider-man para monos con discapacidad cognitiva, debe de haber sido un experimento, un hito cinematográfico como cuando se inventó el travelling. Como ese avance técnico que permite subtitular en tiempo real las cosas que salen por la tele para que las pueda entender un sordo, algo así debe de ser esto. Un nuevo paradigma que pretende acercar el séptimo arte a los microorganismos unicelulares. Está bien, que se hagan cosas para los más desfavorecidos, pero deberían avisarlo. Poner un disclaimer al principio, para que las personas normales no se sientan tentadas de verlo. Como la orejita esa del Dual o los dos rombos, algo así. Dos zurullos en una esquina.

"Nigromancia en el reformatorio femenino" (John Tones, 2012)

Estoy muy contento de que exista Memento Mori, una colección modesta recién nacida en el seno de una humilde editorial, que se inspira en la literatura española de kiosko de toda la vida, los bolsilibros que a mí tanto me estimulan. Ambiciona además la idea de no ceñirse a los géneros originales (western, ci-fi, terror y policíaco, basicamente), sino abrazar el batiburrillo propio de estos tiempos que corren en los que ya está todo visto. Así, los dos primeros números de la colección son "Perros del desierto" de Frunk Serrano, que parece que viene a ser algo así como un western policíaco post-nucelar, y éste de Tones que fija su vista en cosas como el slasher, las WIP (women in prison) movies, los tebeos de la EC y el punk, dando como resultado un pastiche genuinamente pulp, muy respetuoso con la novelita de a duro de toda la vida, pero escrita para el joven lector contemporáneo adicto al hype cinematográfico más a la última.

Decía que estoy muy contento, por un lado, porque para los aficionados a la literatura popular retro, todo lo que huela a recuperar el espíritu de antaño es bienvenido y llena de entusiasmo. En mis estanterías están, a medio leer, por ejemplo, proyectos como los cuatro preciosos tomos que recuperan novelitas policíacas de Bruguera seleccionadas por Moncho Alpuente para la impecable colección Serie Negra de la editorial Akal, "¡Bang, bang, estás muerto!"; y ya di cuenta de los números uno y dos de la frustrada y llorada Pulp Ficción de 23 Escalones; ¡si hasta me estoy comprando la serie de 21 Dedos del puñetero José Ángel Mañas, por puro influjo pulp!
Pero además de la obvia satisfacción y el deseo de continuidad de este proyecto por lo hermoso y necesario, es que conozco y aprecio tanto a los autores como al entusiasta editor. Así que eran muchas las ganas de poder tener esto en mis manos, y de leerlo. Y lo mejor es que, encima, "Nigromancia en el reformatorio femenino" está a la altura de lo esperado.

Como mandan los cánones, toda la acción transcurre en América Del Norte, dentro del reformatorio femenino de Lombroso, un antiguo manicomio acondicionado para acoger a jóvenes díscolas y calentorras, al que ha ido a parar la protagonista, Sandra. La pelirroja Sandra, hija de un predicador líder de una secta, está encerrada por participar en un tiroteo durante el asedio de su granja familiar (al más puro estilo del desenlace de los Davidianos o el del SLA). En el reformatorio, por supuesto, será acosada por las pérfidas camioneras, y maltratado por los guardias o la inquietante y execrable Cavanaugh, la alcaidesa. Pero al margen de la terrible vida en prisión, pronto iremos descubriendo que el antiguo manicomio guarda un terrible secreto, y se empiezan a suceder los asesinatos. Oscuros monjes armados, sectarios, monstruitos, pasadizos secretos, hipnosis ritual, sacrificios humanos, abusos sexuales... Sandra y sus escasas aliadas tendrán que hacer frente a sus enemigos y a un maleficio milenario, en un popurrí de sexo, violencia, espiritismo y exploitation surtida, bien escrito, repleto de guiños y homenajes, y a un ritmo endiablado que ni Clark Carrados.

lunes, 5 de noviembre de 2012

VVAA - "The dark side of classical music"

