martes, 26 de febrero de 2019

Indiana James: "La maldición de 1000 siglos" / "El panteón flotante" / "En busca de la Prehistoria" (Col. Grandes Aventuras, nº 3, 4 y 5; vvaa, 1985)


Hacía tiempo que no comentaba bolsilibros en este blog. Estos días me leí del tirón la tercera, cuarta y quinta novelas de mi gran ídolo Indiana James, el aventurero definitivo. Me he propuesto irme leyendo poco a poco todas sus novelillas, porque son un disfrute ligero y altamente satisfactorio. Uno de los productos más rematadamente pop de los ochenta en España, tanto Naranjito y su puta madre... Los bolsilibros de Astri de los ochenta esconden auténticas joyas, que los amantes del pulp están recuperando, como los pastiches que mezclaron terror con western. Pero para mí, la colección Grandes Aventuras sigue siendo una cima de la literatura española de serie B. Me congratula tener en mis estanterías casi toda la colección. Se publicaron en total 54, siendo 47 de ellas protagonizadas por el mismísimo Indiana James y las otras 7 experimentos diversos de ochentaexplotation, que piratearon sin rubor iconos de Hollywood de la época como "Depredador", "Los Intocables de Elliott Ness", Miami Vice y otros que también leí en su día y comenté en este blog: las dos entregas del maravilloso Ranko, y la de Cocodrilo Dandy. Estas últimas, las que no estuvieron centradas en "El Indiana Auténtico", fueron escritas por el propio Curtis Garland, y ahora que repaso mis otras lecturas de ejemplares de Indiana Jones, veo que atribuía a él erróneamente la autoría, pero nunca aclaré en qué consistió esta bizarra colección, en realidad. Porque no, no las escribió Juan Gallardo Muñoz, sino que fue un extraordinario e irrepetible ejercicio a 8 manos, obra de auténticas leyendas de la literatura juvenil española: Juan José Sarto, Francisco Pérez Navarro, Jaume Ribera y Andreu Martín.

Había obviado contar este detalle en mis otras entradas dedicadas a las novelitas de Indiana James, pero desde que lo descubrí hace mucho tiempo, estos bolsilibros no hicieron sino multiplicar su valor sentimental para mí. Del fallecido Sarto no recuerdo haber leído nada , pero es muy probable, porque es un currifichante de la ciencia-ficción española, habitual en revistas pulp de los setenta y ochenta. Aunque Juanjo es recordado sobre todo por ser la persona que trajo Dragon Ball a España, entre todos aquellos prototípicos mangas editados por Forum. Andreu Martín no necesita presentación, ya que es una eminencia, autor de cientos de obras de ficción para adolescentes, guiones de cómic y cine, ensayos sobre cultura pop o, junto al propio Jaume Ribera (guionista detrás de montañas de historietas de personajes secundarios de las revistas de Bruguera), autor de una de mis sagas literarias favoritas de juventud: la del detective adolescente Flanagan (a quien, por cierto, yo mismo fusilé con mi serial para niños de Los casos de Ángel Michigan en el Pequeño Libro de Notas que armé y dirigí, ¡hace casi una década!). Sobre Fco. Pérez Navarro, alias Efepé, no sé ni qué decir: entre muchísimas otras cosas, basta decir que fue el guionista inicial y co-creador de Super López, así como el alter ego que se escondía tras el personaje de Doc Skull que respondía las cartas de los lectores en todos esos tebeos de superhéroes Marvel que editó Forum durante décadas... Creo que es una de las firmas que más me ha influido y a las que más he admirado en toda mi vida. Una parte importante de mi educación sentimental.

Así, la serie de Grandes Aventuras no solo es un hito del pulp español, una serie de aventuras sin freno divertidísimas, sino que fue un increíble ejercicio colaborativo que se sacaron de la manga algunos de mis escritores españoles favoritos de juventud. Es uno de mis tesoros más preciados.

