Decía que estoy muy contento, por un lado, porque para los aficionados a la literatura popular retro, todo lo que huela a recuperar el espíritu de antaño es bienvenido y llena de entusiasmo. En mis estanterías están, a medio leer, por ejemplo, proyectos como los cuatro preciosos tomos que recuperan novelitas policíacas de Bruguera seleccionadas por Moncho Alpuente para la impecable colección Serie Negra de la editorial Akal, "¡Bang, bang, estás muerto!"; y ya di cuenta de los números uno y dos de la frustrada y llorada Pulp Ficción de 23 Escalones; ¡si hasta me estoy comprando la serie de 21 Dedos del puñetero José Ángel Mañas, por puro influjo pulp!
Pero además de la obvia satisfacción y el deseo de continuidad de este proyecto por lo hermoso y necesario, es que conozco y aprecio tanto a los autores como al entusiasta editor. Así que eran muchas las ganas de poder tener esto en mis manos, y de leerlo. Y lo mejor es que, encima, "Nigromancia en el reformatorio femenino" está a la altura de lo esperado.
Como mandan los cánones, toda la acción transcurre en América Del Norte, dentro del reformatorio femenino de Lombroso, un antiguo manicomio acondicionado para acoger a jóvenes díscolas y calentorras, al que ha ido a parar la protagonista, Sandra. La pelirroja Sandra, hija de un predicador líder de una secta, está encerrada por participar en un tiroteo durante el asedio de su granja familiar (al más puro estilo del desenlace de los Davidianos o el del SLA). En el reformatorio, por supuesto, será acosada por las pérfidas camioneras, y maltratado por los guardias o la inquietante y execrable Cavanaugh, la alcaidesa. Pero al margen de la terrible vida en prisión, pronto iremos descubriendo que el antiguo manicomio guarda un terrible secreto, y se empiezan a suceder los asesinatos. Oscuros monjes armados, sectarios, monstruitos, pasadizos secretos, hipnosis ritual, sacrificios humanos, abusos sexuales... Sandra y sus escasas aliadas tendrán que hacer frente a sus enemigos y a un maleficio milenario, en un popurrí de sexo, violencia, espiritismo y exploitation surtida, bien escrito, repleto de guiños y homenajes, y a un ritmo endiablado que ni Clark Carrados.
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