lunes, 31 de agosto de 2015

Comic-Book Guy fan de Dazzler en X-Men (y un tebeo inédito de Ian Gibson)

X-Men Unlimited fue una colección de Marvel Comics dedicada a narrar aventuras autoconclusivas, sin enjundia y fuera de la compleja continuidad de los tebeos principales de las colecciones de mutantes. En su número 32 (septiembre de 2001), y además solamente en su portada, la artista Jill Thompson decidió plasmar una escena en la que vemos a unos pocos fans haciendo cola, aparentemente, para comprar entradas para un concierto de Dazzler. Y además de adolescentes maquilladas como su ídolo, vemos también a los miembros de la Patrulla-X (de los 90s) Kitty Pryde (con su dragoncito Lockheed al hombro) y Júbilo, y a su lado a un friqui de tomo y lomo, con sobrepeso, tebeos, coleta, una camiseta que dice "Worst t-shirt ever"... Todo indica, sin duda alguna, que Thompson quería hacer referencia al tendero de La Mazmorra del Androide (Y tienda de cromos de béisbol), Jeff Albertson alias Comic Book Guy.

Dazzler es un superhéroe muy curioso y bizarro dentro de la fauna del cómic, ya que, en su origen, en 1980, fue una creación destinada a trascender las páginas del cómic para popularizar al personaje como una cantante del mundo real, y hacerse millonarios a costa de vender discos y muñecas a los adolescentes ochenteros. De hecho, su existencia se debe a un acuerdo inicial entre los jefazos de Marvel y la discográfica Casablanca Records, la exitosa compañía de música disco que en los 70s copó el mercado con discos de Donna Summer, Village People o Giorgio Moroder, y en los últimos años repitió jugada con bandas como Scissor Sisters y que también trató de lanzar como cantante (en una jugada de mercadotecnia similar a la que pretendió con Dazzler) a la actriz Lindsay Lohan. A imagen de otros experimentos similares, como G.I. Joe, Transformers o los tebeos de Archie (en cuya concepción, que se ha perpetuado muchísimo en el mundo del cómic, estaba la idea de lanzarlos como muñecos y en el caso de The Archies como grupo de música real), se pretendía que una actriz y cantante apoyara la existencia de este superhéroe/cantante de la ficción, con los absurdos poderes de generar luces de colores, lo que ayudaría mucho en sus actuaciones. La idea de una Dazzler de carne y hueso que trascendiera al superhéroe de papel, en este caso nunca sucedió. En los tebeos, Dazzler (la joven de nombre real Alison Blaire), siempre ha llevado una doble vida como popular cantante del universo Marvel, y tiene detrás una trayectoria muy extensa con varias colecciones propias y numerosas apariciones en las series más populares de los superhéroes de Marvel.

Al margen de esta curiosa historia, el nº 32 de X-Men Unlimited es también un ejemplar único en los tebeos de Marvel, ya que entre sus 3 historietas breves contiene la única colaboración del dibujante Ian Gibson en la empresa americana. El británico Ian Gibson es uno de mis dibujantes favoritos de todos los tiempos, y prácticamente toda su carrera la ha desarrollado en los tebeos ingleses, dentro de la revista de ciencia-ficción 2000AD, dibujando cientos de páginas de sus principales personajes, como el famosísimo Juez Dredd o Robo-Hunter (en otro blog que tengo he estado recientemente hablando muchísimo sobre los tebeos de Robo-Hunter y el trabajo de Gibson). A continuación, como curiosidad, extraigo las 12 páginas del único tebeo de Marvel dibujado por Ian Gibson en su carrera, inédito en España (y en su versión original en inglés); donde, por desgracia, no sale ningún mutante conocido, sino que lo protagonizan los Star-Jammers, unos singulares piratas espaciales liderados por el padre de Cíclope, que aparecieron bastante en la etapa de Chris Claremont al frente de la franquicia en los 80s.


jueves, 27 de agosto de 2015

"Eternal sunshine of the spotless mind" (Michel Gondry, 2004)

Una de las películas más extrañas y olvidadas de la filmografía de Jim Carrey es "El número 23". Mi recuerdo de esta peli es muy vago, así que tenía ganas de volver a verla, y más ahora que estoy cada vez más sumido en una aparentemente interminable espiral de conspiranoia y discordianismo. Encontré un e-Link que parecía decente, y lo puse a descargar. Tardó casi 4 días en llegar a mi bandeja de entrada, y esta sobremesa me dispuse a verla. A los pocos segundos, descubrí que me la habían colado. Algún desalmado bromista, en lugar de embutir dentro de la carcasa de "El número 23" una de porno gonzo entre transexuales enanos sin brazos, como está mandado, me había colado "Eternal hipster of the spotless hype", este gran éxito del cine increíblemente posmo.

Han pasado 11 años desde que la vi por primera vez, al parecer. A qué hostia va el tiempo. Cuando la vi estaba enamorado como una abubilla de Disney. De hecho, sigue siendo una de las películas favoritas de la mujer de la que por entonces estaba enamorado. Actualmente, estoy tratando de no sentir nada en ningún momento. Como un maestro asceta, duermo en una cama de clavos y tengo brasas candentes por la casa, por la que camino descalzo con la mente en blanco. He dejado mi trabajo, he dejado el alcohol, he dejado de salir de noche, he dejado de enamorarme, he dejado de drogarme y he empezando a llevar, más o menos, la misma rutina que llevan las personas de 90 años o los muertos. Y volver a ver esta sandez no me ha sentado muy bien. Esta tarde, mientras la veía, deseaba que Jim Carrey hubiera sido borrado de la película, y en su lugar estuviera siendo protagonizada por Ashton Kutcher, por el marica de Aída o por alguien así, bastante despreciable, porque quiero que mi recuerdo de mi relación con Jim Carrey permanezca intacto, como si esta mamarrachada, el equivalente cinematográfico a una tienda de cupcakes vintage en Malasaña, con una paleta de colores similar a la de una radiografía sobre una meada en la nieve, nunca hubiera existido.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Mike Lawrence - Lisa's brother's friend, fall in love... agian!

