miércoles, 29 de diciembre de 2004

Planes para Nochevieja

Cuando uno señala al reloj, sólo el tonto mira al dedoA sólo dos días de que comience la más exagerada y absurda celebración española, la verdadera FIESTA del año, en la que miles de personas beberán por primera vez, vomitarán por primera vez, se despertarán en un contenedor de basura por primera o segunda vez, o perderán su virginidad hasta tres veces en una noche (si es que esto es posible), aún no tenemos ni idea de dónde acabaremos dando con nuestros huesos después de la cena familiar. En realidad, el 80% de los conciudadanos me temo que se encuentran ante la misma disyuntiva. Y las posibilidades son, únicamente, las siguientes:



1. Fiestón por todo lo alto en la macrodiscoteca del extrarradio Edén. Por 200 euros más IVA, ofrecen cotillón (con gomita), barra libre de primeras o como mucho segundas marcas, catorce pistas de baile, un ejército de DJs residentes, chunda-chunda y waka-waka hasta decir basta, la vista gorda en los servicios por parte del gorileo, y resaca hasta bien entrado febrero. Imprescindible chándal con la banderita y pelo con forma de cenicero. Mejor que no. El infierno puede esperar.



2. Viaje de fin de semana al pueblo de un colega. Un plan perfecto: barato, original, alternativo y transgresor. Lo de estar pendiente a las campanadas es lo de menos. Lo bonito es compartir experiencias en el salón arropados en mantas, con esa sensación de que todo puede pasar, de estar en el lugar idóneo, ajeno al borreguismo del resto de la gente, que todos los años hacen lo mismo. Mejor hacer este plan, que se puede hacer cualquier otro fin de semana del año, pero no se hace porque no mola, porque es de domingueros. O algo. Veinte minutos después de las campanadas, todos dormidos.



3. Salir de bar en bar, como un fin de semana normal. Este plan es mejor no planificarlo, por solidaridad con toda esa gente que ha terminado de esta manera cuando no le han dejado entrar en la fiesta de la Zaxxon, por la que pagó medio salario, o cuando descubrieron que una gran parte de los taxistas también gustan de salir en Nochevieja. En sí, el plan es original. Ver a gente diferente en cada sitio, la posibilidad de ampliar el círculo de amistades, de desaparecer en mitad del trayecto con un/a hermoso/a chavalote/a que conocemos de repente... Generalmente, en todos los bares te cierran la puerta en las narices o te escupen, y tendrás pesadillas durante días con la frase «fiesta privada, capullo». Por no hablar de los precios de las copas, cada una de ellas más caras que la cena familiar. Además, si uno cree que yendo al bar de siempre, donde es una cara conocida para el dueño, le van a invitar a las copas, es que sueña despierto.



4. Bôite en un hotel o similar. Suponemos que este plan es perfecto. Mejor si uno llega en su Ferrari azul cielo del brazo de Carmen Electra. Pero estamos hablando de planes para gente corriente, no para príncipes o emires.



5. Fiés en casa del vecino. Generalmente, se prometen cientos de chavalas (o maromos, dependiendo del sexo del vecino/a y sus amistades), y barra libre por cuatro duros. La realidad es que el anfitrión no tenía dinero para salir, y sus padres cenan en casa de la suegra. Cada uno trae su bebida, nadie se acuerda de traer algo para picar, siempre se rompe algún objeto valioso comprado en el extranjero, e inevitablemente en la fiesta todos/as son del mismo sexo. Esta vez, todos dormidos dos horas y veinte después de las doce. Pero porque se acabó la bebida, que si no... Si por algún avatar del destino en la fiesta coincide que hay chicos y chicas, pero no del mismo grupo de amigos, puede que hasta pase algo curioso, y haya dos que se lo pasen bien, dependiendo ahora de cómo se de el bailoteo horizontal.



6. Trabajar en Nochevieja. Cuando uno va teniendo cierta edad, parece la opción más sensata, aparte de la de quedarse en casa viendo a Raphael. Además, la situación económica aprieta. Uno puede cuidar niños, revender entradas, ejercer de miembro de la seguridad en la puerta de un local de copas (agorilarse, vaya), y sobre todo trabajar de camarero. Los más osados o ambiciosos, incluso alquilan un bar y hacen una fiesta. Hay gente que ha acabado viviendo de ello. Para quien sea capaz de estar una noche entera despierto sin beber alcohol (no es nuestro caso), puede ser la opción. Pero no a falta de dos días. Haberte puesto las pilas antes.



7. Quedarse en casa. Ya lo decía Dorothy en "El mago de Oz". Allí se está como en ningún sitio. La única pega, inventarse una fiesta perfecta para cuando te pregunten «qué tal en Nochevieja» durante las próximas semanas, y saber desconectar cuando en grupo se hable de las barrabasadas que han hecho todos los demás menos tú.



En fin, que seguimos sin tenerlo nada claro. Este año vamos a quemar la ciudad, este año es el bueno, el nuestro. Seguro. Pero todavía no sabemos muy bien de qué manera. Se aceptan propuestas.

Y ya sabéis: ¡por el culo te la hincooooo!A beber y desfasar, en la calle y después de las diez, como animales

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