viernes, 31 de agosto de 2012

"Mad monster party?" (Jules Bass, 1967)

Esta fue una de las primeras películas, si no la primera, que descargué de internet. En cuantito esto fue posible, hará 7 años. Nunca había sabido de su existencia hasta la llegada de La 2.0, y no me podía creer que existiese una cosa tan hermosa hasta que la vi por primera vez. Ayer estuve grabándole unas cuantas series y películas en stop-motion a Á., y al toparme con ésta me senté a verla otra vez cómodamente en mi Roxy C, ahora que las pelis en mi salón cobran una nueva dimensión. "Mad monster party?", con todas sus carencias técnicas (han pasado más de cuarenta años desde su estreno), es una virguería, pura magia, con muñequitos en movimiento de Drácula, la Momia, el Hombre Lobo, Jeckyl/Hyde, el Hombre Invisible, la Criatura de la Laguna Negra, King-Kong, etc., que al estilo de "Un cadáver a los postres" (estrenada en 1967... pero con varios antecedentes: "La cena de los acusados" de 1934, "La mansión de los horrores" de 1959 o las clásicas novelas de Doyle o Christie) son reunidos en una mansión por un excéntrico millonario, en este caso el mad doctor Boris "Flankin" Frankenstein (Boris Karloff, claro). El motivo: avejentado y cansado, ha decidido claudicar y ceder a su sobrino tanto el castillo como sus últimos inventos. El inútil miope del sobrino es ajeno a la conspiración de todos los monstruos clásicos de la Universal en plastilina, que pretenden liquidarle para repartirse las valiosas posesiones del Dr. Frankenstein.

Uno de los primeros largos en stop-motion no exclusivamente para niños, que peca si acaso de un ritmo algo pocho (acostumbrados a la efervescencia de epopeyas televisivas para la generación con déficit de atención como Celebrity deathmatch, Robot Chicken o su más directa heredera temática para el siglo XXI, Mary Shelley's Frankenhole) y de esos escenarios estáticos (aunque esto a mí me gusta mucho: los dioramas dinámicos y en perpetuo movimiento de las obras maestras recientes de Tim Burton, Henry Selick o Aardman me asustan un poco, y hay mucho CGI ahí) e incluso errores de continuidad entre un fotograma y el siguiente (se le perdona todo, que la técnica estaba en pañales), pero que supone un revulsivo tanto para la stop-motion (el animagic del estudio Rankin/Bass es una de las mayores aportaciones de la Industria a la imaginación del ser humano) como para la consagración del pastiche cinematográfico de monstruos como espectáculo para las masas (con mucha más pasión y acierto que las patochadas de Abbott y Costello en los cuarenta).

Coincide además mi nuevo visionado con la defunción de la quieridísima Phyllis Diller, que aquí hace de la Mujer del Monstruo, a quien se lo dedico (??¿?¿). Entre mis escenas favoritas, me quedo con el apoteósico final, y con la actuación de Little Tibia & The Fibias.

Found Footage Festival vol. 2

Hoy me he tragado otro prontuario de piezas audiovisuales, un collage más de videos curiosos, en este caso provenientes todos de la vasta colección de VHS de los responsables de la web Found Footage Festival, dedicada enteramente a compartir grabaciones caseras inéditas. Además de compartir estos increíbles videos en su web, armar DVDs temáticos y escribir libros sobre lo suyo, Joe Pickett y Nick Prueher, sus responsables, se pasan todo el año de gira representando en grandes cines y teatros norteamericanos esas joyas abisales del despropósito doméstico, y graban el resultado en nuevos DVDs que comercializan igualmente. A día de hoy están promocionando el volumen 6. Esta segunda entrega, por tanto, es la reproducción de la puesta de largo en directo de una de esas baterías de videos. El resultado es una especie de Trash entre amigos, con Nick y Joe micro en mano comentando las piezas. El montaje resultante es infinitamente menos divertido e interesante que obras maestras de la video-mixtura como "The Whore Church", pero como exhibición de atrocidades está relativamente simpático. En la hora y media de metraje, destaca un largo clip con los grandes éxitos de Jack Rebney, el famoso Winnebago Man, the angriest man in the world (una historia fascinante la de este video encontrado, que tiene incluso todo un documental en su honor), descacharrantes actuaciones en un cutre-show de los años ochenta de una tele local llamado Stairway to stardom, fragmentos musicales temáticos (penosos raps ochenteros, rutinas de ejercicio domésticas...) y, especialmente gracioso, el montaje dedicado a videos disuasorios y consejos para niños de famosos de los ochenta, como ese Mr. T enseñando a los críos a disimular en lugar de llorar cuando se meten una hostia, o Alvin y las Ardillas junto a Alf demonizando la marihuana. El conjunto es arrítmico y muchos de los videos están en Youtube desde hace siglos, pero uno es adicto a esto y lo volvería a ver.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Tom Bruno & Sabir Mateen - "Getting away with murder" (1998)

Ahora mismo, en la maravillosa emisora WFMU, en el show nocturno de John Allen (miércoles a mediodía en España), está terminando de sonar entero "Getting away with murder", un disco que pillé hace mucho tras escucharlo, igualmente entero, en algún otro recóndito programa de la misma emisora libre sindicada. Se trata de la grabación en crudo, de una menos cuarto a una y media, una mañana cualquiera de febrero de 1995. Dos desconocidos músicos callejeros, captados en directo en el subway de Nueva York. Una improvisación de 45 minutos de jazz en estado puro. Saxo y percusión desatadas. De fondo, de cuando en cuando suena un tren llegando a Grand Central Station, las aclamaciones del público o una voz neutra anunciando algo por la megafonía. Tom y Sabir despliegan una lección del mejor free-jazz posible, absolutamente arrebatador y energético. En las antípodas de la Industria, del tejemaneje discográfico, es una filigrana imprescindible y una muestra maravillosa de lo que la música debería ser siempre.

lunes, 27 de agosto de 2012

"Los secretos del Universo" (Jo, tía!, 2012)

Hace algunas semanas que terminé de despachar "Los secretos del Universo", el nuevo proyecto titánico del JoTío. En realidad tengo pendiente el último artículo, que es una guía de episodios de una serie que me he propuesto ver estos días, porque se ha cruzado demasiadas veces en mi camino ultimamente y por fin la he encontrado, aunque sea en versión original. Pero voy a hacer la reseñita, y recomendar este fanzine deslumbrante y único en su especie, por si alguien no lo conociera, que se anime, que la literatura marginal es una cosa muy efímera, y o mete uno la cabeza ahora o se arrepentirá para los restos.