Hoy traigo otro fancómic hecho por un dibujante amateur, llamado Mike D. Larence, un aficionado británico que decidió "plagiar" el estilo de Matt Groening y sus personajes, para practicar su estilo, supongo, y poner a prueba su capacidad narrativa. El resultado es un tebeo de los Simpsons apócrifo, bien hecho, en inglés, que recupera algunas tramas viejas de la serie (principalmente, la de la novia de Milhouse), y que incorpora unos cuantos personajes nuevos simpsonizados, y algunos otros elementos de la cultura pop (sale Garfield, los Transformers, George W. Bush...).

El resultado es un poco estático, pero resultón, y el guión es bastante entretenido. Personalmente me encantan estos experimentos hechos con tanta pasión, que pasan por ser episodios alternativos, fan-fiction pura y dura.

Desgraciadamente, el autor, hasta donde yo sé, nunca hizo una portada para el cómic. Pero este pedazo de titán tuvo la paciencia y la entrega suficientes para acabar la historieta completa (hay por ahí mucho fan-cómic muy interesante, pero que queda abandonado al cabo de tres o cuatro páginas). Y antención, porque es una hisotieta de SETENTA Y UNA PÁGINAS!!

Así que esta vez he decidido no colgar aquí las imágenes enteras, porque iba a perder toda la mañana, y os animo a que vayáis a leerlo completo en su blog o en su Deviantart. O, si lo preferís, podéis descargar la versión en .cbr que he armado yo mismo para añadir a mi simpsonteca virtual privada. Podéis descargarlo AQUÍ (14,6Mb).

"Recuérdame que te odie" (Álex de la Iglesia, 2014)

Resulta innecesario decir que Álex de la Iglesia es un tesoro cultural, el director de cine español más interesante, coherente y valiente. Álex hace alguna de las mejores películas de acción norteamericanas posibles, pero además las ambienta casi siempre en Madrid, al lado de mi casa, y no deja de lado los referentes de la España Negra y Mágica y la idiosincrasia carpetovetónica, lo cual se agradece y estimula doblemente. A mí me gusta, muchísimo, todo lo que ha hecho, incluidos sus productos más denostados, como Plutón BRB Nero, "Perdita Durango", "La chispa de la vida" o "Muertos de risa", todos estos me gustan una barbaridad (esta última concretamente está seguro en mi top-5 de cine español, a pesar de su mala crítica), de Álex de la Iglesia me gustan hasta los andares. En su día cayó en mis manos su primera novela, "Payasos en la lavadora", otra epopeya de acción, misterio, personajes caricaturescos, mensajes ocultos a la vista de todos y eslóganes poderosos, una "película" esta vez ambientada en un Aste Nagusia tremebundo y salvaje. Sin embargo, su nueva novela me ha dejado frío e indiferente. Es entretenida, está bien escrita y contiene suficientes elementos para atraparte, con una trama ambientada entre el Madrid canalla, el Madrid histórico de las bibliotecas arcanas y un Disneyland París de la mente cochambroso, con sus habituales personajes decadentes (en este caso, un editor freak inspirado en los titanes que sacaron adelante la industria del cómic underground español durante los 80s, una desaparecida estrella del tebeo de esa época en baja forma, prostitutas, agentes secretos, abogados terminales, borrachos), los habituales "objetos de poder" que eslabonan sus historias (en este caso, un llavero de Mickey Mouse mordisqueado, un grabado de Durero lleno de misterio, tebeos viejos y juegos de rol), la nostalgia de que adolece mi generación, persecuciones, peleas, intrigas... Una novela negra de hombres en plena crisis de la madurez, a medio camino entre las primeras novelas de Pérez-Reverte y la del Cruasán, que me decepcionó principalmente porque todo transcurre absolutamente como te lo esperas. Como una novela que ya has leído tres veces antes, y sabes exactamente cada una de las cosas que van a pasar. Y tan repleta de referencias y descripciones en los soliloquios del protagonista y narrador, casi como una colección de ensayos dentro de la novela, que interrumpen un poco la trama. Entretenida, sin más. La estuve leyendo durante dos mañanas ociosas sentado en una de las mesas de un parque palaciego al lado de la Almudena, mirando a las transeúntas, escuchando a los pájaros, enfrentándome al infernal agosto, en mi nuevo lugar feliz, y así se me hizo así más llevadera.

"Judge Dredd: The body shop" (Pieter J. Van Es, 1992) / "Judge Dredd: Superfiend" (Enol Junquera, 2014)

