1. La hipnosis y yo
Comenzaré éste que promete ser un extenso post, con una referencia personal, nostálgica y de escaso o nulo interés ajeno; para variar. Con la siguiente sentencia: “yo fui un hipnotizador adolescente”.
En realidad, hubo un tiempo en el que todos los adolescentes éramos hipnotizadores. Supongo que alguno más lo recordaréis. La hipnosis de palo se puso de moda a nivel usuario a finales de los ochenta, o por ahí. Bueno, estas cosas suelen ser cíclicas, así que imagino que se habrá vuelto a poner de moda otras veces, coincidiendo con las adolescencias de otros.
El caso es que durante unos pocos meses, por todos los rincones del patio se veía a la muchachada formando un semicírculo frente al hipnotizado, la víctima, que era sometido a una gárrula y peligrosa práctica de “control mental” a fuerza de cortarle el riego sanguíneo apretando, fuerte fuerte, con una mano en el cuello del pobre infeliz. En pocos segundos, a lo sumo un minuto, éste caía redondo al suelo, inconsciente. Ésa era una de las técnicas existentes, y terminaba en una carcajada y alguna brutal paliza sobre el fardo humano que yacía ahí en medio. También descubrimos la auto-hipnosis, que consistía sencillamente en «a ver quién aguanta más la respiración», en las horas de clase más aburridas. El resultado era muy similar, pero terminaba uno castigado fuera de clase, encima.
Pero había otra técnica más “sofisticada” y más cafre todavía, que tenía una segunda parte, ya que la cosa no acababa así, sino que la víctima conservaba su verticalidad, e incluso, con los ojos en blanco, obedecía todo tipo de órdenes que el resto le gritaba entre risas, tales como: «haz que conduces un coche», «imita a Chiquito», «haz que vuelas sobre la ciudad» o «haz que te la pelas en tu cuarto». E incluso, y lo más interesante de todo: el panoli sobre el que se experimentaba (que más de una vez fui yo mismo) respondía con absoluta sinceridad las preguntas de los colegas de clase. Esta segunda técnica, que no lo he explicado, consistía en poner al tipo erguido y con la espalda apoyada en una pared o en el poste de una canasta, y presionarle con toda la fuerza posible en el pecho con los puños, tres veces consecutivas mientras se contaba en voz alta, y mientras éste contenía la respiración.
Una salvajada como otra cualquiera pero que, lo juro por Frank Zappa, FUNCIONABA. No sé muy bien por qué. Y es que, a pesar de haber madurado un poquito, hay ciertas cosas de la infancia a las que uno no le termina de encontrar una explicación, ¿verdad? Como aquella ouija de cartulina que nos hizo ver a todos al fantasma del padre de una amiga, en un campamento; o ese truco de levantar hasta el cielo al más gordo de todos entre dos personas, sujetándole con la yema de los dedos; o por qué aquel chico tan salao se volvió tan arisco desde aquella coña marinera en el cementerio... Pero, uy, qué yuyu... Pasemos a hablar de otros, tocando madera...
2. Definición de Hipnosis
Según el Diccionario de la Real Academia, “Hipnotizar” viene del inglés “to hypnotize”, y es definido como «Producir la hipnosis», y en una segunda acepción como «Fascinar, asombrar a alguien». Pues a mí me fascina lo poco explicativa que resulta la primera definición, así que me voy a ver qué es “Hipnosis”: «Estado producido por hipnotismo». Nuevamente, estoy asombrado. “Hipnotismo”: «Método para producir el sueño artificial, mediante influjo personal, o por aparatos adecuados». Bueno, algo más clarito ahora, ¿no? Además de esto, la RAE nos aclara que la raíz “hypnos” es griega, y me pica la curiosidad por saber algo más. Me ha parecido muy bonita la entrada que tiene "Hipnos" en la Wikipedia, como el dios griego del sueño, así que me tomo la licencia de copiar la historia entera:
«En la mitología griega, Hipnos (en griego Ύπνος, Hypnos, «sueño») era la personificación del sueño. Era hijo de Nix, la noche, y hermano gemelo de Tánatos, la muerte no violenta. Su equivalente romano era Somnus.