Estoy un poco desenganchado de los bolsilibros. Hace siete u ocho años, más o menos, cazar novelitas de a duro era mi afición favorita, saqueé docenas de tiendas, chamarilerías, puestos callejeros y mierdulerías, asistí a inolvidables charlas que me cambiaron la vida (lo digo totalmente en serio), como las del propio Garland, Frank Caudett o José Luis Macías, y entre otras cosas fundé la Bolsilibro Appreciation Society. Dimos una charla inolvidable en La Central de Callao, con loquísimo invitado sorpresa, de la que aquí hay una crónica y un vídeo —qué vergüenza—. Creo que se me pasó un poco la fiebre, por un lado, cuando encontré el que era mi santo grial, "Rancho Drácula" (lo conté aquí), y por otro lado cuando vi que los maravillosos lemmings del bolsilibrismo estaban digitalizando prácticamente todo, y a tiro de P2P puedo tener acceso a muchas más novelitas de las que me va a dar tiempo a leer en vida. Además, se están reeditando cosas maravillosas de todo aquello, y se seguirá haciendo, en preciosos volúmenes antológicos, como las de Alberto López Aroca, editoriales como Dlorean, Darkland o, muy recientemente, Matraca Ediciones en su simpática Colección Beee. Entre otros proyectos. Pero alguien tiene que devolver la gloria a Indiana James, tarde o temprano.

Valga aquí una nueva anécdota personal, de las muchas que recogí durante esa etapa de activismo sobre bolsilibros: hubo otra editorial que hace algunos años decidió dar lustre a algunas obras de bolsilibritos de serie negra. La editorial Akal, especializada en novela negra, se sacó de la manga cuatro volúmenes antológicos, bajo el título de ¡Bang, bang, estás muerto!, recuperando cerca de una veintena de aquellas noveluchas en formato noble, con textos introductorios de Luis Conde y Moncho Alpuente. Por aquel entonces, yo trabajaba en un bar al que venía de vez en cuando Moncho, y trabamos cierta amistad. Hablábamos mucho de música y literatura. Precisamente, vino a verme por última vez el día de su cumpleaños, y en vez de recibir un regalo, me regaló él a mí los dos primeros volúmenes de la colección. Fue durante el último cumpleaños de su vida.

De vez en cuando sigo comprando aún algunos bolsilibros, cuando el precio es razonable, pero no tengo espacio para juntar muchas más. Tendré unas 500, y el volumen que ocupan no ha crecido mucho en el último lustro. Pero no he perdido la costumbre, casi instintiva, de hurgar en las cajas cuando voy al Rastro, por si encuentro alguna portada de terror o ciencia-ficción que me vuelva loco, o un ejemplar de Indiana James, ¡Kiai! o Tam-Tam que me falte. Sé que es una afición muy minoritaria, pero a veces es increíble cómo nos movemos: hace unos tres años madrugué el día del estreno de la bianual Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Recoletos, para ser de los primeros en acercarme al puesto que más me interesa, una tienda valenciana que trae siempre millones de papeles viejos. Me levanté pronto, como digo, el día que inauguraba la feria de otoño de aquel 2016. Fui directo a ese puesto, sin querer detenerme en nada más. Y concretamente, fui buscando las dos cajas enormes llenas de bolsilibros de género que tienen tras el mostrador, donde otros años había encontrado joyas. Pues bien, no fui el primero... allí había otro muchacho, otro cazador de novelitas pulp, con el que no hablé pero al que seguramente conocía del foro de bolsilibros de Facebook, que estaba ya hurgando en esas mismas cajas, y que, de hecho, tenía ya en la mano tres ejemplares de Indiana James, dos de los cuales faltan en mi colección... Creo que esa fue la puntilla, el día que definitivamente se me fue un poco la obsesión por los bolsilibros, y retomé con más pasión la de los tebeos de Marvel (hoy mismo me he gastado 40 pavazos en las novedades de lo que va de año...).

A lo que iba, con toda esta introducción (siempre que pienso en bolsilibros me pongo intenso) es a que, de un tiempo a esta parte, están digitalizadas y adaptadas a libro electrónico, las 54 novelas de Grandes Aventuras. De hecho, se puso en contacto conmigo hace unos meses Carlos Bejarano, responsable de gran parte de ese trabajo, por si yo tenía la única que le faltaba para completar la colección; así era, y yo mismo la escaneé gustoso. Así que gracias al trabajo de varios amantes de este tipo de literatura (ejem, incluido yo), todo Indiana James y demás personajes suecados de la colección Grandes Aventuras de Astri está disponible en .epub para el disfrute general. Creo que está compartido en varios lugares, para el que sepa buscar; pero que no decaiga, que yo mismo voy a volver a compartir todos los números, tal y como yo los tengo (hay algunos errores en algunos números y no todas en .epub, sino alguna en .docx y .pdf; es posible que esto ya se haya solventado en otros lugares en los que se pueda descargar). Lo subo a Mega, por si a alguien que llegue hasta este lugar le interesa, y sigo con mi rollo:


En los otros acercamientos que he hecho a esta colección absolutamente fascinante, olvidé comentar algunos aspectos generales. Al ser esa especie de "El almirante flotante" a la española, por lo visto los cuatro autores se iban pasando la patata caliente del uno al otro, dando a todas las aventuras de Indiana James una forma de disparatado serial: por lo visto, uno escribía la novelita, el siguiente la corregía y la continuaba en el punto en el que aquél la había dejado, y así. Se reunían de vez en cuando, y siempre había un giro final que dejaba a nuestro héroe en una situación insólita, para ponerle un reto al siguiente autor. Y fueron creando una pequeña mitología interna, al generar esta serie de aventuras escritas en primera persona por Indiana (que figuraba, de hecho, como autor único en la página de créditos), con un humor muy particular, y particularidades como los chistes, las referencias a la cultura pop (las pelis o las novelas que leía Indiana durante sus viajes), montones de onomatopeyas (como en los tebeos a los que los autores estaban tan ligados) y mucho cachondeo a costa de esa medianía de Hollywood, esa farsa repelente, ese copiota llamado Indiana Jones. Hacía mucho tiempo que quería leerme todo esto seguido y comentarlo en este breviario, y como entre las ya leídas había dado cuenta del nº 1 y el nº 2, retomé el asunto en el número 3, y continuaré a partir de aquí en próximas entregas:

GA01. "Hong-Kong rock"

GA02. "El diente de perro"

GA03. "La maldición de los 1000 siglos"

En el número 2 de la colección, que leí hace ocho años, la acción había llevado al gran Indiana Jones a aterrizar forzosamente en pleno festival de cine de Cannes. La policía pone orden tras el escándalo, y le expulsan de allí. En un pis-pas, y ya que está en Europa, se va a Londres a visitar a una anciana millonaria que había conocido en una vieja aventura. Pronto, descubre que la vieja está moribunda, y está siendo acosada en su mansión por los miembros de una secta. Indiana trabará algo más que amistad con su sobrina, una punki llamada Mary Lou Foxworth, un personaje estupendo, descrito como los punkis pijos famosos de familia rica de la Movida madrileña. Mary Lou se pasa el día de farra con su grupo de amigos, unos punkis al estilo Chicha, Tato y Clodoveo. Uno de ellos un gigantón con el que tiene que liarse a puños más de una vez, ganándose el respeto del mayordomo de los Foxworth, Spencer, que se le unirá en la aventura. Una de las escenas cenitales tiene lugar durante un concierto de Lords Of The New Church. Más adelante, todo confluye con que en el solsticio de 1985 la Secta de los Mil Siglos tiene previsto invocar al Demonio en pleno Stonehenge, y allí se lanzará Indy a impedirlo.
Una de las normas de las novelas clásicas de género (ciencia-ficción y terror) de la literatura de kiosko española, en su edad dorada (los años 50-70), era que los sucesos paranormales, y más aún los relacionados con el Maligno, no podían suceder, o debían tener detrás una explicación científica, racional, que no chocara con el Catolicismo. Cosas de la censura y el franquismo. Ese afán por evitar lo sobrenatural y anti-científico, fue una de las consecuencias, por ejemplo, de la imposición del Comics Code, y que se dejó notar durante muchos años en todo el cómic norteamericano, por ejemplo. Incluso en los tebeos de Marvel, durante décadas se dejaron de utilizar los monstruos (kirbyanos y ditkianos) que habían sido la seña de identidad de la editorial, y siempre había que dar una explicación científica para su existencia; un caso famoso es la introducción de Morbius, el Vampiro Viviente, en los tebeos de Spider-Man, nada menos que en 1971, a quien hubo que dotar también de un origen debido a un fallido experimento científico. En las novelitas de a duro sucedía lo mismo, ese "paradigma Scooby-Doo", esa explicación final que aclara a los niños que los fantasmas, los vampiros, las brujas o los satanases aparecidos no existen, sino que todo ha sido trucado por personas malvadas. Recuerdo haber leído varias novelas de terror en las que, en la última página, el protagonista descubría un resorte, unos focos, unos efectos especiales que simulaban viento, y explicaban lo sucedido. Cuento todo esto, porque en esta novela, así como en todos los bolsilibros de Astri, ya se habían dejado de zarandajas y (¿auto?) censura, e incluso había habituales escenas de sexo explícitas en esta época final, los años 80. De hecho, me llamó la atención que el autor de este ejemplar bromeaba con todo esto, con un simpático falso final a lo Scooby-Doo: en un primer momento, Indiana descubre que ese Demonio que se había manifestado en mitad de Stonehenge, y que estaba a punto de acabar con toda la civilización, solo habían sido unos efectos especiales creados por el líder de la secta; sin embargo, en el epílogo, Mary Lou se da cuenta leyendo la prensa de que en el momento de la aparición se había ido la luz en todo Londres, y era imposible que esos efectos eléctricos de luces y sonido hubiesen funcionado. Me parecía curioso hacer esta aclaración.


