lunes, 24 de octubre de 2011

The Simpsons' Treehouse of Horror #17 (2011)


Así como la serie regular de Los Simpson en los tebeos de Bongo es bastante floja, o al menos suficientemente plana y acomodada como para que entre por los ojos al público generalista (como todos los tebeos de franquicias audiovisuales, la verdad), es en los especiales donde está el riesgo, los chicos de Bongo se despendolan y hacen lo que les da la gana. En la serie anual de terror de los Simpson (a imagen de los episódicos de la serie de televisión, para quien no lo sepa, todos los años por estas fechas, y desde hace 17, Bongo publica un especial "casa del árbol"), además, la directriz es poner a los personajes amarillos en manos de genios del cómic norteamericano de todo pelaje, con especial atención al tebeo independiente. Es ésta una colección imprescindible, por la que ya han desfilado, con total libertad, artistas ajenos a la franquicia como Mike Allred (Madman), James Robinson (Grendel), Jeff Smith (Bone), Paul Dini (Batman animated series), Peter Bagge (desgraciadamente, sólo como guionista), Scott Gimple (Disney), Chuck Dixon (Punisher, Batman), Sergio Aragonés (antes de convertirse en lápiz habitual indisoluble de la serie de Groening), Peter Kuper (MAD), Dan DeCarlo (leyenda de Archie Comics), Jim Mahfood (Gen13, Clerks), Scott Morse (Ancient Joe), Mark Hamill (sí, ése), Garth Ennis (en efecto), Stan Sakai (¡Usagi!), Alice Cooper, Gene Simmons, Rob Zombie Lemmy "Mötorhead" Kilmister y Pat Boone (lo juro), Mark Schultz (Xenozoic Tales), Terry Moore (Strangers in Paradise), Kyle Baker (Plastic Man), Patton Oswalt (el cómico stand-up), Terry Austin (leyenda viva), Gilbert Hernandez (de los Hernandez de toda la vida), Glenn Fabry (Predicador), Steve Niles (Vertigo en general), Jeffrey Brown (¡mostro!) o Evan Dorkin (Milk and cheese).
No está nada mal, vamos. Esta colección me encanta, y siempre me acuerdo de ella cuando se acercan estas fechas, como debería hacer todo aficionado al tebeo y a los Simpson, porque es un complemento estupendo a los clásicos de Halloween de la serie de televisión. Además, la colección está repleta de guiños de todo pelaje al cine de terror clásico y a los inolvidables del cómic gótico y de terror. La colección de referencias a la cultura popular americana, a los tebeos de la EC, los cromos de marcianos, el gore, la Universal, la Hammer, la ciencia-ficción de toda clase, etc., es inabarcable, y su lectura siempre depara sorpresas.
Pues en este caso, la gente de Bongo ha puesto el invento en manos de cinco reconocidos artistas que se marcan las tres historietas de rigor, cada uno en su estilo, con total libertad y con un resultado notable.
En primer lugar, Zander Cannon y Gene Ha (autores, junto al Maestro Alan Moore, de la serie Top 10) recrean el clásico "Nosferatu" en Springfield, a través de una historia muda (con cuadros de texto intercalados entre las viñetas preciosamente pintadas; botón de muestra).
"Marge of the dead" es una historia visualmente más comedida, escrita por la cantante de The Go-Go's Jane Wiedlin y dibujada por Tom Hodges, ilustrador habitual de los tebeos de Star Wars. En ella Marge se convierte en zombie y está obsesionada con comerse los cerebros de su familia, durante la noche de Halloween, en la que los Simpson están precisamente disfrazados de personajes de Star Wars.
Jim Woodring es el autor de un personaje de cómic independiente antropomórfico llamado Frank, y se encarga de la tercera historieta, en la que Bart Simpson está leyendo un viejo tebeo de terror al estilo EC, titulado "Harvest of fear". La gracia está en que entre la historia de Bart leyendo se intercalan las páginas del tebeo que está leyendo (donde los personajes no son amarillos, sino de carne y hueso, pero se parecen bastante a los Simpson, como se ve en esta página), en un simpático juego metalingüístico en el que además a Bart le empiezan a pasar las cosas que está leyendo en el tebeo. Todo muy bien. Me encanta ver a los Simpson sacados de su línea habitual, vistos por otros autores tan diferentes, y si es en situaciones fanta-terroríficas, más bonito todavía.

