Tengo pendiente, desde hace algunos meses, ponerme al día con la serie de Ennis y Robertson. La abandoné en este punto (van por el sesentaytantos), cansado de tanto épater, de tanto gore y tanta guarrería. El principal problema de
The Boys (y de muchas de las series de Ennis, en mi opinión) es que esa obsesión por transgredir y por llevar tan al extremo como sea posible su “realismo sucio”, termina por cansar, y por convertirlo todo en una parodia. Resulta imposible encariñarse con los personajes, o que te importe lo más mínimo lo que le suceda a esta mano de sinvergüenzas. La “línea tremenda” de Robertson (pese a ser el principal motivo para que siga esta serie) tampoco ayuda, con tanto grumo en alta definición.
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