miércoles, 31 de octubre de 2012
Dramáticas AventurasTrimestrales Ilustradas nº 4
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sábado, 20 de octubre de 2012
Dos películas horribles que vi y prefiero olvidar
A fantastic fear of everything (Crispian Mills, Chris Hopewell, 2012)
miércoles, 17 de octubre de 2012
A mitad de película, a Arnie le ofrecen convertirse en cazador-estrella, cosa que sucede en la novela al final del todo. La peli recuerda mucho más a un videojuego (de ahí que yo pensase tan férreamente en Flashback), con sus decorados brillantes y sus final bosses, que a la novela, a la que se parece como un huevo a una castaña. Sin embargo, por supuesto, la de Arnie con mono amarillo, los cazadores, la gente enfervorecida mirando la tele, jaleando y posicionándose poco a poco de parte del fugitivo, a lo "El show de Truman", hacen de "Perseguido" una peli memorable. Con ese tufillo impregnado e inherente que llevan todas las películas supuestamente futuristas de los ochenta, que dan un poco de cosa (la idea ochentera del entretenimiento del futuro era llevar mallas plateadas y calentadores, bailando a ritmo de un casiotone).
martes, 16 de octubre de 2012
HeavySaurios - HeavySaurios (2012)
HeavySaurios lo tienen todo. Son un grupo para niños, que le cantan al chicle, a las momias, los barcos vikingos o los dragones. Sus letras son más o menos educativas, o al menos indudablemente recomendables por cualquier maestro que se vista por los pies. Por ejemplo, en Quiero leche le cantan a las bondades de esta secreción de la ubre. En Glotón explican los peligros de la gula y el sobrepeso. Hoy es mi cumpleaños es una alegre exaltación de la amistad. Y en Policía rezongón le dejan claro a los niños que algunos maderos son unos vagos zampadonuts y unos violentos, como los de Springfield. Las letras de HeavySaurios son absolutamente increíbles, y la música es poderosa y vertiginosa como la de Gigatrón, o más. Los HeavySaurios, como su propio nombre indica, hacen heavy-metal. Con triple bombo, falsetes, su balada jebi a mitad del disco para ondear el mechero y todo, todo el tinglado al completo. El más clásico y ramplante power-hair-metal ochentero de toda la vida, para bailar con la cabeza desencajada y haciendo los cuernecitos. Y como su nombre indica también, sus miembros no son seres humanos, sino dinosaurios personificados que se desgañitan, posan, se enfadan y llevan chupas de cuero. Su historia la encontramos en su web oficial:
Hace 65 millones de años, un gran meteorito se estrelló contra el planeta Tierra, destruyendo a los dinosaurios y casi... extinguiéndolos. En medio de esta tragedia ocasionada por el Big Bang, cinco huevos púrpura gigantes, fueron escondidos en el corazón de la Montaña de los Hechiceros para ser protegidos.
Cierta noche tormentosa de 2012, un grupo de brujas se volvió a encontrar en la misma Montaña, para realizar sus conjuros. Las nubes se volvieron más negras, comenzó a tronar, y a diluviar intensamente. El cielo se abrió en dos y un furioso rayo cayó sobre una piedra, convirtiéndola en cenizas y dejando al descubierto un misterioso resplandor. Las brujas, al remover la tierra, liberaron los 5 huevos metálicos púrpura y comenzaron una loca sesión de espiritismo, durante la cual, los huevos comenzaron a resquebrajarse y a estallar, hasta que se abrieron explosivamente.
Algo realmente mágico y extraño surgió de ellos: 5 dinosaurios Jurásicos, amantes del Heavy Metal, jamás antes vistos. Les fueron designados los siguientes nombres: MILLI PILLI, MUFFI-PUFFI, RIFFI-RAFFI, KOMPPI MOMPPI y MR. HEAVYSAURIO, quién se convirtió en su líder. Nacía así la leyenda de esta banda, compuesta por dinosaurios y una nueva era de Heavy Metal Jurásico, había comenzado...
