En los últimos años he recuperado la pasión por la lucha libre, y me he vuelto un gran aficionado. De niño fui uno de tantos españoles que babeábamos cada domingo por la mañana delante del Pressing Catch norteamericano, que emitía la recién nacida Telecinco. Fanático sobre todo de El Último Guerrero, pero también de Roddy Piper "El Gaitero", de los Rompecorazones y de los Sacamantecas, mis favoritos entre todos esos cachos de carne que se daban pescozones de mentira en mi tele. El tiempo pasó, Telecinco se puso picajosa con Lazarov, y el resto es historia. La lucha libre dejó de formar parte de mi ocio televisivo. Tuve que contentarme con el Fight Club de Eurosport y el cine de tortas. Por cierto, que a día de hoy Hulk Hogan tiene su propio reality-show, a imagen y semejanza del de Ozzy Osbourne, Hogan Knows Best. Lo emiten todos los fines de semana en ese canal "musical" antaño respetable que se llama VH1. Casa-Hogan es un castillo gigantesco en California, donde todos tienen el pelo rubio platino y hay enormes rancheras 4x4 por toda la finca. Hulk se pasa el día haciendo bricolaje y levantando pesas, y por lo demás todo es tan aburrido como puedes imaginar.
La World Wrestling Entertainment (nombre por el que se conoce ahora a la vieja WWF, World Wrestling Federation; el cambio es significativo), con él o sin él, es un truño considerable. Actualmente hay decenas de asociaciones y federaciones independientes de lucha libre norteamericana. La cosa ha ido degenerando hacia infragrupúsculos tan bizarros como el Gay Wrestling, el Backyard Wrestling, el Puroresu, el Submission Wrestling o el Nude Wrestling. Y por supuesto, también hay lucha bizarra en Puerto Rico, en Filipinas, en Italia, en Japón... Entre la más clásica lucha libre grecorromana hasta el vale tudo, pasando por el superheroísmo bizarro y por todo tipo de variedades que rozan (o atraviesan) la pornografía, hay absolutamente todo lo imaginable. Cosas aburridas, patéticas o demasiado ortodoxas, y también cosas alucinantes.
Lucha Libre bizarra
Este bloque va a ser tan sencillo como la enumeración de 5 cosas que me gustan del mundo de la Lucha Libre (entendida ésta de una manera muy amplia, como veremos).
1. Las peleas entre mascotas
No me refiero a las peleas de gallos o de perros, cosa que mola bastante poco. Francamente en contra del enfrentamiento involuntario entre animales, que no tienen la culpa de la subnormalidad de su amo. Me refiero al momento en el que dos mascotas deportivas (esos señores que se ponen trajes de peluche para animar a su equipo) se dan de hostias. ¿Hay algo más gracioso que eso? De vez en cuando (por desgracia muy poco a menudo y cada vez menos) vemos en los programas de zapping este tipo de delirantes y cachondas escenas: en un encuentro de béisbol o de la NBA, de repente las mascotas de ambos equipos se enzarzan en una pelea a muerte, que suele devenir en una batalla entre todos los presentes en el estadio. No sé por qué me hace tanta gracia. Es un gag infalible, genial. Había un viejo episodio de El Príncipe de Bel-Air que giraba en torno a eso, con Will Smith y Carlton vestidos de urogallos azules retorciéndose el pescuezo por los suelos, y yo es que me partía de risa. También se ha abusado de este gag en Los Simpsons, cómo no. Es también un elemento recurrente en "Smoochy" y en varios episodios del Saturday Night Live...
Debería hacerse más a menudo. Si dependiera de mí, introduciría una nueva ley en el deporte que obligara a todos los equipos, de todas las especialidades, a tener su propio hombre de peluche. Y en caso de empate, que lo resolvieran a puñetazos entre ambas mascotas.
