martes, 5 de julio de 2011

Road Cartoons (J.M. Aguilera-Paco Roca, 1999)


Conviene recordar los origenes. Paco Roca, nuestro hoy afamado y vitoreado (casi por decreto-ley) Premio Nacional del Cómic, el autor de incontestables novelagráficas de éxito como "Arrugas", "El invierno del dibujante" o "Las calles de arena", comenzó dibujando historietas frivolonas de tías en pelotas para las revistas Kiss o El Víbora. Por supuesto. Como todos. Así funciona la industria del tebeo en este país. Si eres español y quieres ganar dinero dibujando tebeos, solo tienes tres opciones: a) te vas a Francobélgica; b) te olvidas de los jodidos tebeítos y te dedicas al diseño gráfico publicitario para una multinacional; c) malvives dibujando tetas para las pocas revistas de tetas que quedan en el kiosko. Encima, esta última opción cada vez está más difícil, porque el papel se está extinguiendo. Pero hubo un tiempo, no muy lejano, en el que además de El Jueves existían otras docenas de revistas de cómic en el kiosko. Y por supuesto, el Maestro Paco Roca pasó por allí.
Por ejemplo, para la revista El Víbora, ya en sus estertores, dibujó la serie "Road cartoons", con guión ajeno, una historieta un tanto insulsa y un poco ciberpunk que venía a trasladar el universo de los dibujos animados de Disney y la Warner (Alicia en el país de las maravillas, el Correcaminos, Bugs Bunny) a un mundo ultraviolento y "realista". La protagonista es Tweety (una piolina semidesnuda que recuerda demasiado a Tank Girl), quien se ha propuesto liberar a todas las mujeres permanentemente sodomizadas por tipos como Porky, un orondo paleto violador, o Doc y Marzo, un menda con chistera y una liebre marcera, que se dedican igualmente a violar y matar en un recodo de esta carretera extraña en la que los personajes están atrapados. En "Las calles de arena" Paco Roca ya se sumergió en el batiburrillo de referencias fabulescas y en "Alicia" en particular; en esta historieta de 45 páginas, lo que tenemos es un cruce psicótico entre Tarantino, Russ Meyer, Lewis Carroll y Tex Avery, con personajes que nunca mueren por mucho que sean decapitados y mujeres desnudas por todas partes. Es un experimento curioso, pero insustancial. Muy bien dibujado, pero hueco. Violencia y porno al mal tun tún para alimentar al lector de WC que daba de comer a los autores de El Víbora en su última etapa.

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