Me tiene sulibeyado, hipnotizado, el último anuncio de Estrella Damm (que es una cerveza española que no le gusta a nadie). Una obra maestra del videoarte. Acompañado de música indie, asistimos a escenas de la vida de tres jóvenes cocineros del mejor restaurante del mundo de España de Catalunya, durante su tiempo libre. Tres apuestos pinches privilegiados y refrescantes, que han accedido a mostrar sus vidas privadas y respondernos a esas preguntas que todos nos hemos hecho alguna vez: ¿cómo será la vida de un cocinero del Elbulli cuando deja su sufrido puesto de trabajo deconstruyendo zanahorias? ¿Los cocineros del Elbulli sangran cuando les pinchas, cagan, se pajean? Y sobre todo, ¿cuál coño será la marca de cerveza de beberán esos semidioses? Gracias a esta campaña con la que nos están bombardeando esta primavera, hemos tenido acceso, por fin, a todas las respuestas y muchas más. A lo largo de tres trepidantes minutos, les vemos chapotear alocadamente en el Mediterráneo, olfatear rododendros, sacarse el abono del Primavera Sound desinteresadamente, hacer guerras de tartas, compartir algodón de azúcar, fotografiar castellers, cantar al corro de la patata deconstruida en un patio floral de Chaouen, hacer ollies sobre un arcoiris, pasear sin complejos por un mercado de la Boquería lleno de productos alimenticios de primerísima calidad, darse guiños y codazos, diseñar páginas web, ir de compras en Triball, chequearse las Constelaciones Familiares, conducir segways sobre la cresta de una ola del Mediterráneo, darse de comer socarrat unos a otros entrecruzando los brazos entre risotadas, asistir a un evento de Bimba Bosé, implementar y desarrollar ideas, deconstruir informalmente un brunch de comercio justo mientras se pone el sol sobre el Mediterráneo, equilibrarse los chakras, abrazar al director de una financiera tras firmar una hipoteca en cómodos plazos, construir un Jrdunsnsnsngul de Ikea en dos minutos, encabezar una manifa de la AVT, adoptar a un senegalés... Todo es asombrosamente bucólico, indie, mediterráneo y deconstruido. Cada vez que veo el anuncio se me hincha la caja torácica y me abro otra Estrella Duff. Un par de planos, entre una deconstrucción y la siguiente o justo antes del salto de puenting en el Algarve, cuelan alguna escena de la laboriosa, ceñuda e importantísima labor que ejercen los preparados y mediterráneos jóvenes durante su jornada laboral, nada menos que entre los fogones, los tubos de ensayo y los matraces de Erlenmeyer de la cocina del mismísimo elBully, esa Utopía hecha realidad de nuestra rica gastronomía. El mismísimo San Ferrá Adriá tiene un modesto cameo al final de la pieza, descorchando una Duff en dirección a la cuarta pared, y acariciando condescendientemente a uno de sus atribulados aprendices de nigromante cuinario. El anuncio es como el ciclo de la vida, una deliciosa vida virgen extra junto al Mediterráneo, lejos de acampadas de indignados y de las cervezas con sabor a algo. Una obra maestra.
domingo, 5 de junio de 2011
Anuncio Videoclip Estrella Damm: el Bulli (2011)
Me tiene sulibeyado, hipnotizado, el último anuncio de Estrella Damm (que es una cerveza española que no le gusta a nadie). Una obra maestra del videoarte. Acompañado de música indie, asistimos a escenas de la vida de tres jóvenes cocineros del mejor restaurante del mundo de España de Catalunya, durante su tiempo libre. Tres apuestos pinches privilegiados y refrescantes, que han accedido a mostrar sus vidas privadas y respondernos a esas preguntas que todos nos hemos hecho alguna vez: ¿cómo será la vida de un cocinero del Elbulli cuando deja su sufrido puesto de trabajo deconstruyendo zanahorias? ¿Los cocineros del Elbulli sangran cuando les pinchas, cagan, se pajean? Y sobre todo, ¿cuál coño será la marca de cerveza de beberán esos semidioses? Gracias a esta campaña con la que nos están bombardeando esta primavera, hemos tenido acceso, por fin, a todas las respuestas y muchas más. A lo largo de tres trepidantes minutos, les vemos chapotear alocadamente en el Mediterráneo, olfatear rododendros, sacarse el abono del Primavera Sound desinteresadamente, hacer guerras de tartas, compartir algodón de azúcar, fotografiar castellers, cantar al corro de la patata deconstruida en un patio floral de Chaouen, hacer ollies sobre un arcoiris, pasear sin complejos por un mercado de la Boquería lleno de productos alimenticios de primerísima calidad, darse guiños y codazos, diseñar páginas web, ir de compras en Triball, chequearse las Constelaciones Familiares, conducir segways sobre la cresta de una ola del Mediterráneo, darse de comer socarrat unos a otros entrecruzando los brazos entre risotadas, asistir a un evento de Bimba Bosé, implementar y desarrollar ideas, deconstruir informalmente un brunch de comercio justo mientras se pone el sol sobre el Mediterráneo, equilibrarse los chakras, abrazar al director de una financiera tras firmar una hipoteca en cómodos plazos, construir un Jrdunsnsnsngul de Ikea en dos minutos, encabezar una manifa de la AVT, adoptar a un senegalés... Todo es asombrosamente bucólico, indie, mediterráneo y deconstruido. Cada vez que veo el anuncio se me hincha la caja torácica y me abro otra Estrella Duff. Un par de planos, entre una deconstrucción y la siguiente o justo antes del salto de puenting en el Algarve, cuelan alguna escena de la laboriosa, ceñuda e importantísima labor que ejercen los preparados y mediterráneos jóvenes durante su jornada laboral, nada menos que entre los fogones, los tubos de ensayo y los matraces de Erlenmeyer de la cocina del mismísimo elBully, esa Utopía hecha realidad de nuestra rica gastronomía. El mismísimo San Ferrá Adriá tiene un modesto cameo al final de la pieza, descorchando una Duff en dirección a la cuarta pared, y acariciando condescendientemente a uno de sus atribulados aprendices de nigromante cuinario. El anuncio es como el ciclo de la vida, una deliciosa vida virgen extra junto al Mediterráneo, lejos de acampadas de indignados y de las cervezas con sabor a algo. Una obra maestra.
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