Las risas que produce el dolor provocado entre dos mascotas enormes, también es trasladable a un solo individuo. Recordemos aquella noticia de Piolín linchado a las puertas de una atracción de Disneyland París. O las imágenes que a veces pasan de señores disfrazados de gallina vomitando o haciendo el indio involuntariamente, discutiendo con alguien o algo así. O cuando vemos a una mascota de la NBA que durante el descanso, entre cheerleader y cheerleader, salta un plinto, da una voltereta y trata de hacer el mate de su vida... pero se rompe todos los dientes contra el aro. ¡¡¿No es lo más gracioso del mundo?!!
Vale, vale, sé que estás pensando que todo esto no tiene mucho que ver con la Lucha Libre... y tienes razón. Lo siento. Es que me hace mucha gracia. Si a tí también, pulsa aquí.
2. Catfighting
Tampoco, tampoco esta vez se trata de violencia entre animalitos. Aunque las fotos de gatos peleándose o jugueteando son una afición como otra cualquiera, sólo comparable a la enemistad histórica gato-ratón. El cat-fighting es la variedad macarra, perversa, de la lucha libre femenina. Boxeo femenino y lucha libre femenina. Una versión totalmente amateur, quinqui y sexy de la lucha libre. Aquí lo que se llevan no son llaves bien ensayadas, sino tirones de pelo, arañazos y ropa desgarrada. Ahí está el espectáculo. Como siempre, Internet nos muestra un amplio abanico de esta modalidad bizarra y erótica de lucha: Catfighting babes, Real Catfights, Female Wrestling Theatre, Fighting Felines, Catfight Central, Cat Fighting Club (modalidad japonesa de sumo), Catfight World, Cat Fight, Apartment Wrestlers... Otro lugar interesante para el aficionado masculino sin duda será la página de Diana The Valkyrie, un punto de encuentro de luchadoras que están deseando pegarse con machos. De otra cosa no, pero de fetichismos internet está bastante bien surtidito.
3. Champions of the Galaxy
Los más friquis y purulentos aficionados a esto de lo que vengo hablando tienen un filón en Champions of the Galaxy y Legends of Wrestling, que no es otra cosa que dos complicados juegos de mazos cartas al estilo de Magic o Pokemon.
Son los típicos juegos de lucha a partir de puntos de vida, fuerza, etc. diferentes que tiene cada uno de los cromos. Yo me acuerdo que de pequeño nosotros jugábamos a cartas de coches, aviones e incluso trenes de estas características, y no le tengo mucho cariño a ese recuerdo, creo que era algo aburridísimo. Pero las nuevas generaciones han crecido con este tipo de cosa en sus tiendas favoritas, y es un verdadero éxito. En el caso concreto de Champions of the Galaxy, se trata de todo un hito de la mercadotecnia, ya que su fuerte está en que estos personajes de lucha libre futurista pueden ser inventados por los aficionados, de tal manera que la publicidad de su juego es totalmente gratuita, y el hombre se está forrando.
Su creador, Tom Filsinger, dice que fueron The Grateful Dead, que se hicieron famosos dando permiso a sus fans para publicar los conciertos piratas, quienes le dieron la idea: «Los miembros de la banda pensaban que así la gente comprendería más su música y querría grabaciones de mejor calidad, de manera que las grabaciones generarían un nuevo mercado. Me parece que lo mismo sucede cuando se estimula al usuario a crear sus propios personajes y a intercambiarlos en la Red. A la larga, recurrirán a nosotros en busca de más personajes».
El otro juego es evidentemente más clásico y entrañable, y no parte de esa premisa, sino que todas las cartas se venden a través de la web, en la que se van lanzando novedades de vez en cuando.
Esto de la lucha libre mediante cromos nunca me ha gustado, ya sean de luchadores clásicos, futuristas, pokémones o Caballeros del Zodíaco. Pero ante todo respeto, amigos.
4. Los Gladiadores Americanos
Como casi todas las cosas de este extraño artículo, esto de los Gladiadores Americanos, que a nosotros nos parece totalmente ridículo y patético, es en Estados Unidos una cosa no sólo digna sino una más que seria salida profesional para toda la chavalería. Llevado a nuestra piel de toro, esto sería como encerrar a un grupo neonazi en el Gran Prix de verano. Pero para los yanquis este programa de TV no sólo es una cantera de playmates y titánicos extras de cine, sino también un orgullo para la Patria y una metáfora del Sueño Americano.
