Esta película, que apareció una buena mañana en mi carpeta de descargas, es una maravilla. Un hito absoluto del cine fantástico de los ochenta. Se ha impuesto a mi siesta del domingo, y me ha entretenido muchísimo. Es una cosa increíble, con un argumento que entusiasmaría a Mariano Ozores: estamos en un futuro post-apocalíptico, en el que hay demasiadas mujeres y poquísimos hombres, y la radiación
nucelar ha convertido a buena parte de la población en ránidos mutantes que sobreviven en las zonas desérticas. Un grupo de estos batracioides ha secuestrado a seis mozas muy monas sin frase, así que el Gobierno Provisional trama un plan para liberarlas: una avanzadilla de féminas militares (dos: una de ellas la
blonde beach bimbo Sandahl Bergman) secuestran a su vez a un sujeto más o menos guapo y fornido (interpretado por la superestrella del Pressing Catch, Roddy Piper El Gaitero), llamado Sam Hell, para que salve al harén esclavizado por los hombres-sapo, y de paso que ayude a perpetuar la especie humana, porque Roddy Piper El Gaitero es uno de los especímenes más varoniles, fecundos, pichabrava y dotados de la Tierra. Montados en una furgoneta Chevrolet Panel rosita de 1950, las dos guerreras y el luchador se dirigen a través del desierto hacia Frogtown, para liberar a las esclavas. Por el camino, ambas se pelearán por la potencia sexual de El Gaitero, y le podrán a prueba repetidas veces quitándose ropa o tratando de montarle, haciendo gala de su entrenamiento militar en artes seductoras. Además, para que no escape, El Gaitero lleva un arnés propiedad del Gobierno Provisional, instalado a modo de fardapitos, que está controlado desde los pendientes de la rubia soldada, y que explota si se aleja demasiado; como en
"Perseguido" (1987) o en
"Peligrosamente unidos" (1991), pero en la pelvis. La primera parte de la película es un ciber-western-entremés picante, con escenas simpatiquísimas como cuando se cruzan con una de las esclavas, que ha escapado de Frogtown, y la sargento rubia, muerta de celos y desnudándose para ponerle a tono, obliga a El Gaitero a abarraganarse con ella para levantarle el ánimo. Por fin llegamos a Frogtown, y vemos por primera vez a los seres transmutados en hombres-batracio, que molan muchísimo, con unas magníficas máscaras viscosas de goma, en la línea de otras joyas de la época como
"Howard the Duck" (1986) o
"Las tortugas ninja" (1987),
"Street trash" (1987), etc. Allí nos encontramos con un viejo amigo de El Gaitero, un cazarrecompensas muy guay interpretado por ¡Rory Calhoun!, con prostitutas batracio y forajidos anfibios. El héroe de acción de la película, el luchador amigo de los niños, es un desastre absoluto y creo que solo pega un puñetacito en toda la historia. Si llega a haber patadas voladoras y cojinetes, esta sería ya mi película favorita. Y la trama no es precisamente complicada, pero todo resulta muy gracioso y apasionante. Salen tetas, tipos con máscaras de sapo, fallos de raccord, homenajes gualtrapas a
"El planeta de los simios" y a
La rana aventurera de Bruguera (bueno casi), motosierras, peleas a espada, estrellas de lucha libre, efectos especiales malísimos y frases fanfarronas todo el rato. Buenísima.
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