miércoles, 15 de octubre de 2014

Dial B For Blog: Spider-Man secret origins

Este otoño estoy obsesionado con Spider-Man. Más de lo habitual, quiero decir. Es mi personaje de ficción favorito (junto con Ana Botella), y leo sus aventuras desde que tengo 3 años, que yo recuerde. Y me he propuesto tapar los agujeros que me faltan, leer o releer poco a poco todos los tebeos de Spider-Man desde su primera aparición. Dejándome guiar por dos de sus obras de consulta de referencia en castellano, que tengo siempre sobre la mesita de noche (“Spider-Man. Biografía no autorizada” de Julián M. Clemente y “Spider-Man. Diario de Peter Parker” de Francesc Martínez), para no dejar cabos sueltos. Llevo leídos en un par de semanas 114 números de Amazing Spider-Man, unos cuantos de Marvel Team-up, annuals, fill-ins de otras colecciones y algunas de las miniseries y one-shots que revisitaron el origen del personaje. Y buscando información sobre los orígenes y las influencias culturales de este mito, me encontré con este artículo del inconmensurable blog (en barbecho) Dial B For Blog, un contenedor cultural sobre cómic de superhéroes norteamericanos repleto de humor y montajes pop. Repartido en 11 capítulos (aunque el 6º se subdivide en 15 larguísimas entregas), el texto hace un repaso profusamente ilustrado a la etapa de Stan Lee y Steve Ditko, a sus influencias a la hora de inventarse al personaje y a mil y un detalles poco conocidos de las primeras correrías. Parte del influjo de los magazines y los seriales pulp para la radio y la televisión (como los protagonizados sin ir más lejos por The Spider de Norvel Page), la serie The twilight zone, el cine post-paranoia nuclear de los 50 o los tebeos de suspense, ciencia-ficción y terror pre-code. Yo no sabía que en House of Mystery, en Shazam o en Journey into mystery ya habían aparecido diversos hombres-araña, dos de ellos escritos por Lee y dibujados por Kirby. ¡Ni tampoco que un par de ancianos llamados Tía May y Tío Ben habían aparecido en una historieta de terror de 1962 (obra de Lee y Ditko)! La evolución del comics code y todo el patético asunto de “La seducción del inocente” del mad-doctor Fredric Wertham transformó el mundo del tebeo, y por eso las creaciones de LEETKO en los primeros años son tan científicas y exentas de asuntos paranormales, vampiros y brujas (bien conocido es por ejemplo el caso del vampiro Morbius, nacido de un experimento fallido; aunque aparececió por primera vez en el número 101, de 1971, es un caso significativo). Resulta fascinante (aunque algo frustrante también) comprobar hoy que un tebeo tan influyente e icónico de la cultura popular norteamericana, en realidad no inventó nada, y que los “préstamos” del Batman de Gil Kane, de los tebeos gazmoños de Archie, los tebeos románticos (LEETKO y LEERBY se curtieron mucho más de lo que parece en Millie the model) o del Oeste que se hacían como churros en los albores de Marvel, los estereotipos del highschool norteamericano que se remontan como mínimo hasta Tom Brown’s school days (1857) y hasta los clichés del joven Superman de DC (prácticamente fusilados) conformaron el 99% de la esencia de la personalidad de Peter Parker y del resto de personajes secundarios. El capítulo 6, “If this be my Ditko”, es un exhaustive, exageradísimo homenaje al estilo, la vida y la figura del Mestro Steve Ditko, merecida reivindicación del papel del tímido dibujante, tantos años silenciada y polémica, en la creación de todo lo que rodea a Spider-Man y muchos de los sueños íntimos de todos nosotros. El autor del texto, Robby Reed, analiza montañas de viñetas sueltas de esos 38 episodios firmados por LEETKO, y las compara con fotos reales de la biografía de Ditko. Investiga el estudio de trabajo de S.D. en los cincuenta y sesenta. Entrevé llamadas de atención y “huevos de Pascua” en ciertas viñetas, que podrían ser autobiográficas. Estudia guiños e insinuaciones sexuales en los personajes femeninos dibujados por S.D., cuya inspiración va desde los tebeos picantes de Eric Stanton hasta Betty Page, pasando por las escenas de bondage en el Wonder Woman de William Marston Moulton. Encuentra posibles gestos masones (en los “cuernecitos” del ingenio lanzarredes inventado por Parker) y posibles modelos para JJJameson o el Dr. Extraño. Repasa minuciosamente, casi enfermizamente pequeños detalles ocultos de los primeros años de publicación de la serie. Analiza el trazo del lápiz, el diseño del/los logotipo/s de la cabecera, influencias éticas, puyazos que le lanzaba Ditko a Lee en pequeños rincones de las viñetas poco antes de su airada fuga de Marvel, el trabajo de Ditko fuera de Marvel, incluye poco menos que un análisis grafológico… Y de todas estas cosas, y muchísimas más, te enteras leyendo ese artículo extenso, jugoso y repleto de dibujines. Bajo el influjo de la relectura comprensiva que decía al principio, hace algunas semanas decidí descargarme poco a poco todo este artículo de Dial B For Blog, y montarlo en un .pdf de casi 400 páginas para poder leerlo tranquilamente offline en mi prehistórico y queridísimo tablet en color. De paso, lo subí a Mediafire y lo compartí en Twitter para que quien quiera haga lo mismo, y aprovecho para volver a poner aquí el...
enlace de descarga