Llegaron a emitirlo en nuestro país, limitándose a doblarlo directamente de la versión americana, que yo recuerde. De nuevo nos estamos remontando a la protohistoria de Telecinco, aquellos años de Pressing Catch y de Humor Amarillo, otro llorado programa que por cierto estaba a medio camino de los otros dos, cronológica y conceptualmente hablando. En USAlandia el universo de estos pavisosos cachas y jamonas que se pegan con armas de gomaespuma es un verdadero filón. Algunas de las estrellas del programa, como Nitro, se hicieron verdaderamente famosos y aparecían en todas las sit-coms de los noventa. Se vendían las armas, en menor escala, para los niños. Se hicieron videojuegos, muñecos articulados con armas y accesorios y hasta una bizarra película de acción crepuscular.
Como ramificación marginal de la lucha libre deja bastante que desear, pero hay bastantes puntos en común: toda esa colección de esteroides, drogas de diseño y trajes de colores, los nombres en clave... Con el añadido de las armas y de la participación simultánea de hombres y mujeres. Como última observación, no me puedo callar que a mí lo que me gustaría es que volviesen las peleas de gladiadores de antaño. Con las redes de malla, los leones, los esclavos, las lanzas, las cadenas... Basta de mariconeo, barras y estrellas.
5. Muñecos articulados
Mi infancia coincidió con uno de los momentos de mayor esplendor de los muñecos articulados en España. Justo cuando los Madelman empezaban a dejar de fabricarse, y en las jugueterías (establecimientos casi también extintos, por cierto, y sustituidos sin excepción por tiedas de armas, de videojuegos o locutorio-peluquería-cibercafé-liberesumóbil-ultramarinos), en las viejas y entrañables jugueterías, decía, coincidían los playmobil con los muñecos de He-Man, Action Man, Secret Wars de Marvel, Super Powers de DC, los inolvidables G.I. Joes, figuras de Star Wars, etc. etc. Además, uno de los fenómenos más interesantes era el de los muñecos piratas que llegaban de misteriosos países orientales y que se encontraban en las tiendas de todo a 100. Vergonzosas copias de los más famosos superhéroes pero con leotardos fluorescentes, soldados de las fuerzas especiales sospechosamente parecidos a los Joes y los de Cupra, pero con erratas en el nombre y la cabeza blandita, o hombretones de una sola pieza, duros como rocas, que representaban a luchadores enmascarados. Que no gustaban a nadie, por cierto, pero que ahí estaban, y que estaban hechos a la misma escala que el resto, por lo que eran perfectamente coleccionables y anhelados.
Y a principios de los noventa, con todo el ruido que estaba haciendo la telecinco de las Mamachichos y el Pressing Catch, aparecieron los primeros muñecos oficiales de la World Wrestling Federation, por obra y gracia del espíritu Hasbro. Eran de plástico duro, abigarrados y grotescos, paticortos y sin codos ni rodillas, pero detallados y cachondos. No servían apenas para hacer aventuras: fueron creados exclusivamente para darse de tortas unos con otros. Cada uno tenía su golpe particular (accionado mediante cutres resortes en el sobaco o la espalda), bien fuera una galleta con la mano de canto en posición de kárate, bien un uppercut en giro de 360º. Y además, apretándoles el cogote se les encogía la cintura, comíendose la mitad de las piernas, y se eyectaban hacia el contrincante, en un efecto brutal que hasta entonces sólo habíamos visto en el personaje de ariete, el cabezón de los He-Man. En casa de mis padres, encima de un armario, conservo el ring azul de la WWF, y dentro yacen los Sacamantecas, Hulk Hogan, El Último Guerrero, El Hombre de un Millón de Dólares, un muñeco taiwanés precioso de La Cosa, el Batmóvil y dos o tres figuritas enmascaradas piratas. Qué bella es la violencia de juguete.
