jueves, 31 de octubre de 2013

Circus Contraption - Grand American traveling dime museum (2005)

Circus Contraption es una banda de reciente descubrimiento que escucho mucho desde hace varias semanas, en casa y en el trabajo. Su sonido es una mezcla de vodevil, hard rock y gitaneo balcánico, misterioso y disparatado. A ratos me recuerdan a Mr. Bungle, a ratos a unos Gogol Bordello de bajón o a alguno de esos grupos rollo steampunk disfrazados y sobreproducidos. Como sea, CC lo formaban una veintena de músicos, acróbatas, cantantes y bailantes (con nombres de guerra como Delphinia Spit, Acrophelia o Dr. Loligo Calamari), que iban de gira con espectáculos de variedades completos al estilo de mis queridos Tiger Lilies. Burlesque, opereta y balkan music, acordeones, violines e instrumentos informales dieron forma a 5 discos muy entretenidos e inspirados, el primero de ellos instrumental. La actividad del grupo parece ser que se interrumpió definitivamente el día que dos de sus miembros principales, Dexter Mantooth y Shmootzi the Clod, murieron durante una masacre de rutina en Seattle en 2012.

DJ Sexyflow - Sexyslangz (2010)

No puedo evitarlo: me atraen los subproductos culturales, los discos, fanzines y sobre todo libros inverosímiles y únicos, los panfletos curiosos que te ofrecen por la calle, los libros de tiradas ínfimas que se venden en los bares, la literatura minoritaria de culto, cosas ilegibles que me llaman para que las posea. Apenas compro discos originales en los conciertos, los que hacen los amigos para regalar o los que tienen a la venta en un sombrero los músicos callejeros. De estos no tengo muchos (el del dipsómano flamenco y tuerto que habita un banco de Malasaña y que una vez tocó en la sala Galileo o el de esa vieja gloria de TVE que ahora vende su disco por el Metro, que ahora no lo encuentro ni recuerdo su nombre...). Total, que el otro día viene a mi curro un negro, muy entusiasmado vendiendo su CD, asegurándome que tienen miles de visitas en Youtube, que graba sus propias cosas en casa, que hay que apoyar las iniciativas minoritarias, que lo suyo es un estilo de hip-hop con raíces en una milenaria danza africana y que rapea en inglés, francés y español... como en un chiste. A mí no hacía falta que me convenciera, me tenía en el bolsillo desde el principio, y le di 5 eurazos por su disco. De esto hace en realidad varios meses. Esa misma tarde su disco estuvo sonando bastante rato en mi curro, y esta birria me dejó bastante perplejo. Temas de hip-hop ultracatólico llenas de blasfemias (como 75 bitches, que en serio, es un alegato evangelista), una voz infame y unas bases de Casiotone ochentero conforman un CD de 14 canciones (en lugar de las 6 que indica en la contraportada) totalmente insoportable, chirriante y aburrido, en la línea de cualquiera de las cosas que suenan en el show radiofónico de Joyamayúscula y Frank T. El tipo, majísimo, me firmó el disco por detrás, con una dedicatoria inversa, es decir, con mi nombre dedicándole el artefacto a él, y su teléfono para contrataciones. Hoy que es Halloween igual lo pincho.

Los normales (David Gilbert, 2006)

