La penúltima novelita de Eduardo Mendoza, ya convertido en escritor de la corte de Prisa para los restos, es como todas las demás: surrealista, urgente, sucinta y de mucho cachondeo. En este caso la acción se traslada al año 1 de nuestra era, y está narrada en primera persona por un centurión con diarrea que, dando vueltas por ahí desafiando a la épica, se ve envuelto en diversas elipsis del Nuevo Testamento, cuando se dispone a echar una mano a un tal niño Jesús a cuyo padre, el carpintero José, están a punto de ajusticiar. Como quien no quiere la cosa irá desfaciendo entuertos y evocando lo mismo al Evangelio que a Esopo o a Homero y formando parte de la historia, al más puro estilo de "La vida de Brian". Esta novelita breve fue un regalo de cumpleaños una amiga, que dice que mis mails le recuerdan a la prosa de Mendoza, y a ver si es verdad que me hago millonario un día yo también.
jueves, 11 de agosto de 2011
El asombroso viaje de Pomponio Flato (Eduardo Mendoza, 2008)
La penúltima novelita de Eduardo Mendoza, ya convertido en escritor de la corte de Prisa para los restos, es como todas las demás: surrealista, urgente, sucinta y de mucho cachondeo. En este caso la acción se traslada al año 1 de nuestra era, y está narrada en primera persona por un centurión con diarrea que, dando vueltas por ahí desafiando a la épica, se ve envuelto en diversas elipsis del Nuevo Testamento, cuando se dispone a echar una mano a un tal niño Jesús a cuyo padre, el carpintero José, están a punto de ajusticiar. Como quien no quiere la cosa irá desfaciendo entuertos y evocando lo mismo al Evangelio que a Esopo o a Homero y formando parte de la historia, al más puro estilo de "La vida de Brian". Esta novelita breve fue un regalo de cumpleaños una amiga, que dice que mis mails le recuerdan a la prosa de Mendoza, y a ver si es verdad que me hago millonario un día yo también.
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