viernes, 9 de diciembre de 2005

Sí a Jive Bunny


Pasaba por aquí para recordar y recomendar a un grupo que tenía olvidado, y que he recuperado en casa estos pasados días festivos: Jive Bunny & The Mastermixers.

Supongo que muchos les tenéis todavía presentes, porque fueron un verdadero éxito en España a finales de los ochenta. En realidad, a poco que uno haga un esfuerzo, casi todos por aquí nos acordamos de ellos. Vuelve a mirar esa portada. ¿No te suena ese conejito? ¿No recuerdas esos videoclips en blanco y negro, con metraje real de saraos y conciertos de los años 50, y el conejito de colores paseándose de un lado al otro de la pantalla? Los videos solían mostrar también escenas de la vida política y social de la era del nacimiento del rockabilly: JFK saludando con la mano por aquí, un hongo nuclear por allá, Marilyn sujetando a duras penas la falda, un señor junto a una jukebox que se atusa el tupé y se guarda el peine en el bolsillo... Y cada dos por tres, el conejo bailando.

Ésa era la imagen del grupo. La música, un refrito de éxitos de rock 50's y el rockabilly más desenfadado, montado sobre un ritmo de batería pregrabado, casi discotequero. Medleys de canciones de Little Richards, Gene Vincent, Chuck Berry, Elvis, Bill Halley y sus Cometas, Jerry Lee Lewis, big bands, swing-jazz acelerado...

Por supuesto, Jive Bunny & The Mastermixers no era un grupo musical. Ni siquiera un grupo de versiones. La banda la componían un DJ holandés y su hijo, y sus discos, como he dicho, estaba íntegramente compuestos de medleys de rock cincuentero, compuestos a base de samplers y sintetizadores. Jive Bunny & The Mastermixers eran al rockabilly lo que Luis Cobos a la música sinfónica: refrito, pachangueo, plagio y chunda-chunda de fondo.


Pero a mí me encantaban, y lo que hizo Luis Cobos me pone bastante enfermo. Me resulta una herejía frívola, oportunista y desagradable. Vale que lo de Jive Bunny se puede considerar más o menos lo mismo, pero no sé, el resultado era divertido. Beethoven o Stravinski no compusieron música para hacer unas risas y que una apisonadora moñas pasara por encima. Al rock'n'roll le pega más. Chuck Berry hacía música divertida, la tocaba haciendo el baile del pato y abriéndose de piernas en el escenario; Little Richards se disfrazaba de mi abuela con purpurina para tocar el piano; Jerry Lee Lewis lo quemaba en vivo; Buddy Holly quizá era más serio, pero cantaba sobre chicles, dobles sesiones y millones de chicas ñoñas enamoradizas. Retorcer todas esas canciones y darles forma en una sola, a mí me parece muy divertido.

En fin, parece que estuviera justificándolo. Sea como sea, a mí entonces me gustaban, y estos días he vuelto a escuchar aquel disco, y creo que ha envejecido de maravilla. Te mueve los pies, te dan ganas de dejar que las patillas te lleguen a los hombros...

Y digo "aquel disco", porque la historia de Jive Bunny & The Mastermixers es la historia de un disco: "The album", publicado en noviembre de 1989, recogía 8 de esos cachondos medleys, tres de los cuales habían sido anteriormente publicados como singles, y los tres habían llegado al nº 1 de las listas británicas (Este hito en forma de hat-trick sólo lo habían hecho anteriormente Gerry & The Peacemakers y Frankie Goes To Hollywood). En "The album" aparecen todos los temas indispensables: Rock and roll party mix, el más famoso (si escuchaste la radio en algún momento de 1989 / 1990, te sorprenderás tarareándolo desde la primera nota, aunque todo esto te esté sonando a chino), Swing the mood (variaciones swing-dance a partir de In the mood, uno de los temas de jazz más famosos de todos los tiempos) o That's What I Like. Un cachondeo. Hay que recuperar esto para todas las fiestas, hombre.

Corto ya el rollo. Es que este disco me encantaba de crío, y llevo tres días escuchándolo como loco. Quería homenajearlo de alguna manera. Sólo quiero añadir que JB & The M's siguen en activo, y que han publicado unos 15 discos (como puedes ver, y escuchar, por ejemplo en Amazon), pero ninguno le llegó ni siquiera a los talones al primero, al genuino, a la madre del cordero.

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Quisiera, queridos amigos, hablar de otros momentos rockabilly de mi infancia, como mi obsesión por la BSO de "Grease" y mi devoción por Rocky Sharpe & The Replays, de por qué odiaba a The Straitjackets y amaba a Los Straitjackets. Pero eso lo dejo para otra ocasión...
Tha-tha-tha-tha-tha-tha-tha-tha-that’s what I like!

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