Me dejo montones de cosas-que-molan en el tintero: Mucha Lucha, los cómics de luchadores (desde Mortadelo hasta Lucha Libre Tequila, pasando por los inencontrables clásicos Sensacional de Luchas), los videojuegos, las alucinantes películas que se han rodado sobre el fenómeno o con luchadores invitados... Pero dije cinco así que echo aquí el freno. Además, en este dossier, de un modo u otro, acabaré hablando de casi todo ello.
Santo y yo
Hablando de todo un poco diré que hace unos cinco años vi la primera película de Santo el Enmascarado de Plata. Hasta entonces me sonaba el personaje y tenía hecha una idea aproximada. Pero el desvirgamiento vino a ser en una sesión del CineMad de hace un lustro. Me gustó bastante. Era una de la etapa dorada, de las últimas que se hicieron en blanco y negro. No recuerdo cuál de ellas. Sólo que salían Blue Demon, un mad doctor y el resto de los elementos habituales: un par de rancheras, escenas de lucha en el ring, una persecución a bordo del Dinalpin A110 cabrio, imágenes de la pacata vida cotidiana de entonces, la risible condición de Santo como un enmascarado permanente, ya fuera de paseo con su novia, en el WC o en acción...
A partir de ese episodio busqué más películas. Y en unos meses había visto algunas de las mejores, gracias sobre todo a la creciente proliferación de esos modernas tiendas de alquiler de DVDs de importación: Santo contra el cerebro del mal, contra zombies, contra Frankenstein, contra marcianos, contra Drácula, contra varios brujos y hechiceros... También busqué fanzines, libros y revistas sobre el tema, y pasé horas en Internet conociendo la historia del enmascarado fondón.
Pero la verdad es que siempre he sido un fan bastante comedido y heterodoxo. Me resulta fascinante este subgénero de la lucha, y siento ese cosquilleo cada vez que me enfrento a una nueva película de esta suerte de luchador todopoderoso. Pero las tan evidentes limitaciones de este cine no siempre me encandilan; a menudo me tiran de espaldas. Los agujeros argumentales, la seriedad de todas las escenas y protagonistas (que sólo provocan humor involuntariamente), la ausencia a menudo de ritmo, de malicia, de sensualidad, las limitaciones de presupuesto...
Pero hay algo. Estas películas tienen algo. No puedo dejar de verlas. No sé si es la atracción por lo netamente bizarro o la extraña mezcla de elementos que entrañan las películas (esa música psicodélica, esos colores, esas máscaras, esa simpleza formal...), o quizá precisamente la visión de la ausencia de esos elementos que ya he citado, lo que me atrae. En cualquier caso, sigo siendo un cazador de películas de lucha libre mexicana. Me expongo a su visionado una y otra vez como si se fuese a acabar el mundo. Y por supuesto, con el tiempo me he descargado con el E-Mule algunas de las películas más inencontrables de luchadores, luchadoras, mujeres murciélago o bestias amorfas que se pelean.
Creo que ya dije en otra ocasión, muy de pasada, que actualmente están emitiendo un larguísimo, eterno ciclo de cine de luchadores en Galavisión (mejor dicho, en Canal de las Estrellas, su versión europea). Es mi ineludible vermut de los domingos. Hasta que no se acaba la película, no me muevo del sillón, a pesar de que mataría al insensato responsable de la publicidad, el grifo de autobombo galavisionario que no cesa, con siete y ocho cortinillas cada diez minutos (sus telenovelas, sus mariachis, su apesadumbrado "cine de barrio" con Pedro Infante a la cabeza, sus infernales programas infantiles, los toros, el fútbol azteca...). Descubrí el ciclo allá por mayo o junio de este año, y no han fallado ni un solo domingo. A la una del mediodía hora española, tengo mi cita con "Los invencibles del ring", llueva, nieve o tenga la mayor de las resacas. Además de las mejores películas de los años 50's y 60's de Santo y/o Blue Demon, también han emitido algunas de las peores películas imaginables, como las de los primeros 70's o esas cosas extrañas que hicieron en los 80's e incluso en los 90's, protagonizadas por El Hijo de Santo, intentos por revitalizar una licencia que no levanta cabeza y que normalmente dan cierta grima. Y como fantástico complemento, dado que no es un ciclo exclusivo de Santo, han emitido otras fabulosas películas en blanco y negro de Las Luchadoras, de Mil Máscaras, de Zovek o de Mantequilla Nápoles.