A estas alturas, resulta inconcebible que el riquísimo universo de ciencia-ficción generado por la revista 2000ad, con esos cientos de personajes interesantes y potentes, apenas se haya visto reflejado en el cine, tan acostumbrado al saqueo de la creatividad ajena. Es probable que sea mejor así, ya que generalmente (excepción hecha de buena parte de la explotación endogámica de Marvel Studios en los últimos años) las traslaciones del papel al cine decepcionan hasta al aficionado menos exigente. Sobre todo durante el siglo pasado, cuando adaptar un tebeo era sinónimo de destruir por completo la esencia del mismo, o bien (en el mejor de los casos) pergeñar una pieza de serie Z inocua y exótica. Hay muchísimos ejemplos de este tipo de adaptaciones en los 80s, 90s y 00s, varios cientos si escudriñamos detenidamente, y personalmente solo salvaría de la quema, de todo el audiovisual, los batmanes de Tim Burton, "Tank girl" (una debilidad personal), "La máscara", "Punisher: War zone", los "Spider-Man" de Sam Raimi (me emocioné como un preadolescente la primera vez que vi a Spidey volar sobre Manhattan y los defenderé siempre, de forma irracional y apelando a la sendibilidad) y los "Superman" de Christopher Reeve (que consiguieron algo similar en mi verdadera preadolescencia). Siempre digo que es en la animación donde se encuentran cosas más decentes, Spider-Man, X-Men, y Batman de 1992 (hasta la fecha, la culminación del asunto), o los largometrajes de "Gen13" y "G.I. Joe". Y poco más, a bote pronto. Casi habría que remontarse a los seriales de los 40s, 50s y 60s para encontrar verdadera pasión y entretenimiento pijamero supino. Pero volviendo a 2000ad, resulta extraño que de tan voluminosa producción, apenas se haya adaptado un par de veces a su buque insignia, el Juez Dredd. En 1995 de forma mediocre (aunque creo que el guión era verdaderamente fiel a las historietas, y que el problema tampoco estaba en el papel de Stallone) y por fin en 2012 con una obra maestra. Para ver a Rogue Trooper en movimiento, por ejemplo, tenemos que acudir a la fanfiction o a las escenas cinemáticas de los videojuegos, donde encontramos adaptaciones decentes y estimulantes. Y en el caso de Dredd, hubo una películita hecha por aficionados, en 1992, que permanece del altar mental de todos los aficionados, por lo valiente y curiosa. Aunque, vista ahora, resulta tan salchichera y fallida como entrañable. Porque "Judge Dredd: The body shop" no fue solo un divertimento entusiasta amateur de unos fans, con poquísimos medios y producción (el traje de Dredd, sin ir más lejos, es uno de los peores cosplays posibles del personaje), sino de unos fans realmente jóvenes. El resultado es una aventurita desenfocada que recuerda a los primeros experimentos de la Troma. Sin embargo, otros fans decidieron el año pasado darle otra oportunidad al personaje en movimiento, esta vez, utilizando técnicas de animación. "Judge Dredd: Superfiend" fue una web-serie de 6 episodios, montada en una peliculita de media hora mucho más interesante para el aficionado medio. Aquí tenemos a un Dredd en estado puro, todo mandíbula y mala hostia, envuelto en una trama que conjuga elementos y personajes de todas sus historietas clásicas: asistimos a fragmentos de la historia de Rico Dredd (el hermano malo de Joe Dredd), del Juez Muerte, de los mutantes de la Tierra Maldita, de Fink Angel, la Juez Hershey o Mean Machine, todos juntos y revueltos en una historia novedosa y entretenida. Destaca el uso de animación artesanal en flash de los personajes, de diseño desgarbado y punk, mezclada con el asombro de la ejecución realista y 3-D de los fondos, que en algunas escenas quitan el hipo.

"Rock 'n roll nerd. The Tim Minchin story" (Rhian Skirving, 2008)

Desconocía por completo la figura de Tim Minchin, una de las grandes nuevas figuras de la comedia musical. Oriundo de Melbourne, este estupendo documental recogió en crudo y en directo cómo fue la transformación de esta frustrada y acomplejada estrella del glam que, mantenido por su chica de toda la vida, vive empeñado en triunfar en grandes estadios narrando su lamentable biografía a través de sus composiciones pop para piano de cachondeo. La crónica recoge exactamente el momento en el que decidió maquillarse, peinarse y perder algo de peso, en su empeño por transformar su imagen de apocado buen chaval de barrio en la de una auténtica estrella. Y pronto, un par de grandes actuaciones en su ciudad local, le abren las puertas del Fringe de Edimburgo y de ahí, en un par de semanas, le convierten en una de las grandes figuras mundiales de la música para interpretar en teatros y la comedia intelectual. Con una voz y un talento próximos al de Ben Folds, y unas armonías y poses muy deudoras del espíritu de Freddie Mercury, este pianista/cantautor bufo actualmente consolidado arrasa en todas sus actuaciones mundiales, y recoge premios por su trabajo o sus composiciones para bandas sonoras. No solo resulta interesante por conocer al personaje, sino por documentar oportunamente el auge del perfecto desconocido que lloriquea en casa porque nadie le entiende, a la primerísima línea de la (merecida) fama internacional.

martes, 25 de agosto de 2015

Parodias y referencias (86)

Parodia diáfana de un tebeo clásico infantil muy popular en EEUU de los años 50 y 60. En una línea similar a otras exitosas creaciones de los populares tebeos de Harvey Comics, como Richie Rich y el fantasmita Casper, Guillermo el travieso (de Standard Comics) o su respuesta femenina (y no de Harvey, sino de Dell Comics) La Pequeña Lulú, todos ellos parodiados varias veces por los Simpsons, Hot Stuff the Little Devil era un pequeño diablillo cabezón creado por Warren Kremer que siempre se metía en líos y travesuras tratando de malmeter a los niños, y que se transformó con el tiempo en un símbolo comercial de varias marcas (de tacos o de pilas). También se dejó ver en el episodio 25º de la Casa-árbol del terror, en la serie de televisión.

En el caso que nos ocupa hoy, la portada de Bart Simpson Comics nº 19, subtitulado de hecho "Little Devil", homenajeaba el número 1 de la siere primigenia del diablillo, Hot Stuff the Little Devil, de 1957.

"Los Smospisn" de John Cullen (Nellucnhoj)

John Cullen, dibujante aficionado, tiene una página periódica de cómic autobiográfico (o lo que se conoce como slice of life), en la que de vez en cuando cuelga experimentos, como estas 3 páginas paródicas de los Simpsons. Los llame The Smipnoss, The Simspons, The Smisnops, The Ssipmons, The Sismonps o The Spinmoss, está claro de dónde ha sacado la inspiración. ¡Precioso!

Su web.