Este frío otoño, durante el maravilloso día de Halloween, me estuve sugestionando todo el rato con este disco que aparecía en la cabecera de Spotify, en lugar de deambular, como otros años, rebuscando en la Red el milésimo recopilatorio de horror-rock, surf vampírico, space-age jingles y beseós de monster movies. Nada más despertarme me topé con esta extraordinaria y sencilla carátula (a medio camino entre un clipart de Windows y un retrato animal del X'ed Out de Charles Burns), que envuelve cuatro horas de pomposo e intenso guirigay sinfónico para ver llover mientras lloras a un amor perdido o para tajarse las venas en la bañera con mucha parsimonia. No faltan el Carmina Burana, la Danse macabre, réquiems, nocturnes, muchísima sonata en penetrante C menor, oscuras tocatas, cantos goliardos, óperas de mucho plañir y desesperadas composiciones de desamor con mucha circunstancia de hace cuatrocientos años. Como no estoy capacitado para hablar de esta solemne y trascendental música docta, voy a contar lo que hice durante Samhain. Querido diario: esta tarde-noche de Halloween en el bar estuve poniendo muchos discos de temática fanta-terrorífica, que los tenía allí en una tarrina de una inolvidable noche que pinché en un bar en Walpurgis. Luego me bebí mi peso en ron. Había estado decorando el lugar con más esmero que un emo de Nueva Inglaterra, hice este año 4 calabazas con vela dentro que tuvieron mucho éxito (una grandota, tres peueñas con el logo corporativo y finalmente, el día de Todos los Santos, me curré una Sandía de Halloween muy graciosa y estuve tres días invitando a zumo de sandía a los allegados). Me chiflan estas cosas. No hubo lugar para encerrarme en casa a ver películas de género, pero me gustaron el episodio temático de Suburgatory y el de El asombroso mundo de Gumball; me parece un churro el disco de The Polyphonic Spree recreando la BSO de "The Rocky Horror picture show", que lo esperaba mucho más digno; y en fin, que he pasado por encima de tan señalada fecha friqui casi sin tocarla. Pero sí que me pasó una cosa muy curiosa que marcó esta fecha: llevo dos meses yendo muchísimo al dentista, porque el tipo descubrió un filón dentro de mi boca, y me está sacando y recomponiendo más piezas de las que tengo. Y a media mañana del 31 de octubre, estaba desayunando en un bar español de la calle San Bernardo, cuando mordí un cacho de pan y se me partió una funda provisional que me habían puesto cubriendo buena parte de mis incisivos. No me quedó más remedio que llamar desesperadamente a mi dentista, porque se me había quedado a la vista el desbarajuste estructural que me ha estado esculpiendo a lo largo de varias sesiones, sobre el que irá, cuando llegue, mi aparatosa y delicada corona de zirconita supramolecular. Volví a casa aterrorizado, y una vez que me dieron cita la funda temporal terminó de desprenderse, dejando a la vista las minúsculas raíces talladas en mitad de la encía frontal. Me hice una foto posando en el baño, con ese aspecto de sobrino de Moonraker, de yonki terminal o de criatura intraterrena. De camino a la silla de tortura, en el Metro, me sentía observado, en mi mente aparecían espirales en movimiento con rostros de gente anónima señalándome y burlándose, portando antorchas y jaleando: "¡Matad al monstruo, matad al monstruo!". Sudores fríos, temblores. En la clínica me atendió un señor de avanzada edad al que había visto algunas veces ir y venir en bata, que me dio mucha confianza, ayudado por su atractiva asistenta, y les sugerí que me hiciesen un especial de Halloween, que total, era para dos días porque mi coraza definitiva llegaría el mismo viernes; que para hacer unas risas por qué no me fabricaba en cerámica unos colmillos de sable. La jornada en sí también fue una pesadilla, que estoy por llamar a Alberto Chicote para que ponga orden en mi lugar de trabajo, que no puede ser las palizas que me están dando, y mi jefe, siervo de Satán, me quiere dejar sin vacaciones.

Seeking a friend for the end of the world (Lorene Scafaria, 2012)

Steve Carell es un tipo que me cae muy bien. Soy un fan moderado, porque no he visto ni me interesa demasiado The office (ninguna de las dos) y me la repanpinfla el post-humor gamberro ("Virgen a los 40"), pero Steve me caló hondo desde la primera de "Como dios" (le regalaron la segunda, que es bastante boba), me encanta verle como humorista colateral ("Anchorman: The Legend of Ron Burgundy", "Melinda & Melinda", "Pequeña Miss Sunshine") y me parece el invitado perfecto para "La cena de los idiotas" versión USA y "Superagente 86" para el siglo XXI posible. Pero como me ha calado definitivamente Carell ha sido con este papel, una incursión de cabeza en el patetismo, el drama romántico, un protagónico extraordinario en una película que me ha vuelto completamente loco, y se ha convertido en mi favorita de los últimos años. Junto a la preciosa pirata Keira Knightley y la escritora y directora de esta deliciosa aventura extrema, Carell me ha ganado para siempre. "Seeking a friend for the end of the world", como aclara su título, nara los últimos días de la historia de la Humanidad, amenazada la Tierra con el impacto inminente de un devastador meteorito, a través de los ojos de un sombrío tipejo al que el Armageddon le viene grande. La película arranca cuando a Steve Carell le abandona su mujer, de un portazo, al darse a conocer al mundo la noticia de dicho Apocalipsis. Mientras el mundo se desmorona, el Caos Reina y todos los allegados de Dodge/Carell se dedican a aprovechar sus últimos minutos de vida saqueando, violando, organizando orgías masivas, quitándose la vida con estilo e imaginación, chutándose heroína, reuniéndose (o asesinando a) sus seres más queridos (en fin, lo que haríamos cualquiera de nosotros), Steve se encuentra desamparado, solo, recién abandonado y se resigna a sucumbir a la Hecatombe y la anarquía. La primera parte de la película es un desideratum de momentos cómicos y diálogos brillantes (el reparto es impecable, con Rob Corddry o Patton Oswalt protagonizando momentos desternillantes), y el comportamiento de los personajes en torno al Fin del Mundo resulta al mismo tiempo delirante y desesperante. La desesperación y la angustia son sentimientos que se me aferraron a la garganta durante toda la película, no sé si por la predisposición o por sentirme de alguna manera hermanado al personaje de Dodge, que una vez que se encuentra solo en el mundo decide dedicar sus últimos latidos a reencontrarse con su amor de juventud. Por supuesto, antes de apenas dar el primer paso conocerá a Penny/Knightley, y ambos emprenderán un disparatado viaje finiciático, armando una buddy movie asfixiante, intensa, hermosísima, tierna y lo justo de moñas y apasionada que me dejó exhausto y que ya he visto un par de veces. Los actores principales, los secundarios, los extras, la música (una selección portentosa), los lugares visitados, el comportamiento de la gente (desde la memorable y desesperante asistenta hispana hasta los empleados de Friendsy's pasando por los disciplinados papanatas del búnker), el irrespirable clímax, los objetos (esta es otra de esas películas con objetos, lugares y detalles con vida propia que me gustan tanto: los LPs, el avión, los sobres encarnados, la araña indultada, ...), las relaciones humanas, todo encaja a la perfección y resulta oxigenante dentro de tan dantesco escenario. Una pequeña maravilla.