Este libro, este jodido mamotreto de 500 y pico páginas se me ha atascado estas últimas semanas como una espina de ballena en la tráquea, incapaz de avanzar, transportándolo de un lado a otro cogido con la punta de los dedos con un poco de asco, pero negándome a abandonarlo por una absurda promesa que me hice hace tiempo, harto de dejar libros a medias, de tener marcapáginas diseminados por todas las estanterías. Una novela del debutante Gilbert, que me ha resultado irritante, cansina, presuntuosa y hueca, como si me la estuviera susurrando un butanero vestido de azul; el principal motivo de que esto me haya ofendido tanto son cosas como esta última frase que he utilizado: la lectura está atestada de metáforas pedantes y sin sentido, la conjunción "como si" aparece en dos de cada tres párrafos y las comparaciones, casi siempre, no pueden ser más estúpidas. Es posible que la intención del autor fuera resultar irritante, porque el protagonista, el joven Billy Schine, difícilmente podría ser más cretino, como si un pedo restallara sobre un lienzo de carbono cada vez que atardece. El tipo sufre de pronto una erupción de manía persecutoria, tras recibir una carta de un abogado que le reclama una deuda de 60.000 dólares por gastos escolares, así que decide convertirse en cobaya humano y largarse quince días a un hospital experimental, en el que será sometido a una serie de pruebas, como si un vaso de metacrilato canturreara sobre la bahía de Chesapeake. Casi toda la novela transcurre dentro de ese frío hospital, y avanza (y retrocede, avanza y retrocede una y otra vez...) a trompicones, a duras penas, entre metáforas como si un sapo besara a la princesa Leia plagada de términos farmacológicos, asfixiante, aséptica, totalmente libre de emoción alguna. La narración del día a día de los normales en el hospital suburbial se complementa con las historia paralelas de la madre con alzheimer del protagonista y su marido, que planea un suicidio asistido junto a ella; la historia del hype de una noticia sobre un chaval con cáncer cuya resonancia se parece mucho a la Sábana Santa de Turín y se convierte en la noticia del año; la ida de olla de uno de los internos; el sueño de participar en otro ensayo científico clandestino en el futuro... Todo resulta irritante, aburrido y gélido como un pasillo de hospital abandonado lleno de cajas de fruta con las pegatinas de las mandarinas medio raídas por la acción del salitre a media mañana. A partir de un argumento inquietante, esto se convierte en soberano coñazo presuntuoso, pavisoso y tan posmoderno como si un lirón con moño se posara sobre la cabeza de una estatua de El Pescaílla.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Always believe: The story of the Ultimate Warrior (2006)

Existe un DVD oficial de la WWE titulado "The self-destruction of the Ultimate Warrior" (2006), que cuenta, desde el punto de vista de Vince McMahon y asociados, por qué el (mal llamado en España) Último Guerrero desapareció de la lucha libre-espectáculo profesional cuando estaba en lo más alto. Jim Hellwig, el tipo que interpretaba al impresionante nativo-americano ídolo de los niños, se querelló contra dicho artefacto, y en 2009 un juez dio la razón a la WWE. Sin embargo, existe una versión con comentarios del protagonista, no comercializada, que es la que he visto estos días. The Ultimate Warrior fue uno de mis ídolos de infancia, y creo que de hecho era mucho más querido por los fans que el dichoso calvo fascista de Hulk Hogan. El outfit de Warrior, su rompedora entrada en escena (corriendo desde los vestuarios a ritmo de rock, agitando las cuerdas antes de saltar al "squared circle", agitando los brazos al cielo...), su "baile de San Vito", su vozarrón infernal y su gran corazón (más de una vez le salvó la vida a Hulkster y fue víctima de las tretas ilegales más ruines de los rudos, porque era bueno, porque el espíritu de Manitou estaba de su lado), nos cautivó a todos los chavales. Además de ser un personaje tan carismático, tan cool y con un cuerpo tan impresionante, James Hellwig, el intérprete que había detrás, era un intelectual, un inconformista y un tipo que se rebeló contra las tiránidas condiciones bajo las que competían los caricatos de la WWF, tipos obligados a representar verdaderas idioteces para débiles mentales, y además sin tener ningún control creativo sobre sus millonarios personajes. Hellwig se rebeló, se cambió su nombre legalmente al de Warrior (para no incumplir ninguna ley al utilizar un nombre que en realidad pertenecía a la WWF), y publicó sus propios tebeos de "Warrior", hizo sus giras por convenciones, etc. El férreo control que la empresa ejercía sobre el indio molón terminó con pleitos, malos rollos, acusaciones y despidos. La carrera del Último Guerrero, increíblemente, solamente duró de 1987 a 1991. Un par de años después, tuvo una fugaz y patética reaparición en la WCW, pero Hellwig estaba tan cambiado (por el abuso de sustancias potenciadoras de la musculatora, o como se llamen) que empezó a circular el rumor de que ese era otro Warrior, y que el original había fallecido y estaba en el cielo o en una isla secreta de la CIA junto a Paul McCartney. La versión de Hellwig, cabreadísimo y blasfemando durante algunos fragmentos del documental, es que McMahon y sus secuaces son unos bastardos mentirosos e hijos de perra, y la versión oficial es que The Ultimate Warrior fue un juguete roto, un picao y un problema para el delicado engranaje comercial del circo este del pay-per-view. Resulta que posteriormente a este documental TUW volvió a aparecer (ya siempre utilizaría el nombre de Warrior) en el pressing "de élite" (eufemismo para "no amateur" que se usa mucho en este asunto), e incluso estuvo de gira por España en 2008, luchando bastante desmejorado y apareciendo incluso en el programa de Buenafuente. Este mismo verano parece ser que ha llegado a algún tipo de acuerdo con McMahon para volver a ceder su imagen para la Gran Empresa de Wrestling, al menos para un inminente videojuego. Sea como fuere, al margen de las amargas polémicas, de las mentiras, de Hellwig a lo Henry Rollins fanfaroneando y tal, resulta maravilloso acercarse de vez en cuando a esa época gloriosa del pressing catch en España que tanto marcó a toda mi generación.