No puedo ser objetivo al hablar de esta obra, puesto que conozco al autor. No porque por ello tenga que medir más mis palabras, o eludir la crítica más personal y sincera (que a lo mejor un poco también, aún no lo sé), sino porque el hecho de conocer al autor siempre hace que comprendas mejor su intencionalidad, su lenguaje, su tono, sus bromas privadas. Si no conociera a Martin Tupper y a la Chica Explosiva (autores del primer artículo), por ejemplo, no sé qué idea habría sacado de esa brillante pero airada, arrebatada, vehemente, intransigente lectura de La Realidad, de cómo podrían ser las cosas y cómo sin embargo "los 4 hijos de puta de siempre" han decidido que sean. Un repaso filosófico-ideológico, sociológico, metacontracultural, basado casi totalmente, como confiesa humildemente Tupper, en una obra ajena que recomienda vigorosamente ("Lenguaje, mente y sociedad" de José María Chamorro) a casi todo, intentando abarcar demasiado y revolver demasiado las mentes. Yo, que estoy más acostumbrado a leer las peripecias de Peter Parker o los desvaríos surreales de Steve Aylett, no estoy muy hecho a este tipo de textos, por muy simpificado que se me haya dado, y he creído comprenderlo solo a medias. Un segunda y tercera lecturas serán más aclaratorias. Después de una primera, creo que hay algo gordó ahí, aunque la prosa del JoTío resulta un tanto amedrentadora, creo, para quien no conozca el origen del fanzine. Creo que este va a ser el hándicap general de toda la obra: el tono de sus autores, acostumbrados a un público fanzinero versado en la ironía, el sarcasmo y la inmodestia brutta. Un público, el de esta penúltima encarnación de Jo, Tía, que probablemente (ojalá) no tenga nada que ver con aquél que nos tronchábamos con las entrevistas a Jesús Vázquez o los artículos sobre la regla o los tebeos de los Simpson.

Porque Jo, Tía empezó siendo, allá por el año 2000 (como se puede comprabar en mi viejo blog abandonado Frunoflickr) un frívolo y ameno panfleto fotocopiado de teenage (angst) exploitation, y lo que aquí se nos ofrece es un tractatum contracultural muy ambicioso y trascendente.

Por cierto, que mi copia de "Los secretos del Universo" se me fue de las manos. Durante los primeros cinco o seis días la llevaba siempre encima, y cierta madrugada de domingo se la regalé a un mexicano al que conocí este verano. Fue un encuentro casual, de rebote, a medio camino entre un bar de Malasaña y el siguiete. Mis amigos me esperaban en un bar, y habían hecho amistad, al salir de una pequeña sala de teatro, con un matrimonio mexicano de visita a la ciudad. Él es un prestigioso escritor y filósofo americano, profesor de filosofía de la UNAM, con 14 libros publicados y experiencia audiovisual en la docencia, más allá de las aulas. Una verdadera eminencia intelectual, y trabamos amistad durante varios días de su estancia. Un hombre asombroso, con una inteligencia, una capacidad de atención, de asombro y de respeto a su interlocutor como pocas veces se encuentra uno. Al sentirse atraído por el tocho que llevaba entre las manos, no pude evitar regalárselo. Y días después, tras otro encuentro fortuito (desayunaba junto a la ventana de una cafetería y yo eché un vistazo a través de ella mientras paseaba haciendo un recado) me contó que ya se había leído el volumen, y me estuvo transmitiendo sus impresiones durante largo rato. Es por eso que al afrontar yo la crítica de este texto, no puedo evitar plantearme la idea que puede generar en alguien totalmente ajeno al fanzinismo, criado con la literatura underground madrileña de los noventa, ajeno por completo a la idiosincrasia y al contexto de un producto, creo yo, con unas miras tan concretas. Su impresión era muy positiva, pero estaba realmente contrariado por la forma y el léxico, tan antagónico de los textos a los que está acostumbrado un catedrático. Y por la intención del autor de querer abarcar tanto, tantísimo.

Como sea, yo he disfrutado mucho de su lectura. Al margen, como digo, de que no estaba preparado para el primer ensayo introductorio (insisto, sobre "cómo podrían ser las cosas y cómo sin embargo los 4 hijos de puta de siempre han decidido que sean"), durante el resto de la lectura me he sumergido en un universo que me es completamente desconocido pero que me interesa muchísimo: el de los enteógenos. Esta primera entrega de 3 de "Los secretos del Universo", pese a lo que pudiera parecer, no tiene nada que ver con asuntos que se tratan habitualmente en Cuarto Milenio, ni con los rincones inexplorados del Cosmos. Aquí lo que vamos a saber es que hay alternativas a la hora de enfrentarse a la vida. Que nuestra percepción de lo que nos rodea no es la única, y que de hecho probablemente es la peor posible. A través de un viaje por la contracultura y la experiencia de los estados alterados de conciencia. El segundo artículo, como post-introducción disuasoria, se le da un palito a la subcultura straight edge, aquello del veganismo ultrarradical y el desprecio a todo tipo de sustancias, por la vía violenta si es necesario. Yo creo que eso no eran exactamente (lo de la violencia) los preceptos de Ian MacKaye, a quien yo adoraba de niño, pero sí que es irrebatible la tontuna del fanatismo anti-consumo. A partir de aquí, vamos a bucear a fondo a la búsqueda de la verdad sobre la vida a través de la psicodelia, los hongos mágicos, las sociedades micófilas y micófobas, el culto a las plantas alucinógenas, los sueños lúcidos (sorprendente artículo WTF FTW), una clasificación de sustancias y efectos, el culto a las seticas, etc. En una serie de interesantes artículos (uno de ellos reproducido tal cual a partir de la versión mexicana de Life) y entrevistas. En cuanto a estas últimas, probablemente lo más sustancioso del cuerpo de un volumen que pretende ser heterodoxo como éste, conocemos y charlamos con la lúcida y deseable Krystle Cole, youtube personality, jamona y gurú del consumo de enteógenos 2.0. El larguísimo monólogo deslavazado de Pau Riba, desde la España Profunda Proto-Post-Hippie, confieso que se me atragantó como un adoquín de caramelo de canto (supongo que porque yo no me pongo). Con Fernando Sánchez-Dragó la charla es muchísimo más divertida y alucinógena siempre. El artículo sobre la cultura Huichole y la visita a la Montaña Mágica de Montserrat (con sus mad doctors, intraterrestres, curas exploradores y nazis) son una maravilla. Y el artículo final, el que decía hace un rato que lo tengo en barbecho, es sobre la serie Sigue soñando, aquella "sitcom con tetas" que echaban en el Plus cuando éramos pequeño y que muchos no nos hemos podido quitar de la cabeza, pese a no haberla vuelto a ver hasta ayer mismo. Personalmente, estoy esperando la segunda parte más que la emersión de los Hombres Topo que pronto nos arrancarán los ojos.

viernes, 24 de agosto de 2012

Permanezca en sintonía (Peter Hyams, 1992)

