A riesgo de que esto empiece a parecerse al blog del brasas de James Wallestein, hoy me he estado viendo esto tomando un café tras otro y allá va. Ésta no la había visto nunca, creo, pese a ser un clásico del videoclub de mi barrio (y de tu barrio), siempre bien situada entre los best sellers de terror. Es la clásica historia sobre un adolescente de barrio residencial que mira por la ventana y cree que algo raro está pasando con los vecinos de al lado (como en
"Neighbors",
"No matarás... al vecino",
"La ventana indiscreta" o, mejor aún en "Bart de oscuridad"), que manipulan cadáveres, trasnochan y visten raro. Desesperado, y acosado por el malvado vecino, quien por supuesto sí que resultará ser un criminal, y de paso un vampiro (clásico, de los que odian los ajos y el agua bendita), el protagonista (William Ragsdale) decide pedir ayuda a Peter Vincent (genial Roddy McDowall), un cazador de vampiros que hace de
horror host en un famoso programa de televisión local. Vincent sí que no resultará ser lo que parece, y obviamente solo es un torpe actor aficionado al vampirismo. Junto con su amigo friqui "Evil" Ed Thompson (Stephen Geoffreys, una leyenda del fantástico ochentero que pasó de estrella juvenil a estrella del porno gay) y su novia Amy (la inconfundible Amanda Bearse, que crecerá para convertirse en la maravillosa vecina sexy pero timorata de los Bundy en
Matrimonio con hijos), deciden adentrarse en el caserón del vampiro. Allí tendrán lugar todos los tópicos imaginables e intransferibles del delicioso cine de género de la década de los ochenta: carreras, licantropía en stop-motion, sangre, sustos al cabo de la puerta, conversiones, humaredas, feas dentaduras postizas y un final abierto. Es curioso como tantas de estas películas de supuesto terror de los ochenta son en realidad comedias encubiertas, cuyas carátulas eran un clarísimo mensaje disuasorio para los menores, y una vez que las ves con cierta edad y pasado algún tiempo, descubres pequeñas joyas de un cine de entretenimiento que ya no se hace así de bien.
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