Siempre que voy al Rastro, paso primero por los tenderetes de los punkis de Tirso. Cientos de mis casetes, literalmente, los compraba allí. Ahora me detengo en los puestos de libros y fanzines, y de un puestecito en concreto suelo llevarme panfletos de toda clase, como éste, que creo recordar que me lo regalaron por comprar un libro sobre la drogadicción y la voluntariedad del consumo (estoy inmerso en un importante proceso de deshabituación tabáquica, y todo estímulo es poco). Es una chorradita curiosa, simplemente una traducción (bastante mala) de una serie de artículos y cartas al director publicadas en el NYTimes hace un montón de tiempo, que giran en torno al mito de que Hitler, con lo malvado que era el tío, podía ser vegetariano, como Ghandi. Y el panfletín viene a echar por tierra esta teoría. Tengo un puñado de panfletillos de los punkis de ese puesto, fanzines que hacen como churros, que cuestan una miseria o los regalan, con portadas muy curiosas y temáticas de lo más políticamente bizarro. Qué pasa, cada uno colecciona lo que quiere.
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