domingo, 23 de septiembre de 2007

587. Marcel se marceau



Hace unas horas se ha muerto Marcel Marceau, ese señor tan inconmensurablemente entrañable, viejecito, con la cara pintada de triste y que no hablaba. Que se debatía permanentemente en medio de una tormenta haciendo pucheros, y tiraba de una cuerda transparente. Lo primero que he pensado al leer la noticia ha sido en promover un homenaje de 10 años de silencio. Lo segundo que he pensado es que se podría haber muerto Ana Rosa Quintana, o Jordi Elepé. Me ponen triste y rabioso este tipo de noticias. Vivió más de ochenta años y supongo que hizo feliz a varios puñados de personas, pero cuando se muere un icono así de grande, una persona que transmitía tantísima afabilidad y contagiaba tantas sonrisas sanas, da mucha rabia. Yo lloré muchísimo cuando se murió Charlie Rivel; de hecho, lloré durante dos días cuando era pequeño, después de ver una actuación suya en el Circo. Y las viejas películas de slapstick me ponen bastante tontorrón, también. De Marcel, el recuerdo que más permanecerá en mi memoria es su papelito en "La última locura" de Mel Brooks. Una de las carcajadas más grandes y liberadoras que me he echado en toda mi vida es con esa escena en casa de Marcel Marceau, cuando van a convencerle para que participe en la película muda que están rodando. Después de un número espectacular e inmortal, que uno no para de reír a carcajadas, por fin logra coger el teléfono y articula la única palabra que suena en toda la película ("Non!!"). El mudo habla, con esa cara de Payaso Primordial, y yo lloraba de la risa, dando puñetazos al sofá, casi sin poder respirar, de la risa.

Marcel Marceau es también como un padre espiritual de la mímica. Nunca he entendido muy bien, por cierto, por qué ese odio hacia los mimos callejeros, cómo disfruta la gente haciendo burlas y odiando a esta gente. A mí no me hacen mucha gracia, con excepciones, pero desde luego no me molesta ir por una calle y que haya un tío haciendo eso al lado. Hay que ser muy amargado para que te irrite un hombre impasible disfrazado. Otra cosa es que los haya muy muy malos, incluso desagradables, o que los yonquis se disfracen de cualquier cosa y hagan de estatua para ganar un dinero fácil para volver a chutarse y aguantar más tiempo inmóviles, despreciando el talento de quienes lo tienen; eso es bastante deprimente. Pero la mímica es un arte y una cosa muy bonita, no me toquéis las narices. Por qué Tricicle, Les Luthiers, Chaplin, Keaton o El Gran Mimón son gente respetable y maestros del humor, y un actor anónimo es abofeteable, yo no lo entiendo. Yo me enamoré una vez de una argentina que trabajaba de estatua humana por necesidad y por amor al arte, aunque acabamos sólo siendo amigos. Ella está muy orgullosa de su pasado, y cuando te cuenta cómo se convertía en la Madre Naturaleza, y la brisa movía sus hojas secas cuando un niño le echaba cinco pelas, se te erizan hasta los pelos de las orejas.

El mimo, con su cara blanca, sus guantes y su monociclo es un personaje maravilloso de la literatura y el cine de terror. El mimo siempre es sospechoso de las atrocidades más inimaginables. Tiene una fuerza impresionante. El mimo experto puede hacer cosas que pocos pueden. Puede mover objetos que no existen, ahí es nada. Un buen mimo transforma un escenario vacío en un lugar repleto de cosas. Lo mismo hace aparecer ante los ojos de un niño una escalera que un ciclón, o una pared escalable, o un ascensor invisible. Hay quien les encerraría para siempre en una urna de cristal hermética, para facilitarles su trabajo y propiciarles de paso sus últimas muecas espasmódicas, pero a mí la figura del mimo siempre me ha entusiasmado. Yo soy muy bueno jugando a las películas, y me lo paso pipa haciendo pantomimas. Y además no me gusta la crueldad gratuita propiciada por la ignorancia.

Marcel Marceau era por supuesto el mejor y el más grande de todos los mimos, un tipo casi anacrónico y maravilloso. Era uno de mis referentes, aún sin haber visto más que unas pocas escenas de su arte en movimiento. Pero me ha dado pena.

Cuando un payasito bueno se muere, Fruno el sensible se estremece.







12 comentarios:

  1. Coño, Frunete, que no había leído esto antes de lo de la lista...que no sabía que te llegaba tanto...oye, que pensaba que tú también estabas de risas...bueno, pues eso...