En YouTube se pueden encontrar videos de la banda, por ejemplo, actuando en directo ante un puñado de bebés que, aunque apenas se tienen en pie, dominan el headbanger y flipan cantidubi. Y entrevistas, y un videoclip oficial, etc. Yo ya hace tiempo que les sigo en Twitter y en Facebook, y en Tuenti deben estar arrasando. Otra cosa que me parece deslumbrante de HeavySaurios es que en realidad son una franquicia, la versión argentina de una banda finlandesa (por supuesto, el único rincón del mundo que se toma en serio a los Lordi) llamada HeviSaurus, cuyos componentes son los mismos, con los mismos nombres y las mismas letras de canciones adaptadas. Allí lo llevan petando desde
Big Bad Voodoo Daddy - Rattle them bones (2012)
White Ghost Shivers - Everyone's got 'em (2006)
Andrew Bird's Bowl of Fire - Thrills (1997)
Pues se conoce que Bird tenía muy dentro el gusanillo de sus cameos entre los chicos de la superbanda SNZ, y en los descansos, así como después de su disolución, se convirtió en frontman de su propia banda de revival del folk americano de comienzos del siglo XX, esta vez desde Chicago, nada más comenzar su (insulsa) carrera como solista, que le ha llevado a ser considerado hoy una estrella internacional del folk. Por más que lo he intentado, yo no he conseguido verle la gracia a las docenas de discos de Andrew Bird en solitario. Y hace poco me enteré (dónde estaría mirando) de la existencia de los tres discos de Andrew Bird's Bowl Of Fire, y llevo una buena temporada escuchándolos una y otra vez. La carrera de Bird no me interesa, pero siempre tiene en la recámara este maravilloso proyecto, como si se negase a aceptar la idea de que SNZ ya no existen. Y yo que se lo agradezco. Porque creo que AB'sBOF me gustan lo mismo, o más.
En "Thrills", de hecho, Bird acude a "Jimbo" Mathus durante todo el álbum (ya sea tocando la guitarra como el banjo, el piano o el trombón), y en tres de los cortes invita a cantar a la deliciosa Katharine Whalen. Y el resultado es ni más ni menos que una extensión de SNZ, con menos vientos y alboroto y más variedad dentro del espectro del folk. Y con la característica voz y las peliagudas letras de Bird. Canciones como Eugene, Gris-gris o Ides of swing bien podrían estar entre el repertorio de los Squirrel.
Un año después, en los estertores de SNZ (1998), publica "Oh! The grandeur", que incide en el swing y el novelty jazz sin estridencias (maravilloso Candy shop que abre el CD, con diseño de portada de Chris Ware), aunque abusa un poco de los medios tiempos y la pose de crooner.
El tercer disco de este proyecto hasta la fecha es "The swimming hour" (2001), y parece que el estricto revival folk ha dado paso a otra cosa. Mucho más divertido que Andrew Bird, dónde va a parar; pero estos temas, sin dejar de ser maravillosos ni de incidir en los sonidos marca de la casa (Two way action o 11-11 me vuelven loco) no te transportan tanto a los años 20 y 30, que era la gracia. Esto es más pop grandilocuente con violines y batería con escobillas, pero pop contemporáneo al fin y al cabo. ¡Yo quiero más del ABBOF SNZ-esco!
Lutherapia (Les Luthiers, 2012)
Hace un par de semanas, estaba yo a punto de cerrar el chiringuito, el bar donde trabajo, que me había tocado ir a abrir a mediodía, cosa que odio. El resto del fin de semana lo tendría libre, porque me habían regalado una entrada para ir a ver a Bad Religion y a Extremoduro (vi poco más) a uno de esos macrofestivales de extrarradio. Pues estaba como digo ya con la chaqueta en la mano como quien dice, e iba a agarrar el cierre para marcharme felizmente a mi casa a preparar la mochila y el instrumental de pogo, cuando se acerca un señor y me dice que si se puede tomar algo o ya estoy cerrando. Como soy de natural servil, decidí decirle que venga, que total me daba igual, que pasara. Al tipo le pareció un detalle lo mío, y debía estar especialmente desprendido, así que de pronto se presentó, me dijo que era el manager de Les Luthiers, y que si quería dos entradas VIP para este "Lutherapia", que escogiera el día. Sé que así contada la anécdota desluce un poco, pero es que en los días siguientes la conté como unas treinta veces a todo dios con el que me cruzaba: ¿qué posibilidades hay de que venga a tu curro un tipo, que simplemente por tener el detalle de atenderle a última hora, quiera compensarte, y sea el manager de Les Luthiers? Fue bastante alucinante. Yo le regalé una copia de mi fanzine de música, donde por supuesto mencionaba a LL; y es que ya digo que, sin ser un fanático de base (como un colega que yo me sé, que ahorra durante meses y ha perdido la cuenta de las veces que les ha visto), para mí no son un grupo cualquiera, sino unos genios, unos tipos muy especiales, a los que seguiría puntualmente como un deadluthierhead si yo no fuese tan miserable. Solo les había visto otra vez, creo que fue con "Los premios Mastropiero", y también fue gratis aquella, regalo de familia.
