Los videojuegos de Sierra forman una parte gorda de mi educación sentimental. Tenía por casa esta 8ª entrega de las aventuras picantes de Larry Lovage desde hace por lo menos dos años, y ¡no lo sabía! Me lo debí comprar o me lo regalaría alguien, y como siempre digo, no soy mucho de jueguecitos. De hecho he encontrado cuatro o cinco más a los que no he jugado nunca. La semana pasada le dediqué unas cuantas horas, y enseguida me lo acabé (aunque todavía me falta el 30% de cosas nuevas que hacer, como pasa con esto del sandbox). Como siempre, el juego es un cachondeo. La gracia, al menos para mí que lo de los botoncitos me la suda, está en ir yendo de una escena cinemática a la siguiente, y ver cómo Larry va desfaciendo entuertos y magreando a las mozas. En este juego sí que folla. Creo recordar que en las primeras entregas de Larry, aquellas de "píxeles como puños" del 386, nunca llegaba a hacerlo. Y si lo hacía, era pagando, y encima pillaba la sífilis. Aquí la cosa transcurre en un campus universitario. Vas entrando a un total de 12 pibas, si no recuerdo mal, que están todas muy buenas y son muy tontas. La cheerleader, la freak, la redneck, la geek, la nerd, la rebelde, la vikinga de intercambio, la profesora del laboratorio, y así. Se avanza a base de superar minijuegos verdaderamente estúpidos y molestos. Saltos en cama elástica, bailes idiotas o el juego del durito. Te vas emborrachando y meas o tomas café para que se te pase, porque influye en tu destreza a la hora de superar los juegos gilipollas. Como digo, los minijuegos, el desarrollo en sí, es un coñazo. Lo único que cuenta es que Larry supere un par de trámites para ver las escenas de película, los dibujitos animados picantes. Y las mozas se desnudan. Aquí se ve mucho, se cata pelo y todo. Pero si no fuese por el cachondeo, que a veces me partía de risa (estos de Sierra, qué salidos están y qué tonterías hacen, son como el SNL de los videojuegos), por las tramas y las chorraditas ocultas, esto se queda en un Sexvilla 3D con molestos minijuegos idiotas de por medio; es decir, en un coitus manubrius interruptus. Eso es lo que es. Pero se le tiene cariño ya, al cabezón y a los extras de toda la vida.
miércoles, 30 de noviembre de 2011
Leisure Suit Larry: Magna cum laude (PS2, 2004)
Los videojuegos de Sierra forman una parte gorda de mi educación sentimental. Tenía por casa esta 8ª entrega de las aventuras picantes de Larry Lovage desde hace por lo menos dos años, y ¡no lo sabía! Me lo debí comprar o me lo regalaría alguien, y como siempre digo, no soy mucho de jueguecitos. De hecho he encontrado cuatro o cinco más a los que no he jugado nunca. La semana pasada le dediqué unas cuantas horas, y enseguida me lo acabé (aunque todavía me falta el 30% de cosas nuevas que hacer, como pasa con esto del sandbox). Como siempre, el juego es un cachondeo. La gracia, al menos para mí que lo de los botoncitos me la suda, está en ir yendo de una escena cinemática a la siguiente, y ver cómo Larry va desfaciendo entuertos y magreando a las mozas. En este juego sí que folla. Creo recordar que en las primeras entregas de Larry, aquellas de "píxeles como puños" del 386, nunca llegaba a hacerlo. Y si lo hacía, era pagando, y encima pillaba la sífilis. Aquí la cosa transcurre en un campus universitario. Vas entrando a un total de 12 pibas, si no recuerdo mal, que están todas muy buenas y son muy tontas. La cheerleader, la freak, la redneck, la geek, la nerd, la rebelde, la vikinga de intercambio, la profesora del laboratorio, y así. Se avanza a base de superar minijuegos verdaderamente estúpidos y molestos. Saltos en cama elástica, bailes idiotas o el juego del durito. Te vas emborrachando y meas o tomas café para que se te pase, porque influye en tu destreza a la hora de superar los juegos gilipollas. Como digo, los minijuegos, el desarrollo en sí, es un coñazo. Lo único que cuenta es que Larry supere un par de trámites para ver las escenas de película, los dibujitos animados picantes. Y las mozas se desnudan. Aquí se ve mucho, se cata pelo y todo. Pero si no fuese por el cachondeo, que a veces me partía de risa (estos de Sierra, qué salidos están y qué tonterías hacen, son como el SNL de los videojuegos), por las tramas y las chorraditas ocultas, esto se queda en un Sexvilla 3D con molestos minijuegos idiotas de por medio; es decir, en un coitus manubrius interruptus. Eso es lo que es. Pero se le tiene cariño ya, al cabezón y a los extras de toda la vida.
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