He aquí mis dos discos del mes (tres lustros tarde), y lo que más estoy escuchando en lo que va de año. Kevin O'Donnell's Quality Six son la continuación lógica de Andrew Bird's Bowl Of Fire... que fueron la continuación lógica de Squirrel Nut Zippers. Y aquí estamos todo el rato dando vueltas en torno a las personas, instrumentos, melodías y sonidos que más hacen diana en mis orejas y mi corazón. Squirrel Nut Zippers fueron uno de los grupos más míticos e importantes del revival de la música norteamericana de principios del siglo XX (para mi gusto, muy por encima y mucho más sofisticados que Royal Crown Revue, Big Bad Voodoo Daddy, Cherry Poppin' Daddies, etc). Un juguete maravilloso que actualizó el swing, foxtrot, jazz, pre-war blues, charlestón, rag, etc. para las nuevas generaciones, y lo prepararó para los oídos de comienzos del siglo XXI. En Squirrel Nut Zippers, Andrew Bird solo militó testimonialmente, pero su voz y su violín aderezaron
las mejores composiciones del grupo. Con
Bowl Of Fire, el mago Andrew Bird tomó la batuta, la varita, la voz y el arco, y nos regaló tres discos absolutamente maravillosos (sobre todo los dos primeros), sobrevolando los mismos conceptos, elaborando la misma magia, desbordando la jarra del talento y la belleza. Ya no estaba el monstruoso Jimbo Mathus (cuya carrera en solitario o con Knockdown Society es también impecable, aunque más centrada en el blues-rock de raíces sureñas, y menos en el
bigbandismo y el
ballroom) ni Tom Maxwell, ni Ken Mosher, y Katharine Whalen fue sustituida por la menos intensa Nora O'Connor, pero se unieron el guitarrista Colin Bunn (Las Guitarras De España), el contrabajista Josh Hirsh y el percusionista Kevin O'Donnell (habitual colaborador de Bird en directo y en casi todo lo que graba acompañado). Da la impresión de que Andrew Bird se sacó finalmente la espinita del
revival y el swing, y desde entonces su carrera se ha centrado en el folk intimista y en la
experimentación pop minimal, dando fruto a algunas de las canciones más hermosas del siglo XXI (toda la discografía de Andrew Bird es impecable, pero
"Noble beast" contiene dos de mis temas favoritos de todos los tiempos; y
"I want to see Pulaski at night", su disco más reciente, es una obra maestra conceptual en torno a una pieza impecable y bellísima,
Pulaski at night, que me tiene absorto estos días), y tuvo que ser Kevin O'Donnell quien tomara el liderazgo. Invitó a unirse a los vientos Chris Greene (saxo) y David Dieckmann (trombón), volvió a echar a rodar el "bol de fuego" pero esta vez en forma de sexteto.
"Heretic blues" y
"Control freak" son dos cumbres del jazz vocal contemporáneo, y mi banda sonora constante ultimamente. Ambos discos combinan el
free desenfadado y exuberante con medios tiempos y baladas souleras (
"Control freak" es algo más relajado), en un cóctel de jazz clásico donde predominan el violín y la voz melancólica de Bird (aunque casi todos los miembros comparten amigablemente micrófono), sobre una base de percusión desatada con la vista puesta en Raymond Scott, Gene Krupa, Stephane Grapelli, Django Reinhardt o Duke Ellington... pero con un pie en el indie.
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