Desconozco casi por completo la producción de los 3 Hernandez Bros. Mi colega JF, que es muy fan, me prestó este tomo hace algún tiempo, y lo disfruté un montón, en cuanto a que es un catálogo de anécdotas de infancia e iniciación en la cultura popular norteamericana perfectamente intercambiable. Creo que la infancia y adolescencia de casi todos los occidentales de todo el siglo XX, hasta la invasiva llegada de los PCs e internet a todos los hogares, es bastante similar. Me consta que mis padres jugaban en la calle, como yo, y más o menos a las mismas cosas y manejaban la misma idiosincrasia; y sus padres, y los padres de aquellos. Aquí es cuando me pongo cascarrabias y afirmo que la generación siguiente a la mía se pasa las tardes en casa jugando a las maquinitas y comunicándose por chat, y siento lástima. Mi infancia sí que fue plena y satisfactoria y mejor y todo eso. Beto Hernandez realiza aquí una memoria de sus juegos de infancia, sus primeros tebeos, cromos y relaciones con el otro sexo, sin más ambición ni intención que la de retener y envasar ese candor y esa actividad inocente que sobrevuela nuestra nostalgia. Una lectura dulce y purificadora.
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