Su FB.

lunes, 24 de agosto de 2015

ShadowBart & HomerHawk

Los lunes son el día reservado para los guiños a los Simpson escondidos en tebeos serios y comic-books de superhéroes norteamericanos. En este caso, el homenaje no está demasiado escondido... Se trata de una versión simpsonizada de Shadowhawk (y su compañero eventual, Hawk's Shadow), personaje creado por Jim Valentino en los comienzos de Image, esa editorial que nació a primeros de los 90 a partir de la reunión de un buen montón de los dibujantes favoritos de los fans, que huyeron de Marvel en busca de mejores condiciones editoriales; una historia de sobra conocida por todos los aficionados al tebeo norteamericano. Jim Valentino es, además de dibujante (famoso por su personaje paródico Normalman de los 80, y por su versión de los hoy famosísimos Guardianes de la Galaxia en la Marvel de los 80) y propietario total de Shadowhawk, vice-presidente actual de la compañía Image. Este pin-up tan simpático se incluía en Shadowhawk #16 (1995). A continuación tenemos la página previa del pin-up (entintado por Chance Wolf), y la portada de dicho cómic:

domingo, 23 de agosto de 2015

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Este verano, el blog está bastante tranquilo. Pronto volverá a cobrar vida. Pero si te gustan los Simpson y quieres estar al día de las curiosidades diarias que surgen en todo el mundo alrededor de sus personajes, lo que tienes que hacer es apuntarte al FACEBOOK, donde las novedades nunca paran. Por ejemplo, algunas cosas que han pasado esta última semana:



Una tienda vende estas maravillosas camisetas de los Simpsons, inspiradas en los clásicos diseños que hizo el artista underground Raymond Pettibon para las bandas Sonic Youth o Black Flacg. ¡Una maravilla!
Sabemos qué pasó con la casa inspirada en los Simpson, que en 1997 sortearon en un concurso la marca Pepsi y la cadena FOX.

Nos dio mucha pena la muerte de Daniel Rabinovich, y a Homer también.
Recordamos aquel momento bizarro en el que en el programa de Buenafuente intentaron homenajear a la serie "Futurama".
Nos gustó mucho un artículo en el foro de Taringa! en el que, para variar, recomiendan un top 10 de los mejores episodios de las últimas temporadas, las que tanta gente dice que no le gustan.
Por supuesto, nos hicimos eco del fenómeno bizarro musical de la temporada, la banda de metal Okilly Dokilly inspirada en Ned Flanders (¡que todavía ni siquiera han grabado nada!). Los Simpsons y el metal, una relación larga y profunda que algún día habrá que analizar.
En nuestra página, de vez en cuando también recomendamos juegos gratuitos online en flash para toda la familia, que hay muchísimos.
Y hablando de metal, por ejemplo esta misma semana el grupo Dr. Colossus ha lanzado un nuevo tema, "Stupid sexy Flanders", bastante feo pero con esta portada tan increíble.


Todas estas cosas y muchas más, a diario en LA PÁGINA EN FACEBOOK DE ESTE BLOG, que aunque es uno de los mejores y más divertidos lugares para estar informado de todas estas cosas sin importancia, todavía tiene muy pocos seguidores. ¡Tiene que haber más fans por ahí!

martes, 18 de agosto de 2015

"The KLF. Caos y magia" (John Higgs, 2015)

Ayer terminé de leer este libro de Libros Walden en el metro, líneas 11-6-3, 1 largo y terrible trayecto desde 1 pau a mi casa en el centro que me sentó como 1 transiberiano en el vagón de ganado. Volvía de casa de 1 amigo, de 1 pequeño reencuentro de esos extraños en mitad del verano, para cuya celebración hubieron de alinearse los 10 planetas del Sistema Solar incluidos Plutón y Eris. 3 viejos colegas de toda la vida en mitad de agosto, cosa insólita. 17 de agosto, lunes para más señas. Vimos cómo el Athletic de Bilbao ganaba su primer trofeo en los últimos 31 años. 1 de esos amigos me devolvió 1 lote de préstamos que le había hecho hacía ¡7 años! Los 5 libros que me debía eran 2 biografías musicales de gente genial y trastornada, 1 novela de auto-descubrimiento psico-geográfico, 1 ensayo sobre contracultura, y 1 libro sobre los objetos mágicos de Carelman. Yo terminé de leer "The KLF. Caos y magia" justo cuando se detenía el tren en mi estación, a las 23:23 de la noche, muy satisfecho de la lectura. Tardé 6 horas en conciliar el sueño, releyendo y haciendo acopio de ideas.

El nombre de la banda KLF me sonaba muy remotamente, cuando me lo regalaron en mi cumpleaños, hace ahora 11 días; me remitía a pop electrónico o hip-hop europeo de los noventa; algo de eso hay. El libro no me sonaba de nada. El obsequiante es otro amigo de toda la vida, con quien quedo muy a menudo para escuchar discos, diseñar carteles y portadas e intercambiar ideas y objetos. Estamos los 2 obsesionados con el Discordianismo, la Cultura del Apocalipsis, el pensamiento mágico, los sueños lúcidos, el arte lisérgico y lo Symbionés. Andamos metidos en cosas oscuras e importantes. Conspiramos, hacemos conjuros secretos, tomamos apuntes forteanos, cultivamos y consumimos sustancias prohibidas. Tenemos 1 club de lectura, 1 club del disco y 1 club de poesía maldita. Llevamos toda la vida escribiendo una novela que se borra cada vez que sale el sol al día siguiente, pero no nos rendimos y dentro de 23 años será un libro de culto. Él me empuja y yo nos freno. Él enciende las ideas y yo las quemo sin querer.

