No suelo hablar de series de TV aquí, pero quiero dejar constancia de lo mucho que estoy disfrutando de la serie de SHIELD, una de las pocas cosas que me acompañó periodicamente durante la pasada temporada, en la que estuve casi huérfano de ficción televisiva. Creo que con S.H.I.E.L.D. los responsables de Marvel Studios han dado en el clavo, armando una serie de espionaje, acción, intriga, romance, comedia (y, en menor medida, superhéroes) que engancha a todos los sectores, y que les sirve de perfecto contenedor de referencias e invitados para ir ampliando el UM multimedia, así como de cemento para unir de forma transversal todos los acontecimientos de sus películas. Pero, sobre todo, creo que es un homenaje tremendo al Marvel Zombie de toda la vida, especialmente al talludito, con esa segunda lectura que pasa desapercibida para el nuevo aficionado (o para el espectador ajeno por completo a Marvel), pero que a algunos nos hace crepitar en el sillón al localizar guiños a Kirby, a Claremont, a Steranko o a los grandes acontecimientos Marvel de los ochenta y noventa. Yo echo en falta más colorido y saltimbanquis en pijama, pero ya sabemos que Marvel Studios no está dispuesta a esas licencias, y que todo es terriblemente
"dark" en sus diseños y sus productos.
SHIELD es la CIA de Marvel, una organización gubernamental secreta que interviene exclusivamente ante amenazas y situaciones relacionadas con los superhéroes o la alta tecnología de origen extraterrestre. Existen en Marvel desde hace varias décadas, y siempre están por ahí danzando, desfaciendo entuertos, imponiendo su doctrina fascista y ocultando secretos a todo el mundo. Un organismo perfecto para narrar histori(et)as hiper-tecnologizadas, invasiones de otro mundo, conspiraciones secretas o simples intervenciones de campo entre superhéroes y supervillanos. SHIELD está intimamente ligada con la Segunda Guerra Mundial (conflicto terriblemente influyente en el origen de Marvel y de bastantes de sus personajes), a través de los Comandos Aulladores (unas especie de "basterdos sin gloria" a los que pertenecía Nick Fury); son los guardianes de grandes secretos de héroes como Lobezno o los 4-Fantásticos; son el epítome de la alta tecnología armamentística (a las órdenes de un gobierno fascista) y de la defensa de las libertades contra sus alter-ego nazis malignos, la HYDRA o IMA; y en definitiva, son un grupo de soldados urbanos que histórica y transversalmente están en todos los fregados, defendiendo a la Tierra de los malos tanto de dentro como de fuera de nuestra atmósfera. Un equipo ideal para montar una serie a su alrededor. Una serie en la que han sabido reunir lo mejor de
Expediente-X, James Bond y el
Marvel way of life, abanderada por el Gran Midas de la era Obama, Joss Whedon. Y todo ello partiendo de cero, sacándose de la manga una pequeña célula de SHIELD que no existía previamente en los tebeos y que es absolutamente deliciosa. Es el equipo liderado por Phil Coulson (un superagente representante de SHIELD, creado para la película de
Los Vengadores; los emolumentos de Nick Fury eran demasiado elevados), un superespía flemático, gracioso, perfectamente caracterizado con su colección de armas
vintage, su coche de época tuneado con las más modernas tecnologías, que recuerda a uno de
Los Vengadores (los de la serie británica de los 60) y que es el alma del equipo. En él tienen cabida también el agente-soldado perfecto, misterioso, guapo y macizo como salido de la pluma de Arthur Adams, Grant Ward; la agente Melinda May, asiática experta en lucha cuerpo a cuerpo, con un largo pasado relacionado con SHIELD y con Coulson, que en principio quiere limitarse a pilotar el avión futurista que sirve de base de operaciones; Skye, una bonita, rebelde y experimentada
hacker e
indignada, que es fichada por Coulson a pesar de no haber recibido formación alguna, que en un principio aparenta estar jugando a dos bandas sin haber abandonado del todo la Marea Creciente, el grupo de ciber-guerrilla antisistema al que pertenecía, y que tiene continuos problemas para servir al Sistema Norteamericano tan desde dentro. Es la protagonista principal de las historias, con la que cualquiera podemos identificarnos facilmente, o bien enamorarnos; y finalmente, están los dos científicos, los británicos Leo Fitz y Jemama Simmons (aka "Fitzsimmons"), dos jovencísimos geeks que se dedican a desarrollar instrumental, curar a los buenos e investigar todo lo relacionado con la tecnología la biología, la medicina, la mecánica, ingeniería alienígena o lo que sea. Primeros de la clase, síntesis de los alumnos aventajados de la más avanzada y poderosa institución gubernamental, que además hacen una pareja adorable, con su cerrado acento british, su simpático Asperger, su candor y sus caritas de pitiminí. Concretametne, la Simmons, Elizabeth Henstridge, es con diferencia lo más hermoso que ha salido en mi tele el último año, y el episodio en el que es infectada por el virus alienígena, y su escena cumbre, que me he visto tres veces, me hace llorar como una niña de cinco años a la que roban, descabezan y pisotean su muñeca favorita en el patio. Y encima, además de estos principales, por la serie desfilan y desfilarán otros personajes de las películas, como la deliciosa Robin Scherbatsky sin ir más lejos.
