miércoles, 7 de noviembre de 2012

"Nigromancia en el reformatorio femenino" (John Tones, 2012)

Estoy muy contento de que exista Memento Mori, una colección modesta recién nacida en el seno de una humilde editorial, que se inspira en la literatura española de kiosko de toda la vida, los bolsilibros que a mí tanto me estimulan. Ambiciona además la idea de no ceñirse a los géneros originales (western, ci-fi, terror y policíaco, basicamente), sino abrazar el batiburrillo propio de estos tiempos que corren en los que ya está todo visto. Así, los dos primeros números de la colección son "Perros del desierto" de Frunk Serrano, que parece que viene a ser algo así como un western policíaco post-nucelar, y éste de Tones que fija su vista en cosas como el slasher, las WIP (women in prison) movies, los tebeos de la EC y el punk, dando como resultado un pastiche genuinamente pulp, muy respetuoso con la novelita de a duro de toda la vida, pero escrita para el joven lector contemporáneo adicto al hype cinematográfico más a la última.

Decía que estoy muy contento, por un lado, porque para los aficionados a la literatura popular retro, todo lo que huela a recuperar el espíritu de antaño es bienvenido y llena de entusiasmo. En mis estanterías están, a medio leer, por ejemplo, proyectos como los cuatro preciosos tomos que recuperan novelitas policíacas de Bruguera seleccionadas por Moncho Alpuente para la impecable colección Serie Negra de la editorial Akal, "¡Bang, bang, estás muerto!"; y ya di cuenta de los números uno y dos de la frustrada y llorada Pulp Ficción de 23 Escalones; ¡si hasta me estoy comprando la serie de 21 Dedos del puñetero José Ángel Mañas, por puro influjo pulp!
Pero además de la obvia satisfacción y el deseo de continuidad de este proyecto por lo hermoso y necesario, es que conozco y aprecio tanto a los autores como al entusiasta editor. Así que eran muchas las ganas de poder tener esto en mis manos, y de leerlo. Y lo mejor es que, encima, "Nigromancia en el reformatorio femenino" está a la altura de lo esperado.

Como mandan los cánones, toda la acción transcurre en América Del Norte, dentro del reformatorio femenino de Lombroso, un antiguo manicomio acondicionado para acoger a jóvenes díscolas y calentorras, al que ha ido a parar la protagonista, Sandra. La pelirroja Sandra, hija de un predicador líder de una secta, está encerrada por participar en un tiroteo durante el asedio de su granja familiar (al más puro estilo del desenlace de los Davidianos o el del SLA). En el reformatorio, por supuesto, será acosada por las pérfidas camioneras, y maltratado por los guardias o la inquietante y execrable Cavanaugh, la alcaidesa. Pero al margen de la terrible vida en prisión, pronto iremos descubriendo que el antiguo manicomio guarda un terrible secreto, y se empiezan a suceder los asesinatos. Oscuros monjes armados, sectarios, monstruitos, pasadizos secretos, hipnosis ritual, sacrificios humanos, abusos sexuales... Sandra y sus escasas aliadas tendrán que hacer frente a sus enemigos y a un maleficio milenario, en un popurrí de sexo, violencia, espiritismo y exploitation surtida, bien escrito, repleto de guiños y homenajes, y a un ritmo endiablado que ni Clark Carrados.

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