»Su palacio era una cueva oscura donde el sol nunca brillaba. A su entrada crecían amapolas y otras plantas hipnóticas. Según algunas fuentes, vivía junto con Tánatos en un palacio subterráneo cercano al de Nix. Según otras, lo hacía en una cueva bajo una isla griega, a través de la cual fluía Leto, el río del olvido.
»Su descendencia la formaban las cosas que ocurrían en sueños, los Oneiros. Los tres más importantes aparecían en los sueños de los reyes: Morfeo, Iquelo (también llamado Fobetor) y Fantaso.
»Endimión recibió de Hipnos el poder de dormir con los ojos abiertos, para poder así vigilar constantemente a su amada Selene.
»En el arte Hipnos era retratado como un hombre joven desnudo y con alas en los hombros o las sienes. También se le muestra en ocasiones con barba, parecido a su hermano Tánatos. A veces es representado como un hombre dormido en una cama de plumas con cortinas negras a su alrededor. Sus atributos incluyen un cuerno de opio inductor de sueño, un tallo de amapola, una rama de la que gotea el rocío del río Leto y una antorcha invertida. Morfeo es su principal ayudante y evita que los ruidos le despierten. En Esparta, la imagen de Hipnos siempre se situaba cerca de la de la muerte.»
A la cama no te irás sin saber una cosa más.
¿El hipnotismo es una ciencia? No seré yo quien responda a esto, que ni tengo a mano las cualidades que debe tener un método para convertirse en ciencia, ni me importa lo más mínimo en este momento. Además, según consultes una fuente u otra, te dirán que sí o que no. Lo que sí tengo claro es que el hipnotismo existe. Es real, más allá de mendas como Toni Kamo o Guicas Casella, que ponían a la gente a hacer el ridículo en el sub-programa de José Luis Moreno, o la nueva generación de programas de marujeo de sobremesa, en los que entre discusión matrimonial y discusión matrimonial nos meten a un hipnotizador disfrazado de Ghandi o una máquina de la verdad.
Sino que hay quienes lo practican a diario en su consulta, como una terapia más dentro de la medicina psicoanalítica o psiquiátrica. Pero aparte de algunas nociones básicas y/o curiosidades históricas sobre el asunto, quiero dejar claro, desde ya, que este artículo quiere tratar el Hipnotismo como un fenómeno de feria, bizarro y comparable a, qué se yo, la capacidad de transformar el agua en oro. Y sobre todo ahondar en su vertiente fantástica, cinematográfico-historietístico-televisivo-literaria y pop. No sé cómo de lejos llegaré en esto, y me temo que quedará todo reducido a un puñado de referencias calcadas de aquí y allá, pero he empezado la semana con ganas de saber más, y espero que para el viernes ya sepa cómo hacer creer a mi casero que ya le he pagado todo el año por adelantado.
3. Origen del Hipnotismo: el Mesmerismo
La Hipnosis se viene utilizando desde tiempos inmemoriales. Se dice que ya en las primeras civilizaciones egipcias empleaban terapias médicas basadas en la concentración y la regresión para amortiguar dolores o sanar enfermedades, como demuestra el Papiro de Ebers. Numerosas tribus primitivas, shamanes, yoguis, oráculos griegos o brujos de toda índole han practicado distintos métodos para ayudar a los enfermos a alcanzar el trance y sanarles a base de sugestión, e incluso podríamos entroncar aquí con ancestrales técnicas de vudú o el uso de zombies (esclavos sobre los que se practicaba magia negra y eran enterrados vivos, de forma que al ser desenterrados obedecían ciegamente cualquier orden de los amos) en la cultura africana. De la imposición de manos existen también menciones en la Biblia (bien que lo sabe Lázaro, que se levantó y anduvo) o en el Talmud. Pero no vamos a ser tan exhaustivos. Porque la historia oficial dice que esta técnica se empieza a utilizar abiertamente en el siglo XVIII, con las investigación de un señor al que podemos considerar padre del invento: el Dr. Franz Anton Mesmer (1734 – 1815). Como alguno ya habrá imaginado por su apellido, este hombre desarrolló el Mesmerismo, o la teoría del “magnetismo animal”.