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  2. No, sí que es verdad que siempre le he tenido muchísimo respeto a este hombre, y el lenguaje corporal y el humor silente me parecen un arte, una forma de talento que ya está en desuso y tal, y me parece una pena que como la figura del mimo se equipara a la del tuno, o a la del yonqui, se muera este pedazo de maestro y haya que hacer risas. En la lista de MB es normal, hombre, ya verás como Kroy se desate, el panegírico de burlas que nos desgrana... Pero en estos tiempos, que hasta quieren hacer que digamos "Fujitsu" en vez de "Silencio", pues sí, es una pérdida, y a ver si se reconoce su trabajo. Si se hubiera muerto de una cornada el otro día el torero ese guapito comosellame, aquí había especiales en la tele hasta fin de año, por lo menos. Y el talento actoral de este hombre me parece una cosa fuera de este mundo. Mi padre tenía grabado un documental de La 2 que me puso muchas veces de pequeño, y a este tío le tenía en un altar, al lado de Charlie Rivel o Petete. Snifff.

    Además, sobre todo la escena esa de "Silent movie" siempre me viene a la cabeza cuando hago recopilación mental de los momentos en los que más me he reído en la vida viendo la tele. Quizá con eso, con algún corto de Charlot, con "Búscate la vida", con alguna cosa de Les Luthiers, con Michael Caine zurrándole palos a Steve Martin en una silla de ruedas, con varias escenas de "Zoolander", con la sola imagen mental de la cara de Leslie Nielsen... Y ahora mismo son las que se me ocurren. Pero Marcel Marceau intentando coger el teléfono, y hablando en una peli muda, siempre sale en esta lista que me hago mentalmente.

    Por supuesto, soy consciente de que Marcel Marceau no siempre hacía mímica humorística. Es el maestro de la pantomima tragicómica, y de una suerte de arte actoral más cercano al kabuki que a El Gran Mimón, pero yo quiero recordarle como un tío que transformaba la nada en carcajadas brutales, y eso es dificilísimo.

    Pero vamos, se pueden hacer coñas sobre cualquier cosa, faltaría más. No me ha molestado. Pero si de verdad crees (y el delamoto) que Marcel Marceau era un palizas aburrido, y sus pantomimas un tormento, uno de los dos está muy muy pero que muy equivocado.

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  3. Joder, o yo soy vidente o la lista es cada vez más predecible... ¡Ya ha hablado Kroy! Te juro que le he leído después... Bueno, ha sido más breve de lo que predije (pero ha dicho precisamente lo que adelanté que diría, lo de las "últimas muecas espasmódicas" en la "urna de cristal"...).

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  4. Jajajajajaaja!!! como dice uno que yo me sé: "qué malo es conocerse"

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  5. Personalmente, no soporto el mimo. Cuando veo un mimo por la Gran Vía (cerca de Callao), debo contener mis impulsos de arrojarlo por la boca del Metro.
    Uno de los textos que más disfruté de Woody Allen fue aquel donde describía un espectáculo de mimo desde la más absoluta falta de compenetración con lo que veía.
    También recuerdo una película donde Billy Cristal mostraba su mimofobia, con gran jolgorio por mi parte.
    Tampoco me gustan los clowns ni el circo, en general (ni tampoco Charlot).
    Sin embargo, disfruto bastante con Buster Keaton, que desde mi particular visión es la antítesis de todo lo anterior.
    Lamento no poder acompañarte en el sentimiento porque, como también me ocurrió con Charlie Rivel, son muertes que me dejan como estaba.

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  6. TRICICLE entran, obviamente, dentro de mi cadena de fobias. Y naturalmente, el payaso de Mc Donald's.
    Creo que, desde mi percepción, siempre he encontrado en todo ese mundo de maquillaje presuntamente hilarante y gestos infantiloides un fondo hipócrita y falaz. El ejemplo más claro sería Chaplin en su vida privada (personaje bastante siniestro y tiránico, con poco que ver con su creación muda) o la familia Aragón (agentes anticastristas que desembarcan en España en determinado momento con extraños enchufeas del Antiguo Régimen). Siempre me ha parecido muy logrado el IT de Stephen King, porque siempre he visto así a los clowns y mimos, con un trasfondo detrás que dista mucho de lo que venden cara al público.
    No sé, será que me gusta (y encuentro más honrado) el humor básicamente verbal (salvo la excepción "deshumanizada" de Pamplinas, que toca directamente mi lado autista y con la que me identifico plenamente -lo mismo que con MR BEAN, heredero retardado y malicioso de Keaton-) o que para conmoverme en el campo del humor prefiero las carnosidades de John Candy o la expresión semiausente de Bill Murray (el Keaton que habla) que a un señor pintado de blanco a quien no veo como a un hombre/niño sino como a una parodia bastante ofensiva de mi niño interior.
    Bueno, incluiría como único sujeto parlante que me produce el mismo espasmo hostil que los mimos, los payasos, Charlot y su señora madre a Alan Alda. También lo tiraría por la boca del Metro si me lo encontrase.

