domingo, 5 de junio de 2011

Embrujada (Nora Ephron, 2005)


Observar a Nicole Kidman en silencio es un pasatiempo estupendo. Aquí sale de frente, de espaldas, de perfiles y desde arriba. Sale mucho, todo el rato, y está espléndida, radiante, y luce unos tocados y unos estilismos cheesecake fabulosos y que la hacen parecer cada vez más joven. Observar a Nicole Kidman es lo único que me confirma que no he estado del todo perdiendo el tiempo mientras miraba esto, aunque fuera de reojo. En cuanto a Will Ferrell, siempre digo lo mismo: me gusta más el actor, la persona, que sus personajes. Me quedo sin oxígeno de tanto reír cuando aparece, mensualmente más o menos, en los talk-shows nocturnos, pero de sus papeles cinematográficos solo disfruté, honestamente, con Ron Burgundy y Mugatu. Aunque en casi todas sus películas tiene algunas escenas de lucimiento muy dignas, que a mi me da la impresión de que son morcillas o que se las inventó sobre la marcha en alguna revisión del guión. Creo que la vis cómica de este hombre se agiganta en directo. Me estoy acordando (ya estoy divagando) del reciente evento #beardpocalypse en Conan, cuando Ferrell comentaba una y otra vez, de manera viral, en otros lugares, que la barba de Conan era espantosa, y le retaba a afeitársela en directo. Cuando por fin Ferrell acudió al plató de Conan O'Brien, pasando de hacer promoción de lo que tocara y obsesionado con mondar al panochita, y finalmente cuando le afeita ante todo el mundo del cable... aquella emisión fue un ejemplo de manual de entretenimiento televisivo yanqui al doscientos por ciento. Y divagando un poco más, recuerdo que el día que lo vi, dio la casualidad de que el gag de Ferrell bebiéndose el líquido aséptico azul de barbero, lo volví a ver otras dos veces en pocas horas: en un episodio de los Simpson, y en no recuerdo qué otra serie o película vieja. Por cierto, leo ahora que ese líquido azul bacterizida, es un producto patentado llamado Barbicide, inventado por un brooklynita en los años cuarenta, tan popular y tan americano como el Cool-Aid y que contó con una exposición-homenaje en el Smithsonian en 1997.
En cuanto a "Embrujada" (ya no me acordaba), me ha parecido una comediarromántica boba, predecible, pacata y conservadora hasta la náusea, uno de esos productos audiovisuales que sólo Nora Ephron o Ana Rosa Quintana son capaces de pergeñar. La he seguido en versión original sin mirar mucho a la pantalla, mientras navegaba por la Red (me resultaba bastante más apasionante la conspiración Furby), y solo destacaría la escenografía, esa cuidadísima reproducción de la sitcom clásica norteamericana. Y al menos la trama no se limitaba a un remake actualizado, sino que se nos narra cómo una cadena está tratando de hacer un remake de "Embrujada", y para ello el actor principal se fija en una rubita guapísima en un café, que resulta ser una bruja. Un poco de metalenguaje que es lo único original de la astracanada.

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