Box Brown - Andre The Giant. Life and legend

Supe de este proyecto en uno de los primeros números del fanzine Atomic Elbow hace meses, donde se mostraban algunas páginas del proceso, y por fin lo vi anunciado en algún Previews de hace poco. Y ya está disponible (en USA) esta novela gráfica, homenaje diáfano y sentido a una de las figuras más interesantes del espectáculo y de la cultura popular norteamericana. Sin obviar ningún detalle ni evitar ninguna polémica (varias anécdotas de la biografía de André refieren a episodios de violencia fuera del ring, acusaciones de racismo y problemas con la bebida), la apasionante vida de este entrañable coloso es aquí narrada con crudeza y una pasión desbordantes. Con un estilo sencillo, personal y caricaturesco, de trazo infantil a primera vista, Box Brown ha realizado un trabajo de investigación inédito y exhaustivo, como demuestran las notas y la bibliografía finales. Un placer.

Metamorfosis. Visiones fantásticas de Starewtich, Svankmajer y los hermanos Quay (2ª parte)

Sesión Cuentos fantásticos I

La petite parade (L. Starewitch, 1928) Esta maravillosa recreación de “El soldadito de plomo” (un cuento, obvio antecedente de “Toy story”, que me daba mucho miedo de pequeño por un libro que tenía) protagonizada por marionetas y menaje en miniatura, es una delicia, que me recordó en varios momentos al clásico “El hotel eléctrico” (Segundo de Chomón, 1908). Desgraciadamente, a la copia que proyectaron le faltaba la música. Las marionetas del soldadito, un cascanueces de fantasía en forma de orondo cosaco, un Demonio y unos cuantos extras articulados, configuran coreografías mientras se pelean por el moñeco de una bella bailarina (que en un par de escenas se transforma en Nina, la hija de Starewitch, y pasamos a la acción real), aprovechando que los infantes humanos se ausentan del salón de juegos. Una vez más, abundan los animales antropomorfos y los insectos haciendo monerías graciosas y mágicas.

Jabberwocky (J. Svankmajer, 1971) Otra virguería maravillosa e incontestable del gran Maestro de la animación lejano-europea y extraña. Basándose en el poema surreal y dadá de Lewis Carroll, retorcido hasta la extenuación, J.S. construye una especie de poema visual rimbombante y poderosamente hipnótico animando puzzles, juguetes, muebles, animales disecados y todo tipo de objetos bailando ante nuestros ojos como un caleidoscopio con vida propia.

