Una vez estuve comiendo al lado del agitador calvo Hernán Migoya, tras un evento comiquero. Estuvimos charlando bastante y me pareció un tío muy majo y muy atento conmigo, yo, el acoplado ajeno al gremio al que no hablaba nadie. Algún tiempo después vino a mi bar por casualidad, y no se acordaba en absoluto de mí :( Como sea, este libro me lo compré al peso, en un mercadillo solidario que organizó durante un fin de semana (en la “oficina central” que se han montado los de Somos Malasaña) una ONG que NPI. Lo leí en mis vacaciones, y tengo que decir que esta primera incursión del incansable Migoya en la ficción clásica (no ilustrada) me dejó bastante frío. Es una antología de relatos así
kamikazes, literatura breve aproximadamente erótica, enfundada en ese título que recuerdo que provocó muchísimos ardores y encendidas arengas rollo "que le corten la cabeza" entre la necia caterva del tertulianismo televisivo políticamente correcto (que obviamente no lo había leído; esa gentuza repulsiva que no ha leído nada jamás desde el código de circulación pero que opina de todo cobrando mucho), y espero que le fuese muy bien a Hernán con las ventas gracias a la polémica. Pero el contenido, para mi gusto, es bastante flojo. Recuerdo que sí me agradó el cuento que aborda la surreal relación amorosa entre una pareja de siameses isquiópagos de ambos sexos, que al cabo de un tiempo se cansan de tanto sobeteo y tanta cursilada sin penetración, y ella decide buscarse un amante que la penetre una y otra vez ante el estupor y los celos de su hermano. Este es mi favorito. Otras de las historias van sobre chicas muy golfas, tipos que frecuentan lupanares o festivales de cine porno, niñas con picores, hetairas, sensatos violadores reincidentes, terroristas y cosas así incorrectas, pero nada del otro mundo, y de una prosa bastante endeble. Pero buscaré más cosas de Migoya, claro que sí, ahora que se quiere dedicar exclusivamente a la ficción y labrarse una carrera ahí, yo quiero verlo.
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