lunes, 20 de diciembre de 2004

Bares, qué lugares (2)

Vámonos a otro lugar alucinante: CASA JULIO. Uno de tantos "casa julios" como habrá en España, pero esta vez en pleno Malasaña, en la calle de La Madera, casi enfrente de Phenomena DVD (que os sonará más). Un sitio en el que hay que seleccionar la ropa antes de entrar, pero no porque exijan cierta vestimenta, sino porque probablemente tengas que tirarla al llegar a casa, ya que tienes las paredes y el ambiente más grasientos de todos los bares que he conocido en lamentable y dilatada experiencia como barfly. Una tasca con 4 mesas de madera, juegos de mesas que se caen a trozos, vasos de zurito cochambrosos, y cachis de plástico reciclados eternamente; con los cuadros de la Virgen, el Caudillo, el Atleti y la peña San Nicolás de lanzamiento de cabra desde el campanario; con el calendario (de 1996) de Samantha Fox y el de Fernando Alonso; con botellas y sifones de marcas extrañísimas que no se han abierto nunca, y donde parece que pudieras tomarte una Mirinda y un Cinzano. En fin, un bar de viejos como ese que os estáis imaginando.



Pues bien, este sitio en concreto nos encanta por varias razones: primero, porque la gente no se pelea precisamente por entrar, de forma que están siempre encantados de recibirnos y alimentarnos con tortilla verde, y nos dejan jugar al kinito y saltar sobre el mobiliario (sin duda, estarían encantados incluso si celebráramos allí campeonatos de ruleta rusa o de pelea de perros); segundo, porque somos muy aficionados a todo deporte que se pueda jugar en un bar (mus, Trivial, kinito, pulsos, lanzamiento de huesos de aceituna...), y allí tienen juegos de mesa; y en tercer lugar, porque es un lugar con leyenda: como demuestra una fotografía tamaño folio que lucen en la columna de la entrada, en este infecto garito tomaron unas cañas con olivas nada menos que el grupo U2 de los multimillonarios Bono, The Edge y como se llamen el resto, con sus guardaespaldas y ante la cara de estupor del gerente del local, sin duda tratando de evitar el acoso de las fans en las macrodiscotecas a las que suelen acudir los famosos artistas internacionales que nos visitan.



En fin, que "el bar de U2" nos encanta, nos resulta de lo más entrañable, nos zambullimos gustosos entre su fritanga y nos gastamos los cuartos echando la partida cada semana, y además tiene su bizarra leyenda para los anales del rock.

But I still haven't found what I'm looking for: a birra

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