lunes, 28 de octubre de 2013

domingo, 27 de octubre de 2013

Update de pésimo domingo otoñal

Creo que no he hecho esto antes, pero si no estoy actualizando mucho este blog de reseñas, para variar, no es solo por la indolencia, sino porque no tengo mucho que poner. No paro de ver, leer y escuchar cosas que no entran en las categorías habituales del blog (series, basicamente). Pero quería dejar constancia. El final de Breaking bad, mi serie dramática favorita de todos los tiempos y espacios, coincidiendo con la nueva temporada televisiva americana, me dejó atribulado y con mono, así que me he puesto a ver todas las series del mundo, como un oficinista cualquiera. Sigo desde el principio The big bang theory, How I met your mother, The Simpsons, South Park, Futurama y creo que ya. Y he empezado con muchas ganas Marvel agents of S.H.I.E.L.D., Back in the game, Brooklyn nine-nine, Sleepy Hollow y The Blacklist, citadas en orden decreciente de interés. Lo he intentado con Boardwalk Empire pero no me engancha. De New Girl, que me la recomendaba repetidamente una amiga, casi me he puesto al día en dos o tres semanas. Y sobre todo, en todos mis ratos muertos, con tal de no pensar, me siento en mi maravilloso sillón con los pies en alto y degluto uno tras otro episodios de Matrimonio con hijos y Frasier. En ambas voy por la cuarta temporada, pausadamente, del orden de un par de capítulos diarios. He visto muy pocas películas ("Monsters University" bien, "La grande bellezza" regular), estoy estancado leyendo un libro muy irritante de David Gilbert que ya reseñaré si se acaba de una puta vez. Al mismo tiempo disfruto con el nuevo tocho de Jacinto Antón, el recopilatorio de The Atomic Elbow, la colección completa de Casacas Azules que ha caído en mis manos, con las entregas habituales de Batman, Spider-Man y Lobezno (he vuelto a comprar tebeos en papel... si es que estoy fatal), con los últimos 5 tomos de Usagi Yojimbo y con un maravilloso integral de Sir Tim O'Theo que he montado en el tablet. Cuando no estoy trabajando, estoy perdiendo el tiempo con una de estas cosas en cursiva que he puesto aquí, con la mente en blanco, a la espera de que se acabe este año y comience una nueva etapa de mi vida que tiene pinta de que va a ser interesante. Ahora mismo estoy muy agobiado, preocupado, despechado, pobre, abandonado, noqueado, y encima me toca ir y volver del dentista cada dos por tres. Por eso vivo una eterna adolescencia de la mente y no quiero salir de casa.