La ciudad de cristal (Paul Auster / Paul Karasik / David Mazzucchelli, 1997)


Acuse rápido de la lectura de "La ciudad de cristal" en versión tebeo. Tenía pendiente de leer esto, atención, desde que los compré mensualmente en la versión de La Cúpula, hace 14 años. El otro día me los encontré, me los llevé al retrete, y hala. El motivo del retraso, si es que lo hubiere, es que no he leído nunca nada de Paul Auster (o no lo recuerdo), y no sé si me estoy perdiendo algo interesante o no, pero me da un poco de pereza; supongo que quería leer antes la novela que el tebeo, y ya si acaso después la película y el videojuego. Mis papás me educaron para respetar ese orden. No tengo mucho que comentar, no sé cuánto hay de fidelidad al original literario, pero el tebeo éste es bonito, negrito, entretenido, lo justo de filosófico y surreal, humanista y muy agradable de leer. David Mazzucchelli es un genio, que a ver si Asterios Polyp le pone en su sitio, porque debería estar ya en los altares tras todo lo que hizo junto a Frank Miller por Marvel. Un virtuoso del lápiz y la plumilla, que aquí se muestra caricaturesto, indie y pletórico, al servicio del costumbrismo mágico éste que se marca Auster (adaptado a las viñetas por el tal Karasik), que bueno, pues está bonito. Sin más. Muy fan muy fan de esta historia, pues tampoco.

La venganza de Wolverine (Wolverine vol. 4, 9-15; 2011)


