martes, 19 de abril de 2005

Los concursos de la tele, hoy

Yo soy un ludópata crónico. A mí me dice un crío, así de coña, «qué te juegas a que te gano de aquí a la parada de autobús?», y me pongo a correr como si me fuese la vida en ello. Si pudiera me pasaría 24 horas al día jugando al mus, y hago Éste caepasatiempos en vez de pajaritas, en la oficina. Pues aún así, no soporto los concursos de televisión. Si hubiera un solo concurso que me pareciera medianamente decente, me volvería loco por ir, aunque el precio fuese salir en televisión y que se rían de mí todos los colegas. Pero tal y como están las cosas, los teleconcursos han muerto hace años.

A veces, para acompañar la siesta, me ponía alguno de esos intelectuales de La 2, con los que quieras o no siempre aprendes alguna chorrada. Pero Jordi Hurtado me pone de los nervios, así que paso. Cifras y letras quizá es el más interesante (en mi opinión siempre), porque al fin y al cabo es un pasatiempo, sin parafernalias, bochornosos espectáculos mediáticos, azafatas ni leches.

Echando la vista atrás, recuerdo haber visto en televisión cosas interesantes. Como aquel entrañable Juego de niños que presentaba el malvado magnate Javier Sardá, antes de vender su alma al Diablo. El tiempo es oro era también un concurso cultural redondo, con Constantino Romero haciendo preguntas de Trivial interesantísimas, y la pregunta final a contrarreloj, que había que responder revisando enciclopedias. O ese que presentaba también Jordi ‘Nerd’ Hurtado, en el que los concursantes ganaban kilómetros para irse de viaje por el mundo, y que tenía de azafatas a los dos gemelos forzudos Fernández y Fernández... También hubo tiempos peores, cómo no en los comienzos de Tele5, cuando era mi pantalla amiga: concursos de cocina, de karaoke (como OT, pero en plena calle y sin premio), de quitarse ropa por la calle, de fútbol, de hacerse el chulo de El novio que todas las madres quisieran para sus hijasputas para codearse con Bertín Osborne y ligar con una modelo de atrezzo... Todos ellos presentados por Quique Camoiras y Doña Croqueta (*escalofrío*). Si en Japón tenían el impresionante Humor Amarillo de Takeshi Kitano, aquí el Gran Prix de Ramón ‘Por el culo te la hinco’ García, y así nos va. Y encima, la cosa parece que ha aterrizado definitivamente en los concursos de telerrealidad, de los que directamente paso de hablar. Ojalá se mueran todos en directo.

En definitiva, remontándonos en el tiempo, ha habido tres o cuatro concursos dignos y muy buenos, y cada uno tenemos nuestros favoritos, así que me voy a ceñir a la actualidad. Hoy en día la guerra del share ha aniquilado todo conato de creatividad, clase, entretenimiento y buen gusto. Y las cadenas se pelean por hacer el programa que menos dé que pensar a la aborregada audiencia. En la caja tonta, a día de hoy, hay concursos malos, y concursos MALOS. Este es mi top 5:

Cambiacadena5. PASAPALABRA – Odio este programa. No me hace maldita la gracia. Tengo una manía tremenda a Silvia Jato. No dudo de que sea una “gran comunicadora” y parece muy inteligente, pero tanto buenrollismo y tanto amiguismo, con famosos de 3ª división peleándose por hacerse los graciosos, me da repelús. Y la Jato ahí dale que te pego desde hace eones, hablando con voz de pito a toda hostia, que podría hacerse copiloto de rallies... El concurso en sí consiste en adivinar una palabra a partir de su definición, conociendo la inicial. Qué tostón...

¿A que tengo una mirada de una profundidad muy especial?4. NUMEROS LOCOS – En cambio, tengo debilidad por Carlos Sobera. Es un poco relamido, pero me cae fenomenal. Tiene que ser un cachondo, de ese tipo de señores que le hacen coñas a los sobrinos y les sacan caramelos de detrás de la oreja. Se debe saber cientos de trucos para hacer con un pitillo o con unos palillos, y millones de chistes. En serio, me gusta, me descojono con él, en sus debates en la ETB o en los ratos en los que le veo por la tele.
Pero ahora le ha pillado Antena 3, por desgracia para todos, y presenta un programa bobo, de los peores que he visto en años. El pobre, con lo capaz que sería de hacer entretenido incluso Pueblo de Dios, los domingos por la mañana en La 2, está relegado a este nuevo concursito que consiste simplemente en adivinar una cifra; él hace una pregunta, por ejemplo: «¿Cuántas horas se tardó en construir la tercera cúpula de la derecha de la catedral de Khatzchajktishtán?». Evidentemente, nadie lo sabe. Se trata de decir un número al azar, y el que menos se aproxime a lo que deciden los guionistas, se va eliminando. Todo ello amenizado con videoclips de David Civera o del reggaetón más insufrible. ¿Pero por qué hacen estos programas? ¿POR QUÉ?