GA04. "El panteón flotante"

No sé si el título de la novela es precisamente un homenaje a "El almirante flotante", la clásica novela colaborativa escrita por el Detention Club de Agatha Christie, Chesterton y compañía. Pero tiene toda la pinta, ya que es una descripción bastante rebuscada para referirse a un barco naufragado en pleno Triángulo de las Bermudas, que es el macguffin de esta cuarta entrega de las aventuras de Indiana. Todo comienza en casa de Mary Lou Foxworth, donde se había quedado el protagonista en la entrega anterior. Llevan de novietes unas pocas semanas, y James no aguanta más: no soporta estar encerrado en esa ciudad, necesita desesperadamente aventuras. Y encima, a Mary Lou ¡le encanta ver películas de Harriford Jones! ¡¡Ese fantoche, ese impostor!! En una de estas, precisamente le llama por teléfono uno de sus amigos y colaboradores del cazatesoros: una rata de biblioteca llamado Nicholas Fielding, que acaba de descubrir el paradero exacto del sitio en el que naufragó el citado barco, el Spirit of the Shadows, con un tesoro de valor incalculable. Indy se despide de Mary Lou para siempre, entre la llantina de ella, y queda con Fielding en la biblioteca... para encontrar que ha sido asesinado por un misterioso nigger, que ha huido con la página arrancada del libro en el que viene dicha información. Lo único que había acertado a decirle Fielding, era que tenían que viajar juntos a Guinea-Bissau, y quedar allí con otro colega de aventuras, un cachas guaperas llamado Sam "Luke" Morrison-Norton. Así que para allá se va, por su cuenta.
En el avión, sufre uno de los peores percances de toda su carrera, del que apenas sale vivo: tener que aguantar a una familia con niño en el asiento de al lado. Un niño repipi, que no le deja tranquilo leer su ejemplar de "El umbral de la noche" de Stephen King, y encima le cuenta el final del relato que está leyendo (el de las ratas; y que revivirá Indiana en las horas venideras). Nada más llegar a Guinea-Bissau, resulta que otro matón que iba en su mismo avión, se carga de un tiro a Sam "Luke" Morrison-Norton, y huye en un avioneta que esperaba allí. Cabreadísimo, Indy se engancha con el látigo a la avioneta en pleno despegue, y consigue subir a bordo. Será de todas maneras atado y abandonado en pleno desierto por sus enemigos... solo para ser salvado de ser devorado por las ratas, in extremis, por... ¡Harriford Jones en persona!
Es curioso, porque la broma de Harriford Jones, es decir, la existencia en el mundo real (dentro de la ficción) de un personaje que se gana la vida interpretando a Indiana Jones, mientras que el Indiana James real se muere de hambre, y que era por lo tanto odiado recurrentemente por el prota de los bolsilibros, parece que no duraría mucho más, ya que es en esta cuarta entrega cuando aparece Harriford en persona. Y, de hecho, solo es un impostor que vive del cuento, en una isla privada a todo lujo (llamada Cayo Rhum; su descripción exagerada me recordó a algunos pasajes de la novela/fanzine de Le Bon Vivant). Y, de hecho, el actor es quien dio la orden de asesinar a los amigos del Indiana bueno, de simular salvarle para llevarle consigo a su isla, y en definitiva el malo-malísimo de esta aventura. Un tirano que no solo vive de engañar a la gente a través de las películas, sino también en la vida real, y ha convocado a toda la prensa para mostrarles cómo rescata al Spirit of the Shadows y se queda su fortuna... fingiéndolo todo, ya que tiene muchos barcos que sus lacayos han ido saqueando durante décadas. El desenlace de la aventura tiene lugar en Cayo Rhum, e igual que sucedía en el número anterior, aparece un aparente elemento sobrenatural, un tipo con superpoderes al servicio de Harriford, llamado Papá Samedí; pero una vez que se descubre que es solo un fraude, Indiana descubre otro elemento sobrenatural y macabro, que él sí sabe que es real: Harriford es atacado por un montón zombies-náufragos vivientes, en venganza por todos sus saqueos. El Spirit of the Shadows seguirá enterrado, su localización sigue solo siendo conocida por Indiana James (que por fin se hizo con la página arrancada del diario de Gardenfly el Loco, un personaje rollo "Goonies"), y James sobrevive a la batalla naval final, ayudado por los zombies, pero acaba dando con sus huesos en una isla desierta.


