Ha pasado bastante tiempo desde que leí esta magna novela. Y ya salió el otro día en El País un merecido ósculo firmado por Marcos Ordóñez (no en vano, especialista en teatro del Babelia; y a quien por cierto yo confundía hasta hace poco con Jordi Ordóñez, y así no entendía nada) que la pone muy bien. Ya hizo el la merecida comparación con Azcona, con los Tenembaums de Wes Anderson, con la magia de un orfebre incomprendido como no hay otro en nuestro espectro artístico. Y no sé quién le enfrentaba también con Eduardo Mendoza; pues yo me quedo con éste, que aquél es muy relamido y éste un galán con las letras. A mí me gustó más
"Los millones", tengo que decir, pero apenas por la nostalgia de la ambientación y localizaciones. Ésta es más brillante y compleja, las piezas del puzzle encajan que es de quitarse el sombrero, los momentos cómicos son dignos de Jardiel Poncela y la lectura sociológica, la metáfora, pone los pelos de punta. Corrosivo, cínico, cachondo, poético, portentoso, Santiago Lorenzo es un capricho que no me merezco siquiera. Que no le den el Planeta y nos lo jodan...
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