The KLF, The Justified Ancients of Mu Mu, The Timelords y The K Foundation eran y son Bill Drummond y Jimmy Cauty, y también quedaban para hacer cosas. Mi amigo y yo pensamos que el Kali-Yuga está de nuestra parte, pero ellos 2 lo hicieron, desgraciadamente, en el período comprendido entre el final del "pequeño siglo XX" (1914-1991) y el comienzo de la "era digital" (1994-2043). En tierra de nadie y tiempo de nadie: clamaron en el desierto. Grabaron un documental fitzcarraldiano que no vio nadie. Grabaron un disco interpretado por un coche de policía roto. Resucitaron la serie del Dr. Who cuando prácticamente se había extinguido, sin querer. Vendieron 2,3 millones de discos de bakalao rampante, remezclado y revisado hasta la perfección muchas veces. Escribieron 1 libro sobre cómo componer el single perfecto; desde entonces, 23 grupos aseguran haber leído el libro y haber ganado muchísimo dinero con sus canciones. Se follaron a la industria musical, se enfrentaron a todo lo establecido y se hicieron multimillonarios. Entonces renegaron de todo, y quemaron literalmente todos los beneficios. Quemaron 1.000.000 de libras en billetes pequeños, y lo grabaron en vídeo. Casi todos los que vieron el vídeo piensan que solo eran 2 gilipollas con ganas de llamar la atención. En 1994, el año que murieron Bill Hicks, Kurt Cobain y las esperanzas de toda una generación, Cauty y Drummond quemaron todos los discos de The KLF que aún siguieran en almacenes y tiendas (y de buena gana hubieran ido casa por casa destruyendo los vendidos); quemaron los másters, las partituras, los instrumentos, las gorras y las cadenas. Nadie entendió nada de nada, ni le importó demasiado. Por el camino, la diosa Eris, las sincronías y los números mágicos les persiguieron, y su vida se entrecruzó una y otra vez, sin querer, con las de Lee Harvey Oswald, Timothy Leary, JFK, el Dr. Who, Ken Campbell, Tristan Tzara, Tammy Wynette, Robert Anton Wilson, Alan Moore o los conejos gigantes que acechan en el plano onírico.

domingo, 16 de agosto de 2015

Robo-Hunter: Like a virgin (2000AD progs 1371-1373; 2004)

21 años después de la última historieta de Robo-Hunter obra de sus creadores (Wagner, Grant y Gibson), y después del largo periplo de extrañas e insustanciales adaptaciones por otros autores, que he estado viendo en las últimas entradas del personaje, por fin, en 2004, en el nº 1371 de 2000ad, regresó el Robo-Hunter auténtico. A todo color, la primera historia en más de veinte años de mi queridísimo Sam Slade escrita por Alan Grant y dibujada por el maravilloso Ian Gibson. ¡Vuelve Robo-Hunter!

En una de las páginas del primer prog, de hecho, cuando Hoagy y Sam Slade se reencuentran, hacen referencia a aquel episodio, cuando Hoagy y Stogie se pulen la millonaria recompensa de Slade, como si nada hubiera pasado entre medias; reduciendo todas las historias de Mark Millar y Peter Hogan a un espejismo, o a un sueño de Resines. Una técnica ya empleada de forma notoria por otros autores con mala leche, como Alan Davis cuando desechó todo lo que había sucedido en Excalibur en los años 90, durante su ausencia, como si no hubiera sucedido, o como hizo John Byrne tras su reincorporación en su divertidísima serie de Hulka, renegando de toda la etapa anterior. Era el puñetazo en la mesa de Alan Grant, su manera de despreciar todas aquellas historietas bastante mediocres y alejadas del espíritu original (aunque, como he dicho, algunas fueran entretenidas).

Sin embargo, el Sam Slade que tenemos aquí, no será el Samuel Slade de siempre. Sino un Sam Slade que está buenísima, que se llama Samantha, y que no tiene nada que ver con la Samantha Slade de una realidad paralela que salía en "Ace of Slades", sino que es la nieta del auténtico Sam Slade. Samantha, con tantas deudas y tan misántropa como su ancestro, trabaja como escort en la gran ciudad, y es descubierta por Hoagy por casualidad en un pub nocturno, buscando a su amo con un detector de ADN. Por supuesto, Samantha no quiere saber nada del estúpido robot asistente (ni del ciber-cigarro Stogie, que casualmente se encontraba cantando samba en ese mismo local), hasta que escucha hablar de sus supuestos millones ahorrados; y es entonces cuando empiezan a buscarle. La pista les lleva hasta la consigna de una estación, para descubrir que dentro de una maleta allí escondida no hay dinero, sino el mismísimo Sam Slade original, o mejor dicho, su cabeza en un bote (similar a los de Futurama, pero cuadrado). Samuel les convence de que le ayuden a encontrar su cuerpo, en manos de un ricachón coleccionista de cuerpos de famosos, sin demasiado éxito. 20 páginas pintadas por Ian Gibson, que son una auténtica gozada, y una bofetada a todo lo transcurrido con el personaje después de 1983.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Agents of S.H.I.E.L.D. #1-4 (Mark Waid, vvaa, 2015)