GA05. "En busca de la Prehistoria"

Después de unos cuantos días en plan robinsón, Indiana es rescatado de la isla desierta por una aventurera jamona, algo estereotipada en plan Helga la Loba de las SS, que se llama Virginia "Virgin" Jane Scapin (aunque al que la llama "Virgen", lo mata a latigazos). En realidad, la tipa rescata a Indiana James a regañadientes, ya que lo ha confundido con Harriford Jones, que es a quien buscaba realmente porque andaban con turbios negocios, sin saber que Indy lo acaba de abandonar siendo devorado por zombis submarinos. Y del Triángulo de las Bermudas, se lo lleva con los ojos vendados en un hidroavión hasta un lugar secreto, que Indy deduce que es el norte de Canadá debido a los abetos Douglas y el frío y la nieve insoportables que nos acompañarán toda la novela. "Virgin" buscaba al falso Indiana, porque han descubierto unas instalaciones científicas secretas en las que están clonando nada menos que mamuts. No se abunda mucho más en el asunto, ni hay otras especies ni un parque temático ni nada, así que no hay muchas más coincidencias con "Parque Jurásico", que escribiría Michael Crichton 5 años después y perpetuaría el mismo Spielberg de "Indiana Jones", 8 más tarde. Una pena, porque me fascina encontrar viejos bolsilibros españoles que predijeron el futuro; como aquella novelita de Curtis Garland que dicen que se inventó Internet en los años setenta (no es ésta; aún la ando buscando), o las que se adelantaron (esto es inevitable, y ha pasado mil veces en la cultura pop universal) a películas famosísimas de años venideros. Como sea, ya que "Virgin" se ha llevado al Indiana equivocado, le va a contar todo el plan de la explotación de los mamuts clónicos, y le presenta a la colección de tipos malvados que le sirven de cohorte: el narco-dictador bananero "Macho" Gómez, a quien Indiana conoce bien de aventuras pasadas; un millonario, matón y cantante de heavy gordinflón (parodia de Meat Loaf) llamado Howling Butcher; Marvin Crane gángster de Las Vegas tipo Scarface; Jimmy Botts, propietario de la cadena internacional de comida rápida Botts Burgers; Gary H. Lee, un chiflado que ha hecho su fortuna, en este caso, con la explotación de fenómenos de feria ambulantes (y algo anacrónicos) en su Wonder Lee Circus; y otro estereotípico millonario gorderas, esta vez magnate de las joyas, llamado Dave "Diamond" Crawford. Algunos de estos millonarios gordinfletis, que se divierten emborrachándose y disparando a los mamuts (al más puro estilo del Sr. Money, Bailosolo y Trombonetti de Mofli, el último koala), morirán a lo largo de la aventura, pero otros (como la propia "Virgin") sobreviven, y entiendo que serán utilizados en próximas novelas, y se presentan de golpe para ir dotándoles de background. El caso es que en esa Prehistoria sobrevenida, y después de poner a prueba la valía de Indiana con unos desafíos a muerte, los ricachones malos se emborrachan por la noche y se lían a tiros con los mamuts, como decía, dando ellos mismos al traste con los planes de explotarlos, y haciendo que se dispersen por el bosque. Y esa es más o menos la trama, con una persecución final entre Indy, los malos y los mamuses a tiros por el bosque, que se hace un poco larga, y como decía unos mueren y otros escapan.
Por cierto, en esta historia también nos introducen otra referencia cultural: en libro que está leyendo Indy esta vez es los "Crímenes bestiales" de Patricia Highsmith, así que decide bautizar a los tres mamuts como los elefantes del cuento La absolutamente última actuación de Corista: "Corista", "Prince" y "Snow White".
Por el camino, se introduce otro personaje más, que será el secundario cómico de Indiana James: un indio nativoamericano canadiense, bastante salvaje y berserker, llamado Gronk. En mi cabeza podrida, por lo tanto, Gronk es más o menos Lobezno, unos meses antes de que se cruzara por primera vez con Hulk y el Wendigo por los bosques del Yukón, antes del Proyecto Arma-X, en una de esas etapas vagando salvajemente por el bosque, entre los Neuri, cazando lobos, vistiendo pieles de osos (¡como hace aquí el propio Indiana!) y mamuses, como los de la Tierra Salvaje. A ver si es que no estoy tan chiflado, y esta entrega de Indiana James la escribió el propio Doc Skull...