WWF bloopers, bleeps and bodyslams (1994) y otros

Esta semana me ha llegado por correo un lote de fanzines que pedí a un simpatiquísimo norteamericano, concretamente los 7 primeros ejemplares de Atomic elbow (supongo que lo reseñaré en esta página si surge), y su lectura me ha devuelto el gusanillo por ese espectáculo atroz y maravilloso que es el pressing catch. No es ni mucho menos la primera vez en el siglo XXI que me asalta esa inexplicable e irracional pasión hacia los payasos del ring y sus cabriolas (me estoy refiriendo aquí a los de la WWF/WWE exclusivamente), lejos ya de la adolescencia, y sin vergüenza alguna lo digo. De hecho, durante muchos años veía Galavisión y me enganchaba todas las mañanas de domingo a su maratón de lucha seguida de la película de Santo. Y en estos últimos años también he sintonizado bastante a menudo el recién desaparecido (y por otro lado repelente) Marca TV para ver el wrestling moderno con comentarios de Del Mar y Costilla, y ahora me arrepiento de no haberlo hecho más. En este nuevo arrebato estoy llenando rodajas y rodajas digitales con documentales, sesiones de pay-per-view de los 80 y 90 (Royal Rumble, SummerSlam, Halloween Havoc, Survival Series, todo Wrestlemania, el entrañable WWF Saturday Night's Main Event...) y películas bizarras y absurdas como estos VHS de lucha que editó a mediados de los noventa Coliseum Video. Bastante decepcionantes.

"Bloopers, bleeps and bodyslams" es un video mixtape en toda regla que repasa algunos episodios bastante idiotas. El problema es que hay muy poca lucha. Poquísima. Apenas alguna escena de enanos o árbitros haciendo cucamonas. Increíblemente, casi todo el material procede de Tuesday Night Titans, un talk-show ochentero de entrevistas al estilo Johnny Carson presentado por el infame magnate de la lucha Vince McMahon. Hulk Hogan haciendo batidos energéticos, los Wild Samoans cocinando, y otros luchadores gordos y feos diciendo fanfarronadas. Encima, estos cortes del TNT se repiten en las otras cintas. Apenas les diferencia el presentador de cada refrito, que en un caso es el popular locutor Eugene "Mean Gene" Okerlund, en otro el propio McMahon, en otro Gorilla Monsoon y del otro ni me acuerdo. "Wrestling most embarrassing moments", además de las consabidas chorradas del show nocturno ese, contiene algunas escenas de golpes en la entrepierna, una muy graciosa de un luchador al que le arrancan el peluquín claramente fuera de guión o muestras del estilismo más ridículo de la historia de esta pantomima. Y los otros dos se componen exclusivamente de unos seis combates ccompletos cada uno, a cuál más inverosímil: peleas con 20 hombres o 10 mujeres a la vez en el cuadrilátero, peleas enjauladas, Hogan peleando junto al announcer Okerlund, más enanos, gimmicks raros (Honky Tonk Man, Million Dollar Man, el manflorita luchador aquél), y con abundante material de los setenta y primeros ochenta, Bruno Sammartino, Tito Santana, Randy Savage, Bobby Hennan, etc.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Mail-order mysteries (Kirk Demarais, 2011)

