Hace algunos meses, saqué de la biblioteca la magnífica novela
"La isla mágica (Un viaje al corazón del vudú)" de William Seabrook (animado por algo que leí en el
2000 Maníacos 42). Como siempre digo, y es verdad, soy un lector muy mediocre, aunque apasionado y obsesivo; así que no me lo terminé, no me dio tiempo a acabarlo antes de tener que devolverlo, aunque me estaba entreteniendo mucho. Algún tiempo después, buscaba información sobre el aventurero
bizarro Seabrook, y no sé qué guarrerías pondría en Google, que fui a parar a
una entrada en el blog del traductor de aquel libro para Valdemar, José Luis Moreno-Ruiz. Me encuentro con este comentario de dicho traductor:
«Traduzco por estos días (marzo de MMIII) The Magic Island, de William H. Seabrook, una cosa sobre Haití y el vudú, con alguna noticia interesante acerca de la ocupación norteamericana de la isla, de 1915 a 1925, más prórroga. Seabrook, al menos, no es un autor complicado y voy rápido, muchas páginas al día. La edición, para una de esas colecciones de libros de terror, esotéricos y paridas semejantes, que, me dicen los editores, tiene bastante buena venta. Por mí, la verdad, como si se la machacan quienes leen estas cosas; mientras no salpiquen… Trato de resolver si el libro es una mamonada, o si no lo es.». El resto del texto ahonda en el ligero desprecio hacia Seabrook y sus lectores, y aporta información muy jugosa que ha encontrado sobre el autor. No tiene desperdicio.
La lectura de este post fue mi primer contacto con Moreno-Ruiz. Recuerdo que aquella tarde pasé un buen montón de horas leyendo fragmentos de su sorprendente blog, los
Contradiarios Moreno-Ruiz, mesmerizado con cada una de sus entradas, con sus reflexiones y sus palmetazos en la mesa. Esa misma tarde, descubrí que JLM-R tuvo un programa en Radio 3 durante casi una década, que no comprendo por qué no me sonaba de nada, pese a que tengo casetes con programas grabados de la emisoria desde los 15 años, y más de media vida me la he pasado pegado al transistor, en ese dial (yo creo que en su momento, en realidad, no me hubiese gustado mucho). M-R conducía el programa
Rosa de sanatorio, que por lo que he podido escuchar o leer, en contadísimos restos del naufragio que hay por ahí, era un "espacio de culto", en el que el conductor leía fragmentos literarios y pinchaba la mejor música posible (Morphine, Violent Femmes, Tom Waits...), a veces bastante mamado, estableciendo un ambiente bohemio (con perdón), etéreo (por éter), íntimo y erudito. Descubrí también que, además de las montañas de libros que ha traducido (Joseph Conrad, Jack London, G. K. Chesterton, Herman Melville, Robert Louis Stevenson, pone en la Wikipedia gallega), tiene más de una docena de libros propios. Lo que escribe en su blog (al que me he hecho asiduo, eso sí, alejado del sistema de comentarios), ese cóctel de reflexiones a-poéticas o airadas, bofetadas a los simios gobernantes, videos de patinadoras en minifalda y las deportistas femeninas que estén muy buenas en general, fotos de jovencitas frotándose el parrús, recomendaciones musicales, etc., me embelesa, así que enseguida me quedé con su nombre (a pesar de los apellidos tan comunes, la regla mnemotécnica es sencilla: basta acordarse del ventrílocuo gilipollas y mafioso), dispuesto a tratar de hacerme con sus obras publicadas, de una manera u otra.
Pues el martes o el miércoles pasado me acerqué a Ábaco, mi librería favorita, sin ninguna prisa, para pillar algo y sentarme en un parque, y en la zona de autores españoles contemporáneos me encontré con
"Intraliminal (Ejercicios exudatorios para virofóbicas)", y lo despaché enseguida. Primero, tomando sidras en una terraza al lado de Olavide, y luego en el sillón de casa. Y ahora sí que soy fan de JLM-R.
"Intraliminal" aglutina un montón de cuentos y reflexiones breves o superbreves, algo muy parecido precisamente a su blog (sin chochos ni youtubes, claro), aunque lleve publicando estas cosas mucho antes de que existieran los blogs. A José Luis le pirran los tecnicismos, la jerga científica y psiquiátrica, la catacresis, las esdrújulas, la anástrofe, la cinepimastia, la moxibustión, la anfibología, la paranesis, los chochos sudorosos, los pedos vaginales. Y se cisca en la necedad, en las feministas radicales (sobre todo si son feas, gordas y sufren de envidia del pene), en las putas columnistas de El País (feas siempre, además) y en la hipocresía. A mí, que entre novelita y novelita de Stephen King o Clark Carrados me leo un tebeo de Spider-Man o un Usagi Yojimbo, me costó enfrentarme a la elevada e ilustrada prosa del gran Moreno-Ruiz, y a sus historias surrealistas, absurdas y cínicas. Pero me ha dejado con unas ganas locas de seguir buceando entre sus letras, tan bien puestas todas, tan sonoras, tan cabronas. Cuánta razón tiene siempre, qué canallita, qué risas me he echado con sus rebotes y qué descubrimiento. Sus libros no son fáciles de encontrar (por internet no compro), pero ya tengo localizados dos en una tienda de Madrid, voy a buscar, coleccionar y atesorar los libros de José Luis, con la misma pasión que pongo con los de R.L. Stine.