"The taint" es una de esas películas caseras de gore, tetas y desenfreno, donde un Juan Palomo junta a sus amigos un fin de semana en el campo y juegan a rodar tabúes estúpidos, a ver si se lo pasan tan bien como el que hizo "El Vengador Tóxico" o "Bad taste". Una de esas miles de películas que surgen cada vez que le das una patada a una piedra, que en España tuvieron su esplendor en los primeros noventa, en Alemania a finales, en los Balcanes hace un par de años y en EEUU cada veinte minutos. Pero en este caso, y ya que se ponían a hacer el cafre, Drew Bolduc y Dan Nelson decidieron echar el resto y aliñar la orgía de sangre vísceras y chorradas con todo lo que se les ocurriera: mad doctors, pollas de plástico, arrobas de semen, cabezas que explotan, nazis, tetas, violaciones en masa, monstruitos enmascarados, agua contaminada, un mundo post-nuclear, zombies e infectados, chistes gruesos, nerds revanchistas, mujeres armadas, explosiones, frases lapidarias... Lo que más sorprende es el ritmo frenético de la película, que suele ser la principal carencia de estos experimentos, cuando cuatro colegas se ponen a hacer unas risas sin pensar en que lo pueda ver alguien más. A los diez minutos de cinta ya hemos visto un plano principal de un par tetas, damiselas en peligro corriendo por el bosque, un asesino con una guadaña que se caga de pie mientras corre y escupe semen, un protagonista hipster y pasado de vueltas que no sabe dónde está pero tiene una pistola, vómitos, sangre a raudales, flashbacks, y a través de los fantásticos títulos de crédito (footage de archivo en blanco y negro delicadamente coloreado, que muestra la progresiva contaminación del agua en todo el mundo, que más adelante se nos explicará) y una música más que decente, se nos pone en antecedentes. Y el ritmo no decae. Al menos, yo no me aburrí en ningún momento y permanecí interesado todo el metraje. Lo peor, sin duda, el brasas del protagonista, guionista, director, etc., que aprovecha su condición para aparecer muchísimo mostrando su pelazo, sus cabriolas al monopa, sus mil y un novias y su habitación llena de cosas guays. Lo mejor, los efectos especiales. Digitales, probablemente retocando cinco o seis fotogramas con Photoshop, nada de gadgets y artesanía que sale muy cara. Pero efectivos y brillantes. Vemos docenas de muertes estupendas a lo largo de la película, cabezas que se hacen trizas con solo pisarlas, como si estuviésemos hechos de cartón, que quedan muy graciosas. Vemos un Monstruo de Espagueti Volador rebanar cuidadosamente un cráneo, extraer su correspondiente cerebro, retocarlo y volverlo a meter, ideas valientes, obviamente baratas pero sorprendentes y funcionales. Olvidarse de "Troma meets John Waters", ni mierdas de ésas, esto es entretenido y se ve en un rato muerto, y ya. Yo me lo he pasado bien y se la recomiendo al aficionado al gore y la basurilla de ésta.
domingo, 28 de agosto de 2011
The taint (Drew Bolduc 2011)
"The taint" es una de esas películas caseras de gore, tetas y desenfreno, donde un Juan Palomo junta a sus amigos un fin de semana en el campo y juegan a rodar tabúes estúpidos, a ver si se lo pasan tan bien como el que hizo "El Vengador Tóxico" o "Bad taste". Una de esas miles de películas que surgen cada vez que le das una patada a una piedra, que en España tuvieron su esplendor en los primeros noventa, en Alemania a finales, en los Balcanes hace un par de años y en EEUU cada veinte minutos. Pero en este caso, y ya que se ponían a hacer el cafre, Drew Bolduc y Dan Nelson decidieron echar el resto y aliñar la orgía de sangre vísceras y chorradas con todo lo que se les ocurriera: mad doctors, pollas de plástico, arrobas de semen, cabezas que explotan, nazis, tetas, violaciones en masa, monstruitos enmascarados, agua contaminada, un mundo post-nuclear, zombies e infectados, chistes gruesos, nerds revanchistas, mujeres armadas, explosiones, frases lapidarias... Lo que más sorprende es el ritmo frenético de la película, que suele ser la principal carencia de estos experimentos, cuando cuatro colegas se ponen a hacer unas risas sin pensar en que lo pueda ver alguien más. A los diez minutos de cinta ya hemos visto un plano principal de un par tetas, damiselas en peligro corriendo por el bosque, un asesino con una guadaña que se caga de pie mientras corre y escupe semen, un protagonista hipster y pasado de vueltas que no sabe dónde está pero tiene una pistola, vómitos, sangre a raudales, flashbacks, y a través de los fantásticos títulos de crédito (footage de archivo en blanco y negro delicadamente coloreado, que muestra la progresiva contaminación del agua en todo el mundo, que más adelante se nos explicará) y una música más que decente, se nos pone en antecedentes. Y el ritmo no decae. Al menos, yo no me aburrí en ningún momento y permanecí interesado todo el metraje. Lo peor, sin duda, el brasas del protagonista, guionista, director, etc., que aprovecha su condición para aparecer muchísimo mostrando su pelazo, sus cabriolas al monopa, sus mil y un novias y su habitación llena de cosas guays. Lo mejor, los efectos especiales. Digitales, probablemente retocando cinco o seis fotogramas con Photoshop, nada de gadgets y artesanía que sale muy cara. Pero efectivos y brillantes. Vemos docenas de muertes estupendas a lo largo de la película, cabezas que se hacen trizas con solo pisarlas, como si estuviésemos hechos de cartón, que quedan muy graciosas. Vemos un Monstruo de Espagueti Volador rebanar cuidadosamente un cráneo, extraer su correspondiente cerebro, retocarlo y volverlo a meter, ideas valientes, obviamente baratas pero sorprendentes y funcionales. Olvidarse de "Troma meets John Waters", ni mierdas de ésas, esto es entretenido y se ve en un rato muerto, y ya. Yo me lo he pasado bien y se la recomiendo al aficionado al gore y la basurilla de ésta.
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