jueves, 25 de agosto de 2016

"El peor amigo del mundo" (Rafael Fernandez "Ezcritor", 2014)


Hace algunas semanas que leí, engullí más bien, "El peor amigo del mundo", la sexta novela que leo de Ezcritor, el profesional de la literatura más valiente que tenemos en España. Y tengo que contar cómo fue la cosa, cómo llegó a mi casa esta novela, porque es un asunto maravilloso.
Conocía a Ezcritor desde el principio, desde aquellos tiempos en los que había ganado un premio de 20Minutos al mejor blog, y empezó a escribir para ellos. Ya lo conté aquí. La idea de que el afán de un escritor le hiciera dejarse de chorradas y (¡qué cosa más increíble!) dedicarse a escribir, y a autoeditarse, me pareció tan titánica que enseguida me lancé a hacerle un pedido, y después otro, y otro, porque satisfecha la curiosidad ahora estaba totalmente enganchado a su particularmente honesta y divertida manera de narrar. En 2013 leí mucho a Ezcritor, como demuestran los enlaces. "El peor amigo del mundo" lo publicó en 2014, y desde el principio quise hacerme con él, pero mi trepidante vida laboral no me permitió el desembolso hasta tiempo después; en algún momento de 2015, le hice un pedido... y poco después me arrepentí, porque tenía la cuenta tiritando, mi trabajo no tenía visos de continuidad, toda esa mierda que me pasa siempre, que soy un desarrapado. Escribí a Ezcritor, le pedí disculpas, y cancelé el pedido, con todo el dolor de mi corazón, posponiéndolo a un momento más holgado económicamente (que luego uno se gasta 60 euros en dos pepsicolas una noche por ahí, ya ya, pero esto es así...).
Pues imagina, Lector Improbable, qué clase de persona es Rafael, que hace unos meses me escribe por Facebook, para confirmar mi dirección postal. Resulta que para quitarme el sabor de boca de haber tenido que cancelar el pedido por ser un mangurrián, y dado que a él ahora le van mejor las cosas, decide regalarme el libro. No solo eso, sino que encima me adjunta otra copia de "Los alucinantes viajes en el tiempo de EE.UU.", esta vez con el título en el lomo, porque se acordaba de lo que había dicho en mi reseña en este blog. Me regaló los dos libros. Me dejó totalmente alucinado. No tenía por qué haberlo hecho, y yo seguiría admirándole, y en cualquier momento, algún día que llevara varios fines de semana sin derrochar dinero en salir por ahí, le hubiera comprado el libro, porque disfruto leyéndolo. Aquel detalle no sé qué clase de persona puede tenerlo con sus lectores, sin obtener nada a cambio (nada; este blog en el que cuento las cosas que leo para que no se me olviden, no lo lee nadie); no sé ni qué decir aún, me pareció un detalle propio de un auténtico Elegido, de un Ángel. Creía que la generosidad era un aspecto que había desaparecido por completo del Homo Sapiens mediante la Eugenesia, junto con la humildad y la cola retráctil. Ezcritor me alegró el mes entero, nunca olvidaré este detalle. No tiene nada que ver con lo que cueste el libro, ni con el mundo editorial, ni con nada; es simplemente el detalle, la manera de hacer las cosas, yo creo que no quedan muchas personas así. No se nos ocurren hacer estas cosas, a la mayoría se nos olvidan de un día para otro. Desde ese momento es mi persona favorita. O a lo mejor es que estoy demasiado sensible y falto de cariño :) pero me pareció maravilloso todo esto.

Como fuere, por supuesto, en pocos días, en un par de mis viajes transiberianos en la EMT de este verano, devoré "El peor amigo del mundo", la precuela de las aventuras de Sigmundo. Los primeros años de vida de un Sig bebé y luego preadolescente, y sus encontronazos con las primeras niñas y con los miembros de su familia en aquella cáustica casa que fueron dando forma a su carácter. Un episodio especialmente conmovedor, con imágenes mentales imborrables y el derroche de imaginación, brutalidad y ternura habituales.

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