sábado, 28 de julio de 2007

553. Foam cat 2



Parece que al final todo ha ido bien respecto a lo de los espumarajos de Fredi. El veterinario ha descartado el envenenamiento, la alergia o la intoxicación producida por las pastillas desparasitadoras o el rechazo al microchip. Hoy está de puta madre, quizá con algo más de pachorra de lo habitual, pero parece feliz. Chupeteando malta, persiguiendo bichos y ronroneándome, como siempre. Ayer por la noche no se movió de mi cama (exceptuando los puntuales movimientos espasmódicos que precedían a la fiesta de la espuma bucal), y de hecho he tenido que dormir ocupando una cuarta parte de la misma, para evitar aplastarle. Ha pasado toda la noche quieto como un gato de escayola, con las patas estiradas y la cabeza ladeada.

Viéndole tan estirado en la cama me recordó una historia muy curiosa que me contaron hace poco. Resulta que un amigo de un amigo convive con una pitón reticulada en su piso de soltero. La serpiente estaba siempre libre por el piso, y por las noches dormía hecha un churro a los pies de su amo. Y de pronto una noche, el amigo de mi amigo se despertó de madrugada y descubrió asombrado que su serpiente estaba a su lado totalmente erecta, estirada de la cabeza a la cola. Así que al día siguiente fue a consultar al veterinario, no fuese que tuviera algún tipo de disfunción vertebral o una parálisis de algún tipo, porque no era un comportamiento normal. El veterinario, sin dudarlo, le dijo que era el momento de deshacerse de la serpiente, porque en esa posición lo que estaba haciendo era tomarle las medidas a su dueño, para comprobar si cabía entero dentro de su tripa.

Qué bella historia. Me recuerda, cómo no, al dibujo del sombrero del comienzo de "El Principito", que he puesto en el cromo. Por suerte mi gato estirado apenas podría encajarse mi brazo dentro de su espumoso vientre.

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