Otra pequeña pieza de culto del fantástico finisecular que me he tragado estos días, con ansia, para disfrutar en mi pedrazo de tele HD de aquello que había visto en cine hace demasiado tiempo, o que solo había tenido ocasión de mirar a través de purulento VHS. Esta la recordaba muchísimo más arriba en mi molómetro de cuando era moñeco, supongo que por la escena de dibujos animados, que me parecería pura magia; y aún siendo un poco moñas, me ha entretenido bastante. Vista de nuevo ahora, lo que me ha parecido más destacable es la vis cómica de John Ritter, el cargante mindundi de Apartamento para tres, que me ha hecho reír muchísimo todo el rato. Un poco como en "Pleasantville", esto va sobre un señor misterioso y malvado (Jeffrey "Gurruchaga" Jones en este caso), que llega al chalecito de los Knable haciéndose pasar por comercial y le ofrece a Ritter/Roy Knable una oferta imposible de rechazar para un teladicto como él: un mando a distancia mágico, una tele gigantesquísima y acceso ininterrumpido a 666 canales. El futurista mando a distancia se convertirá en un portal que se lleva al matrimonio Knable (a la esposa la interpreta otro rostro televisivo de la tele americana, Pam Dawber, la que hacía de Minder en Mork y Minder, la psicotrónica sitcom que dio a conocer al marcianito Robin Williams) a un plató de televisión que hace las veces de Purgatorio. Satanás se entretiene mirando esos 666 canales, en los que tienen lugar concursos y peligrosas escenas de teleseries donde se pone al límite la vida de los elegidos. Rememorando aquí la sustancia de "The running man", los teleadictos tienen que sobrevivir 20 horas a las tele-perrerías, o si no se mueren y van al infierno. Mientras los hijos de los Knable se vuelven locos en casa tratando de sacar a sus papis de la tele, los protagonistas tienen que sobrevivir a todo tipo de aventuras que parodian mil y un programas y películas ochenteras (escenas de western, peplums y duelos con florete, dibujos animados, concursos de citas amañados, videoclips y hasta, por supuesto, un cameo por Apartamento para tres), un zapping a base de spoofs con fecha de caducidad que se hace un poco pesado. El conjunto está simpática aunque se ha quedado un poco obsoleta. Y lo más sorprendente, insisto, lo que me he podido reír con el insulso de Ritter, que a priori temía que iba a ser como ver de soslayo a mi aburrido tío en el video de aquella boda, y sin embargo está estupendo, sobre todo travestido en el video de Salt n' Pepa o emulando a Clint Eastwood vía Leone.

Los Muppets (James Bobin, 2011)

He cometido el imperdonable error de ver la resurrección de la franquicia de los Teleñecos en su versión doblada. Y siendo esto un producto navideño, vía Disney para todos los públicos, en español tradujeron y adaptaron también las canciones. El resultado es una cosa extraña, minusválida, bochornosa. El tipejo que dobla al teleñeco protagonista, un humanoide de felpa creado para la ocasión (que hace del hermanito de Jason Siegel que nunca creció) es ese señor o señora que dobla a todo cristo ahora, el que hace de Jimbo Jones en los Simpson; y también sale el que hace de Barney Stinson, o el mismísimo Homer moderno, un grupo de actores gangosos y sin carisma alguna que han devaluado la profesión hasta la periferia del esperpento. Pero debajo de ese sindiós, de la desvirtuación absoluta del Regreso, he creído comprender y creo que valorar el espíritu inicial de la puesta a punto de los maravillosos Teleñecos. Pecando a veces de ñoña, y ajena al gamberrismo formal y argumental de los sketches del Muppet Show de los setenta (aunque no faltan unos pocos, contados, momentos muy simpáticos y brillantes), la película es bastante digna, y verdaderamente Jason Siegel (absoluto protagonista humano, guionista y productor) se ha dejado la piel por revitalizar algo de todo aquello, aunque sea bajo la inevitable pátina de corrección y puerilidad que exige la Disney y los tiempos que corren. No estoy seguro de que un show semanal como el de los Muppets, que en sus mejores momentos no era sino un SNL psicodélico y surreal, tuviera cabida en la televisión actual (creo que rotundamente no), pero todo homenaje a las creaciones de Jim Henson y Frank Oz (quien, por cierto, no ha tenido nada que ver con esto) lo recibo con alborozo. Y desde luego, se podría haber hecho mucho peor. Incluso en vida de Henson se hicieron cosas más atroces.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Noche de miedo (Tom Holland, 1985)

A riesgo de que esto empiece a parecerse al blog del brasas de James Wallestein, hoy me he estado viendo esto tomando un café tras otro y allá va. Ésta no la había visto nunca, creo, pese a ser un clásico del videoclub de mi barrio (y de tu barrio), siempre bien situada entre los best sellers de terror. Es la clásica historia sobre un adolescente de barrio residencial que mira por la ventana y cree que algo raro está pasando con los vecinos de al lado (como en "Neighbors", "No matarás... al vecino", "La ventana indiscreta" o, mejor aún en "Bart de oscuridad"), que manipulan cadáveres, trasnochan y visten raro. Desesperado, y acosado por el malvado vecino, quien por supuesto sí que resultará ser un criminal, y de paso un vampiro (clásico, de los que odian los ajos y el agua bendita), el protagonista (William Ragsdale) decide pedir ayuda a Peter Vincent (genial Roddy McDowall), un cazador de vampiros que hace de horror host en un famoso programa de televisión local. Vincent sí que no resultará ser lo que parece, y obviamente solo es un torpe actor aficionado al vampirismo. Junto con su amigo friqui "Evil" Ed Thompson (Stephen Geoffreys, una leyenda del fantástico ochentero que pasó de estrella juvenil a estrella del porno gay) y su novia Amy (la inconfundible Amanda Bearse, que crecerá para convertirse en la maravillosa vecina sexy pero timorata de los Bundy en Matrimonio con hijos), deciden adentrarse en el caserón del vampiro. Allí tendrán lugar todos los tópicos imaginables e intransferibles del delicioso cine de género de la década de los ochenta: carreras, licantropía en stop-motion, sangre, sustos al cabo de la puerta, conversiones, humaredas, feas dentaduras postizas y un final abierto. Es curioso como tantas de estas películas de supuesto terror de los ochenta son en realidad comedias encubiertas, cuyas carátulas eran un clarísimo mensaje disuasorio para los menores, y una vez que las ves con cierta edad y pasado algún tiempo, descubres pequeñas joyas de un cine de entretenimiento que ya no se hace así de bien.

Screaming in high heels: The rise and fall of the scream queen era (Jason Paul Collum, 2011)

A la búsqueda del viernes noche palomitero perfecto, buscando alguna joya kitsch de terror sexy de bajo presupuesto que no hubiera visto, me encuentro con este documental, que retrata una época y un fenómeno muy concretos, sobre el que se han escrito literalmente toneladas de fanzines y que ha dado origen a cientos de entusiastas, directores en ciernes, revistas, convenciones de fans y descargas biológicas nocturnas: las pelis de Brinke, Michelle y Linnea. Principalmente, aquellas joyas trash de señoritas gritonas en peligro de desnudo fácil, motosierras y monstruitos de látex y cartón pluma, que fueran dirigidas sobre todo por los incombustibles David DeCoteau, Fred Olen Ray y Jim Wynorski. Discípulos de Roger Corman y Russ Meyer, y abanderados de toda una nueva generación de cineastas descerebrados (Troma, Full Moon, etc), a caballo entre los ochenta y los noventa esta panda de desarrapados facturaron, como si fueran churros, una inabarcable cantidad de películas, secuelas, explotaciones, secuelas de explotaciones, sagas y telefilmes de ridículo presupuesto, que tenían, muchas de ellas, un ingrediente común: chicas con muchas curvas y mucho carácter que gritaban como arpías en el matadero. De todo aquello probablemente solo se salven un puñado de títulos: "Hollywood chainsaw hookers", "Vampiro del espacio", "Creepozoides", "Nightmare sisters", "Sorority Babes in the Slimeball Bowl-O-Rama", "Bad girls from Mars", "Evil toons", entre las que estoy seguro de haber visto, y del resto me da menos pereza enfrentarme al trailer o leer en el 2000 maníacos que sentarme a verlas pacientemente. Puede que esté equivocado. La verdad es que la enorme cantidad de material de archivo que muestra el documental pone los dientes largos. El documental avanza a base de entrevistas con los protagonistas del fenómeno (resulta muy curioso que el director sea uno de los que más participan en las declaraciones, entrevistándose a sí mismo...), y se convierte en una reivindicación, no solo innecesaria sino directamente penosa, de la carrera actual de estos imparables salchicheros del celuloide. Yo la verdad es que no me acerco a las carreras actuales de estas scream queens ni con un palo. Ya lo intenté en su día con las musas de Russ Meyer o Andy Sidaris, me sentí atraído por saber qué hacían en la actualidad Kitten Natividad, Julie Strain o Raven De La Croix, y me dio una pena enorme. Supongo que son tiempos irrepetibles, por más que se empeñen, y por más que ahí sigan los tres, peleándose para sacar adelante sobreexplotaciones de lo mismo una vez más, con nuevas chicas o con las mismas avejentadas starlettes de entonces, ora con la Asylum, ora haciendo una mierda para el SyFy o el Canal Playboy. Desde luego, no soy su público. Mi viernes noche perfecto delante de la tele exige una buena dosis de nostalgia, y por mí se podrían dejar de hacer películas ya.