Skazka skazok (El cuento de los cuentos) (Yuri Norstein, 1979) Exótica película de animación experimental rusa de media hora, al parecer rodada con técnica mixta, intercalando animación tradicional y corta-pega de piezas animadas en stop-motion bidimensional, algo parsimoniosa y metafórica a la que no vi la gracia y que creo que empachó a buena parte de la audiencia. El lobo, habitual protagonista de los cuentos clásicos, recorre una y otra vez los mismos lugares y collages pintados, mostrando las distintas aristas progreso tecnológico, los sentimientos, la propia existencia y los límites entre ficción y realidad; o algo semejante.

Ein Brudermord (Hnos. Quay, 1980) Una breve pieza de animación onírica, cubista y feísta con marionetas, que reproduce fugazmente un texto de Kafka (“El fratricidio”). Un entretenimiento de experimentación y aprendizaje sin pena ni gloria.

Zánik domu Usherú (La caída de la Casa Usher) (J. Svankmajer, 1980) No conocía esta obra maestra, absolutamente fascinante. A partir del texto de Edgar Allan Poe leído por un narrador neutro pero expresivo, Svankmajer da rienda suelta a todo su talento y representa el drama de la familia Usher y la destrucción de su mansión animando foto-a-foto tierra, piedra, madera, barro y otros elementos inertes. La erosión “mágica” de las paredes ante nuestros ojos, las telarañas que crecen de la nada, sillas que se parten y se reducen a cenizas ellas solas, pedruscos que ruedan y se ahogan en el barro, martillos y clavos retorciéndose y consumiéndose… Un final de sesión asfixiante y poderosísimo.

Metamorfosis. Visiones fantásticas de Starewtich, Svankmajer y los hermanos Quay (1ª parte)

En este countdown para Halloween tan estimulante, en el que los murciélagos adelantan su ciclo con el cambio horario, terribles tormentas eléctricas nos acometen, los árboles se retuercen y mudan y los depredadores y bestezuelas empiezan a desperezarse en sus tumbas, ha llegado a Madrid la impresionante exposición “Metamorfosis”, comisariada por Carolina López. La asombrosa muestra es una maravilla atemporal plagada de instrumental médico, maniquíes anatómicos desmembrados, objetos de poder, libros (¡en una vitrina hay una primera edición de una de las obras enciclopédicas deAthanasius Kircher!), animales disecados, teatrillos, películas proyectadas en las paredes y sobre todo marionetas, aperos de stop-motion y memorabilia de ensueño proveniente de las piezas audiovisuales de Stanislas Starewitch (1882-1965) y Jan Svankmajer (1934-). Genios torcidos del cine de género, claros antecesores e influencia en mil y un artistas contemporáneos y modernos como Terry Gilliam, Tim Burton, Wes Anderson, Henry Selick, Émile Cohl, Olivier de Sagazan, Walerian Borowczyk, Hayao Miyazaki, Hideshi Hino, Suehiro Maruo, Bill Plympton, Rob Zombie, Trevor Brown, Romain Slocombe, Mayhem, Marilyn Manson, Whitehouse, Joe Coleman, todos esos animadores de plastilina ocre y cubista que acababan sus piezas con Kóniec, las cortinillas de la MTV de los 80, los que hacían las piezas estrambóticas intercaladas en Barrio Sésamo (esa inolvidable Pepita Pulgarcita), en Liquid Television, en El Planeta Imaginario… O los propios hermanos Stephen y Timothy Quay, que forman parte de la muestra cerrando este paseo por el lado extraño, curioso, malsano y oscuro del siglo XX.