(continuará...)

jueves, 7 de febrero de 2019

"El Ligre y la bomba de triones" (Scari Wó, 2018) y otras lecturas de 2018


El año pasado reseñé pocas lecturas literarias. Además de que leo muchos más tebeos que libros últimamente, tampoco termino de centrarme y escribir sobre algunas cosas que leo y quiero recomendaros. Así que sirva esta entrada rápida para mencionar algunas de las cosas que añadí a mi biblioteca en las últimas semanas del año pasado. Aunque no me gusta despachar muchas obras de golpe, y hubiera preferido darle a algunos de los siguientes objetos la enjundia que requieren, el toc no me deja pensar bien y llevo semanas obligándome a reseñar todo esto y no me pongo nunca, así que no me levanto de la silla hasta que despache este primer lote de mamotretos que me han estado acompañando recientemente:

 Para empezar, mi amigo y vecino Scari Wó, del equipo del fanzine Dramáticas Aventuras Trimestrales Ilustradas (que tenemos que darle un apretón pero ya), y que me ha hecho varias portadas de Libritos Jenkins (por ejemplo, del álbum Otros Grupos, cuya ilustración de portada y montaje de contraportada, por un error de imprenta, quedó sin acreditar), escribió y publicó hace unos meses una preciosa novela interactiva, primera de la serie "Decide tu propio destino", que encaja perfectamente entre la colección original de Timun Mas de los 80 a la que homenajea, pero destinada a un público adulto y ambientada en el universo de personajes del fanzine DATI: "El Ligre y la bomba de triones" está además fenomenalmente escrita, y es una montaña rusa de referencias y guiños a la cultura pop. Un experimento de post-pulp en el que podemos llevar a nuestro luchador enmascarado favorito a viajar por el tiempo y el espacio a morir de mil y una maneras diferentes, o a salvar el mundo si elegimos los epígrafes correctos. La estructura es una filigrana, el tono va de lo épico a lo festivo, y como objeto de poder no tiene precio.

☛ Tambiés es una filigrana la novelita autoeditada "Abracadabra", de Asier Barro, y otro precioso ejercicio de mimetismo con la literatura añeja. En forma bolsilibro y con tipografía retro, la breve lectura de esta historia es sorprendente. Un ejercicio de metalenguaje florido y exquisito, a partir de la premisa de la mera necesidad y el diáfano placer de narrar y jugar con las palabras. Muy bonito y muy recomendable.

☛ "El método Gémini" (por Magius; ed. Autsaider Cómics; vale, ya se me ha colado un tebeo) es una de las novelagráficas más laureadas del año pasado, y espero que suponga el salto definitivo a la primera línea del tebeo, si es que esto existe, del murciano Magius. Responsable de FOG Comics y autor de varios de los fanzines más fascinantes de mi colección, como Murcia, Porno catalán, WitchcraftLa Philosophie dans le Boudoir o el precioso tomo recopilatorio con las imprescindibles aventuras de los black-metaleros satánicos y nazional-socialistas más simpáticos del Planeta Murcia (Black Metal Cómix). Se ha pasado al equipo de los amigos de Autsaider, y ha pergeñado la epopeya de mafiosos que Scorsese jamás se atrevió a contar: cómo el origen de las distintas familias de la mafia siciliana, secretamente, pasó por la Murcia medieval. Divertidísimo, enfermo y con más acción que siete temporadas de Los Soprano, y al mismo tiempo puro tebeo underground feísta y agitador. Le ha gustado a todo el mundo y no faltaba en ninguna lista de lo mejor de 2018.

