Esta impresionante portada le sirve de paso a Dead Soldiers (otra banda con la que me he topado por casualidad en Bandcamp) como perfecta tarjeta de presentación: la cosa va de épica, tragedia y exaltación sureña, con ciertos toques de horror gótico. En la línea de
Pine Box Boys (uno de mis grupos favoritos, a estas alturas), pero ahondando más en el bluegrass y el blues de raíces que aquellos (más centrados en el country paranormal). Aunque solo sea por la omnipresencia del
fiddle.
Tengo serios problemas con Mumford & Sons, una de las bandas más sobrevaloradas de los últimos años, que cuentan con fans aún más cuadriculados que los de Bruce Springsteen o 1Direction. Mumford & Sons son una banda de folk para hipsters que no saben qué es el folk, y además tienen tres canciones buenas y ochocientas soporíferas, inaguantables e indefendibles. Sin llegar a la brasa intolerable de unos Celtas Cortos (en realidad, yo escucho a Mumford & Sons en la intimidad, pero me meto con ellos en público; Celtas Cortos provocan verdadera náusea), M&S representan el triunfo de la mediocridad sobreproducida, aprovechando el vacío del folk británico contemporanizado que había en el mainstream. Pero en el mismo horizonte de M&S existen cientos de bandas más interesantes y auténticas, y mucho menos lloricas; claro que hay que buscarlas, porque no te las va a llevar a casa Europa FM. Dead Soldiers son cachondos, virtuosos y más de Tennessee que tomarse un Jack Daniel's a lomos de un mapache. Destacan los temazos festivos y corales para bailar en línea durante el picnic familiar (
Wicked river,
Willow tree,
Tennessee Quickstep,
People like you), aunque también tienen medios tiempos y baladas-himno para cuando chapan el bar de carretera y tus colegas te sacan a hombros porque hay que barrer (
Somebody's darlin' o
One more last goodbye). Un disco muy completo, fantástico de principio a fin.
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