Ojo, spoiler: fumar es malo . El libro no contiene instrucciones mágicas, no es un grimorio ni un manual de cocina o de brujería. Es repetitivo hasta el mareo, está bastante mal escrito y traducido (mi edición, la 47ª, es de 2005 y aún habla en pesetas... no sé si esto es correcto o no, pero se hace raro), pero en mi caso ha sido una revelación. No sé si leer el libro me ha servido de algo o no, pero llevo una semana sin fumar, después de 20 años fumando, ininterrumpidamente, más que el malo de la película. Supongo que todo está aquí dentro –señálome el colodrillo–, que paso por una etapa estupenda, ideal para enfrentarse a nuevos proyectos y aventuras –lo dice mi horóscopo a diario; lo sé, y eso que no lo leo–, que empieza a hacer buen tiempo y que estoy llenando la hucha con lo que no me fumo... Será lo que sea, pero lo he dejado sin problema, y estoy como loco de contento. Todo es muy raro. Me ha resultado facilísimo. Increíblemente fácil.
No quiero desvelar el final ni casi nada de la trama, pero resulta que el señor Carr falleció hace poco, de cáncer de pulmón. Se cuenta que eso le pasó por permitir que se fumase a su alrededor durante sus terapias presenciales. Otra víctima de la ironía tabáquica, que viene a sumarse al vaquero de Marlboro y al gran Bill Hicks.
No hay comentarios:
Publicar un comentario