Como recalcitrante norteamericanófilo y obsesionado por la cultura popular, me ha encantado la lectura de este libro, un préstamo de mi amigo Scari que he devorado en cuestión de un par de horas. Con el subtítulo de "Real stuff from old comic book ads!", este tomo desvela la realidad detrás de esos centenares de productos prodigiosos que se vendían por correo, anunciados entre las páginas de los tebeos de los años 60 y 70. Y básicamente, lo que nos viene a enseñar es que cuando un producto solo se vende por correo, es porque si se pudiera ver y manipular previamente en una tienda convencional, nadie en su sano juicio lo compraría. Un tremendo documento entretenidísimo y repleto de curiosidades e información, pero sobre todo revelador y un desmitificador tan efectivo como encontrarse a Papá Noel la mañana de Navidad masturbándose en el hueco de la chimenea. La sensación general tras la lectura es de decepción absoluta. Descubres que detrás de esos impresionantes anuncios a toda página que ofrecían realistas y poderosos monstruos de la Universal a tamaño real, se escondían pósters monocromos divididos por la mitad, de un material parecido al de las bolsas de basura; que los gigantic dinosaurs que prometían aventuras sin límite y control absoluto de tu bestia antediluviana, son todavía más fraudulentos que el dinosaurito deshidratado que se compra Bart Simpson para asustar a Lisa: se trata de simples globos de colores con dinos pintados; como globos también son los fantasmas vivientes para aterrorizar en Halloween. Globitos con la carita rechoncha de Casper, en lugar de esas pavorosas apariciones sobrenaturales anunciadas; esas alucinantes escenas bélicas a toda página apaisadas (obra de Russ Heath o Joe Orlando), que prometían ejércitos completos de soldaditos de maqueta, escondían tres o cuatro modelos repetidos de feísimos churros en 2D, altorrelieves con rebabas, embutidos en cajas de cartulina; el Submarino 2000 que se compra Chris Peterson (y que tarda más de 20 años en recibir en casa e instalar en la bañera), en el mundo real era poco más divertido y realista que sentarse dentro una caja de cartón de embalaje; algunos productos anunciados, como el truco para lanzar chispas por los ojos, simplemente consistían en ¡un folio fotocopiado!, con tres párrafos a máquina en los que te explicaban que te pusieras papel albal en las pestañas; y el autor nos aclara que ni los sea monkeys (sobrecitos con plancton y lapilli) hacían acrobacias, ni las acojonantes plantas carnívoras llegaban a crecer jamás, ni servían para absolutamente nada las hypno-coins, las X-ray spex, las piedras de kryptonita (rocas reales pintadas de verde) ni los silbatos para perros. Bajo sofisticados eslóganes y palabrería pop, se vendían trucos de magia de los que salen en el roscón de Reyes, trozos de caucho, inútiles carnets de socio, reimpresiones de panfletos de los años 20 o meros folios a modo de certificado oficial, que si acaso sirven para pagar una factura del gas gracias a eBay cuarenta años después, a costa de la PORNOstalgia. El libro me ha dejado triste y moqueando como una bofetada de padre, pero es un ordenado catálogo de imprescindible lectura para el aficionado al cómic yanqui de la Edad de Plata, mucho más goloso e interesante que productos como el oportunista "Papel y Plástico".

miércoles, 9 de octubre de 2013

"En tu boca húmeda" (José Luis Moreno-Ruiz, 1980)

Ya conté hace poco mi primer contacto con la obra de J.L. Moreno-Ruiz. Desde entonces, he conseguido algunos más de sus libros, cada uno de su padre y de su madre, de distintas editoriales, décadas, formatos y géneros. "En tu boca húmeda" fue su primera novela, publicada originalmente en 1980 (cuando JLMR tenía 27 tiernos otoños), y esta edición fue una reedición para la bizarra Pepe Navarro Collection, unos bolsilibros pseudo-eróticos de kiosko que nuestro particular Johnny Carson [risas] debió de apadrinar en la cima de su popularidad, en tiempos de La Veneno, Crispín Klander y Pepelu (año 2000). En una tienda del centro les queda una montaña.

Es una extraña historia muy de su época, en angulosa y cultivada prosa poética y con los capítulos decrecientes, que detalla en primera persona las difíciles primeras relaciones sentimentales de una transexual durante la Transición. Desventuras en torno al (tercer) sexo y la pasión bastante explícitas, con cameos de enanos toreros, muñecas terroríficas, fascistas y guardias de la porra. Una historia costumbrista, incómoda, triste y repleta de imágenes elegíacas, bucólicas y agridulces.

