lunes, 1 de agosto de 2016
"El pasillo de la muerte" (Stephen King, 1996)
Ya se ha despertado un nene. Le he puesto un zumo y Los padrinos mágicos, que no existe en la Tierra quien no se quede obnubilado mirándolos, y me he vuelto a esta terraza con mis propios zumos y cafés a actualizar esto. Me he acordado de lo que disfruté también hace ya algún tiempo con esta novela de Stephen King, que no recuerdo si la había leído antes (de hecho, apenas recuerdo la película, que la debí ver en su estreno y ya), y que yo la tengo en la versión de la foto, es decir, como "El pasillo de la muerte" en 6 bolsilibros de kiosko publicados por entregas, qué cosa más bonita, en lugar de en la versión posterior titulada para la posteridad "La milla verde". Tuvo que ser muy bonito haberlo leído así, yendo al kiosko una vez leído cada tomito. Yo lo hice del tirón, y a lo tonto son 700 páginas que no te das ni cuenta de lo llevadero que se hace y lo liviano del formato. Me llamó mucho la atención que encontré un fallo en el argumento (una ocasión en la que nos cuenta que dos de los personajes no llegaron a coincidir en el pasillo de la muerte, y dos entregas después sí coinciden, e interactúan bastante), cosa rara en SK, tan rara en el puntilloso SK que pensé que probablemente fuera un fallo de traducción; agujeros y tramas abiertas (y sobre todo sus famosos finales trampa que se saltan todas las reglas de la novela negra) sí tiene King, pero fallos así garrafales que no cuadran, es raro. Por lo demás, la historia, claro, transcurre en el ala de una prisión en el que habitan los condenados a muerte durante sus últimos días, a partir de los recuerdos del jefe de la cuadrilla de guardias, que ya anciano y retirado escribe sus memorias. Por aquella "milla verde" vio pasar a docenas de "muertos andantes", pero sobre todo nos cuenta el poso dejado por uno de ellos, un tipo especial, un negro del tamaño de un autobús que fue detenido por violar y asesinar brutalmente a dos niñas pequeñas. La investigación, la relación con los reos y con la cuadrilla, la apasionante vida interior de cada uno de los personajes de este microcosmos y los misterios en torno a ese preso tan especial, van desarrollando esta fantástica historia, cliffhanger a cliffhanger. El formato de fascículos ralentiza bastante el arranque, entre que al comienzo de cada bolsilibro tiene que coger ritmo y ponernos un poco al día (con lo que se estira ya Stephen habitualmente sin tener que hacer memoria), y no hay tanta sorpresa, ni sustos ni imágenes brillantes como en otras de sus novelas, pero como digno entretenimiento y evasión cumple de sobra.
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