Un hombre lobo americano en Londres (John Landis, 1981) / "Matinee" (Joe Dante, 1993)

La imponente presencia de mi nuevo televisor gigante colgado de la pared, en HD con sonido meteoroscópico, me anima a recuperar algunas de mis películas favoritas estos días. El lunes (los lunes son mis sábados) me estuve preparando minuciosamente para enfrentarme a una sesión continua perfecta, nostálgica, infalible, con dos obras maestras del fántástico que hacía muchos, muchos años que no veía, el suficiente para apenas recordar muchas de sus escenas: "Un hombre lobo americano en Londres", seguida de "Matinee".

No me siento hoy en la tesitura idónea para explicar cuánto significa para mí el cine de John Landis, director de comedias perfectas como "Desmadre a la americana" (¡toga, toga!), "Granujas a todo ritmo", "Entre pillos anda el juego", "The three amigos" o "Superdetective en Hollywood 3", alma de la serie Dream on o responsable del mejor videoclip de toda la historia de la Humanidad; y menos aún para expresar lo que sólo el nombre de su amigo Joe Dante ("Gremlins", "Aullidos", "No matarás... al vecino", "Exploradores", "El chip prodigioso"...) me evoca. El espíritu del National Lampoon, el Saturday Night Live, el pop de los ochenta, el toque mágico del superdotado Spielberg, se canalizaron a través de Landis y de Dante (y de John Hughes, Harold Ramis, Frank Oz, John G. Avildsen, Tobe Hooper y pocos más) en algunos de los mejores momentos de la historia del cine norteamericano (valga la redundancia).

"An American..." fue la primera inmersión de Landis en la comedia fanta-terrorífica ochentera para todos los públicos (después de su inencontrable estreno tras las cámaras), pero no pudo reprimir que sobre el impecable background seleccionado (la campiña londinense, con sus pubs, sus leyendas, sus extras tomando té todo el rato; y el Metro de Londres, con sus bobbies y sus punks) y el angst adolescente planeara una abusiva dosis de incorrección y sordidez, sangre a raudales y tetas. Cuando era niño, esta película me dio un miedo terrible. Era la época en la que íbamos al cine con los papás a ver los "Goonies", los "Gremlins", "Big", los "Cazafantasmas", como mucho los "Ghoulies", comedietas fantásticas para toda la familia. Pues en esta película probablemente vi las primeras tetas en pantalla grande de mi vida (quizá se adelantaron las de Joan Severance en "No me chilles que no te veo", que ésta sí que estoy seguro de que la vi en cine, con 10 añitos), las escenas más explícitas y probablemente más aún las de "terror invisible" (la persecución del yuppie en el Metro), me traumatizaron durante muchísimo tiempo. De alguna manera, este título y su influjo sobrevolaron toda mi infancia, y me convirtió en un fan irredento del cine de género. La repentina transformación de David en licántropo, mientras lee la novelita en casa de la enfermera, no ha perdido ni un ápice de su fuerza. Sigue siendo una de las escenas más efectistas de la historia del fantástico, una obra maestra de la orfebrería que impresiona muchísimo más que miles de millones de CGI invertidos en las producciones posteriores que sean. Por supuesto, esa fue la escena que llevó a Landis a conocer a Michael Jackson, y a Spielberg, y lo convirtió en leyenda para siempre. Pero ahí está también la presencia onírica del Jack zombie putrefacto, la escena del cine porno, la propia película porno que Landis se encaprichó de dirigir y anunciar por todas las calles de Londres ("See you next wednesday", protagonizada por Linzi Drew), la hilarante escena en Picadilly Circus con David animando al policía a que lo detenga («¡Thatcher es un marimacho! ¡Churchill era un maricón! ¡Shakespeare era francés!»), la presencia constante de la luna llena... No recordaba todos estos momentos absolutamente perfectos, y confirmo que esta obra maestra no hace sino consolidarse y ganar solera con el paso del tiempo.

"Matinee" es otra de mis películas fetiche. El actor de culto John Goodman, que sigue seleccionando sus películas con un buen gusto exquisito (el año pasado estuvo nada menos que en "Red state" y "The artist"), está aquí impecable como ese director de cine inasequible, cutre, soñador, infantil, maravilloso, que ama el séptimo arte por encima de todas las cosas. Un personaje que se apoya sobre todo en William Castle, pero en el que se encuentran también ecos de Hitchcock, de Corman, de Ed Wood o, por qué no, de directores como Landis, Dante o la factoría de Charles Band. Artesano del cine de género, quintaesencia de esas películas de terror en las que lo que menos importa es el argumento y lo que prima son el dinero rápido, las caretas y los gimmicks, Goodman/Lawrence Woolsey llega al pequeño y plácido pueblecito de Key West, Florida a estrenar su última monster-movie en blanco y negro, en 1962, coincidiendo con la Crisis de los Misiles cubanos. Durante toda la película e leitmotiv es el espeluznante terror generalizado alrededor del puñado de misiles que apuntan a los EEUU, las frases reales de Kennedy y sus asesores intercaladas en el metraje, y el barco de la Marina secuestrado en alta mar, en el que se encuentra el padre del adolescente protagonista, Gene Loomis, un chaval aficionado al cine de bajo presupuesto que anda como loco por la llegada de Woolsey al cine de su pueblo. El estreno de la película, repleta de esos efectos en la platea (las butacas con descargas eléctricas, el sucedáneo de terremoto durante el ataque del monstruo, el "percepto", el supuestamente terrorífico "hombriga" correteando entre el público...), termina convirtiéndose en un remedo del fin del mundo, con toda la sociedad norteamericana pendiente del descalabro nuclear. Dentro del cine se produce un auténtico holocausto a pequeña escala, a través del cual se germina la perfecta historia de amor entre adolescentes nerds. Los mil y un guiños al cine de monstruos viejuno ("Mant", la pelicula-dentro-de-la-película, es un claro homenaje tanto a "La mosca" original como a "Them! (La humanidad en peligro)"; Dante contó con actores de la época para participar tanto en "Mant" como en el reparto normal, destacando a Dick Miller, actor fetiche de varias generaciones de amantes del fantástico, Corman a la cabeza; el ya citado homenaje permanente a William Castle o a la AIP; las parodias de las cutres películas de acción real de Disney que se ven la jornada previa en el cine de Key West, destacando "El carrito de la compra viviente"...), los guiños también al cine ochentero (igualmente, el uso de actores imprescindibles en este concepto, homenajes a "Robocop" o "La mosca"...) y la inabarcable pasión que exhuda "Matinée" hacia una profesión en desuso, la convierten en otra pieza de culto que no me cabe en la cabeza que no sea mil y una veces reivindicada y reestrenada en los autocines.