Vaya tórrido y desocupado mes de agosto que estoy pasando, leyendo tebeos y viendo series de superhéroes como todo quisque en mi lugar de vacaciones. Hace justo un año, hablé de la primera temporada de Agents of S.H.I.E.L.D., y también he terminado de ver la segunda, que me ha gustado muchísimo. En este increíble Nuevo Orden Mundial, en el que las mejores películas de acción y aventuras las hace Marvel (que se lo cuenten a Bill Mantlo hace treinta años...), que no pasan tres meses sin que se estrene otra aventura de alguna de sus franquicias (ya sea producto de Marvel o de esas malvadas multinacionales que aún poseen resquicios de derechos de los personajes, y contra quienes Marvel Entertainment tiene abierta una encarnizada batalla), y que además se emiten por la tele tantísimas series protagonizadas por superhéroes, los espectadores aficionados vivimos una etapa gloriosa. Soy de los pocos que conozco a los que les está gustando mucho Gotham (la abandoné cuando tuvo el largo parón del "falso final de temporada"); Flash me pareció entretenidísima, una golosina pese a sus limitaciones (DC tiene sus propias normas, ese delicioso candor e inverosimilitud que hay que aceptar para disfrutarla); la miniserie de Daredevil es un disparate de buena y adictiva; Agent Carter también me chifló, a la altura de su estirpe contemporánea; sólo me queda acercarme a Arrow, que me daba en principio más pereza pero mi-amigo-el-de-ir-a-ver-pelis-de-superhéroes me insiste siempre, y lo mismo hasta le doy un tiento a las últimas novedades de animación (aunque nunca creo que desplacen del lugar que ocupan en mi corazón las series animadas de X-Men del '92 y Spider-Man del '94, a las que vuelvo de vez en cuando). Y encima, hoy me he ido a una tienda de tebeos y me he comprado los 4 primeros números que ha sacado Panini de Agents of S.H.I.E.L.D., que suponen la traslación definitiva de los agentes televisivos al Universo Marvel en viñetas. Coulson me consta que ya había aparecido por ahí, pero poco a poco los agentes Fitz, Simmons, May y supongo que Skye y compañía (que todavía no han salido) irán reivindicando su espacio. No tenía ni idea de quién había hecho estas adaptaciones. Y me he dado de bruces con 4 historias entretenidísimas autoconclusivas escritas por Mark Waid, y dibujadas, respectivamente, por Carlos Pacheco, Humberto Ramos, Alan Davis y Chris Sprouse. Una gozada. Historietas sin mayor enjundia, donde la gracia está en la (casi) novedad de ver plasmados a actores como personajes de Marvel, en la resolución misiones sencillas y variadas, y en que saciará mi hambre de grapa. De momento hemos visto la solución a una crisis en Midgard, la defensa de un ataque en el instituto en el que estudia la nueva Ms. Marvel inhumano-mora, una inmersión en la impresionante mansión del Dr. Extraño de Coulson y Spider-Man (me chifla ver a Spidey dibujado por Alan Davis) y el sorprendente descubrimiento de que Sue Richards es un agente de S.H.I.E.L.D. en secreto, a espaldas incluso de sus compañeros de los 4-Fantásticos. Un complemento fresquísimo y heterogéneo, que a ver si no lo engulle y desvirtúa la dichosa Secret Wars III que me había alejado un poco de la actualidad Marvel.

Secret Wars II (Jim Shooter, Al Milgrom, vvaa, 1987)