El arco anterior, y el anterior, de la colección regular de Lobezno, dejaron el listón muy alto. El trabajo de Jason Aaron entonces me dejó obnubilado, arrodillado. Después de bajar a los infiernos y luchar contra sí mismo y contra todos los amigos a los que había conocido, quedaba pendiente saber quién estaba detrás de todas esas maquinaciones, quién le había puteado tanto y por qué. Todas estas respuestas las hallamos en la siguiente saga del héroe, que nos presenta a una misteriosa sociedad secreta llamada Red Right Hand, que no es otra cosa sino una especie de Asociación de Víctimas del Lobeznismo, formada hace casi un siglo por un joven sureño que vio cómo Lobezno asesinaba a su padre y a su hija. Ahora el tipo es un anciano, que ha dedicado toda su vida a localizar a otras víctimas, y maquinar una venganza terrible, que supuestamente va a poner el universo de Logan patas arriba... aunque ya veremos en qué queda la cosa. Porque la resolución me ha dejado con el morro torcido, y no me ha convencido demasiado por dónde han ido los tiros. Jason Aaron se ha puesto épico y trascendental, ha querido poner la cabeza de Lobezno patas arriba, y para ello ha meneado y se ha inventado demasiados aspectos oscuros alrededor de su pasado, en una artimaña un poco inverosímil y tramposilla. Sé que esto no lo lee ni Cristo, pero por si acaso advierto (hasta ahora nunca lo había hecho pero de vez en cuando me cruzo con gente que me dice que me lee) que esto son solo apuntes personales, y que desvelo, como siempre, el final de la trama y todo lo que se me ocurra. Aquí pienso en voz alta, y me traen sin cuidado los spoilers.
El arco en realidad comienza en el número 9, con un autoconclusivo titulado "Atrapar a Mística", que me ha parecido lo mejor del conjunto. Remite indudablemente a los primeros trabajos de Aaron con el mutante canadiense, aquella extraordinaria saga de mediados de 2008 en cuatro partes, con dibujos de Ron Garney, y que se tituló, precisamente, "Atrapar a Mística" (Wolverine vol. 3, 62-65; justo antes de "Old man Logan"). Aaron tenía pendiente cerrar aquel asunto, y el tebeo, con dibujos de nuevo de nuestro correctísimo Daniel Acuña, consiste en una persecución a tres bandas Lobezno / Mística / un mercenario con máscara kabuki, por las calles de Buenos Aires, que culmina en el cruel asesinato de la mutante de piel azul. Españoles, Mística ha muerto. Y en sus estertores, le explica por qué envió a Lobi al Infierno, así como el nombre de la organización que está tocándole las narices desde hace ya demasiados meses: la Red Right Hand.
Lo que pasa a continuación (números 10 al 14) es que a Lobezno se lo ponen muy fácil para rastrear el cuartel general de la RRH. Y a las puertas, tendrá que enfrentarse, y matar con bastante facilidad, a varios villanos ridículos creados por Aaron sobre la marcha exclusivamente para morir: Cannon Foot (un gaucho con botas de punta que dispara pedruscos con ellas (?)), Shadowstalker, Fire Knives, Saw Fist y Gunhawk. Lobezno avanza a través de los cadáveres de los ridículos matones durante toda la trama, y paralelamente se nos va contando, a golpe de flashback, qué es la RRH y en qué consiste su venganza. Liderados por el citado vejestorio, nos encontramos ante una decena de damnificados. Personas que vieron cómo Lobezno, en sus viejas reencarnaciones como agente de la CIA, empleado de Landau, Luckman y Lake, marioneta de Arma-X o lo que fuera, quitó la vida a determinados inocentes, cuya descendencia se ha reunido ahora para orquestar una cruel venganza. Lobezno va matando a los cinco estúpidos asesinos, y cada vez que uno de ellos muere, parece que la Red Right Hand se da más por satisfecha. Al final del todo, Lobezno por fin llega hasta la habitación donde están reunidos los de la secta secreta dichosa, viendo el espectáculo a través de un circuito cerrado de televisión. Y aquí viene la conclusión (ojo, insisto, si alguien pretende leerse esto, porque no me callo nada): resulta que la Red Right Hand, sabedores de que es imposible matar a Lobezno, que ha salido indemne de mil y una "maneras de morir", e incluso liquidado al mismísimo Diablo en el Infierno, lo que han hecho ha sido buscar hijos bastardos del héroe. Tipos que, igual que el dichoso Daken, que ya lleva un par de años campando por el universo Marvel, proceden de la simiente del canadiense enano, sin él saberlo. Una vez que Logan llega al redil de la Red Right Hand, estos se beben unas copas de veneno, y mueren felices, culminada su venganza: Lobezno ha matado a su propia estirpe, como antes él había matado a los suyos.
Como digo, todo esto me ha tocado un poco las narices. Hasta hace unos años, y desde hace muchísimos años, Lobezno era un tipo misterioso y no sabíamos, ni queríamos saber, nada de su pasado. Llegó Barry Windsor-Smith y se inventó aquella maravilla de Arma-X, y arrojó colorido, background, gracia y un puñado de preguntas sin respuesta, que a otros guionistas como Larry Hama les tocó contestar, con orgullo e inteligencia. Después a Quesada se le metió entre ceja y ceja inventarse su origen, en qué hora; pero vale, lo hicieron muy bonito, ahora sabemos que Logan nació a finales del siglo XIX en el Yukón, que se llama James Howlett y que su viejo era un ioputa borracho. Se van colocando piezas, y todo encaja, se contenta a los ávidos de historias añejas, orígenes y continuidades, aceptamos barco, y vale. Pero que en el último par de años nos hayan vendido, así de repente, que Zorra Plateada está viva, que Lobezno se había casado en las elipsis con Viper o con Itsu, y que ahora resulta que tiene más hijos bastardos que Julio Iglesias, que tiene una versión femenil e hija adoptiva (X-23), ¡que se ha echado una novia insulsa no-mutante (Melita Garner) de la que está enamorado perdido!... empieza a cansarme, y esto puede acabar peor que la Saga del Clon, o que Agujetas de color de rosa. El último número hasta la fecha, el 15, nos cuenta las consecuencias de todo lo que de pronto se le ha venido encima a Logan, asesino de sus propios hijos: su primera reacción es hacerse todo el daño posible, suicidándose una y otra vez desde lo alto de una montaña de Alberta, tratando de emborracharse con todo y entrerrando a sus repentinos hijitos allá donde quiera que nacieron. Y encima aparece por ahí Daken, y los espíritus de Dientes de Sable y John Howlett para atormentarle. Asistimos al enésimo final del personaje, en una historia enervante que se titula "Wolverine no more" (toma cliché marvelita), y que a ver cómo lo arregla, porque a mí este Lobezno no me gusta nada. Aaron, déjate de tonterías, haz el favor, que estabas contando unas historias de Lobezno magistrales y aquí me parece a mí que te has columpiado. Darle a Lobezno un hijo que apedrea a la gente con sus botas de cestapunta... anda que...