Regreso a Japón / Putrefacción (Wolverine 300-309)

La serie regular de Lobezno llega a su 300ª entrega, y recupera la numeración original, con el último arco de Jason Aaron, que se despide aquí pero se queda en Wolverine & The X-Men. Se despide con una historia en 5 partes en la que se limita a poner orden en la relación de Lobezno con sus enemigos más ilustres. En Japón se ha desatado una guerra de mafias, Yakuza vs. La Mano. Vemos ninjas de todos los colores y sabores, y exóticos japoneses tatuados hasta el colodrillo conduciendo motos vintage con sierras mecánicas. Mucha acción, mucho trote. Nos vienen a contar, basicamente, que Yukio y Amiko están bien; que hay un nuevo Silver Samurai, hijo del original; que Mística está viva (bien, Aaron, la mataste no hace ni diez números); Lord y Lady Deathstrike también se apuntan a la fiés; y Dientes de Sable aprovecha la coyuntura para autoproclamarse Jefazo del Mal en Asia. Lobezno aparece por allí de cabeza, en mitad del encuentro de supermalos, y raja que te raja les deja claro quién manda aquí.

En el arco siguiente damos la bienvenida al que tengo entendido que va a ser el nuevo guionista regular, Cullen Bunn. Y se estrena con una historia ("Putrefacción") en cuatro partes, domeñada por Dr. "Rot" Rottwell, un mad doctor  creado para la serie Wolverine: Weapon-X. La acción se desplaza hasta la América Profunda, nada menos que hasta Dunwich (¡el horror, el horror!). El malvado es un loco calvo que se dedica a abrir cuidadosamente la cabeza a la gente y jugar con sus cerebros. Viste un traje confeccionado con las pieles de sus víctimas, y se rodea de una troupe de redneck zombies muy simpática: un grandullón peludo con motosierras en las manos (Charlie Chainsaw), un par de pibones sádicas (Baylee Ann y la Enfermera Fester), un soldadito maníaco (Tatter), su propia madre y su tatara tatara abuelo psicotizados. Un remedo de los Manson o de la tierna familia de Caracuero, y en un entorno similar, para una historia predecible, correctita pero visualmente deliciosa, que aparte de homenajear a "La matanza de Texas" y a Rob Zombie sirve para reconciliar a Lobezno con Melita, pero de paso dejar a Lobezno sin algunos de sus recuerdos recientes.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Futurama Comics #57 (Jesse McCann / John Delaney)

Este abyecto y miserable mes de agosto, supongo que lo recordaré en el futuro porque me ha sido encomendada la tarea de acercarme a casa de un amigo, a una media hora caminando ida y vuelta, a regarle diariamente La Plantita. Esta tarde me acerqué hacia allí despacito, leyendo tebeos digitales. La tarde era sorprendentemente agradable. Casi podría decirse que fresca, sin que soplara ese viento ígneo como aliento de Belcebú que ha estado soplando estos últimos días, que me ha tenido racaneando sombra durante el camino, aprendiéndome los grados de proyección de sombra de cada edificio sobre el asfalto abrasador, para irlos calculando y explorando en mi rutina diaria. En la nevera de mi colega había un Red Bull y unas barritas Kinder; normalmente no toco absolutamente nada, no curioseo nada, ya me sé su librería y no me interesa nada: llego, riego y me voy, sin apartar la vista del tablet o de lo que vaya leyendo. Pero hoy estuve un rato esperando a que La Plantita se rehiciera un poco, verla enhiesta antes de irme, porque ultimamente estaba un poco jodida y me tenía preocupado. Parece que es época de muda, y también es normal que a las 24 horas se pongan las puntas un poco fláccidas. Pero quería comprobar el efecto revitalizante del agua filtrada y de su equivalente del Red Bull, que le tocaba hoy. Sea como fuere, un paseo estupendo por un Chamberí un 50% libre de detestables chamberileros en estas fechas. Hice otra parada en un bar que he descubierto a medio camino y que me gusta, cañas a un euro, prensa no ultraliberal, señor con bigote en la tragaperras, ensaladilla rusa elaborada en el mesolítico tardío, tdt anclada en el canal Energy.

A lo que iba es a que en mi tablet había tebeos y novelas viejas y variadas, como si estuvieran tiradas al azar por el suelo de un piso compartido. Y he cogido y leído este ejemplar de Futurama Comics de hace unos cuantos meses, y me ha gustado mucho. El dibujante estrella de la serie, John Delaney, aquí se relaja y recrea, a base de splash-pages preciosas, un escenario steampunk fabuloso, cuando Fry sueña que se queda dormido y despierta de pronto, otra vez, en la Nochevieja de 1999. Sopla el matasuegras, cae hacia la cámara criogénica y... esta vez, es trasladado a una versión alternativa de 1899, donde naves espaciales, robots y todo tipo de ingenios mecánicos funcionan con vapor. Una realidad steampunk de toda la vida, vamos. En ese Old Old York conoce a una versión tuneada de todos los habitantes de Planet Express, incluído un brillante (no tanto su mecánico culo) Benderplate (homenaje al popular hoax victoriano Boilerplate), amigo de Jack el Destripador y Lizzie Borden. El final del episodio es un poco losserranesco, con ese guiño al programa Punk'd de la MTV (el Inocente, inocente de estos atroces tiempos que corren), pues no en vano este capítulo en papel digital de Futurama Comics se titula Steampunk'd. He llegado a casa y le he dado cuerda a mi máquina de descargar cosas a vapor, y ahora me dispongo a ver una doble sesión de grindhouse, a ver si hay suerte y me despierto en otra época, porque he perdido el interés por completo por el siglo XXI.

Goodbye, Chinatown (Wolverine vol. 4, 16-20)

Aprovecho el día feriado para ponerme al día con las aventuras en solitario del astro canadiense de la franquiciamutante, a partir del punto en que lo dejé. Sigo la colección de Lobezno desde el número 1, y creo que no me he perdido, desde entonces, ni un 5% de sus apariciones en otras colecciones. En este volumen 4 (el vol. 1 fue la inolvidable y altamente influyente miniserie de Frank Miller; a partir de ahí, la colección regular ha sufrido varios reseteos en la numeración), alcanzamos el 300º ejemplar de la serie, que a partir de lo que debiera ser el número 21 del vol. 4 (el que voy a leer ahora mismo) recupera la numeración original, como tanto les gusta hacer a los de Marvel para que la gente no olvide la longevidad de sus personajes estrella. Antes de llegar a ese número 300, Jason Aaron va allanando el camino, hacia lo que será una guerra de bandas entre La Mano y la Yakuza. Vuelta a Japón. Vuelta a las premisas de Miller. Recuperamos a Yukio, a Amiko y al nuevo Samurai de Plata (que parece que va a ser su hijo, pero eso se descubre en el nº 300).

