Judd Apatow ha hecho (escribe y dirige) una película
de madurez (puaj), una comedieta adulta, sin que nadie se tire pedos ni fume porros ni robe cerveza. Protagonizada por el maravilloso David Cross, e inspirada absolutamente en el costumbrismo simpático para la clase media de Woody Allen. Al menos, a mí me ha dado la impresión de que Apatow ha querido emular todo el rato a Allen, con esos planos y esos diálogos, y con David Cross haciendo de tipejo torpe y pedante con gafitas. Todo transcurre a buen ritmo, cuando la chica llega a la fiesta en el barrio residencial con su nuevo novio David Cross (genial la primera escena, con el último movimiento de la sinfonía de Beethoven truncado) y se suceden los diálogos y se presenta al reparto coral, hasta que surge la tragedia, más o menos (la ruptura de la pareje anfitriona) y, sobre todo, el giro fantástico (se está produciendo una hecatombe en el mundo real, es decir, fuera del chalet). Los personajes están atrapados en el escenario residencial, en pleno conflicto, y deberán reorganizar sus relaciones sociales antes de que se acabe el mundo. Una de mis películas recientes favoritas,
"Seeking a friend for the end of the world", tiene un trasfondo similar, pero resulta totalmente fascinante, mientras que esto se queda en una comedia amable y apenas incorrecta, un divertimento al que yo no le vi mucha gracia y que me resbala.
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