sábado, 22 de octubre de 2011

365 samuráis y varios tazones de arroz (J. P. Kalonji, 2009)


"365 samuráis" es un tebeo de casi 400 páginas sobre un samurai solitario que realiza un viaje durante cuatro estaciones, asesinando a todo samurai que se le cruza o se le enfrenta, para cumplir la promesa de acabar con 365. Temas clásicos de la literatura sobre el Japón feudal como el honor, el sacrificio, la naturaleza, las artes marciales, etc. centran la novela, cuya estructura es de una viñeta por página, practicamente sin diálogos. El estilo de Kalonji es extraño pero muy atractivo: a caballo entre el manga (desconozco todo respecto al manga, así que perdón por generalizar), el graffiti, Usagi Yojimbo e incluso Franquin, y con unos pocos rasgos los personajes realmente parece que se mueven en la página. Kalonji es un dibujante suizo, y este es su primer trabajo en el cómic, después de curtirse como ilustrador para revistas de moda y marcas de snowboard. Muy bonito, pero es de esos libros de 400 páginas que se leen en 400 segundos.

lunes, 10 de octubre de 2011

La “tournée” de Dios (Enrique Jardiel Poncela, 1932)


Obra maestra indiscutible de nuestra literatura, “La “tournée” de Dios” va más allá del glosario de ocurrencias y disparates geniales habituales de Jardiel, y al finalizar su lectura (esta novela la había empezado un par de veces pero la tenía pendiente) un escalofrío me recorrió de arriba a abajo, y su influjo está lejos de haberme abandonado. Durante las primeras 250 páginas (grosso modo) constantemente tenía que interrumpir la lectura por ataques de risa terribles; hasta llegar al último tramo de la II parte, en la que Dios se dirige a los madrileños, y de paso al mundo entero. Lo que Jardiel le cuenta al mundo a través de la voz de Dios, y cómo remata todo lo sucedido desde la página uno, me dejó boquiabierto, anonadado, incluso un poco aterrorizado.
Esta historia comienza con la presentación de Perico Espasa y Federico Orellana, respectivamente el director de La Razón (un periódico cuyo nombre coincide con otro que también da mucha risa en el mundo real) y una de sus mejores plumas así como novelista de enorme éxito. Perico es un mariquita recalcitrante, mientras que Federico está enamoradísimo de la primera actriz Natalia Lorzain, a quien el primero termina presentando. Federico y Natalia comienzan un idilio, ella abandona su carrera y queda embarazada. Mientras tanto, Dios se le ha aparecido al Papa en el Vaticano, y le ha dicho que tiene previsto volver a la Tierra en forma humana. Al principio nadie cree la palabra del Papa, que se convierte en objeto de burlas, hasta que Dios se le vuelve a aparecer y le ofrece más pruebas de su inminente llegada (fecha, hora, lugar) así como destruye y vuelve a construir la Torre de Pisa ante miles de ojos, para que a nadie le quepa duda de su palabra. Poco a poco, la trama de Natalia y Federico se va aparcando, con el nacimiento de su hijo y su posterior sucumbir a una terrible enfermedad, y la narración se centra en la “tournée” de Dios, que comienza en el Cerro de los Ángeles y continúa por todo Madrid. Por supuesto, semejante acontecimiento se convierte en el centro de atención del mundo entero: la aparición de Dios en forma humana, para la que el mundo no parece estar preparado. A cada paso que da el Señor, la gente se apelotona a su alrededor, los ejércitos tienen que abrir fuego para contener semejante marasmo, las personas se vuelven idiotas, la delincuencia crece de forma insostenible... Mientras tanto, a Dios le pasean de aquí para allá, ora a los toros, ora al fútbol, ora al Jardín Botánico, rezándole padrenuestros y narrando cada minuto de su estancia entre los mortales. Y parece completamente ajeno e inmunizado a las desgracias que entre los españoles está provocando su presencia.