Su teoría, que se apoyaba en viejos textos de Paracelso (1493-1541) o Baltasar Gracián (1601 - 1658), viene a decir que en el universo existe una energía cósmica que fluye a través de todos los seres vivos, y que es lo que provoca las enfermedades y los dolores. Más o menos. Él lo explicaba bastante mejor en su tesis doctoral para la Universidad de Viena, “La influencia de los planetas en el cuerpo humano”, y mejor aún en el libro que publicó una vez que se hizo famoso, en 1779, titulado “El descubrimiento del magnetismo animal”. Si damos por cierta la existencia de dicho fluido energético de origen planetario y cualidades magnéticas, es absolutamente elocuente y lógico el uso de imanes para contrarrestarla, y de esa manera curar a la gente.
Es decir, que Mesmer se hizo de oro a base de utilizar terapéuticamente los imanes. Inicialmente, fabricó una especie de varita mágica imantada y rellena de agua, a la que transmitía energía de su propio cuerpo, tocaba con ella a sus pacientes, y ¡puf!, en cuestión de minutos veían cómo todos sus males cesaban. Simplemente tenía que seguir la teoría de la polaridad: los polos de carga contraria calman el dolor, mientras que los de la misma carga lo causan. Pronto desarrolló la capacidad de transmitir dicha energía magnética con sus propias manos, sin necesidad siquiera de imanes ni varitas ni gaitas. Pero esta técnica no era totalmente efectiva si no venía acompañada de una orquesta y un coro de niños cantarines desde la habitación de al lado. Su fama se disparó cuando logró curar de su ceguera a la mismísima Emperatriz María Teresa de Austria, con la que llegó a tener un idilio a raíz de su milagrosa intervención, que sin embargo no fue definitiva, y la ceguera volvió a asolarla cuando rompieron relaciones...
Este fabuloso proceder del Dr. Mesmer tenía sólo una pega: su terapia sólo funcionaba con pacientes histéricos, locos de atar, vaya. Fijada su residencia en París, compró el Hotel Bouillon, e hizo acolchar varias habitaciones para tratar a sus pacientes, ya que todos ellos tenían pataletas, ataques histéricos, se revolcaban por el suelo y se golpeaban contra las paredes.
El propio rey de Francia, Luis XVI, se mostró inquieto por la presencia y el revuelo que causaba el tal Mesmer, de modo que mandó a dos equipos diferentes (la Academia Francesa de Ciencias, dirigida por Joseph de Guillotin, y la Facultad de Medicina de Benjamín Franklin) a investigar sus quehaceres, y volvieron a la Corte con una misma conclusión, epatante y definitiva: «Habiendo demostrado por medio de experiencias decisivas que la imaginación sin magnetismo produce convulsiones, y que el magnetismo sin imaginación no produce nada, nada prueba la existencia del fluido magnético animal». Es decir, que no eran los imanes lo que habían curado la ceguera de la Emperatriz, ni su imposición de manos había devuelto la cordura y las ganas de vivir a decenas de pacientes, sino que Mesmer lo que había estado haciendo era ayudar a personas con fuertes traumas y problemas psicológicos, haciéndoles alcanzar un estado de trance, a que afrontaran sus miedos y recuperaran la “cordura”. No se trataba de una cura magnética sobre un fluido mágico que afectaba físicamente a los pacientes, sino de una terapia psicológica sobre enfermedades funcionales.
4. La sombra del mesmerismo es alargada
El mesmerismo tuvo tanto éxito y tantos seguidores en su momento, dado que era lo suficientemente pseudo-científico y cuasi-mágico para enganchar a la población más crédula, y lo suficientemente científico para convencer a los más racionalistas. Por no hablar de la credulidad que mostraba toda la población hacia los asuntos religiosos. Tuvo un par de seguidores que también lograron cierta notoriedad, como John Elliotson (1791 – 1868), o James Esdaile (1808 – 1859), que fueron perseguidos poco menos que como las brujas, al emplear magnetismo en sus consultas médicas, una vez que fue consideradda falsa toda la teoría del Dr. Mesmer.
A continuación vendría el período denominado Pre-científico, durante el cual fueron muchos los extraños personajes con turbante, traje de Merlín o aséptica bata y estetoscopio que se subieron al carro. Desde Ambroie-Auguste Liebeault (1823 – 1904) e Hippolyte Bernheim (1837 - 1919), fundadores de la escuela de Nancy, que defendían que el estado hipnótico es una tendencia normal entre el sueño y la vigilia, hasta su directa rival, la escuela de Salpètrière de París del Dr. Jean Martín Charcot (1825 - 1893), que aseguraban que este estado sólo podía ser alcanzado por pacientes que se encuentren en un estado alterado de la conciencia, es decir, histéricos y chiflados. Desde entonces hasta hoy, seguimos en la misma disyuntiva.
