domingo, 30 de abril de 2017
"Fantasma" (Laura Lee Bahr, 2015)
El género bizarro está desembarcado silenciosamente en España, gracias principalmente a la editorial Orciny Press, que promete irnos trayendo más historias coloristas y eminentemente extrañas. El bizarro es un género esquivo, post-punk, un cajón de sastre difícil de definir: historias de género pero que no casan exactamente con la ciencia-ficción o el terror, sino que podrían ser la traslación a novela del cine de culto más inclasificable; o la novelización de un manga de Suehiro Maruo, de un combate de lucha libre entre pingüinos, de un tebeo de Charles Burns, de una canción de Manos De Topo, de una peli noventera de la Troma... La novelización de lo exótico, surreal y a priori poco "novelizable". Es un terreno que lleva años practicando Palahniuk, por ejemplo, con sus últimas novelas ambientadas en un Infierno de colorines y llenas de humor extremo e inverosimilitud. Personalmente, la primer novela que leí de este asunto, y que me marcó muchísimo, fue "Automatanza", de Steve Aylett, un ejercicio de estilo fascinante explorando el bizarro mucho antes de que se hablara de la etiqueta bizarro (Aylett es uno de los referentes habituales que mencionan los autores de Eraserhead Press, la editorial americana que abandera todo esto; como se cita al propio Palahniuk, a Ballard, a Kafka o a Vonnegut). Y ya he recomendado en este mismo blog otras obras fascinantes de esta post-literatura.
Sin embargo, a pesar de las exploraciones inéditas que hacen en este tipo de post-ficción, y a pesar de lo que me maravilló la novela de Carlton Mellick III, primera obra que cayó en mis manos de Orciny Press, esta "Fantasma" de Laura Lee Bahr se me hizo algo cuesta arriba. Es una historia en la que destaca más la estructura que la propia trama, jugueteando con el narrador en primera persona, segunda y tercera (fue concebido inicialmente como una especie de "elige tu propia aventura", y como lector tienes un papel dentro de la novela, encarnado en un jovencito confuso) y con extraños saltos en el tiempo, trampas narrativas y despiste general. Con una protagonista que no sabemos si existe o no, si está viva o muerta. Ambientada en un presente distópico, está llena de reflexiones sobre el trabajo basura de oficina, el abuso de sustancias, la amistad en la era digital o el poliamor. El resultado es algo reiterativo y disperso, aunque interesante.
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