Hace muchos años que tengo la sensación de que hemos perdido a Max, uno de mis artistas de cómic preferidos, desde que se dedica exclusivamente a la ilustración periodística y publicitaria. "La biblioteca de Turpin", Bardín o Peter Punk son algunas de las mejores obras que nos dio el medio durante el siglo pasado, y los tebeos de Max forman parte de la cultura popular española, de manera casi tan legítima como los de Bruguera. Ayer releí éste ya clásico "El prolongado sueño del Sr. T" (publicado en 1997 en la revista El Víbora y recuperado para la colección Todo Max por La Cúpula en 1998), y lo considero el ocaso del Max historietista, y el comienzo del Max introspectivo y surreal que lo ha llevado a donde está hora. Ojo, que las ilustraciones de Max son preciosas, sigue siendo un genio, pero intuyo que nos estamos perdiendo a un narrador de historias inconmensurable e imaginativo como pocos, y el que iba para Dalí del cómic se ha quedado en resultón viñetista a sueldo. No sé si me explico.
Total, que ésta es una de las ocasiones de ver a Max en pleno esplendor, aunque ya demasiado comedido, expresionista, simbólico, y descolorido. No deja de ser una historieta genial, sobre el viaje interior de un hombre que permanece en coma durante 40 días, y cuando despierta se pone a escribir el sueño que ha tenido durante ese tiempo, que aquí es transcrito a viñetas por Max. En dicho sueño, el señor Cristóbal T. viaja por lugares inhóspitos y simbólicos, y se encuentra con un personaje mezquino, un personaje femenino de belleza supina, y un personaje reflexivo, sensato y sabio. Pierde su corazón, su sexualidad y su esperma. Conoce el amor y la virtud, conoce la razón de su existencia, y le son reveladas verdades filosóficas inalcanzables para el que transita la vigilia. Todo es bonito y lineal, y solo lo justito de zen. Tengo ganas de más Max.
No hay comentarios:
Publicar un comentario