Otros tipos extraños en la historia de la Hipnosis que se pueden mencionar y quedar como un experto son el abate José Custodio de Faria (nacido en 1813), misterioso sacerdote portugués y mago magnetizador que aseguraba ser un desdendiente de Brahmâ, se convirtió al faquirismo, y en quien se inspiró Alejandro Dumas para el personaje del Abate Faria que aparece en “El conde de Montecristo”; el Marqués de Puysegur (1751 - 1825), alumno aventajado de Mesmer que descubrió el “estado sonambúlico” en el que asegura que los pacientes son capaces de recordar cosas que tenían olvidadas; Cagliostro (muerto en 1795), Gran Maestro de la Orden Rosacruz, viajero, ermitaño, impulsor del Rito Egipcio y curandero profesional; o el alquimista llamado Conde de Saint Germain (antiguo Brujah), inspirador del anterior, y que es autor de un libro llamado “La Santísima Trinosofía”, fundador de la Sociedad Occultae y... En fin, un lumbrera, un iluminado, un Sabio de los que ya no quedan.
No sé si todo esto resulta un poco denso. A mí es que me parece maravilloso, fabuloso, entretenidísimo. Me imagino a un escaparate de señores con barbas largas encerrados en lo más alto de sus torreones, entre pipetas, tubos de ensayo y extraños líquidos fluorescentes, tratando de adormecer a sus contertulios y curarles la jaqueca a base de imposición de manos. Tengo la sensación de que me separo unos palmos del suelo a cada nueva lectura de las maravillosas biografías de cada uno de ellos, que campan a sus anchas por Internet. Y además, a cualquiera que haya leído o estudiado Psicología le sonarán varios de estos nombres, porque no sólo estamos visitando los orígenes de algo tan... mesmerizante... como el Hipnotismo, sino que toda esta experimentación desatada con el subconsciente de la gente, daría origen a la Psicología en sí misma, que ya estamos a finales del siglo XIX. Esta ciencia, totalmente aceptada hoy en día, está a punto de nacer, y no surgió de la nada.
El primer sabihondo que utilizó el término “hipnotismo”, enterrando para siempre aquello que Mesmer se encabezonó en llamar “magnetismo animal”, fue James Braid (1795 – 1860). Dejó totalmente de lado la teoría de que esos males proviniesen de un fluido cósmico de carácter físico, y dejó para la posteridad las primeras nociones científicas, y la teoría que llega hasta nuestros días, y que dice que cualquier persona puede alcanzar el estado de sueño artificial, por cansancio ocular, fijando su mirada sobre una fuente móvil y brillante.
Con el desarrollo de nuevos anestésicos químicos (léase cloroformo), la técnica del Hipnotismo quedó injustamente relegada a un segundo plano, pero sesudos ciudadanos tan respetados como Ivan Petrovich Pavlov (sí, "el de los perros") o Sigmund Freud coquetearon con la alteración a voluntad de la conciencia del paciente, meciendo relojes de bolsillo ante sus narices. De hecho, ya que estamos con Freud, una vez que éste desechó la Hipnosis en beneficio de su propia teoría, el Psicoanálisis, ambas disciplinas se convirtieron en acérrimas enemigas. Pero en esta vida hay sitio para todos: así como el Psicoanálisis a día de hoy pocos son quienes lo ponen en duda, como seria y útil herramienta de análisis de la conducta, la Hipnosis ha llegado a la actualidad relegada al mundo de lo paranormal, los fraudes para-científicos, las teorías de la Masonería, los tebeos de superhéroes o las películas porno. Y todo esto es en realidad lo que me interesa.
En la próxima entrega, el Hipnotismo durante el siglo XX, y dos huevos duros. Sólo una última cosa, antes de la próxima entrega...: ¡¡CONSTANTINOPLA!!
Friendship... is not something you learn in school. But if you haven't learned the meaning of friendship, you really haven't learned anything.
ResponderEliminarMuhammad Ali- Payday Loans
I don't want to achieve immortality through my work. I want to achieve it through not dying.
ResponderEliminarWoody Allen-4-Poster.Com,