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  7. Pues no coincidimos en absoluto. Crecí con Rivel, los payasos de la tele y Marceau (aunque a la familia Aragón una vez que me hice mayor les cogí un asco terrible). Me encantan todas y cada una de las apariciones de los payasos, los polichinelas, los mimos y los arlequines en el cine, el cómic, la literatura, etc. Tanto, que casi me sale más a renta citar las excepciones: los mimos callejeros sucios, malos y repugnantes (que los hay, y muchos), el gordito enmascarado de la troupe de Ronald McDonald, las tías vestidas de payasa y el ridículo Violator de Spawn.

    El resto, me fascinan. Sobre todo el lado maléfico del payaso y el mimo, que ya dejaba a entrever en el post (imagínate un mimo en una lista de sospechosos: ¡¡ES CULPABLE!!). Los "Killer klows from outer space" o los "Terror toons", el Pennywise que tú citas, John Wayne Gacy (y sus dibujos), el Capitán Spaulding, Krusty...

    Leí hace tiempo una noticia sobre un tipo disfrazado de Ronald McDonald que mató a una tía. En miles de pelis salen atracadores con máscaras de payaso. Y quién no ha tenido de niño cuadros o muñecos de payaso que le atormentaban... El payaso listo de los circos, el de blanco de sombrero de pico, es un personaje sobrio y epatante como pocos.

    Es que, qué cosa tan fascinante eso de estar jodido y triste y llevar pintada una sonrisa enorme.

    Y de lo de Charlot lo voy a pasar por alto. Como si no hubiese leído nada. No he leído nada.

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  8. Estoy pensando que lo más cerca del mundo payasesco que he disfrutado ha sido (cuando era pequeño) con Jerry Lewis (hasta lo imitaba en el espejo -en realidad, era una identificación bastante enfermiza porque yo tenía la autoestima por los suelos y, dados mis problemas familiares, la mezcla tontiloca de JL me venía al pelo-: pero cuando vi el ciclo que emitió Telemadrid en los 90 con buena parte de sus títulos sin Dean Martin me dio bastante repelús y no me reí nada -más bien me deprimí pensando que alguna vez me pudo gustar aquello-) y (ahora) Jim Carrey (el único payaso que hoy por hoy me hace reír -concretamente, en plan pura y duramente hilarante, DOS TONTOS MUY TONTOS, la del esquizo con hijos negros y el biopic de Andy Kauffman-).

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  9. Hombre, si hablamos de cómicos histriónicos sin maquillaje, ya es un no parar. A mí Carrey concretamente me vuelve loco. Todas sus películas (excepto "El Grinch", que es demasiado boba) me gustan y las he visto entre dos y mil veces.

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  10. Es que justo lo que me revienta del mundo mimo/clown/charlot es ese chantajismo moral implícito, (tú mismo lo has dicho en el twitter) que si no te mola eso "eres un tipo malo". Yo detecté ese rollo coactivo desde muy pequeñito y, como siempre he sido rabiosamente antichantaje, se me atravesó desde el principio. Por eso adoraba a Keaton, que carecía de toda implicación moralinesca.
    Lo que me atrae de Hughes, como de Capra, es que la lección moral te la dan con mucha más elegancia, sin retorcerte el brazo, y me resulta más simpática. No sé, siempre he detectado mucho panfletismo en ese mundo. Y siempre he sospechado que, detrás de las risas, eran todos tan cabrones como Krusty. De ahí que mi alter ego payasesco sea Sideshow Bob, el Magneto de los clowns, el ser luciferino arrojado a las tinieblas por un sujeto más mediocre que él que se lleva los aplausos y la pasta.

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  11. Puede que tengas razón. Yo desde luego en el Twitter he hecho purito chantaje moral... Es verdad...

    Pero no sé yo si lo de Charlot es algún tipo de estrategia emocional, ¿lo dices por el papel del payaso triste que da pena y al que hay que querer? No sé, el chantaje emocional y la identificación forzada con determinados personajes existe en el 99% de las películas. Y el mensaje moral de Chaplin me parece absolutamente genial. Conmovedor, sí, pero desde mi punto de vista sobre todo debido al blanco y negro y lo trasnochado de aquellas películas tan hermosas setenta años después. Para mí está ahí el mayor detonante emocional (me refiero todo el rato a Charlot, que para mí es la cima del humor tierno y perfecto). Además yo he leído mucho sobre Chaplin, y no era para nada una mala persona ni un cabrón, en absoluto. Un mujeriego y un tío con pasta y con influencias, pues claro. Pero eso no le convierte en peor ser humano que el resto de estrellas de Hollywood no-payasiles, no jodas. En fin, que yo creo que la cosa va en gustos, en cuestión de arte y estética, solamente. A mí Charlot me encanta, me vuelve loco. Lo amo.

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