Soy un apasionado de las exposiciones, los anticuarios, los museos, las casas-museo, las galerías de arte, los jardines privados, las ferias de papel antiguo, los zoológicos y las visitas guiadas por la ciudad (que son como exposiciones en bruto y al aire libre); de contemplar estanterías ajenas, de las jugueterías plagadas, de los lineales de los badulaques exóticos, de los gabinetes de curiosidades, de las exhibiciones de atrocidades, de escribir listados de palabras y nombres propios entre comas, y en general de todos los sitios en los que se aglomeran a la vista objetos hermosos o curiosos reunidos para el deleite visual, a los que pueda acudir en mi tiempo libre, y a poder ser sin pagar mucho ni que haya muchos jubilados (ni mucho menos turistas); y suelo tener la agenda repleta y me acerco como mínimo a tres de estos lugares cada semana. Y aunque no me gusta mucho La Casa Encendida (me siento como yendo a una sucursal bancaria o recorriendo los pasillos de la facul… ¡a mi edad!), estoy yendo mucho estos días a visitar esta exposición, un poquito cada vez, y sobre todo me quiero apuntar a todas las etapas de las proyecciones audiovisuales, que son los martes; y los martes son mis domingos.

Respecto a la exposición en sí… es una pasada, una línea trazada a través de casi todo lo que más me gusta. No he terminado de verla entera (ya que pretendo ir semanalmente hasta final de año a ver las proyecciones), y me falta todo el grueso de lo de Svankmajer, pero tiene una pinta escandalosamente hermosa. Starewitch era un entomólogo obsesivo y minucioso, que aún cuando el cine era mudo comenzó a animar fotograma a fotograma a sus insectos y a los muñecos que construía inspirado en las (terribles, grotescas y para adultos) fábulas de los hermanos Grimm o Hans Christian Andersen, tomando como referencia las primerísimas piezas de animación de la prehistoria del cine, obras fantásticas y que he visto mil veces como las creadas por Georges Meliès o Segundo de Chomón. En la exposición podemos ver, además de algunos fragmentos de sus obras, muñecos y dioramas originales, instrumental, colecciones de insectos y otras obras, objetos y/o menciones a antecedentes como Mèlies, Lotte Reiniger, Arcimboldo, Francisco de Goya, Franz Kafka, el modernismo, el expresionismo, el surrealismo, el cubismo, la alquimia, la taxidermia, la medicina pretérita… Una muestra de objetos imprescindible y que me tiene entusiasmado.

Sesión Gabinete de curiosidades

Les grenouilles qui demandent un roi (L. Starewitch, 1922) Preciosa fábula muda y en stop-motion, protagonizada por unas graciosísimas ranitas antropomorfas (que parecen de Sylvanian Families) que elevan sus plegarias al dios Júpiter para que las organice y las envíe un gobernante o un jefe de estado, con dramático resultado. El coloreado chillón del metraje restaurado, y en pantalla grande, me dejó un indeleble recuerdo de esta simpática y al mismo tiempo grotesca historia fantástica con moraleja, efectos especiales y marionetas antediluvianas, en la línea del mejor Chomón.

Le vampire (Jean Painlevé, 1939-1945) Esta pieza de complemento (cine científico-buñuelista a partes iguales) es un documental zoológico, breve e insólito (y bastante mondo y sensacionalista), alrededor del vampiro real: el desmodus rotundus sudamericano, y su habilidad para succionar la sangre de sus presas mostrada con crudeza y en primerísimo plano. Al mismo tiempo que el narrador nos pone en situación partiendo del “Nosferatu” de Murnau y advirtiéndonos de cómo ese cobaya sedado, cuyo buche está siendo lentamente perforado por el murciélago, podríamos ser nosotros. Una curiosidad algo gore para exhibición de atrocidades animales.

Historia naturae (Suita) (J. Svankmajer, 1967) Una maravilla. Uno de esos preciosos juegos florales habituales en el Maestro Svankmajer, animando fotograma-a-fotograma objetos, mobiliario y sobre todo animales disecados a ritmo de diferentes estilos musicales. Una coreografía impresionante y bonita a cuenta de objetos de taxidermista, huesos, vitrinas, jaulas, ordenada a partir de las diferentes especies del reino animal. Este tipo de piezas son en sí mismas como una exposición viviente en formato videoarte, un muestrario de las curiosidades y obsesiones del autor, animada de forma magistral, con su toque de humor grotesco y su atención al detalle y a la música.

