Obra maestra indiscutible de nuestra literatura, “La “tournée” de Dios” va más allá del glosario de ocurrencias y disparates geniales habituales de Jardiel, y al finalizar su lectura (esta novela la había empezado un par de veces pero la tenía pendiente) un escalofrío me recorrió de arriba a abajo, y su influjo está lejos de haberme abandonado. Durante las primeras 250 páginas (grosso modo) constantemente tenía que interrumpir la lectura por ataques de risa terribles; hasta llegar al último tramo de la II parte, en la que Dios se dirige a los madrileños, y de paso al mundo entero. Lo que Jardiel le cuenta al mundo a través de la voz de Dios, y cómo remata todo lo sucedido desde la página uno, me dejó boquiabierto, anonadado, incluso un poco aterrorizado.
Esta historia comienza con la presentación de Perico Espasa y Federico Orellana, respectivamente el director de La Razón (un periódico cuyo nombre coincide con otro que también da mucha risa en el mundo real) y una de sus mejores plumas así como novelista de enorme éxito. Perico es un mariquita recalcitrante, mientras que Federico está enamoradísimo de la primera actriz Natalia Lorzain, a quien el primero termina presentando. Federico y Natalia comienzan un idilio, ella abandona su carrera y queda embarazada. Mientras tanto, Dios se le ha aparecido al Papa en el Vaticano, y le ha dicho que tiene previsto volver a la Tierra en forma humana. Al principio nadie cree la palabra del Papa, que se convierte en objeto de burlas, hasta que Dios se le vuelve a aparecer y le ofrece más pruebas de su inminente llegada (fecha, hora, lugar) así como destruye y vuelve a construir la Torre de Pisa ante miles de ojos, para que a nadie le quepa duda de su palabra. Poco a poco, la trama de Natalia y Federico se va aparcando, con el nacimiento de su hijo y su posterior sucumbir a una terrible enfermedad, y la narración se centra en la “tournée” de Dios, que comienza en el Cerro de los Ángeles y continúa por todo Madrid. Por supuesto, semejante acontecimiento se convierte en el centro de atención del mundo entero: la aparición de Dios en forma humana, para la que el mundo no parece estar preparado. A cada paso que da el Señor, la gente se apelotona a su alrededor, los ejércitos tienen que abrir fuego para contener semejante marasmo, las personas se vuelven idiotas, la delincuencia crece de forma insostenible... Mientras tanto, a Dios le pasean de aquí para allá, ora a los toros, ora al fútbol, ora al Jardín Botánico, rezándole padrenuestros y narrando cada minuto de su estancia entre los mortales. Y parece completamente ajeno e inmunizado a las desgracias que entre los españoles está provocando su presencia.
Leer esta novela (escrita hace casi 80 años) en pleno 2011, y pocas semanas después del desembarco en Madrid del Papa contemporáneo y sus centenas de millares de fieles, que lo abarrotaron todo, ocuparon las calles y los parques y generaron todo tipo de noticias patéticas y situaciones altamente ridículas, resulta si cabe más hilarante y significativo. Y la manera como Jardiel, en plena República (aún antes de la Guerra Civil que definitivamente horadó la diferencia entre las “dos Españas”), dividía a la población española en “blancos” y “negros” (católicos, conservadores, acomodados, fascistas, etcétera, etc. / frente a comunistas, pobres, idealistas, agnósticos, indignados, etcétera, etc.), definitivamente desespera y desmoraliza. Además de dar mucha, muchísima risa.
No recordaba haberme reído tanto ni haber disfrutado tanto con una novela. Pero, como decía al principio, detrás de la payasada y el esperpento, el mensaje de Jardiel es devastador. Ya desde el prólogo Jardiel se ve obligado a aclarar que no es un libro anti-religioso, y que acaso está escrito como burla a la Humanidad entera y sus disparates. Y el largo mensaje que dirige Dios a todas las personas resulta escalofriante, y la sonrisa se te hiela en la cara al tiempo que se convierte en mueca de disgusto; el final de la novela contiene un mensaje incómodo, tremendo, brillante e intemporal, lanzado después de cientos de páginas de carcajadas, que se encaja como una bofetada a mano abierta.
Su sistema político preferido es.... la dictadura, claro es la que él ejerce. Obra maestra del maestro
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