lunes, 13 de agosto de 2018

La saga del Clon y la Era Bagley (1991-1996; continuando con la lectura de TODO Spider-Man)


En ocasiones leo tebeos de Spider-Man, TODOS, y lo cuento en este blog. Finalmente le hice una etiqueta al asunto. Y en la última entrega de esta deslabazada colección de comentarios sobre mi lectura completa y obsesiva, llegué finalmente a los primeros tebeos de Amazing Spider-Man dibujados por el extraordinario Mark Bagley, sustituto oficial de Erik Larsen, sustituto oficial de Todd McFarlane, en aquella convulsa Marvel de los primeros años noventa. Y como decía en la frase final de aquella entrada previa, me sumergí por fin en todo el tinglado de La Era del Clon.


Refrescando el asunto, por si alguien no lo sabía, la historia de Spider-Man comienza en 1963, en las páginas de uno de esos tebeos antológicos de historietas cortas de fanta-terror que publicaban todas las editoriales en la época, aún con las revistas de la edad dorada del medio como modelo (los años 50, con todos esos tebeos pre-code de todos los géneros que se vendían a millones). La cabecera Amazing Adventures, luego retitulada Amazing Adult Fantasy y por fin Amazing Fantasy, estaba condenada al fracaso. El trabajo de Stan Lee y el recientemente fallecido Steve Ditko con sus deliciosas historietas de monstruitos no destacaba comercialmente entre el desiderátum de títulos en los anaqueles, así que les dejaron hacer lo que quisieran en el número 16, que sería el que clausuraría la serie. Allí, en lugar de cuatro o cinco historias sueltas autoconclusivas, narraron la historia de Peter Parker, la araña que le picó, su abuelo asesinado y todo eso, que se sabe de memoria hasta el menos documentado. Fue un éxito, pero la revista ya no resucitaría, así que un par de meses después probaron suerte con el nº 1 de Amazing Spider-Man, la propia narración seriada del joven Hombre-Araña. Y hasta hoy. No sé por qué cuento todo esto; me he ido demasiado atrás en el tiempo. A lo que iba es a que Lee y Ditko partieron peras enseguida, que debían ser dos caracteres de cuidado, y enseguida llegó John Romita Padre a revolucionar de verdad al personaje (no tengo tanto cariño a la relativamente breve Era Ditko como otros fans), y conducirlo hasta bien entrado el centenar de números. Luego llegarían Roy Thomas, Gerry Conway o Archie Goodwin sustituyendo a Lee, y pronto Gil Kane, Ross Andru y otro pequeño desfile de lápices legendarios para seguir haciendo historia, matar a Gwen Stacy y a su padre, afianzar a Mary Jane en nuestros corazones, casar a aTía May con el malvado Doctor Octopus, volvernos locos con los Duendes Verdes y marrones, etc. Todo esto es Liturgia. El caso es que hacia el número 150 (noviembre de 1975, cuando el personaje ya contaba con su segunda colección, Marvel Team-Up, y estaba a punto de obtener la tercera), como acostumbraban a hacer en todo número redondo (milestone), se narró una historia especial, crucial, que supusiera algo realmente interesante para los lectores: la aparición de un misterioso segundo Spider-Man liándola por allí durante varios números, volviendo locos a personajes y lectores. Como pronto se sabría, se trataba de un clon de Peter Parker, fabricado por El Chacal, alias de un viejo profesor de Peter en la Universidad Empire State llamado Miles Warren. Un mad doctor en toda regla. La Saga del Clon original fue una idea brillante, una aventura legendaria, y todo terminó en el número 151, debut de un nuevo guionista, Len Wein (y co-creador de La Cosa del Pantano y Lobezno), que supongo que solo quería salir al paso. En la página 4, el auténtico Spider-Man tiraba a la copia salchichera por una chimenea y santas pascuas. A otra cosa. O eso creíamos, claro.