Kostnice (El osario) (J. Svankmajer, 1970) Curiosísima pieza que documenta una visita al osario de Sedlec, en la República Checa. Un lugar espeluznante y único en el mundo, bajo la iglesia de un pequeño cementerio. Existen otros osarios o acumulaciones de esqueletos y calaveras humanas en el mundo (probablemente el más famoso sea el de las catacumbas de Roma), pero en el de Sedlec a alguien se le ocurrió construir esculturas con esos huesos. Por todos los rincones de esta cueva contemplamos terroríficos arcos, cúpulas, lámparas, columnas, candelabros, etc., minuciosamente armadas con huesos y calaveras humanos. Un lugar ideal para dar rienda suelta a las fantasías de Svankmajer, que en este caso no puede manipularlos ni construir caleidoscopios y laberintos animados en stop-motion, como probablemente le hubiera gustado, sino que se limita a manejar lenta, rítmicamente la cámara por las estancias. De fondo, el crepitar de la cadena de una antigua bicicleta nos pone los pelos de punta a medida que olvidamos que es un ruido golpeteo, y no cálcico y tenebroso. En lugar de un narrador en off, la brillante mente de Svankmajer concibió mantener el audio de la guía turística (suplente para más señas) que recorría la zona haciendo comentarios para los turistas. Con sus tics, sus quejas y sus comentarios mundanos e incluso involuntariamente cómicos, como contrapunto grotesco a las pesadillas primigenias que evocan las imágenes.

The phantom museum (Hnos. Quay, 2003) No conocía de nada a los hermanos Quay, salvo por lo que había podido ver en la exposición y en el catálogo de la misma (que compré el primer día). Estos dos gemelos idénticos de origen británico son dos apasionados del cine y el universo de Svankmajer, e igualmente comparten esa obsesión por el movimiento mágico de los objetos, la ciencia bizarra y el lado morboso que todos escondemos. Sin llegarle a la suela de los zapatos al Maestro (ni pretenderlo), este corto es un breve paseo por una extraña colección de prótesis médicas vintage, que se mueven solas por varias estancias mientras una especie de misterioso polichinela gastonlerouxiano las recorre a ritmo de una fea música ambient.

The cabinet of Jan Svankmajer (Hnos. Quay, 1984) Mucho más vistoso e interesante este diáfano homenaje de los Quay al Maestro y su imaginario. En colorido stop-motion con marionetas, teatrillos (el principal de ellos se puede ver en la expo), collages de diversa índole y referencias a Arcimboldo, Dalí, Kafka, Mèlies, Starewitch… Un exótico y bonito videoclip (una vez más, me falla la selección musical) de pleitesía.

domingo, 12 de octubre de 2014

"Sector Zero 4" (Alfonso García, 2014)

Ayer se hizo público el palmarés completo del Festival de Cinema Fantàstic de Sitges. Supongo que el año que viene por estas fechas estaré viendo esas películas a solas en casa con un gato a cada lado, en lugar de dando voces, lanzando tuercas, pataleando y haciendo la ola entre la horda de peludos con camiseta negra y acreditación que asiste desde hace 47 años a este evento, que debe de ser mucho más divertido. "El año que viene voy, coñe", me digo a mí mismo ahora mientras miro las fotos y tecleo en el buscador de torrents. Este año, además, mi corazón y mi cabeza estaban allí más que nunca, porque entre otros amigos y conocidos acudió al festival mi compañera y colega Laura, una actriz impresionante de 30 años a la que admiro y quiero un montón, y que protagonizaba uno de los cortometrajes pre-seleccionados para la segunda edición del Phonetastic Mobile Film Festival. La película, de 5 minutos, es impresionante, y aunque no lo parezca por la postpro, está rodada enteramente con un iPhone moliente:

La presencia de "Sector Zero 4" en Sitges era un acontecimiento que me hacía mucha ilusión, y durante algún tiempo soñé con estar allí presente durante la proyección. Sí estuve muy pendiente durante casi todo el proceso, porque a Laura la veo casi a diario: los primeros contactos, la lectura del guión, los nervios del finde del rodaje, las primeras imágenes que llegaban por whatsapp, el momento en que pudimos ver la historia completa colgada en la página y, por fin, sometida a las críticas y las votaciones del público, la ilusionante campaña en redes sociales... Y al final, el corto de Laura fue preseleccionado para poder verse en Sitges, y optaba a una de las preciosas estatuillas. Creíamos que los ganadores serían anunciados el día de la gala en la que se proyectaron los cortos... pero no, hubo que esperar una semana más, hasta la mañana de ayer en la que se hizo público el palmarés completo. Y ganó. "Sector Zero 4", "Premio del jurado", bla bla.

Hubo otro premio dentro del Phonetastic, el otorgado por el público. Como suele suceder en estos asuntos, lo ganó la pieza de los más espabilados, los más pájaros; un cortometraje horrible, en el que el uso de la cámara del móvil es totalmente testimonial, los actores dan risa y la historia está muy mal contada y no se entiende bien. Parece ser que hay un mocho con ojos debajo de una cama que mata a uno, o algo. Pero estuvo expuesto más que el resto para que le pudiera votar la gente, y recibió miles y miles, pero miles de votos a través de La Internet. Un éxito. Y se han llevado una estatuilla, los monstruos. Todo esto lo viví en directo también, y fue muy frustrante, y me vine un poco abajo porque pensaba que el corto de Laura y otros que me gustaban más, iban a pasar desapercibidos debido a esa campaña tan extraña y a esos miles de "personas" dando muchos puntos a ese corto y quitándole puntos al resto. Pero bueno, al final el jurado preseleccionó unas cuantas películas, y de entre ellas decidieron otorgarle el premio al corto de Laura. Mejor cortometraje de género rodado con un móvil, en el festival de Sitges. Es un trampolín extraordinario, y espero que mucha gente vea el trabajo de Laura y todo lo que conlleva que este corto tenga ese aspecto, ese ritmo y cuente tantas cosas con cuatro frases de diálogo. A mí me ha hecho mucha ilusión y me he emocionado mucho con esto, y me alegro de que haya salido bien. Espero que a Laura y al resto del equipo les vaya mejor a partir de ahora en esta profesión tan difícil que han elegido. Especialmente, en estos tiempos tan complicados y teniendo que aguantar a estos señores tan miserables que rigen nuestros destinos y desprecian con tan especial inquina la industria cinematográfica española. Enhorabuena a los premiados.

martes, 7 de octubre de 2014

"Wild wild west" (Barry Sonnenfeld, 1999)

Mi sorpresivo y feliz descubrimiento reciente de la saga "Men in black", me hizo darle una oportunidad el otro día a otra obra a caballo entre estos siglos de Barry Sonnenfield, también a mayor gloria de Will Smith, que igualmente había olvidado por completo, por miedo a encontrarme un estúpido y oportunista remake bakala para la generación con déficit de atención. Sin embargo, una vez más, estaba equivocado y, transcurrido algún tiempo y desprovisto de expectativas ni prejuicios, "WWW" me entretuvo bastante. Además, bastante poco steampunk se hace con grandes presupuestos, como para hacerle ascos. El carrusel de trenes a vapor llenos de gimmicks, tarántulas robot gigantes y armas retro-futuristas es tan abundante, y los actores están tan simpáticos y decentes, que lo de menos es que la historia sea tan hueca, llena fallida y apresurada. Un entretenimiento recomendable.

"Tintin vs. Batman" (Hergi)