Olvidada la estupidez de la Red Right Hand, Aaron regresa pues al camino correcto, y a un Lobezno, ya como nuevo director de la Escuela Jane Grey para la Enseñanza Superior, viviendo aventuras de violencia pura y dura, con momentos brillantes, que de nuevo consiguen que no eche de menos a Larry Hama.

El número 16 es de mera transición. En el arco anterior, teníamos a Lobezno rendido a su animalidad, vagando por los bosques del Yukón, en plena crisis existencial. Se une a una manada de lobos, y se dedica a perseguir fieras más débiles para sobrevivir, esperando su turno para deshuesar la carroña, como buena bestia vieja y hundida que es. Repentinamente, aparece un grupo de hijos de puta que se dedican a cazar lobos, y a enfrentarles a niños en un circo "romano" por mera diversión. Lobi pone orden, se carga a los degenerados y además recibe la visita, en pleno bosque, de todos sus amigos superheroicos de siempre, y de su novia Melita, que le echan de menos. De esa manera vuelve al redil.

El siguiente arco, 17-20, conforma una pequeña historia genial, con el portentoso Ron Garney a los lápices (éste, a su vez, consigue que no eche de menos a Marc Silvestri; tan feliz). De vuelta en San Francisco, aclara las cosas con Melita (y de paso la enchufa en el Daily Bugle), y descubre, persiguiendo a unos ninjas que han asaltado la mugrienta taberna en la que escondía toda su fortuna ahorrada durante sus imprecisas muchas décadas de vida, un gigantesco túnel que une San Francisco con Japón a través del Pacífico, por el que transitan traficantes de droga hong-koneses, liderados por Jade Claw (una vieja gloria de la Marvel de los cincuenta, enemiga de Iron Fist o Shang-Chi) y que a lomos de gigantescos dragones se dedican a plantar amapolas y otras drogaínas en gigantescos huertos subterráneos y dirigir todo el cotarro del narcotráfico mundial. Con la ayuda del Maestro Po (su mentor durante algunos episodios recientes en los bajos fondos de Frisco), de su ayudante Yuen Yee (un niño chinorris que hace las veces de "Tapón" en esta historia), de Gorilla Man y Fat Cobra (a Aaron le encanta recuperar secundarios de los rincones más recónditos del MU), Logan desbaratará los planes de Jade Claw y sus curiosísimos secuaces, y a lomos de enormes dragones rojos emergerán de nuevo en San Francisco, con todo su dinero recuperado, a tiempo para reinaugurar la escuela y retomar el Sueño de Xavier, entroncando con la nueva y flamante colección Wolverine & The X-Men (que la sigo al día, a ver si me pongo y la comento, que estos apuntes me sirven más que nada para organizarme yo mismo mentalmente todo este guirigay).

Green Day - On the radio (2012)

En mitad de esta encarnizada, violenta, vergonzosa merienda de negros en que se ha convertido la Industria Musical, que Green Day publiquen un álbum grabado en directo en 1992 en la WFMU (la emisora independiente sindicada más importante y valiente del mundo), no sé si les honra o les hace motivo de desprecio. En realidad, parece que lo publicó algo llamado Smokin' Records, y aunque se reconoce como disco oficial, no tiene pinta de que haya sido un movimiento lucrativo, al estilo de los otros doscientos cincuenta mil discos en directo que llevan publicados desde que son más famosos que Jesucristo. En cualquier caso, este disco recoge material de sus primeros años, hasta "Kerplunk" (del que se cumplen 20 años), y yo recurro cada dos por tres a ese repertorio, sobre todo al que compone "1039/Smoothed out slappy hours", uno de mis discos de adolescencia. Qué tiempos aquellos, cuando escuché por primera vez a GD en Radio 3 desde una casa okupa barcelonesa, cuando vomitaban sobre el público y animaban a la rebelión a través de la mierda y la maría. Que no renuncien a su pasado, en estos tiempos que traspasan, de vivir entre la basura a vender (merecidamente) millones, grabar discos conceptuales y protagonizar musicales en Broadway, creo que sí les honra, aunque sea un poco. Sigue siendo la suya una trayectoria coherente y bien aprovechada, pese a todo el daño que, en mi opinión, hizo Wake me up when september ends y la consiguiente avalancha de baladas heavies para fans de Hannah Montana. Y que animen a sus millones de nuevos seguidores a echar un vistazo a sus raíces desde el iPod, me parece algo bonito. Espero con ganas su inminente nuevo disco, a ver si salen de esa espiral de oropel o se convierten definitivamente en los Scorpions de la década.

Deer Tick - War elephant (2007)

Mi hermano mayor, que está muy al día de todas esas bandas americanas modernas que tan poco me estimulan, me recomendó a estos Deer Tick, e incluso me guardó una entrada para un reciente concierto, que decliné porque soy un desgraciado y nunca pude ir. Tampoco es que me arrepienta, que no soy ya animal de directos, ahora que estos se han convertido en un ocio similar a los musicales de la Gran Vía, y solo acude la gente pudiente para pasar el rato, guiándose por lo que les dice LastFM o Atrápalo sin importarles una mierda la banda, sin saberse las canciones ni realmente disfrutar de ello. Los últimos conciertos a los que he ido han sido un bajón, rodeado de gente extraña impertérrita que venía de la Casa Encendida y no tenía nada mejor que hacer. Al público, creo yo, le falta pasión, y este devenir de la música en directo en una opción de participar de la música mucho más habitual que antes, ha hecho, insisto, que las salas se masifiquen de gente apática, que la única razón que tienen para ir a ver a una banda es que se lo pueden permitir económicamente y alguien se lo whatsappea. Hay que saber estar en los conciertos, coño, que no estás mirando la tele, idiota. En fin. Sólo he escuchado el debut de Deer Tick, cientos de veces, suena mucho en el bar y me chifla la voz de John McCauley. Lejos de la obsesión por el ruido y hacer el mongolo de muchos de sus coetáneos (sobre todo de todas las jóvenes promesas británicas, que parece que les adiestran en el arte de hacer el imbécil y salir en los tabloides), en el centro-sur de EEUU hay montones de nuevas bandas de post-americana (o como se llame esto) que están llevando el folk rural a una dimensión nueva muy interesante. Tomando el relevo de Crosby, Stills, Nash & Young o Petty, en la línea de Lambchop, Calexico, Kings Of Leon, transformando poco a poco el country en algo cool y que guste hasta a los japoneses con pintas.

VVAA - Intermezzo - Juanita Banana!