Alguien debería espabilar a esta pobre muchacha3. INFRA-CONCURSOS PUBLICITARIOS – Me refiero a esa pequeñísima sección que tienen todos los programas de marujas de la mañana y de la tarde, o los reality shows de todas las cadenas. Esto es sencillamente Lo Peor, por el amor de dios. Con la excusa de anunciar un champú, una plancha o una crema lipoestética, organizan en un periquete un panel con casillas que giran, y con un premio detrás. Viajecitos de fin de semana a Formentera, cien euros o una cámara digital. Los presenta siempre una miss España, o en su defecto la hija de una folclórica que también colabora en la “mesa camilla” del programa. Eliges una casilla, la mujer saca pecho, da la vuelta al logo, no te toca nada, y pone una cara de dolor terrible... «Otra vez, será, Higinia...».
Es un formato publicitario encubierto, penoso y vergonzoso. Pero está aquí sólo a mitad de la lista, porque entiendo que con algo hay que rellenar esos maratonianos espacios, y que con la ilusión ajena también se juega. Los programdores televisivos saben que a nosotros los jóvenes y modernos bloggers estos programas nos parecen una mierda, pero tiene que haber de todo para todos los públicos. Están pensados para esas amas de casa que se sientan ante la tele entre colada y colada, que tienen todo el derecho del mundo a saludar a la Campos en directo y contarlo al día siguiente en el súper. A mí los que me dan rabia de verdad son los de horario de tarde-noche, porque se supone que me han tenido en cuenta a la hora de programarlos, y me siento insultado. Por ejemplo:

Éste sí que entiende de concursos2. ALLA TÚ - ¿Pero de verdad hay gente que ve esto? ¿No será que los de Sofres tienen todos los medidores jodidos? Que lo quiten y pongan una serie americana, por favor. La que sea. Yo entiendo que Jesús Vázquez es un presentador fenomenal, y que está buenísimo/a, pero es que ni aunque lo presentara Traci Lords bailando desnuda sería yo capaz de ver más de cinco minutos de esto. Un puñado de parados y paradas, aspirantes todos ellos a la farándula de la que se retroalimenta el sucio cotarro de TeleCinco, pierden los papeles cada tarde y hacen el ridículo más espantoso, abriendo cajas de zapatos. Eso es todo. Ni azar, ni preguntas, ni dados, ni destreza, ni nada de nada. Simplemente abres una puta cajita, luego otra puta cajita y luego otra, y al final abres la que tenías desde el principio y te quedas con lo que haya dentro. A veces mucho dinero (supongo, que nunca lo he visto ni lo veré), pero que llenen con eso una hora cada día y haya gente que lo vea entusiasmado, yo no lo concibo.

Símbolo del liberalismo, el progreso y la calidad1. TODOS GANAN – Esto, amigos, es totalmente de otro planeta. Es un concurso nuevo que se ha empezado a emitir en la ya de por sí marciana cadena local de José Frade, Canal 7. El logo del programa dice “Bienvenidos al fabuloso Todos Ganan”, con una tipografía que pretende remitir al rótulo del casino más rancio de Las Vegas. Es un jueguecito cutre hasta decir basta, de esos en los que un teléfono de pago invita a que llame la gente más aburrida y marginal de la ciudad, con la ilusión de ganarse una licuadora o un discman (que sé de buena tinta que los compran en el economato de al lado de la cadena). Pero en éste los premios y las llamadas son reales, no es como los demás de las cadenas locales. En serio, sigue leyendo si no lo has visto.
Lo conduce una chica joven pizpireta que se llama Rebeca, vestida de payaso de los ochenta, que hiperactúa hasta hacer que te rechinen los dientes, se pone a taconear y pone morritos todo el rato. Una mezcla entre una niña de siete años y una anciana de doscientos años. Sin sentido alguno del ridículo. Diferente de todo lo que haya visto antes. El concurso tiene dos partes: un panel con una cuadrícula de 49 fichas numeradas, y para ganar premio tienes que emparejar las cinco o seis casillas que contienen premio; la otra mitad del programa, el otro concurso, consiste en elegir una de las 40 bolitas rojas que se exponen en otra cuadrícula. La presentadora coge la elegida y la mete en una pecera. Si flota, te jodes. Si se hunde, eliges un sobre y te puedes ganar entre 10 y 50 euros. La llamada cuesta entre 50 y 500 euros, calculo.
Así contado puede que no parezca demasiado raro, con lo que hay por ahí. Es que hay que verlo. A mí me ha tenido con la boca abierta todo el rato, sin dar crédito a lo que veía. Espeluznante. Ya digo que no tiene nada que ver con Telesierra, o esos otros programas fraudulentos con los que te partías de risa, porque todo era en diferido y las llamadas las hacían entre los cuatro mismos cachondos que manejaban las cámaras y los cromas. En este caso, la mojigata ésa hace todo lo posible para que aquello parezca divertidísimo y superprofesional, y la simpatía que quiere transmitir se queda en una vergüenza ajena difícil de explicar aquí y ahora. Esa estética, esos colores, esas larguísimas y tristísimas cortinillas de PowerPoint, esa presentadora oligofrénica, esa gente que llama abochornada... En fin, que estoy totalmente enganchado. Acabaré llamando.
A jugaaaaaaaaaar

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