El pasado domingo, por ejemplo, emitieron una de las más descacharrantes, icónicas y mejores de toda la saga, "Santo, el Enmascarado de Plata vs. la invasión de los marcianos" (1966), que ya había visto pero que ahora por fin tengo grabada. La semana pasada no hubo película. Emitieron toros desde la Monumental, y me temía que tristemente se hubiera acabado el ciclo. Encima, ni siquiera hubo cornadas. El sabor de boca era aún más pestilente teniendo en cuenta que la semana anterior pusieron "Santo contra los secuestradores" (1972), que se podría haber titulado perfectamente "Santo y el Chavo del Ocho en los suburbios de Ecuador", y que era una lamentable versión cómica con una o dos escenas de acción, a mayor gloria de un anciano viejo verde maestro del humor ecuatoriano. Por suerte, era una falsa alarma. La semana que viene emiten "Santo, el Enmascarado de Plata vs. los villanos del ring" (1966), otra de las grandes de la filmografía. Puede que sea la última de la saga, a juzgar por la programación que anuncian en la web. Fue bonito mientras duró.
Y justo antes de la película, entre las 11 y las 13 hh., el Canal de las Estrellas echa en diferido la Lucha Libre. La espera de la película se me ha hecho de lo más amena estos meses atras, viendo las batallas que se montan estos verdaderos atletas con máscaras de colores. Aunque todo tenga más de circo que de deporte, como es bien sabido, es innegable que toda esta gente son unos atletas del quince, y se nota que la lucha es algo muy respetado en México. Algunas volteretas, saltos, patadas voladoras, llaves, martillos o lo que sean merecen pódium olímpico. Y los tíos se rompen sillas, se arrancan el pelo unos a otros, sangran y sufren caídas del equivalente a dos pisos continuamente, con toda la naturalidad y profesionalidad imaginables. Es otro momento embriagador de la semana. Haced el intento, si no seguís esto de la lucha mexicana, porque tiene su aquel. Yo me he hecho creyente en unos pocos meses, y tiene un regusto muy parecido a aquel viejo Pressing Catch del que hablaba al principio.
He venido aquí a escribir este post para recomendar el texto que se ha currado Wilbur Mercer en su fantástico blog, que cuenta somera, entretenida y casuísticamente los intríngulis de la lucha libre y anécdotas jugosas (por cierto que lo del Papa Wojtyla luchador es totalmente verídico; aunque no sé si se enfrentaría a Karadagián). Iba a mencionar su post simplemente, pero me ha salido todo esto de aquí arriba. Mi relación con las películas de Santo, el Enmascarado de Plata. También me he acordado de otro post muy bonito que hizo hace tiempo Surfernazi, y de estos, tres, artículos, de José Luis Viruete. Este opusculito es lo que yo he dado de sí.
Pero lo mejor está por venir
Hasta aquí la introducción. Se queda muy cojo el asunto del deporte en sí: reglamento, asociaciones, modalidades, combate olímpico, etc. Me dejo sulibeyar por los colorines, las fotos y lo más pop del asunto, y queda todo muy en el aire. Es que yo soy así.
En fin, esto no ha hecho más que empezar. En la próxima entrega (la están peinando) viene la verdadera acción. El momento de conocer a fondo a los más grandes luchadores que en el mundo han sido. El bloque documentado, lleno de imágenes esperpénticas y personajes bizarros a punta pala. Con momentos nostálgicos y declaraciones de rendida admiración. Con friquis de todos los coloresy sabores. Nada más y nada menos que el...
Espero no comerme mis palabras y que se quede en un top 17 o algo así. Permaneced en sintonía, y practicad sólo la violencia de risa.
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