Una nueva incursión en los recopilatorios que factura el paladín al mando del blog de emepetreses 60's mostly uncomped, que además este verano ha vuelto a subir todos los enlaces, y ahora funcionan perfectamente (mi carpeta de 3 Gb de "material sesenterio mayormente nunca antes compilado" así lo atestiguan). "Fuera de colección" (el patrón habitual en el blog es la selección geográfica), ha pergeñado este recopilatorio tan simpático con 26 recreaciones de Juanita Banana grabadas en todos los rincones del mundo. Un tema clásico del novelty originalmente dado a conocer por The Peels, que cuenta la historia de la hija de un bananero con ambiciones artísticas, que al más puro estilo Foster-Jenkins decide dejar su hogar y dedicarse a la ópera. El estribillo del tema parodia un pasaje de Rigoletto de Verdi, y al final del tema el padre sale en busca de su niña y acaba uniéndose en la función, y ambos canturrean malamente Rigoletto a ritmo beat. Una tontería de canción, horrible, pero que escuchada en loop multinacional interlingua sui generis se convierte en toda una experiencia. Las versiones sudamericanas van de lo digno y chiripitifláutico a lo bochornosos, mientras que las eslavas, germanas o finesa sientan como recibir collejas en las orejas. El conjunto es muy recomendable, para escuchar no más de una vez en la vida. Si acaso, se echa de menos algo de disparate exótico del cercano o lejano Oriente, que seguro que lo hay. Cuando me encuentro con mixtapes así, hechas con tanto cariño, con su pdf de información detallada y portadas de maxis, su propia carátula exclusiva, etc., me acuerdo del difunto blog Dr. Forrest's Cheeze Factory, que era muy amigo de este tipo de experimentos: compartir carpetas gigantes con las peores versiones posibles de Yellow submarine, de Caravan, de Los Pajaritos, cientos de canciones sobre gatos, sobre payasos, focas, elefantes rosas... Las tengo por alguna parte, y alguna vez debería recuperar todo eso.

Carmina o revienta (Paco León, 2012)

Se ha hablado mucho de esta película, por su decisión del estreno simultáneo en cines e internet. Lo que supone, obviamente, no solo un plante a las salas de proyección, que algunas decidieron boicotear a Paco por una cuestión política, como artista de izquierdas (valga la redundancia); sino su instantánea exposición a la piratería: esta película estaba en el torrent el mismo día de su estreno, y en HD, nada de screener. Y la cuestión es que se ha hablado mucho, porque es una película de Paco León, una estrella mediática... Que si no, de qué iba a saber la gente de la existencia de esta cosa tan indiscutiblemente mediocre. La publicidad le ha venido de maravilla para que hasta el último mono se enterase de que Paco León había dirigido una película, en homenaje a su antiestética madre, y con la jamona de su hermana como co-protagonista. Y la masa se ha lanzado a mirar, por el medio que fuera, la primera incursión técnica del Luisma, a echar unas risas con el Luisma. A mí esto me ha parecido (la vi hace tiempo ya, pero lo había olvidado) una tontería abrumadora, un dramoncín inocuo, flojito, con actuaciones flojas y con una historia sin interés alguno.

martes, 14 de agosto de 2012

Biblioteca CRG/Marvel ROM

Voy a hacer un poco de trampa en mi dietario de lecturas, porque no he leído los 33 tomos digitales que componen esta colección. Apenas los he descargado y los he estado ojeando. Nunca fui muy fan de las sagas cósmicas en los cómics de Marvel. No me gustaba cuando la Patrulla-X iba al Espacio, no me interesaba e Nido, los Kree, los Skrull ni los Shi'Ar, ni la saga de Fénix, etc. Galactus y sus Heraldos, los Inhumanos, Quasar, son lecturas que tendré eternamente pendientes, igual que, supongo, a este ROM. Cuando los superhéroes se iban a pasar una temporada rodeados de extraña tecnología futurista (normalmente) pobremente dibujada, o simplemente a flotar por viñetas sin fondo en medio de largos diálogos, yo les echaba de menos y estaba deseando que volviesen a la Tierra a protegerme. A recuperar sus identidades privadas y tomarla en el Coffee Bean, y hacer frente a la nueva invasión alienígena. El factor doméstico era determinante en mi elección de lecturas. Será por eso, o qué se yo. Porque intuía que allá afuera habría demasiadas razas hostiles, infinitas, y todo funcionaba de una manera dejasiado ajena, todas las leyes de la física y todos los aspectos, sin límite para el guionista. Ojo, que todo mi respeto a esos artistas clásicos, eternamente intergalácticos, tipo Jim Starlin, Ron Lim, George Perez o el nunca suficientemente laureado Bill Mantlo, el creador este ROM, de los Micronautas, de mis adorados Capa y Puñal y guardián como pocos del Marvel Comics way of life, icono de la Marvel de los 80 y confinado e impedido desde 1992. Algo habrá en este ROM que a mí se me escapa, y de Nova sí que me enamoré en los noventa, así que no descarto sumergirme en sus aventuras un día de estos.

De momento, lo que me ha traído aquí ha sido pasarme un buen rato contemplando y hojeando esta primera edición de toda la producción inédita de ROM en castellano, por obra y gracia de la gente del CRG, una edición que nunca podrá ver la luz y que recientemente ha terminado de ser traducida y maquetada, con un cariño inabarcable, exlusivamente en versión digital. ROM fue un personaje concebido como juguete, un robotito antropomórfico que quería vender la compañía Parker (hoy Hasbro) en las Navidades de 1979, en comandita con la Marvel. ROM, el juguete, llegó a aparecer en un rincón de la portada de la revista TIME, tal fue el éxito inicial de este muñeco hoy inencontrable. Pero la dura competencia de la industria juguetera acabó relegando a ROM, el muñeco, al olvido, y solo perduraria en nuestra memoria colectiva como efímero personaje de los tebeos de Marvel, durante 75 números. En España solo vieron la luz los primeros 22 ejemplares, en las viejas colecciones de Surco y Vértice. Posteriormente, Forum lo recuperó como complemento en la vieja colección de los Transformers, pero durante casi treinta años habían quedado inéditos en castellano una cuarentena de tebeos de ROM, así como apariciones estelares en otras colecciones. Hoy, estos magnánimos curris del CRG han montado esto, que son 33 tomos de unas 50 páginas, en las que recogen todo el material inédito, junto con fichas de personajes, artículos, introducciones, resúmenes, portadas originales y hasta anuncios originales USA tradu-maquetados, en una edición deliciosa que pretende emular y homenajear a la Biblioteca Marvel de la línea Excelsior creada durante la etapa en Planeta de Alejandro Viturtia, que a mí me apasiona. Y encima, en este caso están las páginas, obra de dos Titanes como Sal Buscema y Steve Ditko, a todo color. Y es gratis. Una delicia que pongo en la cola de lectura, que al fin y al cabo esto es historia de la mítica Marvel Comics, que a mí pocas veces me ha decepcionado; en realidad ni siquiera cuando se marchan a otras galaxias dejándome huérfano.

lunes, 13 de agosto de 2012

Wacky world of X-rated bloopers

A veces miro porno, por una mera cuestión de instinto y supervivencia. No sabría citar más de cuatro o cinco actrices de todos los tiempos. Solo sé que me inquietan y entretienen los crossovers de terror y sexo explícito, me fascinan las pornoparodias y de una forma especial me atraen las outtakes de las películas, esos cortes en los que de pronto la actriz en escena se tira un pedo o se rompe la silla desde la que declama. Y hay muchos ejemplos en cuanto a lo que rodea a una grabación erótica. Videos de este tipo, que quedan registrados por el director aunque no aparecen en la versión final, muestran el otro lado de la profesión. Felatrices canturreando o contando chistes mientras hacen tiempo en porretas, camarógrafos accidentados, carcajadas espontáneas que obligan a cortar en pleno clímax, o ya en más grumoso, arcadas o llantos de las primerizas. Lo que no sabía es que existía toda una cinta dedicada a recopilar este tipo de tomas falsas o bloopers, y que además es un clásico del campy porno ochentero. Durante más de una hora, asistimos a ese tipo de escenas descartadas (caídas, tropiezos, risas, tiempo muerto entre escenas jugando al billar picante, pornstars limándose las uñas mientras se caldea el ambiente, la oscura labor de las mamporreras...), en versión bigotona y peluda. Pues conste que esto existe y el otro día salía por mi tele.