☛ Otro de los objetos literarios más laureados del pasado año fue el regreso, por fin, del Maestro Jordi Costa al ensayismo erudito: "Cómo acabar con la Contracultura (Una historia subterránea de España)" (Taurus). Niño prodigio de la crítica visionaria, periodista de referencia para toda una generación y autor de al menos dos de mis libros favoritos de todos los tiempos ("Mondo bulldog" y "Vida mostrenca"), en esta obra se ha dedicado a hurgar en el lado torcido de la cultura basura española, esa que efervescía y se revolvía por salir del útero ya desde que al enano del Ferrol le empezaban a dar  los primeros achaques, y que ha ido conformando silenciosamente todo un estilo de vida para muchos de los creadores más interesantes del siglo XX y XXI. Un recorrido repleto de descubrimientos, vasos comunicantes y joyas enterradas bajo las montañas de caspa y la estéril cultura institucional. Por supuesto, asistí a la presentación y la firma, en primera fila, y aquello fue un vórtice de energía underground y una especie de entierro de Big Fish en el que aparecieron algunos de los propios supervivientes del libro; y lo devoré en los siguientes dos días, lo que me hizo mejor persona.

☛ Stephen King está un poco brasas últimamente con las anodinas peripecias reiterativas del Señor Mercedes, que me importan un carajo, así que me conformé el año pasado (aparte de con alguna relectura o lectura menor vía Kindle que me va a faltar en las oocc comentadas que pretendía haber glosado en este blog; o mirar algunas de las miles de adaptaciones audiovisuales recientes) con la última recopilación de relatos del maestro. "El bazar de los malos sueños" reúne escalofríos como "Niño malo" y "Área 81", bellas fábulas como "La moral", ejercicios chabonianos como "Batman y Robin tienen un altercado", pequeñas obras maestras carverianas como "Premium harmony", clásicos modernos como "Blockade Billy", "Ur" y "Tommy"... y el habitual anecdotario, consejos y susurros de King mientras nos arropa con la mantita, tras cada cuento, a los lectores constantes. Estupenda colección, a la espera de su siguiente McCatedral literaria, que me acompañó el pasado verano.

☛ Tom Petty fue uno de los primeros músicos a los que amé de manera furibunda en la adolescencia. Fue a los 12 años o así cuando tomé mi primera sobredosis, durante un especial que le dedicaron en la VH1, pasando vídeos suyos todo el fin de semana. Esos videoclips maravillosos en los que el sofronizante Petty se disfrazaba de cuentacuentos y te sumergía desde la pantalla en el mundo de Alicia en el País de las Pesadillas, o te pasaba peliculitas de rebeldía juvenil. Fue de los primeros músicos a los que empecé a coleccionar y escuchar consciente y compulsivamente. Su muerte me afectó, me dejó helado por lo inesperada, y porque mantenía la esperanza de que alguna vez viniese a tocar(me) a España. Creo que nunca vino aquí ni a hacerse fotos con una paella. Esta maravillosa biografía, "Petty" (Warren ZanesAlfaomega/Neo Person), desvela además a una persona sencilla, humilde y formidable, que hubiera pasado desapercibida en el marasmo de bandas de garage sesentero de Florida de no ser por ese don intransferible e imposible de explicar, y que acabó haciendo rock, bebiendo cerveza y persiguiendo a las chavalas porque no sabía hacer otra cosa. Tan exhaustiva y envolvente como se espera de estos trabajos, y repleta de ternura y melancolía.

