No sé qué rumbo va a tomar este blog. Sólo aviso a los navegantes, que me temo que no lo voy a abandonar nunca. Mola tener un espacio en el que soltar cosas de vez en cuando, un púlpito para grandes audiencias, a veces, y para dos rezagados otras, que me gusta llenar de letras, fotos y enlaces. Si esto se hace aburrido por momentos, pues ya volveré a encontrar sentido y ritmo. De hecho puede que vuelva a convertirse en un blog semi-pajero al uso, porque estoy volviendo a ver cine y a leer, con el tesón y la pasión de siempre. Así que recuerde, en los últimos días he visto otra vez "Los increíbles", que es una verdadera maravilla; he redescubierto "Sabían demasiado", ésa hermosa novelita negra de humoradas españolas en blanco y negro, con uno de los papeles más memorables de López-Vázquez; y me he tragado, acompañado y con absoluta indiferencia, algunas cosas un poco tontas, como "El efecto mariposa" (un "Regreso al futuro" sin gracia ni destreza ni sentido del ridículo alguno), "Mucha sangre", "Más de mil cámaras velan por su seguridad" o "Slam" (tal como están las cosas, si le produzco a mi prima de seis años una peli, va a arrasar en los Goya), y algunas otras que no recuerdo. Que ya veo películas a pares, como siempre, vamos. Me he leído una biografía de Bruce Lee preciosa, dos libritos de cuentos de Raymond Carver, y he vuelto a comprar algunas revistas. Pero lo que más hago es escuchar música, obsesivamente, como descubría el post de antes. Tengo música en el trabajo, en los trayectos en Metro, en casa y en el bar. Me despierto y me acuesto con la radio.
Y quería recomendar dos discos buenísimos que encontré entre montones de CD's revueltos: "Bucovina club", un disco colectivo aunque viene adjudicado a un tal Shantel, porque es el propietario del local que da nombre al disco y donde tocan habitualmente los grupos incluidos. Es un disco de eso que se ha dado en llamar "músicas del mundo", y reúne a gente conocida como Fanfare Ciocarlia o Goran Bregovic, con músicos anónimos como la Banda Iónica (grupo donde militan el trompetista de Manu Chao y el cantante de Macaco), que traen una canción que pone los pelos de punta, o Gogol Bordello, con otra canción que me encanta, que recuerda a un banquete de vikingos después de arrasar Normandía. Casi siempre me lo escucho del tirón, y sólo hay un bajón después del tema 10 o así, el resto es un placer, lleno de sonidos que no me son nada habituales pero que me tienen fascinado. Orquestas rumanas, voces inquietantes, lenguajes extraños, y ritmos festivos y alocados.
El otro disco que me gusta mucho y que me grabé hace poco es el de un grupo francés de música electrónica que se hacen llamar General Electrics. Con un título tan sonoro como "Cliquety Kliqk", hacen una mezcla de hip-hop (en francés y en inglés) con ritmos electrónicos, breakbeat y ruiditos y voces por todas partes. Muy alegre, de esos discos que hacen que todo el mundo mueva los pies y esboce una sonrisa aunque no le preste toda la atención. Cambian mucho de registro entre un tema y otro, y me ha sorprendido que me haya enganchado tanto, a mí que la música electrónica ni fu ni fa. Hombre, tengo en un altar el primer disco de The Avalanches, y alguna otra cosa de esas que suenan en la MTV que todos tenemos en mente, pero en general creo que la música electrónica ha muerto, y el jazz primigenio prevalece.
Supongo que archivo estos discos en la "m" de "maravillas", porque los asocio a un par de personas a las que he cogido muchísimo cariño estos últimos días, y a lo mejor no vuelvo a verlas, y eso hace que cada vez que me pongo esos discos me siento automáticamente muy a gusto.
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