Sea como fuere, le estaré muy agradecido a este hombre y a la Bendita Contingencia durante muchos años. La doble invitación, además de las dos butacas (centradas y en la fila 7 nada menos), incluía un paseo previo por el backstage, donde tenían montada una breve exposición de algunos de sus instrumentos más característicos: el genial nomeolbídet, un latín, una reproducción del mítico bass-pipe a vara, la mandocleta o la estrella del nuevo show, el bolarmonio, un complejo y aparatoso conglomerado de vientos afinados como dos escalas de piano, que se accionan apretando unas pelotas naranjas de goma. Luego nos dieron un ágape y una barra libre a toda leche, un poco raquítico todo, y un obsequio también un poco pobre (lo que más ilusión me hizo fue una reproducción en plasticurri de todo un premio Mastropiero, que tengo aquí delante en un estante). Amén de la privilegiada localidad (que es lo que cuenta, claro), la verdad es que el dineral que habían pagado los fans VIP no sé yo si merecía la pena (creo que rondaba los 150€). Pero nosotros estábamos tan felices con nuestra pulsera especial, talmente como los anormales de "Wayne's world" con el pase de prensa para el concierto de los Kiss al cuello.
La cuestión, que no lo había dicho (a quién le importa) es que había invitado a venir conmigo a una persona muy importante en mi vida ahora mismo... de aquella manera. Así que entre la inmejorable compañía, toda la trama de la obtención de las entradas, la francachela y las dos cervezas por minuto previas, estaba tan obnubilado que se me había olvidado el espectáculo en sí; que empezó de repente cuando estaba pensando en otra cosa. Y también lo vi, claro.
Sucede que estos señores llevan más de 45 años sobre los escenarios, llenando por cierto al 100% un teatro mediano durante sesenta días cada vez que vienen a Madrid, por ejemplo. La audiencia de esta troupe de culto, en serio, no tiene mucho que envidiar a los grupos más grandes del mundo. Pero debido precisamente a su dilatada trayectoria y a su edad, me da la sensación de que los mejores gags de LL ya los han hecho en sus primeros discos (los que escuchaba en casette de chaval, que son una obra maestra). Y "Lutherapia", en algunos momentos puntuales, con esos señores tan mayores haciendo gala de un humor tan blanco (o peor aún cuando se internaban en sus dobles sentidos picantes), resultaba ligeramente geriátrico. No se me entienda mal: es por poner alguna pega. LL son unos genios indiscutibles, unos músicos de primerísima fila y "Lutherapia" una maravilla que no decepciona a nadie. Solo trato de ser visceralmente sincero y ceñirme a las sensaciones que me produjo ver a Mundstock correteando por el escenario como un niño o a Núñez abriéndose de piernas para llegar a la nota más alta del bolarmonio, que levantaban carcajadas condescendientes. Es notable, o será que yo estoy en mitad de alguna crisis extraña, que las avanzadas edades de los miembros de LL se han convertido en una parte ineludible de su idiosincrasia, para bien o para mal. Por lo demás, observar a este puñado de virtuosos al piano o al latín es un privilegio, una maravilla. Y aunque la estructura del nuevo espectáculo no me volvió loco (me gustaba más el formato "carpeta roja" con Mundstock desgranando la caótica vida de Johan Sebastian Mastropiero que este invento tan argentinísimo y ligeramente pedante de la psicoterapia para introducir cada número), los números nuevos, como siempre, son de una brillantez mayúscula.
Mi número favorito, sin duda, fue Rhapsody in balls (Handball blues). Un magistral boogie-woogie para piano y bolarmonio que daba ganas de levantarse de la butaca, quemar cosas y lanzar sostenes. Como escarpias. También me parecieron geniales Paz en la campiña (Balada mugida y relinchada), Aria agraria (Tarareo conceptual) y El flautista y las ratas (Orratorio), donde echan el resto en lo que a juegos de palabras y cacofónicos se refiere, y un descojono Dilema de Amor (Cumbia epistemológica). El número final (antes del bis "fuera de programa", que fue el grandísimo Ya no te amo Raúl (Bolera)) quedó un poco raro y alargado, con una historia de exorcismo y herejía pero en la que estrenaron otro instrumento informal maravilloso e inolvidable, la exorcítara, una gigantesca lira con luces fluorescentes y sonidos de ultratumba. Una tarde inolvidable.
lunes, 1 de octubre de 2012
Punk rock Jesus (Sean Murphy, 2012)
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