Las comparaciones con la inolvidable
Expediente-X son muchas, y muy fáciles de establecer. La primera de ellas, en cuanto a la estructura. A grandes rasgos, en cada episodio se nos narra un caso, una intervención de la célula de Coulson. Bien sea un asgardiano destruyendo todo a su paso, o un objeto extraterrestre que parece estar afectando a todo visitante a kilómetros a la redonda de la selva olmeca. Al margen de los argumentos puntuales (en los que hemos visto
mad doctors, malvados millonarios, marcianos, supervillanos con poderes...), poco a poco se nos va introduciendo en la trama de un nuevo grupúsculo terrorista-tecnologizado, el Centipede, cuyo misterioso líder (no es El Hombre Que Fuma, pero más o menos) parece estar detrás de casi todos estos asuntos. Por supuesto, la serie también crece alrededor de la relación entre los protagonistas: el triángulo Grant-May-Skye, la pasión latente en Fitzsimmons, los amoríos del pasado de Coulson, el rollo paternal entre Coulson y Skye, los pizpiretos arrebatos postadolescentes de Jemma... Y alrededor de todos los casos también suele confluir con fuerza el pasado de los personajes. Principalmente, la relación de Coulson con el Centipede y lo que pasó en Tahití (
"it's a magical place"), donde supuestamente le resucitaron tras morir al final de la peli de los Vengadores, y todo esto trae mucha cola; el pasado
hacker de Skye (esto se resuelve hacia la mitad de la primera temporada, cuando Skye resulta demostrar que es mejor agente que cualquiera con décadas de experiencia); y la traición del agente Grant, que resulta ser un infiltrado de HYDRA (toma espóiler). Este asunto, en mi opinión, está demasiado forzado, y a punto estuvo de dar al traste con mi confianza en esta serie. Parece ser que no fue un giro de guión chapucero como me pareció a mí, sino que tuvieron que retrasarlo y mostrarlo de golpe después de estrenarse la segunda peli del Capitán América... y es que ya he dicho que esto también funciona como vehículo adhesivo para el resto de productos de Marvel Studios. Se lo perdono. La verdad es que era necesario un giro así.
Yo leo tebeos de Marvel desde muy pequeñito, nunca he dejado de hacerlo, y estoy muy acostumbrado a cómo funcionan las cosas dentro de este maravilloso universo. Me molesta que en algunas películas o series de acción todo sea demasiado maniqueo, que los personajes sean demasiado estereotipados, que las tramas confluyan demasiado forzadamente en una cuenta atrás hacia una explosión y que los buenos se salven demasiado in extremis. Sin embargo, todo esto lo admito en un tebeo de superhéroes. En Marvel (generalizo), los buenos son muy buenos, muy muy guapos y con pocas aristas, y el cliffhanger es su razón de ser. Me consta que hay espectadores a los que esta serie les parece demasiado al límite, más patriótica de lo necesario, que abusa de unos parámetros morales y estructurales demasiado cerrados. Yo acepto esos parámetros desde niño. Hay cosas en Marvel que tienes que aceptar, y no solamente que personas puedan volar o resucitar de repente. En Marvel, los supersoldados son fanfarrones y sobreviven a las explosiones por pocos milímetros; si alguien va a morir pronto, tiene que ser un personaje que acabe de aparecer, nunca uno fijo (estos pueden ser hospitalizados al borde de la muerte, pero se recuperarán a toda hostia en la elipsis); los extras son planos y sin frase, la masa se comporta como un rebaño; los terroristas son tal y como los concibe Isabel Sansebastián, y las tías están buenísimas y tienen globos sonda bajo la camiseta. Este tipo de cosas son las que me encantan de esta serie. El libro de estilo de Marvel se cumple a rajatabla, y puede que algunas de sus secciones no gusten demasiado al espectador cásual. A mí me chiflan en esta serie, y me disgustan en otro tipo de productos.
Con lo que no comulgo tanto, es con el cacareado asunto de la ruptura de la continuidad. En eso soy un poco talibán, y me da rabia que en los últimos años hayan decidido pasar de todo eso, tanto en el audiovisual como en los mismos tebeos. Nunca he leído un tebeo de la línea
Ultimate, ese Universo Marvel reseteado y
suecado de cara a la generación con déficit de atención, porque me da rabia. Me da rabia la negrura de las películas de mutantes (que transformó sus tebeos para siempre), y prefiero la algarabía pop y el colorinchi de las series de los ochenta, de las que nunca jamás me canso y que me parecen perfectas (la serie de animación de
X-Men es una de las cosas que más me gustan del mundo entero). Comprendo y en general me gustan los cambios que han introducido en las (pocas) películas de héroes Marvel que he visto (es imposible contar en una hora los acontecimientos de 60 años de trayectoria de Thor o Lobezo, por ejemplo, y me parece bien que escojan lo que más útil les sea de una época o de otra, de un equipo creativo u otro de décadas después, y en las más recientes he visto que lo reescriben desde el respeto al aficionado y al personaje). Son medios muy diferentes, y hay que contentar al público de siempre y al tiempo atrapar nuevo. Es lo que hay. Y en el cómputo global, pese a los disfraces oscuros de la Patrulla-X, a que Peter Parker genere telarañas biológicas o a que Tony Stark lleve siempre
goatee en los tebeos, hay una cosa que me da muchísima rabia por encima de todo: que Nick Fury sea negro. Eso no tiene perdón de Dios. Una cosa es que Nick Fury sea David Hasselhoff, que eso es terrorífico, y otra que sea un negro, y que en los tebeos Nick Fury, el
Nick Fury de siempre, cambie
de raza sin más explicaciones. Eso me tiene confuso. Por lo demás.