Tres curiosos retazos de conversaciones escuchadas este fin de semana en distintos momentos, lugares y contextos, seguidos de una situación personal y de una reflexión para acabar:
8 Con un grupo de niños/as de 9 a 11 años, con los que juego algunos sábados, hablando de la tragedia del maremoto en Asia: «Sabéis qué es lo del tsunami, no?», a lo que un niño se desgañita levantando el brazo, para contestar: «Yoyoyoyoyoyoyoloséyoyoyoyo, porfavoryoyoyoyoyo...», suplica. Se le cede la palabra, y una vez que todos le miran y esperan su respuesta, dice muy serio: «Un tsunami es una especie de kárate». Je. Je je. Es un poco frívolo, ante semejante catástrofe, pero es que me estuve riendo un rato largo.
8 Transitando por el barrio de mis padres, veo a una pareja de ancianos que pasean del brazo, y se detienen delante de una pared, en la que hay una pintada que dice «Cachoperros». Los "Cachoperros" son unos raperos que hacen pintadas por el barrio. Intuyo. El caso es que el anciano se queda intensamente bloqueado, mirando la pared un buen rato, intentando comprender, descifrar algún mensaje, obtener alguna respuesta. Y ya en voz alta, pregunta a su mujer con cara de extrañeza, «¿Cachoperros?». Tiene que leer varias veces. El hombre, muy en sus cabales, se pregunta quién y por qué va por ahí escribiendo en la pared «Cachoperros». Paso a su lado en ese momento, y su cara es un poema. Cuánta sabiduría, qué momento, qué colisión de culturas, y qué cosas más tontas hacen algunos con un spray y una pared pública, diga usted que sí.
8 Sentado en un autobús, a mi lado había una chavala, y otra enfrente. Iban a una discoteca, a las seis de la tarde. Al rato se sube otro anciano, de similar planta que el de la situación anterior, y se coloca en el asiento libre, cerrando el cuarteto de sillas. Y sin venir a cuento, se mete en la conversación de las chicas, y les deja caer disimuladamente que está muy caliente y todavía potente y fértil, que nos imaginemos hasta qué punto, que en su momento tuvo cinco hijos... Ni siquiera sumando la edad de las dos niñas creo yo que pasaran apenas de la mayoría de edad, así que su cara de espanto fue impactante. Y el ancianito se partía de risa y las miraba de arriba a abajo, conteniendo a duras penas el flujo de saliva. Confieso que yo también me reía.
Fin de los tres retazos de conversación.
En cuanto a la prometida experiencia personal: este fin de semana he discutido con mi hermano pequeñito, porque me burlaba de su manera de escribir en el Messenger. En realidad, me burlaba del texto que usa él y todos sus amigos, de esas palabras sin vocales, en una jerga extraña, a menudo en inglés, con un mínimo de dos faltas de ortografía en cada letra, totalmente incomprensible para mí. Me da rabia pensar que ese infra-lenguaje pueda desplazar en un futuro a la manera normal de comunicarnos. El lenguaje cambia, evidentemente. No hablamos igual que se hablaba en la edad media, ni siquiera igual que hace cincuenta años, pero esto es otra cosa. Me da pena y tiemblo de pensar que la generación que nos preceda irá por la calle diciendo cosas como "ola tron k psa oeoeoe thnx t'all XDXDXDXDXD". Es muy raro para mí. Es algo que va más allá del lenguaje "emulador de títulos de Prince" del que se hablaba hace unos años, y que todos hemos usado al tomar apuntes. Es de locos.
Y hora viene la reflexión, la única posible, a partir de todos los párrafos anteriores: me estoy haciendo mayor.
(La foto que acompaña al post, no tiene ni pies ni cabeza. Literalmente. Y es absurda pero a la vez inquietante, como pretende ser el extraño texto de hoy lunes, un texto personal y a la vez ajeno, y raro).
No hay comentarios:
Publicar un comentario