Atomic Shock party tape

Otro modelo de mixtapes (o "party tapes", que en este contexto es un concepto intercambiable, aunque también se aplica, literalmente, a grabaciones caseras de aburridísimas fiestas familiares, que también hay quien las encuentras y las sube a YouTube y son igualmente fascinantes, más cuanto más viejas sean las imágenes y más aburridos sean los participantes en la fiesta), son aquellos que consisten igualmente en colecciones de retazos audiovisuales ajenos, pero con un presentador, una "youtube personality" de esas que tienen su canal repleto de videos propios haciendo el canelo (hay gente que vive de esto, y que vive realmente bien) como hilo conductor. En este caso, los señores de Atomic Shock Theatre son un par de aficionados al cine de género que, disfrazados y desde un plató casero con telarañas y calaveras, en homenaje a Vampira, Zacherley, Ghoulardi, Elvira, el Doctor Repronto y el resto de horror hosts de prestigio, dan la cara para comentar la batería de videos que viene a continuación. En este caso, sobre todo, trailers de viejos seriales de superhéroes y enmascarados, un par de videos de heavy metal y algo de cine zetoso. La pasión y la parafernalia que le ponen a la labor los tipos es encomiable, pero la selección de piezas es bastante floja, y el conjunto final una tontería.

Suppressive, aggressive, depressive mixtape

El principal problema de haber sido contagiado de nuevo con la fiebre del video-mixtape, es que una sesión de ondas alfa alucinógenas deja con ganas de más, y uno comienza a hurgar otra vez en la basura (con permiso del ayuntamiento) a ver si encuentra algo decente. Y es entonces cuando se enfrenta al visionado de cosas que no quiere ver. Es algo de lo que he hablado con otros aficionados, cuando hace un tiempo (va para tres años) compartíamos enlaces de este tipo de infraproductos, con la pasión de quien intercambiaba en los noventa copias piratas en VHS: el afán ecuménico de sorprender, de epatar y destacar con estos fan-video-menjurges, le lleva a pasar de la sana risotada con unos chavales haciendo el idiota en casa con el monopa, a ir subiendo el tono y ofrecer primero porno, luego gore desagradable, luego extractos de los mondos más abyectos y acabar con el pseudo-snuff, las autopsias explícitas, etc. Todo esto está en el P2P, a un click de distancia. "Retard-O-Tron" o "The Whore Church" son un producto sibilino, que maneja material complicado con mano izquierda. En la saga "Faces of death" y los cientos de cintas semi-profesionalos similares ya nos encontramos con material más desagradable. Tengo acceso a todo eso y mucho más entre mis rodajas. He visto, más o menos, los "Mongoloid", todos los "Los & found video night", "Forbidden transmission", "Ultra gash Inferno", "Evil night", "TV carnage", "Deep fried sack dreams", y me alejo con un palo de todo lo que se parezca a "The sickest video on Earth" y similares. Y éste es de ese jaez: un sentido homenaje, en forma de megamix crudo de piezas largas, a los asesinos en serie más populares del siglo XX y los aficionados a los cadáveres y la automutilación, salpicado de videos de J-Pop. Una cosa desagradabilísima que me ha dejado muy mal cuerpo.

Enoch Soames (Max Beerbohm, 1919)

En el BooksCenter han puesto a la venta parte del catálogo primigenio de Rey Lear, ¡a 1 euro! Entre otras cosas, me hice hace unos días con este librito de Max Beerbohm, de la serie "Breviarios" de la editorial, que incluye el cuentecito "Enoch Soames", publicado originalmente dentro de una colección de relatos breves en 1919, y que al parecer estaba inédito en nuestra literatura. De prosa absolutamente deliciosa y divertidísima, se trata de una curiosa historia protagonizada por el propio autor, que nos narra cómo en una ocasión conoció al soberbio escritor Enoch Soames (el único personaje ficticio de la trama, trufada de referencias a artistas victorianos contemporáneos franceses e ingleses), un tipo pagado de sí mismo y desconcertado por las pocas ventas de sus libros. Hasta el punto de que decide hacer un pacto con el diablo, que le concede viajar cien años en el futuro para descubrir si para entonces, por fin, se ha convertido en un autor de reconocida gloria póstuma. Enoch Soames viaja hasta 1997, y se trae de vuelta el único recorte de periódico en el que se encuentra citado, y que no le deja precisamente en buen lugar. Una brillante reflexión sobre la arbitrariedad y la justicia del éxito literario tal y como se planteaba en tiempos de la Reina Victoria, que encima incluye al personaje de Satanás y va de viajes en el tiempo. A Jardiel Poncela seguro que esto le hubiera hecho bastante gracia.

Antony & The Johnsons - Cut the world (2012)

Antoñita y sus Johnsons publicó el martes, día de mi 34º cumpleaños, este nuevo disco, un recopilatorio de temas grabados en directo en Dinamarca junto con una gran orquesta. Es más bien un recital, y debió de ser en un gran teatro, porque el silencio es sobrecogedor, y solo se escuchan aplausos al final del disco. Por si acaso el plañir de Antoñita Hagerty y sus músicos habituales no fuese suficientemente melancólico, el efecto filarmónico, las vaharadas de violines y vientos o el piano omnipresente convierten a esto en un giro más de tuerca en su cruzada para encogernos a todos el corazón y animarnos a saltar por un puente. En plena crisis de la mediana edad, en pleno verano infernal (lo único bueno que ha tenido han sido los JJOO, que me tenían hipnotizado y entretenido, pendiente de las evoluciones de los más rápidos, fuertes y hermosas del mundo 24/7, y van y se terminan ayer...), herido en el pundonor, enfermo de desamor, trastornado por este calor, llevo un montón larguísimo de minutos escuchando las nuevas grabaciones de Antoñita, salpicadas de alguna que otra reflexión, y no sé si voy a poder soportarlo mucho más. En realidad, me gustan más las versiones normales de estudio que este invento, que supongo que vendrá acompañado de un DVD en siete dimensiones para que se lo compren algunas de esas extrañas personas que todavía se compran discos en formato físico. En conjunto está sobreproducido, algunos de los arreglos para estas baladas melancólicas serían la envidia del mismísimo Clint Mansell. Y además me gusta el relativo minimalismo de las primeras canciones más crudas de Antoñita. Pero como instrumento de tortura en tardes imbéciles como ésta (toma ya: se me acaba de caer un viajecito que tenía previsto para el micro-puente de la Asunción...), me viene bastante bien.

sábado, 11 de agosto de 2012

Já a seguir...

Estas son algunas cosas que me han mantenido ocupado estos últimos días. Sobre todo la primera. Supongo que las iré comentando una por una, porque a) Meses después, tengo conexión en casa de nuevo, y b) el verano está siendo largo y caluroso como un paseo a rastras por los Siete Niveles del Infierno con la madre de Gilbert Grape sobre la espalda, y de alguna manera tengo que consumir los minutos hasta que llegue el final de todo esto tan absurdo que es el transcurrir de la vida.