Fue pasando el tiempo, y sucediéndose hitos y firmas insignes. Durante los ochenta llegaron más series limitadas, "novelas gráficas" y otras colecciones propias del personaje. Y por supuesto, su serie de dibujos animados, tebeos para niños, cuentos, pijamas, cepillos de dientes, moñecos, la Secret Wars, la serie cutre de la tele... Desde mediados de los 80, se puede decir que Spider-Man se convirtió, estrictamente en el cómic, en una cole de aparición semanal en los kioskos, con cuatro series propias alternándose (Amazing, Spectacular, Web of, Team-Up, Sensational, Spider-Man a secas o el título que fuera; la idea era tener un título del personaje cada semana en los kioskos, de cara a los distribuidores y las ventas), realizadas por distintos equipos, que al principio se enfocaban en aspectos diferentes pero cada vez se fueron sincronizando más. Sobre todo, al llegar la época que me toca comentar en este punto: es a partir de ahora cuando deciden seguir siempre la trama de una cole a la otra (no sé si fue el editor Terry Kavanaugh o Bob Harras), cuando podían haber sacado un solo título semanal. Y básicamente así ha seguido hasta nuestros días, más o menos, de cara a la distribuidora y las tiendas, para entendernos. Los equipos más o menos fijos de cada una, en esta etapa, fueron: Michelinie / DeMatteis y Bagley en Amazing; DeMatteis y Sal Buscema en Spectacular; y algo más de baile en Web of y Spider-Man tras la marcha de McFarlane, pero a destacar Busiek / David / Mackie / DeFalco / DeZago, junto a varios dibujantes clásicos de etapas previas (mención especial a Al Milgrom o Bill Sienkiewicz, a los que detestaba cuando leí algunos de estos tebeos de adolescente, y es un placer apreciarles siendo ya un pollavieja) junto a una apuesta por dibujantes-estrella en ambas, como Steven Butler, Jae Lee, Joe Bennett, Ron Wilson, Tom Lyle y sobre todo John Romita Jr.


Como fuere. Poco a poco, en las distintas colecciones, veíamos cómo un misterioso personaje en moto se dirigía hacia Nueva York, en busca de la Tía May (que, para variar, estaba convaleciente en el hospital de Forest Hills). Eran breves apariciones que interrumpían y salpicaban la trama, normalmente de una sola página, donde nunca veíamos el rostro del intrigante motero con greñas. Creo que leer aquello por primera vez sí que debió ser fascinante. No creo que nadie imaginara que el clon que Spidey había tirado por una chimenea 20 años antes estaba a punto de regresar. Desde la distancia, y sabiendo lo que iba a pasar, la verdad es que a mí estos breves entreactos sí me parecen realmente chulos. Fueron 10 ó 12 misteriosos intermedios, salpicados por las cuatro series, antes de que entrara en escena el Clon, Ben Reilly, en todo su esplendor. Y además, en un momento en el que, en mi opinión, los años noventa sí estaban haciendo estragos en el personaje, con todo ese coñazo infumable de Veneno, Matanza, Matanza Máxima, Matanza Suprema, Matanza Total, el aburridísimo y olvidadísimo Armada, los putos padres de Parker resucitados de pronto durante todo un año (que no solo nadie les echaba de menos porque no existían hasta ahora, sino que todos sabíamos que no eran ellos de verdad) o la estancada relación entre Parker y Mary Jane, ya casados y pensando en tener arañitas, en la cual lo más interesante era que ella había empezado a fumar a escondidas. Lo que quiero decir, es que pese a esa idea tan extendida de que Spider-Man se fue a la mierda en esta época debido a todo el tinglado del regreso del Clon, yo lo acabo de releer completo en estos meses, muy atentamente, y debo decir que doy mi aprobación a lo que hicieron. La Nueva y Definitiva Saga del Clon no fue, ni mucho menos, lo peor de los 90 en Marvel, en mi opinión. Tal vez lo alargaron demasiado, tal vez no debió suceder, pero tenía que suceder algo muy gordo, y relacionado con la etapa clásica. Y lo que decidieron hacer, de todo lo que pudieran haber hecho, creo que se hizo bastante bien, pensando en el adolescente de la época, y fue terriblemente divertido, con excepciones. Para mí, lo peor de esta época fue todo esto:


La historia, en pocas líneas, consistió en que el misterioso motero era el clon de Parker, y como no tenía vida propia, era una existencia duplicada que mantenía todos los recuerdos de Parker, se hacía llamar Ben Reilly (el nombre propio del Tío Ben y el apellido de soltera de la Tía May). En principio, todos creíamos que era el tipo salido de la chimenea. Pero tras un centenar de números, docenas de diatribas, de encuentros con May, con Parker, con Jameson, con los villanos clásicos, resultó que Parker y Reilly se dieron cuenta, tras un análisis de ADN, de que era al revés: que el motero con greñas que llevaba cinco años vagabundeando en busca de una vida, era el auténtico, y el muchacho que se había casado con Mary Jane y habíamos seguido leyendo sus aventuras durante 20 años, era la copia. Y para muchos lectores, Ben Reilly era un impostor, un indeseable. Todo había sido una estafa. En algún momento en las elipsis entre viñetas de aquel Amazing nº 151, se habían dado el cambiazo sin darse ni cuenta forcejeando en la azotea junto a la chimenea, porque hasta entonces habían sido cuánticamente la misma persona. Nuestro corazón, ahora, estaba dividido, y muchos lectores se sintieron engañados por el tema, y esa resolución un poco idiota y maniquea. Pero, para mí, tiene sentido. Era una manera de resolverlo, y creo que fue bien resuelto, ya que Parker llevaba bastante tiempo deseando tirar la toalla. Si durante mucho tiempo el superhéroe se había impuesto al joven periodista, hasta el punto de que Spiderman tuvo una etapa en la que renunció a ser Parker, ahora podía tomarse un merecido descanso, ya que era justo que Ben Reilly se dedicara a ser Spider-Man (después de una colorida etapa siendo la Araña Escarlata, y eso sí, con un traje nuevo para diferenciarse y respetar al clásico), y Mary Jane y Parker se apartaban de la circulación, se iban a vivir a Portland, y reflexionaban sobre su futuro: porque Tía May ahora está muerta, y Mary Jane está embarazada de Parker, el verdadero clon.


Y así están las cosas tras esta etapa. Apenas he avanzado un poco más tras la lectura de la miniserie "La aventura final" que encabeza esta entrada, un tomo estupendo escrito por Fabian Nicieza y dibujado por Darick Robertson (dos joyas de los noventa, y equipo creativo poco antes de mis adorados New Warriors), en el que, tras un año sin saber de él, volvíamos a encontrarnos, llenos de emoción, con Peter Parker y Mary Jane tratando de desarrollar, sin éxito, una vida matrimonial en Portland. Este tomo en concreto me gustó muchísimo, igual que muchos otros arcos de estos más o menos 300 números que componen este último atracón de lecturas. Al margen de todo el embrollo en sí de Veneno / Matanza / los papis de Parker / la muerte de Mary Jane / el regreso del Clon / Traveller y Kaine, el tercer clon (...a quien no quería ni mencionar, que aún no sé muy bien qué pinta...), muchas de las historias breves son hermosas fábulas que nunca han sido recuperadas en estos tiempos en los que Panini está reeditando absolutamente todo lo imaginable menos la defenestrada época de los naughties.


Una cosa que no me gustó demasiado, fue la deriva de Jean Marc DeMatteis al frente de Amazing y Spectacular. Su prestigio había crecido tanto en el gremio con la laureada "La última cacería de Kraven", que le dieron vía libre para seguir intentándolo, y muchas de sus tramas posteriores eran monólogos interiores filosóficos, existencialistas y soporíferos sobre la insoportable levedad del ser. Personalmente, me gustó bastante el cambio de título en todas las cabeceras para recibir a Araña Escarlata, y su afiliación a los New Warriors. También muchas historias cortas de DeZago y DeFalco, y por supuesto todo lo dibujado (con más o menos prisa e interés) por Sal Buscema. La llegada de John Romita Jr. fue una bocanada de aire fresco y a la vez clásico, y no me acordaba en absoluto de la etapa de Dan Jurgens, como guionista y dibujante, al comienzo de la nueva cabecera, Sensational, que venía a sustituir a Web of. Fantástico recordar y releer todo esto también, con el despistado Ben Reilly trabajando de camarero, haciendo nuevos amigos, presentando a los tipos con los que se había relacionado estos cinco años en el exilio (principalmente Seward Trainer, otro mad doctor genetista, que durante un simpático arco introducía a Spider-Man en el mundo virtual, como una especie de Tron que ha envejecido fatal, reflejo de cómo Internet empezaba a revolucionar la sociedad ya en 1994), reencontrándose con viejos personajes de Nueva York de siempre (muchos sospechan que no es el mismo), rebooteando desde cero y tratando de hacerlo tan bien como Peter Parker en sus primeros años. Para cuando vuelva por aquí (quién sabe si dentro de otros dos años), dejo el marcapáginas en Spectacular Spider-Man #232 o Amazing Spider-Man #410, marzo de 1996, con nada menos que 6 colecciones del Trepamuros en el kiosko por aquella época (a añadir Sensational, Spider-Man, Unlimited, el nuevo y breve Team-Up, pronto sustituido por Untold Tales, estas últimas trimestrales). Me queda mucho todavía para llegar al siglo XXI, con la llegada de Straczynski y demás, que ya lo tengo más reciente. A ver qué pasa con May y el supuesto hijo de Parker y MJ, que me tiene en ascuas, porque la verdad es que no tengo ni idea, ya que en el tiempo real sí que terminé desconectando en la segunda mitad de los 90.

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