Leer esta novela (escrita hace casi 80 años) en pleno 2011, y pocas semanas después del desembarco en Madrid del Papa contemporáneo y sus centenas de millares de fieles, que lo abarrotaron todo, ocuparon las calles y los parques y generaron todo tipo de noticias patéticas y situaciones altamente ridículas, resulta si cabe más hilarante y significativo. Y la manera como Jardiel, en plena República (aún antes de la Guerra Civil que definitivamente horadó la diferencia entre las “dos Españas”), dividía a la población española en “blancos” y “negros” (católicos, conservadores, acomodados, fascistas, etcétera, etc. / frente a comunistas, pobres, idealistas, agnósticos, indignados, etcétera, etc.), definitivamente desespera y desmoraliza. Además de dar mucha, muchísima risa.
No recordaba haberme reído tanto ni haber disfrutado tanto con una novela. Pero, como decía al principio, detrás de la payasada y el esperpento, el mensaje de Jardiel es devastador. Ya desde el prólogo Jardiel se ve obligado a aclarar que no es un libro anti-religioso, y que acaso está escrito como burla a la Humanidad entera y sus disparates. Y el largo mensaje que dirige Dios a todas las personas resulta escalofriante, y la sonrisa se te hiela en la cara al tiempo que se convierte en mueca de disgusto; el final de la novela contiene un mensaje incómodo, tremendo, brillante e intemporal, lanzado después de cientos de páginas de carcajadas, que se encaja como una bofetada a mano abierta.

viernes, 7 de octubre de 2011

Camille Jourdy - Rosalie Blum (2011)


Con un dibujo y una tipografía naïves, despejados e infantiles, asisto a una trilogía que narra la sencilla historia de Vincent Machot, y cómo fortuitamente escapa de la rutina (la rutina de la peluquería familiar, la esclavitud de toda una vida solitaria como asistente de su madre anciana y desquiciada) al conocer a Rosalie Blum, una cuarentona feúcha y tan solitaria como él. Sencillamente, una buena mañana Vincent se cruza con Rosalie al salir de una tienda, y decide seguirla a escondidas hasta su casa. Pronto comenzará a hurgar en su basura, y a perseguirla por todas partes, asistir a sus ensayos con el coro de la iglesia o a sus habituales borracheras en soledad en un bar de espectáculos picantes. Vincent se obsesiona con Rosalie, y perseguirla por todas partes se convierte en una suerte de sucedáneo de la compañía. Al final de la primera parte, repentinamente Vincent recibe una llamada de la desconocida, Rosalie, que pide cita para una sesión en la peluquería. En la segunda parte de esta historia, el peso protagónico lo asume Aude, la sobrina de Rosalie, que comparte piso con un punk vividor y dos treintañeras estrafalarias, y ayudará a Rosalie a descubrir, como ésta sospecha, que alguien está vigilando cada uno de sus pasos. La acción dará un vuelco, y descubriremos unos cuantos secretos inconfesables de los personajes, en torno a una historia de seres desarraigados, aburridos, surmanescos y depresivos que encuentran en el stalkeo un motivo para existir y una salida a su desesperación. Camille Jourdy, a quien no conocía de nada, me ha atrapado con esta historia maravillosa en tres partes, repleta de detalles pictóricos deliciosos, diálogos brillantes y acontecimientos cotidianos de esos que deslumbran sólo si uno se detiene a contemplarlos.