Desgraciadamente, creo que a mi generación nos llegó tarde el influjo de Tintín, y soy de esos que no sienten una especial fascinación por sus aventuras; y es más, su lectura nos resulta un poco farragosa. Bueno, voy a hablar por mí, por si acaso, pero en los ochenta estábamos lo suficientemente sepultados y seducidos por los narizones de Bruguera y los superhéroes americanos como para prestar atención a esas obras maestras pretéritas de las que oíamos hablar constantemente. Esa explosión del tebeo para adultos europeo y sudamericano de los ochenta me vino un poco grande, y tengo bastantes lagunas en este asunto. En casa tengo, como todo español de bien, toda la colección de Tintín, y apenas he leído algunas aventuras por encima. Ante la clásica dicotomía, siempre he sido más de Astérix; más de Superlópez que de Mortadelo, más fan de Garfield que de Mafalda, etc. Otra cosa es la curiosidad por el sugestivo pastiche pop, y más si se trata de un producto gamberro y apócrifo como este extraordinario "Tintin vs. Batman" que cayó en mis manos en formato digital hace algún tiempo, y que está hecho con tanto cariño como actitud punk. Por sus páginas (en blanco y negro, y con un estilo pretendidamente sucio pero al mismo tiempo respetuoso con las primerísimas aventuras firmadas por Hergé) no solo desfilan los principales secundarios y villanos residentes en Gotham, sino también un taxista clavadito a Rank Xerox o un cabreado Snoopy. La historia es disparatada y absurda, y en ella ambos héroes deben unir fuerzas para derrotar al Joker, Catwoman, el Pingüino o los gigantescos trofeos de la Batcueva revividos. Un curioso menjurge pirata a archivar cerca de esos otros fascinantes crossovers de tebeo como Archie vs. Punisher, Superman vs. Mohammed Ali, Tintín en Suiza, Star Trek vs. X-Men, Savage Dragon vs. Obama, Spiderman vs. el SNL, Los Vengadores vs. David Letterman, etc.

Raymond Carver - "Catedral" / "De qué hablamos cuando hablamos de amor". Ermanno Cavazzoni - "Breviario de idiotas". Michael Chabon - "Un mundo modelo". J.D. Salinger - "Nueve cuentos"

Con bastante retraso, hago acuse de ingestión de mis lecturas (o relecturas) de mis vacaciones de verano. Antologías de cuentos breves de algunos de los más grandes escritores norteamericanos (y un divertimento italiano) del siglo XX que han estado ordenados en mi mesita de noche, acompañándome en las últimas horas de cada día y ennobleciendo mi actividad onírica. Cualquier pequeña anécdota sucia e irrelevante, contada por Raymond Carver con su característica prosa cruda y frugal, sienta como un tortazo al doblar la esquina. Ciscándose en el Sueño Americano, los personajes de estas historias son grises borrachos, divorciados, nihilistas y cínicos de clase media enfrentándose a sus demonios y a menudo dejándose llevar definitivamente por ellos. El "Breviario de idiotas" de Ermanno Cavazzoni es un divertimento hagiográfico surrealista e hilarante sobre lo que vendrían a ser las némesis de los más grandes inventores y genios de nuestra historia, en forma de colección de disparatadas fábulas añejas. Probablamente, Chabon es mi escritor favorito, y este precioso librito de bolsillo, su segunda colección de cuentos, se me había resistido hasta ahora. Las obsesiones habituales del autor (la ruptura sentimental, la infancia, la soledad) permanecen intactas, y la aspereza de su lenguaje, deudor de Hammett, Fante, Cheever o el propio Carver contrastan con las desternillantes y coloristas novelas que le he leído ("Las aventuras de Kavalier y Clay", "El sindicato de policía yiddish", "La solución final"), y cada uno de estos cuentos es una joya refulgente y desasosegante. Me dio por releer o catar por primera vez estas colecciones de cuentos hace un par de meses, después de que un amigo, que se iba de vacaciones, viniese a mi casa a por algunos libros para llevarse. Estuvimos casi toda la tarde desordenando estanterías y charlando de literatura americana contemporánea, y me picó el gusanillo. De paso, me recomendó los "Nueve cuentos" del maestro J.D. Salinger, que no tenía, y casualmente al día siguiente lo encontré entre una pila de cosas en Ábaco. Cáustico, incómodo y sorprendente, algunas de estas historias de Salinger resulta impensable que pudieran haberse publicado en los años 50, y funcionan como un disparo a la misma línea de flotación del sistema capitalista, la brecha entre clases sociales y la hipocresía de los poderosos.