☛ Durante parte del año pasado también tuve mis varias rachas obsesionado con la literatura retro-ufológica, como media España últimamente, gracias a la encomiable labor que está realizando Reediciones Anómalas y a que su máximo responsable, Pablo Vergel, se ha convertido merecidamente en el tertuliano de moda en el programa de Iker Jiménez. Su último lanzamiento hasta la fecha, el sexto, y a la espera de que rescaten este año más obras canónicas descatalogadas como "Las profecías del Mothman" o "El libro de los condenados", es "Comunión", la insólita narración en primera persona del encuentro cercano del tercer tipo experimentado por el escritor fanta-científico Whitley Strieber con los grises, que cambió el mundo de la ufología para siempre.

☛ Además de quedarme absolutamente anonadado con lo allí narrado, y empaparme de paso con la película o mi propia "investigación" online sobre el asunto, con "Comunión" tuve una relación especial, ya que Pablo me pasó las galeradas antes de hacerlo realidad, para que lo leyese y de paso yo mismo me uniese al staff y pergeñase el fanzine Nuestra primera comunión, reuniendo declaraciones de periodistas y de víctimas de su lectura; aunque, ahora que me acuerdo, lo conté ya aquí y también narré cuando "mi" fanzine salió en la tele, aquí. Como fuere, "Communion" fue una de mis lecturas más absorbentes del año pasado, así como otros de los lanzamientos de RA.

☛ Otra de mis editoriales amigas de cabecera es Antipersona, y aprovecho para traerles por aquí siempre que cae en mis manos alguna de sus preciosas obras. Lo último en lo que se han metido es una revista de música trimestral, Dolly Records (ya han salido dos números) que recoge artículos que envían los fans y ellos seleccionan. "Big Mama" Thornton, The Redskins, Poly Styrene, Berri Txarrak, Arrested Development, bakalao, música industrial, canciones sobre la lucha de clases, anecdotario, críticas, crónicas de conciertos y cosas así es lo que han incluido por el momento. Es baratísimo, tiene páginas a color, un diseño estupendo y todo fenomenal.

☛ Y por último voy a citar el libro en el que estoy más inmerso ahora mismo: "La plaga de los comics (Cuando los tebeos eran peligrosos)", de David Hajdou (Espop). Aunque no lo he terminado, y reseñar algo a medias está feo; es que yo soy así de feo y esto no es Babelia, y precisamente quería dar mis sensaciones del progreso de lectura, porque, ay. "La plaga..." es el ensayo cultural de moda. La gran apuesta de Espop para la temporada. ¡La historia oral de la era pre-code! ¡La hagiografía definitiva de la Edad Dorada! El diseño es precioso y con desopilante portada de Ata, e incluye un encarte central a todo color con algunas portadas e ilustraciones mencionadas en el texto. Veo que "La plaga..." está gustando muchísimo, algunos en mis tl's de las rrss están bastante a tope... pero debo ser sincero y reconocer que yo estoy bastante perdido, a punto de alcanzar el ecuador. El principal problema es la falta de material gráfico, que solventaron en la edición especial limitada de 42 euros; más ilustraciones en blanco y negro a lo largo del texto creo que no hubiese hecho daño a nadie, en lugar de las largas, densas y obstrusas descripciones de  pequeños detalles de viñetas concretas. Sé lo que es un puto libro, no es que tenga el cerebro ablandado por el Yutú, o que crea que el fanzine o el ensayo de los 90 sean la respuesta, pero en un ensayo de estas características, en múltiples pasajes concretos eché de menos un monito escuchimizado en una esquina, y de más una engorrosa parrafada tratando de generar en tu cerebro la imagen exacta de una portada de Charles Biro o una foto concreta en un editorial de prensa, que al fin y al cabo en la separata viene en blanco y negro... Dejo el libro panza arriba y me voy a buscarla a internet cada dos por tres, ya, si tampoco pasa nada... Pero es que además me está resultando todo bastante caótico y confuso. Sigo tratando de encontrar el hilo conductor, la esencia de los capítulos, la intención del autor tras su empeño por ir saltando constantemente de un rincón a otro de la historia, dejando la narración a medias tras cada punto y aparte y regresando a la infancia de un distribuidor o un censor, de repente, cuando estaba uno disfrutando de las declaraciones de Will Eisner o Bill Gaines. Es indiscutiblemente una joya,  y me imagino que todo cobrará sentido, pero me da que está abordado el tinglado desde recodos, en forma de "hilos de Twitter" superpuestos, todo me está resultando condenadamente sinuoso y deslavazado. O es que estoy yo muy nervioso y muy tonto, que también puede ser. Ya veremos.