Otra dimensión (Grace Morales, 2011)


La esperada novela de Grace Morales llegó al escaparate de Madrid Comics, casualmente, la misma tarde que yo pasé por delante por primera vez en casi dos años, y me dije que venga, que para qué esperar, que entraría en ese lugar sólo un momento, lo justo, y volvería a salir despacito como si nada hubiera pasado y ya está. La prosa de Grace me resulta familiar, tras tantos y tantos años leyéndola en el MB, y al mismo tiempo fue una lectura incómoda, sabiendo que soy uno de esos fans a los que desprecia, uno de esos sobre los que, sé de buena tinta, aplica el “pero qué público más tonto tengo”. Fueron tres días raros leyendo esto, todo este mamotreto de páginas en los que Grace ha volcado tanto trabajo, supongo. La disfruté por tanto a medias, y además no me ha dejado ningún poso. Esperaba que hubiera aquí más de Jardiel y menos de la sociología y la mala baba que destila en sus (por otro lado, casi siempre, estupendos) artículos. Tuve todo el tiempo la sensación de que Grace se inventa un grupo de personajes bastante planos, por más que abunde en sus desventuras, que le sirven apenas como una herramienta sobre la que verter verdades y tópicos y desentrañar sus tópicas e insulsas vidas. A lo largo de la novela tiene la destreza, exclusiva hasta donde yo sé, de describir detalladísimamente el sentir particular de toda una generación entre la que más o menos me cuento, que hemos vivido un cambio social apabullante, doloroso, terrorífico, desde el instante de la caída de las Torres y a través de la invasión silenciosa de Internet primero en nuestras oficinas y luego en nuestras casas. Un viaje generacional sin retorno, deprimente y sostenido apenas (en el caso de algunos personajes y del mío propio) en la nostalgia de un tiempo pre-11S que era más mejor y más normal. Un viaje que nos lleva a través del IRC, los primeros “emilios”, los pps idiotas, el furor del eMule, los chats de ligue, el atentado de Atocha, la gilipollez del homo-oficinista en general, la evolución de la radiofórmula o la teletienda, la depresión de la vida virtual o lo efímero de las relaciones conyugales en el siglo XXI. Un largo análisis, un largo artículo brutto en formato novela, narrado a través de saltos espacio-temporales y protagonizado por un puñado de personajes estereotipados cuyas vidas se cruzan y se alejan constantemente, y están salpicadas sin excepción de vicio virtual, e-cuernos, filias pornográficas, locales de intercambio y, en definitiva, la intimidad sexual de cada uno y el sobresalto dimensional con que las nuevas tecnologías la han impregnado. “Otra dimensión” está repleto de imágenes brillantes y comentarios incisivos, de angst existencial y de realismo filosófico, de descripciones exhaustivas y una disección grandiosa casi obsesiva de casi todos los aspectos comunes de estos tiempos que nos han tocado, pero como novela se me ha quedado un poco coja: a los insustanciales personajes no les suceda nada más que la propia vida en este escenario dantesco tan real; nada interesante ni susceptible de ser novelado.