Si en este blog está escaseando ultimamente la literatura, es principalmente por un motivo: estoy leyendo tebeos. Muchos tebeos. En septiembre del año pasado, más o menos, decidí leerme todo Spider-Man, desde su primera aparición en Amazing Fantasy 15 (e incluso antes, partiendo de aquello que ahora se conoce entre los coleccionistas como "fase 0":flashbacks como las historias de los padres de Peter Parker narradas posteriormente, la continuación de Amazing Fantasy que se inventó Kurt Busiek a mediados de los 90s, experimentos de "revisionismo histórico" como Untold tales of Spider-Man, With great power... o Marvel Mythos...), repasando desde la primera viñeta tanto Amazing Spider-Man como Marvel Team-Up, Spectacular, Web of, Sensational, etc. Llevo muchos meses con esto, y casi todos los días encuentro un rato para avanzar en las aventuras ficticias del entrañable Peter Parker. A veces insufrible, otras incongruente, en general amistoso y cercano. Aunque sé que debería comprarme todo esto, ahora que se está reeditando (casi todo) en tomos y coleccionables, y a pesar de que tengo bastante material en papel (como todo aficionado, me he dejado un alto porcentaje de mis pagas y salarios en tebeos que ocupan muchos metros cuadrados), la verdad es que estoy disfrutando todo esto, cronológicamente, de forma virtual, a partir de los impagables escaneos que llevan años haciendo los currifichantes del Comic Release Group. Hace mucho tiempo que tenía todo este material (más de 50 gigas) guardado a buen recaudo, y por fin lo he ido pasando ordenadamente a mi queridísimo tablet, un rudimentario Arnova de 10 pulgadas que tengo desde hace muchos años, y que practicamente solo sirve para esto. De pequeño, cuando tenía siempre la habitación repleta de tebeos de grapa tirados por el suelo, no podía ni soñar que el progreso y el intercambio alegal desinteresado me llevaría algún día a cumplir este sueño: la posibilidad de leer toda la producción de Marvel. He empezado con Spider-Man, y probablemente continúe con otros personajes, si es que alguna vez me pongo al día. De momento voy tan solo por 1986, y acabo de calcular que aproximadamente ya he leído en este tiempo 650 tebeos con Spider-Man como protagonista.
Me resulta imposible hacer un comentario de texto de toda esta lectura. Y además, muchos otros ya lo han hecho. Ya conté aquí que también estoy consultando paralelamente “Spider-Man. Biografía no autorizada” de Julián M. Clemente y “Spider-Man. Diario de Peter Parker” de Francesc Martínez, además de acudir casi siempre a las fichas de cada tebeo en ComicVine, que es mi base de datos favorita de consulta. Y además, creo que nunca más volveré a enfrentarme a ningún tebeo de Marvel de la misma manera, desde que leí la inconmensurable historia oral de Marvel narrada por Sean Howe. Y todo esto, en un 2015 en el que ya estoy más cerca de los 40 que de los 30, pero que con una Marvel Studios más fuerte que nunca, fabricando las películas más impresionantes que se hayan hecho nunca con sus personajes, con ese cariño y esa fidelidad y amalgamándolas de tal manera con nuestros sueños de lectores... Es un momento muy dulce para volver una y otra vez a sumergirse en la Marvel de los setenta y ochenta. En ningún momento me propuse hacer una crítica de todo esto, ni mucho menos, sino simplemente empaparme de todas estas historias, y aislarme de la realidad en ese Nueva York de ficción maravilloso diseñado por los magos de la Casa de las Ideas.
En 1986, que es por donde voy ahora como digo, yo ya leía tebeos. Por ejemplo, hace pocos días que me reencontré con el extrañísimo tebeo en el que Spider-Man se enfrenta con Nueve Rojo (Amazing nº 264), que fue uno de los primeros que recuerdo tener en mis manos. Recuerdo, incluso, irlo leyendo en el coche con mi familia, en algún desplazamiento. Algo tenía aquel número que me cautivó, en la historia de aquel muchacho pelirrojo sin poderes, jugando a ser malvado, que casi acaba con Spider-Man sin querer; y releído ahora, descubro que era una soberana mierda, un tebeo muy raro de relleno, escrito por un tal Craig Anderson y dibujado como con los pies, por alguien de apellido ilustre pero talento limitadísimo (el estilo rompía con todo Marvel way of life, y se parecía más a algún mediocre invitado en Bruguera), llamado Paty Cockrum. Es impensable que un tebeo así llegase a ver la luz, en la colección estandarte de Marvel. Ahora sé que Patty de hecho era la esposa de Dave Cockrum desde 1978, pero yo hubiera jurado que era su hija de 6 años.
Los 100 primeros números de The Amazing Spider-Man, los que se comprometió a escribir el viejo Stan Lee, son una obra maestra. Algo irrepetible, un muestrario de aventuras, romance y humor de la vieja escuela, que sentaron las bases no solo del MU, sino de buena parte de la ficción norteamericana posterior. Aunque Lee y Ditko (y luego Romita) no inventaran nada, sino que se dedicaron a aplicar años de aprendizaje y funcionariado. Pero ahí estaba casi todo lo importante relacionado con Spidey. Leer las primeras apariciones de Mary Jane, Kraven o Kingpin emociona; su palpitante relación con la ciudad y sus habitantes, sus simplistas pero verosímiles problemas con la policía, con los ingresos o con su identidad... Todo esto resulta mágico. A Stan Lee se le echa de menos desde entonces, y su marcha coincide más o menos con la segunda colección, Marvel Team-Up, que es otra cosa, en la que el alter-ego humano es practicamente desactivado aquí en favor del desfile de personajes de todos los rincones del MU. Hasta que llega Chris Claremont, prácticamente estos tebeos son paja. Entretenidos pero olvidables (con excepciones divertidísimas como el "mes del editor asistente", y esas historietas que empezaron a teñir a Marvel de un sentido del humor único; eran los tiempos de Crazy Magazine, de FOOM, de la Merry Marvel Marching Society, de personajes absurdos como el Hombre Rana o Spider-Kid...). Gerry Conway, Tom DeFalco, Roy Thomas, Archie Goodwin y algunos otros intentaron mantener el nivel, pero la verdad es que muchos de los tebeos del 101 al 200 practicamente los he olvidado. Una y otra vez repitieron los mismos esquemas y los mismos enemigos clásicos, y la vida de Peter Parker está bastante estancada. Destacan la presentación de Morbius, el Castigador o la Gata Negra, pero a menudo recurren a personajes místicos o aburridos e insignificantes gángsters. Por no hablar de la historia del clon. Lo que más me sorprende de toda esta época es el trabajo de Ed Hannigan, un dibujante absolutamente impresionante (sobre todo su tratamiento eisneriano de los objetos, los edificios y el rimo secuencial), al que apenas conocía. Y la evolución de Jim Mooney, también fascinante. El increíble trabajo de los Romita o los Buscema habían soterrado el talento de estos tipos a mis ojos.
