Esta es una historieta costumbrista argentina, pintada asombrosamente en blanco, negro y marrones, publicada originalmente en el blog Historietas Reales, que encontré por ahí recopilada. Contiene todos los clichés habituales de la historieta y el cine costumbrista argentino, con ese acento cantarín y esos personajes reflexivos y existencialistas hasta la náusea. A mí no me molesta esto, en la dosis justa, y es más, me gusta bastante, todo resulta mundano y sucio, y al mismo tiempo poético y hermoso. Esta historia trata sobre un pobre desgraciado de 29 años, feo y con una asquerosa deformidad en una pierna, cuya rutina transcurre a través del asco que siente por sí mismo, por estar tan solo, tan rengo y tan salido, que lo único que le motiva a seguir viviendo es un agujero en el sillón que se folla casi a diario mirando a la vecina de enfrente, una invidente que está como un tren. Por supuesto, la historia comienza cuando ambos se conocen, y él está tan enamorado de ella que no puede dejar de mirarla y comérsela con los ojos, y sentir aún más asco. Llora todos los días y se siente incapaz de expresarle nada a ella, es un tullido sentimental. Pero poco a poco se van conociendo, se lo montan juntos y se van a vivir juntos, manteniendo cada uno sus secretos.
La relación entre el cojo y la ciega es lo más bonito que le ha pasado nunca al protagonista, tanto, que de pronto se da cuenta de que ha dejado de llorar a diario. Pero todo cambiará cuando ella se opere la vista. Un inadaptado que se folla al sillón, una vecina cotilla y subnormal que se mete al gato por el chocho en la escalera, una ciega guapísima pero alcohólica, una relación imposible y llena de mentiras, una fiesta en el barrio y la inminencia de la doble operación quirúrgica que podría devolverles, desgraciadamente, a la normalidad, dan forma a este relato oscuro, asqueroso y brillante.
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