"Suomenlinna" (Javier Calvo, 2010)

No había leído nada entero de Javier Calvo, adalid de la Literatura Posmo; lo intenté con un par de sus novelas con portadas de Ron English o Mark Ryden... no no, con la del retrato de Lovecraft, creo... Pero por unas razones u otras no me enganchó (o lo tuve que devolver a la biblioteca por la fecha, como siempre me pasa). Así que solo tengo esta novelita para juzgarle. Como traductor oficial de Palahniuk o Foster Wallace, ya estaban tardando en Alpha Decay en pedirlo algo, aunque sea cortito, aunque sea una chorrada, algo que hubiera hecho de chaval... ¡lo que sea! ¡¡POR FAVOR!! Su colección Barco de Vapor Héroes Modernos era la ideal para este trabajo, una historia súper, súper post-todo, ambientada en Finlandia, sobre una adolescente conflictiva que admira a Mayhem, está obsesionada con "El hombre de mimbre"* *(en inglés en el original) y se junta con malas compañías. La historieta juega con el metalenguaje, como hacen ahora los post-escritores (la protagonista ansía en algún momento conocer a su autor Javier Calvo), así como todo creo que resulta ser una metáfora gordísima de algo; o mejor dicho, ¡el mundo es una metáfora de esta historia! Guau. Supongo que es muy brillante, trascendental y solemne todo lo que se cuenta, pero a mí me pareció bastante hueco y carente de emoción o interés alguno. Pura pose. Este libro en concreto (no he leído nada más de Calvo) me pareció literatura post-barata y post-bonita para vender deprisa y llevar visible en el outfit nada más ponerse a la venta. Yo lo encontré a 3x2 € en un mercadillo benéfico no vintage muy lejos de Malasaña.

martes, 8 de octubre de 2013

The Dead Brothers - Wunderkammer (2006)

Estos días anduve escuchando mucho a esta banda, un grupo de revisionismo del folk norteamericano que preparan combinados de country, bluegrass, rag, mussette y gypsy jazz, con unos toques de vaudeville que recuerdan a Tom Waits o Tiger Lillies (banjos, acordeones, vientos e instrumentos informales les hermanan). Ellos se definen como una "orquesta funeraria", y efectivamente sus letras y su cadencia sugieren melancolía, muermo y haber elegido muehte. En este caso, les caracteriza que provienen de Ginebra, Suiza, y quizá por eso entre los momentos de sufrimiento vaquero se cuelan canciones en alemán (Goldbrunbruner Platz, de su disco anterior "Day of the dead", 2002; o Marlene, un tema propio en homenaje al himno no-nazi por excelencia), francés (Plaisir d'amour, Entre chien et loup), español (el clásico son Esclavo triste, La Paloma, Nunca le cantado el blues de su BSO instrumental "Flammend Herz'", de 2004) y hasta sus particulares versiones de Mustapha (no la de Queen, sino aquel viejo "pre-sirtaki" griego sobre la vida en Egipto, que popularizó Bob Azzam en los 50, y durante décadas sonó en todos los guateques horteras del mundo... incluídos los españoles, transformada aquí en «Cheli te quiero, cheli yo te adoro»...), St. James infirmary blues, Teenage kicks o Bela Lugosi's dead estas dos últimas de su disco más reciente, el estupendo "5th. Sin-Phonie" (2011), al que todavía debo bastantes escuchas.

lunes, 7 de octubre de 2013

Affliction (Mark Hejnar, 1996)

Después de rascar bastante, encontré una copia digitalizada de este documento editado en VHS en 1996, que consta de 45 minutos de imágenes perturbadoras de sexo raro y ultraviolencia, con afán de provocar y mostrar algunos de los intentos que se hacían en la América de finales del siglo pasado por llevar al extremo y masacrar la Primera Enmienda ésa con la que tanto se relamen y que tanto enarbolan. A velocidad de vértigo se suceden performances de artistas extremos y cercanos a la Cultura del Apocalipsis, como el polémico (y convicto) dibujante de tebeos enfermos Mike Diana, provocándose el vómito alegremente sobre un crucifijo, una Biblia y una bandera de su país (un fragmento que recuerda vagamente al famoso cortometraje de Javier Krahe), extractos de actuaciones surtidas y asquerosas de GG Allin, discursos de un fanzinero tarado que se hacía pasar por asesino en serie (Full Force Frank), la actriz porno Annie Sprinkle dándolo todo sobre el escenario, salvajes videoclips de Cumdumpster, Pile Of Cows o God Loves Over Dose, y otras piezas intercaladas de dudosa procedencia (nazis, peleas de perros, guarradas diversas) mezcladas por el autor de la cinta.