Los ochenta volvieron a Peter Parker mucho más divertido y a su entorno más loco, y son estas historias, narradas a caballo entre Amazing y Spectacular, las más interesantes. El desastroso nuevo piso de Parker, decorado con los objetos sobrantes de sus amigos y ex compañeros de clase, se parece bastante, desgraciadamente, a mi primer piso de soltero. La señora Muggins, su casera, es un coñazo y sustituye a los argumentos coñazo del JJJ expulsando baba de puro odio irracional hacia el protagonista (trama que por suerte ha sido olvidada, desde la llegada del mucho más sensato editor del Bugle, Robbie Robertson. Las alegres vecinas de Parker que toman el sol en la azotea, su vecino majara aficionado al country, los amigos de tía May (que decide montar una residencia en su casa de Forest Hills, Queens... que en mi cabeza está muy cerca de la de Joey Ramone), el nacimiento de Capa y Puñal, la reconversión de MTU en Web of Spider-Man (en la que Peter Parker ahora sí que existe), la genial invención del traje simbionte (Jim Shooter le compró la idea de cambiar de traje, para variar, a un aficionado, y la puso en práctica en la Secret Wars, sin pensar en las consecuencias. Al final decidieron alejar a Parker del terrorífico traje viviente, y que se quedara con dos pijamas para ir intercambiando, uno negro y otro rojiazul), el gigantesco paso del descubrimiento de MJ de la identidad secreta de Parker, los mil y un nuevos compañeros de trabajo, vecinos, amigos, conocidos, familiares, novias de sus viejos amigos, niños o policías que le admiran en secreto... Esta época en la que estoy ahora inmerso es fabulosa, y autores como Peter David no paran de proponer situaciones, nacidas de la mera lógica, a las que nunca habían enfrentado al personaje. Es una delicia.
Pero los ochenta en Marvel, son también sinónimo de macrosagas. Jim Shooter se inventó el concepto en 1984. Aquel invento, tan sencillo como cruzar a varios personajes en una misma cabecera, que a día de hoy es tan habitual (e incluso una auténtica plaga y un hándicap si uno quiere seguir tranquilamente una colección), se le ocurrió al inefable Shooter, con aquella legendaria saga de 12 números que enfrentó a Patrulla-X, Vengadores, 4 Fantásticos, Hulk y Spider-Man contra un puñado de sus respectivas némesis supervillanas, en un planeta lejano. Aquel invento revolucionó la industria. Fueron los tebeos más vendidos de la historia de Marvel hasta la fecha, y en España también supusieron todo un fenómeno. En el patio de mi colegio se hablaba de ello, y los muñecos de Secret Wars eran mis objetos favoritos (y también los de Super Powers de DC, y sobre todo los G.I. Joes, pero esa es otra historia). Ya había leído posteriormente la Secret Wars, antes de este apretón de ahora (en 2003, un amigo al que ofrecí apoyo en un complicado momento personal, me regaló, sin venir a cuento, el tomo recopilatorio verde, y me hizo mucha ilusión), y ya había podido comprobar lo flojo y ridículo que resultaba todo, visto con distancia y con otra madurez cultural. SW fue un experimento, y sobre todo una excusa para vender juguetes y dibujos animados. Como historia es floja, y lo único que aportó a la posteridad fue el traje simbionte, y todo lo que se le ha explotado hasta hoy mismo. Y además es uno de los trabajos más flojos y desganados de Mike Zeck. Bueno, excepto por esta portada, que debería colgar en los museos:
Pero fue tal éxito de ventas, que Shooter se empeñó en sacar una segunda parte. Corrigiendo los errores de edición de la primera miniserie (principalmente, que mientras que la serie se publicó durante todo un año, el resto de colecciones cuyos personajes estaban implicados se publicaron en paralelo, y sus consecuencias más importantes, como el traje negro de Spider-Man, la renuncia de la Cosa o la incorporación de Hulka a los 4-Fantásticos, se trataron en sus colecciones correspondientes sin que nadie entendiese nada). Así que Shooter se inventó también el concepto del crossover. Esta vez, SWII duró solo 9 meses, pero implicó a muchos otros personajes que el público había echado de menos en la saga espacial, y decidió que lo que sucedía en cada número de la cole principal, se estiraría en las series correspondientes de sus personajes, de forma que el macroevento histórico, que fue publicado en España en una única colección (ya que por entonces Forum no estaba ni mucho menos al día, y publicaba apenas una pequeña parte del material americano) de ¡50! números. Acabo de terminar esta 50ª entrega, dejando un poco de lado la lectura cronológica y exclusiva de Spider-Man, y me he tragado hasta los protagonizados por Power Pack o Los Campeones. SWII me pilló a mí con 8 ó 9 años, y me entusiasmó. Releyéndolo ahora por segunda vez, tantos años después, ha sido un buen mazazo. Me pareció una idea fantástica y emocionante conocer por fin al Todopoderoso, el ente "invisible" que había liado todo en la primera miniserie, y que además llegase él a nuestro planeta por su propio pie, para conocernos a los humanos en nuestro terreno. En la línea de Los Papalagi, "Sin noticias de Gurb" o Cosas de marcianos, el Todopoderoso es mostrado como un ser invencible, magnánimo, una idea que incluso me aterraba un poco de pequeño, al ver cómo repelía el ataque de todos los superhéroes Marvel posibles con solo chasquear los dedos. Arrugaba el tejido espacio-temporal como si fuese papel-cebolla, o transformaba las cosas con solo pensarlo. Resulta muy gracioso (no lo recordaba) pensar que su aspecto humano es fruto de clonar el cuerpo del Capitán América (un humano ejemplar), pero con pelo negro y rizado como el de Michael Jackson (o Jesucristo) y vestido como Duran Duran (lo mencionan explícitamente, no es cosa mía). Qué tiempos tan horteras, los ochenta... Mola cómo Shooter conduce todo esto, lo de ser un pez fuera del agua, un Balki Bartokomus repleto de poder, pero inocente y ávido de conocimiento, que se desespera porque quiere sentir el amor verdadero, la codicia, el odio o el miedo a la muerte, y en su periplo cuasi-evangélico está a punto de destruir la Realidad (y con ella todo el Universo) varias veces. Pero, deteniéndome en los detalles ahora, la verdad es que muchos momentos de SWII son bastante penosos y ridículos (como cuando la noticia de que se ha sentado a pensar encima de una piedra, abre todos los telediarios del planeta... ¡un tipo anónimo! ¡la prensa no sabe que es el Todopoderoso!; o sus melifluas coñas con la era Reagan o Star Wars). Qué no hubiera sido de esta saga, en manos de guionistas contemporáneos más curtidos e inteligentes, como David, Claremont, Byrne o hasta la siempre sorprendente Louis Simonson. Por cierto, que cuando yo era joven detestaba profundamente a los dibujantes sucios como Al Milgrom, Klaus Janson o Bill Sienkiewicz, y con los años uno aprende también a apreciar su trabajo. Otro de los artistas de esta primera mitad de los ochenta que más me ha sorprendido en esta relectura es Bob McLeod. Me consta que alrededor del nº 300 de Amazing es cuando aterrizan en la franquicia los fan-favorites Erik Larsen y Todd McFarlane que me volvieron loco de adolescente, pero a estas alturas (recuerdo que voy por AS275) estoy descubriendo el talentazo de estos dibujantes que por entonces me resultaban sosos. Y el trabajo que hizo entonces en Spectacular el joven Peter David, años antes de consagrarse (a Byrne o a Romita Jr. sí que les tenía en un pedestal).
Nostalgias y hagiografías aparte, me chifla todo lo que está haciendo Dan Slott (aquí lo he ido diciendo siempre: 1, 2, 3, 4, 5). Que si no lo es ya, probablemente pronto se convierta en el guionista más longevo del personaje. Pero mi intención no era extenderme con todo esto, porque como digo tenía el capricho de sumergirme en esta "gran novela americana" (y sobre todo, una gigantesca y nunca suficientemente valorada oda a Nueva York, y a los sufridos veintegenarios) a mi ritmo, por el mero placer de hacerlo, fijándome mucho en los detalles y en las personas que hacían ese trabajo, y menos en las peleas y los colorinchis que me atraían de niño. Sin apuntes y sin hacer comentarios. Pues en ello estoy, y en ello seguiré por mucho tiempo en la intimidad de mi sillón.